Tema central

¿Fiesta o protesta popular? El 1° de Mayo en América Latina


Nueva Sociedad 83 / Mayo - Junio 1986

El acuerdo del Congreso Internacional Obrero de París de 1889 llegó a una clase obrera latinoamericana que se formaba en centros mineros, fabriles, manufactureros, de transporte y de servicios. Los grandes impulsos de las primeras celebraciones son los inmigrantes europeos. Las ideologías dominantes entre ellos eran el anarquismo y el socialismo, las que se agregaron a los ideales artesanales mutualistas propagados por instituciones de ese tipo, que se desarrollaron desde mediados del siglo XIX. En Argentina, en 1890, los extranjeros vinculados a la socialdemocracia alemana efectuaron el primer acto, conforme a la fecha y características establecidas por la Internacional. En ese mismo año, en Cuba, también se cumple el acuerdo de París, pero allí los impulsores eran anarquistas, y hay una agitación previa en torno de los mártires de Chicago. Al año siguiente, 1892, el acto se desarrolló en México y Brasil. En aquel se le dio un tono de fiesta más que de protesta social; y en este se mezclaron confusamente ideas mutualistas, socialistas y anarquistas. A fines del siglo XIX, los anarquistas uruguayos y chilenos también celebraron el 1° de Mayo. En el resto de los países lo hicieron paulatinamente en el primer cuarto del siglo XX. En todas partes, si el acto no era casi oficial, como en México, la prensa de las clases dominantes previno contra los organizadores y atacó los orígenes y contenidos de la manifestación.

¿Fiesta o protesta popular? El 1° de Mayo en América Latina

El acuerdo tomado en el Congreso de París de 1889, que se considera constitutivo de la II Internacional1, establecía que

«será organizada una gran manifestación a fecha fija, de manera que en todos los países y en todas las villas a la vez, el mismo día convenido, los trabajadores emplacen a los poderes públicos ante la obligación de reducir legalmente a 8 horas la jornada de trabajo y de aplicar las demás resoluciones del Congreso Internacional de París.

Visto que una parecida manifestación ha sido ya decidida para el 1° de Mayo de 1890 por la Federación Americana del Trabajo en su Congreso de diciembre de 1888 celebrado en San Luis, esta fecha es adoptada para la manifestación internacional. 

Los trabajadores de las diversas naciones llevarán a la práctica esta manifestación de acuerdo con las condiciones especiales que disfruten en sus países»2

De esta resolución se desprende que el origen de la fecha adoptada, 1° de Mayo, proviene de Estados Unidos y se supone «que se escogiera debido a la costumbre de los carpinteros y otros trabajadores de la construcción de reunirse en primavera, época del año en que comenzaban sus trabajos, porque en invierno los empleos eran escasos. Estas reuniones de primavera se hacían con ánimo festivo y paulatinamente tomaron la forma de un desfile del 1° de Mayo como día tradicional de festividades populares. Además, al revivir los sindicatos de la construcción después de un largo invierno, los patrones se hallaban dispuestos a aceptar rápidamente sus condiciones para que comenzaran a trabajar de inmediato»3

Maurice Dommanget cree que la fecha ha sido elegida porque correspondía a América del Norte «en la práctica de las transacciones económicas y en los compromisos de trabajo al San Juan de las campiñas meridionales francesas, al San Martín de ciertas regiones, a la Navidad en otras. Tales feriados, en particular San Juan, señalan, como se sabe, el comienzo del año de trabajo para la contratación de servicios»4.

En EEUU, el 1° de Mayo de 1886, más de 350.000 trabajadores de unos 11.000 establecimientos de todo el país se declararon en huelga por la jornada de ocho horas, en cumplimiento de un acuerdo tomado por la Federación Americana del Trabajo, en su Congreso de Chicago de 1884. 

Dentro de esta agitación se produjo una huelga en la empresa de maquinarias agrícolas Cyrus McCormick. Un choque en esa fábrica de los huelguistas con rompehuelgas y policías terminó con muertos y heridos. 

Frente a estos hechos, los anarquistas llamaron a un mitin de protesta en la plaza de Haymarket de la ciudad, el 4 de mayo, que terminó con nuevos ataques de la policía a los manifestantes, con nuevos muertos y heridos, con el enjuiciamiento de los principales dirigentes y con la declaración de estado de sitio. 

Como se sabe, este proceso y las condenas a muerte tuvieron enorme repercusión mundial y contribuyeron a resaltar y popularizar la fecha del 1° de Mayo, acordada años después por la II Internacional.

Los trabajadores latinoamericanos a fines de siglo

Cuando el desarrollo del movimiento obrero europeo y norteamericano se expresaba en la formación de grandes centrales sindicales y partidos políticos, lo que culminó con la fundación de la II Intemacional en 1889, en América Latina recién se formaba una clase obrera propiamente tal. Sus orígenes se encuentran en la producción de materias primas y productos alimenticios, impulsada por las inversiones norteamericanas y británicas, y en las obras de infraestructura y de servicios, necesarias para la exportación a los centros industriales. Todo ello se acompaña de un creciente proceso de aumento demográfico y de urbanización, con graves problemas de alimentación, salud, vivienda, jornadas de trabajo y salarios, que a veces estallan en movimientos huelguísticos o de rebeldía. Pero la gran masa de la población sigue siendo rural, lo que disminuye el peso social de los obreros, pero los hace vitales en la economía exportadora5

Los Estados latinoamericanos de aquella época estaban dominados por sectores oligárquicos aliados al capital extranjero que expresaban su dominio en diversas formas políticas, como la estable República de Argentina o la monarquía imperial de Brasil, que en 1889 pasa a ser república, o la prolongada dictadura de Porfirio Díaz en México o el dominio colonial hispano en Cuba, hasta 1898. 

La vinculación económica con los países industrializados va a facilitar la penetración del socialismo utópico, primero, y del anarquismo y el socialismo marxista después.

Al fundarse la II Internacional, en México se publican sus acuerdos y estatutos, en Argentina se crea una sección francesa y en Uruguay se habla de una sección nacional; en Cuba, los trabajadores españoles se relacionan con la sección anarquista de España y en Brasil se mantiene la misma relación con la sección portuguesa6.

Estas vinculaciones, producto de la inmigración y contacto con el extranjero, aunque sean a nivel de dirigentes y alcancen a pequeños círculos, nos parecen un antecedente muy importante para explicarse los primeros actos del día de los trabajadores en América Latina.

Los primeros actos se hacen en Argentina

Cuando se toma en París el acuerdo de celebrar el 1° de Mayo como manifestación internacional de los trabajadores, Argentina vive una prosperidad, «mientras esta dura, el orden político permanece estable; sus altibajos provocan tensiones que, sin embargo, la coyuntura acalla luego de haberlas provocado. En torno a los riesgos esenciales del orden nuevo existe, si no una unanimidad, un consenso bastante amplio como para garantizar su estabilidad»7.

En este clima, el país es uno de los que mayor atracción ejerce sobre los emigrantes europeos, a lo que se agrega una política favorable a la inmigración desarrollada desde décadas anteriores. 

La inmigración es tan alta que en 1887 un censo municipal en Buenos Aires estableció que 52% de sus habitantes eran extranjeros y que el 48% restante eran argentinos8, cifra que tiene mayor relevancia si se considera que aproximadamente la cuarta parte de la población nacional se concentraba en Buenos Aires. 

En esta gran masa de inmigrantes, formada principalmente por italianos, españoles, franceses y alemanes, se encontraban muchos militantes del movimiento obrero que trajeron sus ideas y experiencias en la lucha social y en su nueva tierra impulsaron la creación de sindicatos, periódicos y centros de estudios.

Por eso es que en Argentina se efectúan los primeros actos latinoamericanos del 1° de Mayo, con la orientación y contenido acordes con la II Internacional y en la primera fecha fijada para todo el mundo: 1890.

El club alemán Vorwärts [Adelante], fundado en 1882 «para cooperar en la realización de los principios y fines del socialismo de acuerdo con el programa del partido de la democracia social alemana»9, fue el que organizó esta celebración.

Los preparativos del acto comenzaron con una convocatoria a una reunión para el 30 de marzo, en la que se informaría «en varios idiomas», se solicitaría «el concurso de los trabajadores y de todas las sociedades obreras», se hablaría del 1° de Mayo «mitin internacional», se elegiría un comité organizador y se estudiaría una petición al Congreso Nacional de leyes protectoras de las clases trabajadoras10

En esta reunión hubo divergencias con respecto a las características del acto y a las peticiones a las autoridades, las que reflejaban las diferencias entre anarquistas y socialistas, pero se aprobó un documento que en sus partes principales solicitaba: la jornada legal de trabajo de ocho horas, la prohibición de trabajo nocturno y de los menores de 14 años, la protección de la mujer trabajadora, el descanso dominical, el control de la sanidad e higiene en la venta de los alimentos y bebidas, el seguro contra accidentes y la creación de tribunales integrados por obreros y patrones para solucionar conflictos. 

El mitin se efectuó el 1° de mayo de 1890, en un lugar público, el Prado español, y concurrieron a él aproximadamente 3.000 personas, «la mayoría eran extranjeros, por lo cual además de hablar en español, los oradores lo hicieron en italiano, francés y alemán»11.

Entre los adherentes había un predominio absoluto de las organizaciones formadas por extranjeros, muchas de las cuales tenían nombres en el idioma natal, y entre ellas no se encontraban gremios argentinos antiguos, como los tipógrafos, ferroviarios, molineros, albañiles, panaderos y otros. Seguramente, esto se debió a la clara orientación marxista de los organizadores, lo que alejó a los elementos anarquistas y a los gremios en que ellos tenían influencia.

La reacción al acto, en los sectores ajenos al movimiento obrero, fue de rechazo. Varios empresarios, al conocer los preparativos, amenazaron con despidos, argumentando que se pretendía trasladar a América Latina problemas sociales de la vieja Europa, que acá no existían y que todas estas movilizaciones eran producto de agitadores profesionales. 

Algunos periódicos informaron destacando las diferencias entre anarquistas y socialistas. Un cronista dijo «que había en la reunión poquísimos argentinos, de lo que se alegró mucho». Otro, en tono irónico, dijo que los oradores pidieron «ganar más y trabajar menos, lo que es algo que sobrepasa los límites de lo excelente»12.

El acto de Buenos Aires no fue el único en Argentina, también se desarrollaron en Rosario, Bahía Blanca y Chivilcoy, aunque de ellos no tenemos mayor información.

El Comité Internacional Obrero, constituido para celebrar el 1° de Mayo, organizó después la Federación de los Trabajadores de la Región Argentina, impulsó la publicación del periódico El Obrero y varios de sus miembros crearon un organismo que fue la base del Partido Socialista argentino13.

El «gran meeting» del 1° de Mayo en La Habana

En el periodo que media entre el fin de la primera guerra por la independencia y la iniciación de la segunda (1878-1895), numerosos trabajadores españoles llegaron a Cuba en busca de nuevas condiciones de vida y trabajo. Muchos de ellos habían participado en huelgas dirigidas por anarquistas y hasta en insurrecciones sociales. Junto con ellos comenzó a llegar la literatura y la prensa anarquista y sus ideas penetraron y se divulgaron entre los trabajadores. 

La influencia anarquista contribuyó a la unidad a nivel sindical, a impulsar sus luchas y a promover, de acuerdo con sus concepciones, el espíritu internacionalista.

Cuando ocurrieron los sucesos de Chicago, en 1886, y se dictó la sentencia contra los dirigentes acusados de provocar esos hechos, se desarrolló una gran campaña de protesta y solidaridad moral y material con ellos y sus familias. 

El Círculo de Trabajadores de la Habana, fundado en 1885, con carácter cultural e ideológico, impulsó esta campaña. El 2 de octubre de 1887 se integró un Comité de Auxilio, al cual se adhirieron organizaciones de todo el país, para lograr la libertad de los enjuiciados y salvar sus vidas. Cuando los mártires de Chicago fueron ejecutados, la movilización por sus ideales no decayó. En diciembre de 1887, el Círculo de Trabajadores efectuó un acto en su memoria y se colocó en el local de la institución un óleo de homenaje. 

Esta misma organización tomó la iniciativa de celebrar el 1° de Mayo. El 20 de abril de 1890 apareció un manifiesto firmado por 15 dirigentes obreros, el cual, sin hacer mención al origen de la fecha, dice que, «habiéndose hecho cargo del espíritu que anima a la mayor parte de los obreros de esta capital de celebrar una manifestación pública pacífica que termine en un gran meeting el primero de mayo han determinado celebrar dicha manifestación para que el gobierno, las clases elevadas y el público en general sepan o puedan apreciar cuáles son las aspiraciones de este pueblo obrero. Tanto en la manifestación como en el meeting dominará el espíritu de orden y tranquilidad que acreditado tienen las clases obreras de La Habana»14

Termina el manifiesto fijando la hora de la manifestación, «a fin de que los trabajos no se interrumpan dicho día», y dando a conocer las calles por las cuales se efectuaría un desfile y el local en el cual se finalizaría con un mitin, sujetándose los oradores a exponer las necesidades y aspiraciones de la clase obrera únicamente en forma moderada «para que nuestros conceptos puedan ilustrar la opinión»15.

El desfile se efectuó el 1° de Mayo y agrupó a unos 3.000 trabajadores. A pesar del tono moderado conciliador y pacifista de la convocatoria, las autoridades de La Habana establecieron prácticamente el estado de sitio y todas las calles recorridas por el desfile estuvieron ocupadas por policías. 

En la reunión final participaron alrededor de 15 oradores, que denunciaron la miseria de los trabajadores y abusos y atropellos que se cometían con ellos; se reclamó la jornada legal de ocho horas, la igualdad entre blancos y negros y se hicieron llamados a la unidad y solidaridad de los trabajadores. Entre los discursos no faltaron oradores que instaron a destruir «el orden social existente» y llamaron a instaurar «una patria universal».

En el acto del 1° de Mayo efectuado al año siguiente, se acordó convocar a un congreso obrero para 1893. Este congreso se manifestó por la independencia nacional de Cuba, terminando así con la posición anarquista de mantenerse aparte del programa, considerándolo de carácter político y que solo afectaba a las clases dominantes.

Brasil efectúa un primer acto en 1892

El marco general en que se desarrollo el movimiento obrero en Brasil a fines del siglo XIX es conformado por una economía capitalista de exportación, basada en el predominio del cultivo y comercialización del café y por la crisis política que culminó en 1889 con el derrocarniento de la monarquía y el establecimiento de la república. 

En este periodo, el grueso de los trabajadores se concentraba en el campo, «sumido en condiciones de atraso socio-político». Fue la ciudad la que presentó condiciones favorables a la organización y a la expresión del descontento y de la protesta popular16. Las más importantes eran: Santos, São Paulo y Río de Janeiro. Sus poblaciones estaban constituidas por un gran número de extranjeros provenientes de países con fuertes contingentes anarquistas, como Italia, Portugal y España, lo que significó la presencia del anarcosindicalisrno y su influencia en las organizaciones de trabajadores, para orientarlas al apoliticismo y dirigirlas a la lucha económica exclusivamente, aunque todavía «hay mucha confusión entre principios anarquistas y socialistas por parte de los líderes obreros que intentan concientizar a sus compañeros»17.

Esto explica que el acuerdo sobre el 1° de Mayo tomado por la II Internacional llegara de inmediato al país y se celebraran diversos actos, con características muy confusas entre mutualismo, socialismo y anarquismo.

Los periódicos de 1890 informaron del 1° de Mayo en Europa, pero no dieron ninguna información sobre un acontecimiento similar en Brasil. 

En 1891 se celebra la fecha por el Centro do Partido Operario de São Paulo, cuya orientación presumiblemente era socialista. Se publica una invitación a los señores socios para las «7 horas de la noche» y se pide y espera «la asistencia de todos para que se vuelva más solemne tan gloriosa fecha»18.

Después de efectuado el acto, la prensa informó que tuvo gran concurrencia, que la sesión fue «conmemorativa a la fecha en que se reunió en París el Congreso Obrero para tratar los intereses de la clase que representa»19. Agrega que intervinieron varios oradores que se refirieron al asunto que los reunió y que la reunión finalizó a las 10 de la noche. 

El Centro del Partido Operario de São Paulo era una agrupación política pequeña, aparecida a comienzos de la República, junto al hegemónico Partido Republicano, formado principalmente por intelectuales profesionales que buscaban atraer al electorado obrero a la lucha política del país. 

En Río de Janeiro también se efectuó el acto del 1° de Mayo de 1891, organizado por el Partido Operario. La prensa publicó un aviso, citando «a las 7 horas de la noche a una sesión solemne en la cual hablaran distintos y conocidos oradores». El 4 de mayo se informó que el día anterior habían finalizado «las fiestas de los obreros con gran concierto en el Teatro San Pedro».

El Partido Operario de Río de Janeiro había sido fundado a comienzos de 1890, catalogándose como de tendencia socialista porque, a diferencia de los anarquistas, proponía la participación política y electoral de los trabajadores, aunque también sus diferencias se extendían a otros aspectos de la lucha. Por ejemplo, el periódico de la organización, Eco Popular, «se declaraba contrario a las huelgas, defendiendo la necesidad de conceder derechos a los trabajadores a través de negociaciones»20.

En 1892 ocurrieron varias celebraciones con distintas características y desarrollo. De la que se efectuó en Río de Janeiro en un teatro de la ciudad, la prensa informó que el ciudadano Joao Villa pronunció un violento discurso vivando a la anarquía, lo que produjo gran tumulto, pues algunos de los asistentes lo apoyaban y otros lo rechazaban, y que, una vez restablecido el orden, el presidente Augusto Vinhaes declaró que los obreros sostenían al gobierno. 

Sobre un acto en Porto Alegre, un periodista dijo al día siguiente que «fueron pronunciados varios discursos en alemán, italiano y portugués»21

El Centro Operario de São Paulo también efectuó el acto, en un salón que estaba adornado con plantas, banderas y escudos de varias naciones y con inscripciones y fechas memorables. El orador oficial abogó «por la causa socialista, defendiendo con ardor el derecho de propiedad y el derecho de herencia»22. Otro orador, el dirigente Carlos Escobar, vinculado a la naciente socialdemocracia brasileña, «examinó la organización de la actualidad, siendo muy aplaudido, y fue saludado a nombre de los socialistas presentes» por dos obreros italianos que desarrollaron largas tesis23.

Una «fiesta» mutualista en México

También en 1892 se efectúa un primer acto en México, durante la dictadura de Porfirio Díaz, que desde 1884 había hecho caer el movimiento obrero y artesano en una larga etapa de receso. El lema del gobierno era «poca política y mucha administración», y después de una intensa represión, detuvo los movimientos que los trabajadores y sus organizaciones realizaban por mejores condiciones laborales24. Esto explica que la primera celebración mexicana fuera organizada, con previa autorización del gobierno, por tres sociedades mutualistas: la Sociedad Cooperativa Mutualista de Obreros, la Sociedad Obrera del Orden y la Sociedad Benito Juárez. La manifestación se efectuó en el norte del país, en Chihuahua, y movilizó a una gran cantidad de trabajadores de la ciudad. 

El jefe militar de la región facilitó bandas militares que encabezaron los desfiles y el saludo que publicó el periódico local El Norte nos indica algunas características del acto. En él se calificaban las tres agrupaciones organizadoras «de verdaderamente simpáticas, porque se componen de esa clase activa, honrada y trabajadora que constituye un poderoso elemento de progreso para el Estado» y deseaba que «la fiesta tenga el brillo y el entusiasmo que hacen tan simpáticas y amenas las fiestas de este género»25

«Para dar mayor lucidez a la Fiesta del Trabajo, como se le llamó desde entonces, las sociedades organizadoras recomendaron expresamente a todos sus socios y suplicaron a todas las personas que simpatizaran con su festejo que adornarán e iluminarán los frentes de sus casas, pero como en aquella época no existía todavía la bandera rojinegra como emblema de los trabajadores del mundo, se emplearon motivos con los colores nacionales para hermosear las fachadas de numerosos edificios»26.

No conocemos los discursos ni sus contenidos, aunque se suponen, por las condiciones en que se desarrolló este acto. Sin embargo, a pesar de que «la fiesta comenzó con toda solemnidad, entusiasmo y orden, algunos elementos de los que tomaron la palabra aprovecharon la oportunidad para desahogar sus pasiones políticas en contra del gobernador, coronel Lauro Carrillo, ya caído propiamente, pues el general Díaz acababa de resolver que no debía reelegirse como Gobernador Constitucional del Estado»27

Estallado el movimiento revolucionario en 1910, el 1° de Mayo tomó auge, acorde con el despertar de los trabajadores; en 1912 lo celebró el Partido Socialista y en 1913, por primera vez, tuvo características masivas con toma de la calle y paro general28.

Los otros países latinoamericanos

En los otros países las primeras celebraciones se situaron dentro de las características señaladas. 

En Uruguay, con fuerte influencia anarquista, en 1896, la prensa conservadora ataca la manifestación «por su carácter foráneo y peligroso» y los sectores que siguen al líder populista Batlle y Ordoñez la califican de inútil, «en un país donde la lucha de clases no existe y los trabajadores viven bien»29.

En Chile en 1898, se efectúan celebraciones en Santiago y Valparaíso, organizadas por la Unión Socialista, de tendencia anarquista, y cinco años antes se hizo público un manifiesto con esa orientación, aunque su autor era militante de un partido popular reformista30

En el Perú, en 1905, los actos son también de orientación anarquista. En la mañana, en El Callao, se efectúa una romería a la tumba de un obrero muerto en una huelga y en la tarde, en Lima, una concentración en un teatro, en la cual el orador de fondo fue el escritor Manuel González Prada31.

En Bolivia, los actos de 1906, 1907 y 1908 fueron de jolgorio y no de protesta, con veladas, discursos de elogio al gobierno y, finalmente, bailes32. Los organizadores fueron sociedades mutualistas de La Paz. 

Las siguientes celebraciones en otros países latinoamericanos fueron más tardías. En Ecuador, en 1911; en Costa Rica, en 1913; en Colombia y Panamá, en 1916; en Nicaragua, en 1920; en Venezuela, en 1924, etc. 

Todos estos actos se situaron en la orientación socialista de la II Internacional, o en la anarquista disidente de ella o en la artesanal mutualista, aunque a veces organizadores y oradores se confunden y entremezclan sus ideas, pero de esas vertientes ideológicas derivan sus diversos contenidos y sus características y en ellas se encuentra el origen de la celebración del 1° de Mayo en América Latina.

  • 1.

    La I Internacional, en que participó activamente Carlos Marx, se desarrolló entre 1864 y 1875.

  • 2.

    Amaro Del Rosal: Los congresos obreros internacionales del siglo XIX, Grijalbo, México 1958, p. 366.

  • 3.

    Philip S. Foner: «Los orígenes del 1° de Mayo» en El primer 1° de Mayo en el mundo, Tomo I, AMCEHSMO, México, 1981, p. 277.

  • 4.

    Maurice Dommanget: Historia del Primero de Mayo, Editorial Americalee, Buenos Aires, 1956, p.39.

  • 5.

    Julio Godio: Historia del movimiento obrero latinoamericano / 1 Anarquistas y socialistas, 1850-1918, Nueva Sociedad / Nueva Imagen, México, 1980, pp. 90-91.

  • 6.

    Carlos M. Rama: Historia del movimiento obrero y social latinoamericano contemporáneo, LAIA, Barcelona, 1976, pp. 60-66.

  • 7.

    Tulio Halperin Donghi: Historia contemporánea de América Latina, Alianza , Madrid, 1979, p. 251.

  • 8.

    Sebastián Marotta: El movimiento sindical argentino. Su génesis y desarrollo, Tomo I. Período 1875-1907, Lacio, Buenos Aires, 1960, p. 29.

  • 9.

    Ibíd., p. 77.

  • 10.

    Ibíd., p. 78.

  • 11.

    J. Godio: op. cit, p. 167.

  • 12.

    S. Marotta: op. cit, p. 83.

  • 13.

    José Ratzer: El movimiento socialista en Argentina, Agora, Buenos Aires, 1981, p. 7.

  • 14.

    Citado por Fabio Grobart: «El 1° de Mayo en Cuba» en El primer 1° de Mayo en el mundo, Tomo I, cit., p. 166.

  • 15.

    Ibíd.

  • 16.

    Raimundo Santos: «Una historia obrera de Brasil. 1888-1979» en Historia del movimiento obrero en América Latina / 4, coordinado por Pablo González Casanova, Siglo XXI, México, 1984, p. 11.

  • 17.

    Silvia Regina Ferraz Petersen: «El primer 1° de Mayo en Brasil» en El primer 1° de Mayo en el mundo, Tomo I, cit., p. 30.

  • 18.

    Ibíd., p. 41.

  • 19.

    Ibíd., p. 42.

  • 20.

    Ibíd., p. 34.

  • 21.

    Ibíd., p. 44.

  • 22.

    Ibíd., p. 45.

  • 23.

    Ibíd., p. 45.

  • 24.

    Raúl Trejo Delarbre: «Historia del movimiento obrero en México» en Historia del movimiento obrero en América Latina / 1, coordinado por Pablo González Casanova, Siglo XXI, México, 1984, p. 17.

  • 25.

    Francisco R. Almada: «La fiesta del trabajo» en El primer 1° de Mayo. Cuadernos obreros 4, Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano (CEHSMO), México, 1976, p. 73.

  • 26.

    Ibíd., p. 77,

  • 27.

    Ibíd., p. 77.

  • 28.

    Jorge B. Fernández T. y Francisco Ignacio Taibo: «1° de Mayo de 1913» en El primer 1° de Mayo en el mundo, Tomo I, cit, p. 134.

  • 29.

    Julio Millot B.: «El 1° de Mayo en Uruguay» en El primer 1° de Mayo en el mundo, Tomo II, cit., p. 279.

  • 30.

    Osvaldo Arias Escobedo: Breve historia del Primero de Mayo, Universidad de Concepción, Chile, 1973, pp. 38-39.

  • 31.

    Ricardo Melgar: «La clase obrera, el anarcosindicalismo y el 1° de Mayo en el Perú (1848-1905)» en El primer 1° de Mayo en el mundo, Tomo II, cit, pp. 193 y 194.

  • 32.

    Guillermo Lora: Historia del movimiento obrero boliviano 1900-1923, Los Amigos del Libro, La Paz, Bolivia, 1969, p. 65.

Artículos Relacionados

Newsletter

Suscribase al newsletter

Democracia y política en América Latina