Opinión

Argentina entre la inflación, la devaluación y las divisiones del peronismo


abril 2014

Una mirada panorámica a las fallidas comparaciones con Venezuela, los temores a un colapso similar al de 2001, la devaluación del peso y el incierto futuro político del peronismo.

Argentina entre la inflación, la devaluación y las divisiones del peronismo

1. Por qué la situación argentina no es comparable bajo ningún aspecto con la de Venezuela

En uno y otro caso tenemos gobiernos surgidos de la voluntad popular. Las denuncias surgidas en Venezuela sobre presuntos fraudes nunca han tenido consistencia probatoria y la admisión de la derrota oficial en el referéndum constitucional de 2007 arroja un importante margen de dudas sobre las mismas. Ahora bien: el haber surgido de la voluntad popular no alcanza para definir a los gobiernos representativos de base popular que común y erróneamente llamamos “democracias”.

El otro elemento central es la vigencia del Estado de Derecho, esto es el reconocimiento de un conjunto de libertades civiles correspondientes a todos los habitantes y que son la precondición de la libertad política. En Venezuela el Estado de Derecho se ha ido degradando paulatinamente a partir del intento de golpe de Estado del año 2002 y en forma vertiginosa en los últimos años.

Esta situación es radicalmente diferente en Argentina, dónde desde 1983 ninguna fuerza puede pretender públicamente encarnar al conjunto del país excluyendo a sus opositores. Aun con problemas, en Argentina rige el Estado de Derecho. La libertad de opinión, manifestación y prensa es amplia (algunas regulaciones antimonopólicas fueron el producto de amplios consensos interpartidarios) y el gobierno, si bien ha intentado forzar la ley en su provecho en no pocas ocasiones, ha encontrado y respetado los límites a su accionar en áreas sensibles, como su fallido intento de reformar y partidizar la Justicia, que fue declarado inconstitucional por una Corte Suprema independiente, conformada durante la misma administración kirchnerista.

En segundo lugar: no existe en Argentina el grado de polarización político y social que hay en Venezuela. Las fuerzas políticas pueden enfrentarse agudamente en el parlamento sobre algunas iniciativas, pero eso no se condice con una correlativa división de la sociedad como la que se observa en Venezuela. Cuando el kirchnerismo más fuertemente intentó polarizar con la oposición, el resultado obtenido fue su declive en materia electoral.

Finalmente, a diferencia de Venezuela no existe en Argentina un papel protagónico y decisivo de las fuerzas armadas que pueda definir la coyuntura política en un sentido u otro, ni una estima social de sus cuadros. 2. Más de diez años después, ¿hay un riesgo de crisis semejante al colapso de 2001? Si bien es posible que la situación socioeconómica argentina sufra deterioros mayores a partir del segundo semestre de 2014 la coyuntura no parece homologable a la experimentada hace trece años. Aunque puede haber turbulencias políticas en el mediano plazo, una de las enseñanzas de una crisis de la profundidad de la de 2001 es la absoluta incerteza que se genera acerca del nuevo poder político que puede emerger de una situación de ese tipo.

Hoy no parece haber en los elencos políticos una disposición a llegar a una situación que precipite un hacer tabla rasa con los difíciles equilibrios existentes. Varios son los actores que tienen expectativas de hacerse con el gobierno en 2015 y las apuestas a una salida crítica, aunque pueden existir, no parecen mayoritarias como en el segundo semestre de 2001. Es cierto que algunas de las consecuencias de la crisis como la debilidad orgánica de los partidos políticos permanece vigente y esto es un límite a esa contención; pero existe también una memoria social de las dificultades que la crisis acarreó, además de ser la actual situación social superior a la existente en la década pasada.

Por otra parte, aunque debilitada, la actual administración goza de muchos más recursos políticos, económicos y de inserción en el territorio de los que tenía el gobierno de Fernando De la Rúa. Puede llegarse a situaciones críticas; las tensiones internas del peronismo pueden precipitar los acontecimientos si existe el riesgo de una pérdida electoral de las distintas fracciones del sector a manos de la oposición no peronista e incluso no podemos descartar completamente que se produzca un adelantamiento electoral. Sin embargo, una crisis de la profundidad y las características de la de 2001 no parece probable. 3. ¿Será sostenible en el tiempo el control del valor del dólar tras la devaluación?

El gobierno argentino logró sortear la crisis cambiaria de enero mediante un doble mecanismo: la suba de tasas y una medida administrativa del Banco Central que obligó a los bancos a desprenderse de una parte de sus activos dolarizados. La suba de tasas en el marco de la ausencia de un plan económico integral tiene un efecto recesivo que ya comienza a observarse, mientras que el cambio en la composición de los activos de la banca es una medida excepcional e irrepetible: su resultado fue volcar al mercado 4000 millones de dólares que apaciguaron la situación. A ello contribuyeron las expectativas por la proximidad del segundo trimestre, cuando tiene lugar la liquidación de la mayor parte de una cosecha que se estima como récord.

En líneas generales es de esperar que el tipo de cambio no sufra nuevas variaciones de importancia durante el primer semestre como las experimentadas a comienzos de año. La situación, sin embargo, es más incierta en lo que respecta al segundo semestre. Las causas que generaron la inestabilidad cambiaria continúan vigentes. Aunque en el corto plazo pueda experimentarse una muy moderada suba de las reservas, el déficit energético continúa siendo grave pese al aumento de la producción nacional de gas y petróleo en el primer bimestre. A ello se suma la caída del mercado inmobiliario (tal vez la más usual reserva de valor de los ahorristas argentinos junto con el dólar).

Aunque la administración corre una carrera contra reloj para solucionar los conflictos que la alejaron del mercado internacional de capitales (acuerdo e indemnización a Repsol por la nacionalización de YPF e intentos de acuerdo con el Club de Paris para renegociar la deuda en default), lo cierto es que estas medidas, que en el segundo caso supondrían erogaciones en lo inmediato, no le garantizan por sí mismas que se produzca un flujo significativo de inversiones como el necesario en el sector gasífero y petrolero antes de concluir su mandato. La poco probable colocación de nueva deuda, tan resistida discursivamente por el gobierno, parece ser la única alternativa antes de encarar un recorte mayor.

Por todas estas razones, si bien hoy no parece probable que ocurra una gran escalada contra la moneda, no podemos descartar que en el curso del segundo semestre del año se produzcan modificaciones del tipo de cambio similares a las experimentadas en el primer bimestre.

4. Qué esperar en estos dos años de mandato de Cristina Fernández de Kirchner en términos de realineamientos políticos y mutaciones del peronismo En el caso de no acceder en los próximos meses al mercado de capitales, el gobierno se verá obligado a realizar ajustes aun más significativos que los actuales o correr el riesgo de una escalada inflacionaria grave si decidiera volver a financiarse con emisión. Por lo pronto, el gobierno promueve acuerdos salariales casi un 10% por debajo de la inflación. La situación será crítica en el empleo público principalmente provincial, y encarar un recorte de subsidios en una situación de estancamiento o recesión tendrá costos políticos considerables. En definitiva, la agudización de la conflictividad social, primero en el sector público y luego en el privado, parece difícil de evitar.

Con un peronismo dividido entre oficialistas y renovadores, el riesgo de una derrota frente a la alianza de socialistas y radicales, si bien hoy parece lejano, no puede descartarse.

De crecer este temor, los realineamientos en el peronismo serían imprevisibles. Los renovadores de Sergio Massa, recluidos en una actividad parlamentaria poco significativa, extremarán demandas para mantener el protagonismo que obtuvieron en las últimas elecciones. El kirchnerismo más duro se niega hasta ahora a acompañar la candidatura del candidato mejor posicionado del oficialismo, el gobernador bonaerense Daniel Scioli. De prolongarse esta situación, en algún momento de los próximos meses, atenazado por el juego maximalista de Massa y por la propia crisis fiscal de su provincia, es posible que Scioli tenga que elegir entre tomar mayor distancia del gobierno o correr el riesgo de ver erosionado su respaldo.

El kirchnerismo duro conservará al menos un 15% del respaldo. Si hoy es claro que el ciclo kirchnerista no se prolongará en un nuevo mandato y que difícilmente pueda definir en forma contundente el triunfo de un candidato, todo parece indicar que de no mediar una crisis mayor, la actual mandataria sí conservará recursos para decidir quién perderá las próximas elecciones.

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina y profesor de la Universidad Nacional de San Martín (provincia de Buenos Aires).

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