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«Soy mi propia madama»
Emprendedoras eróticas en OnlyFans


Nueva Sociedad 316 / Marzo - Abril 2025

¿Qué agrega OnlyFans al capitalismo de plataformas? ¿De qué modo están implicados los cuerpos y la subjetividad de quienes crean y venden contenido? ¿Cómo funciona esta forma de «uberización» del erotismo? Un estudio de campo sobre varias «emprendedoras» permite dar algunas respuestas.

«Soy mi propia madama»  Emprendedoras eróticas en OnlyFans

Dana está en su casa, con una amiga, preparándose para salir. Se maquillan, se prueban distintas faldas y vestidos mientras abren unas cervezas y charlan. Dana mira su celular y dice «Me habló uno». La amiga, sin dudarlo, suelta un «Dale, ya fue, es plata». 

Dana le envía algunas fotos en ropa interior que le habían quedado de otro día. Él quiere sin nada. Ella le pregunta específicamente qué quiere y en ese mismo momento empieza la sesión de fotos casera. Trae el aro de luz, se prepara, la amiga apunta y dispara. Las fotos quedan buenísimas, él las compra, paga bien. Ellas abren otra cerveza para el camino y se van a bailar. 

Dana lleva su perfil de OnlyFans a todos lados, lo tiene en su celular desde hace unos meses y le viene bien para complementar sus ingresos de administrativa en una oficina de la ciudad de Buenos Aires. «¿Cómo definís lo que hacés? ¿Cómo le contarías a alguien qué hacés en OnlyFans?», le pregunto. Ella responde: «Soy mi propia madama». En ella se centran todas las actividades: tener OnlyFans, crear y subir el contenido, tratar con clientes y cobrar por lo que hace.

Sobre OnlyFans

Entre 2021 y 2023 realicé una serie de entrevistas a mujeres mayores de 18 años, residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires, que abrieron su perfil de OnlyFans entre 2021 y 2022, en la última fase de la pandemia de covid-19. La decisión de entrevistar solo a mujeres –en una plataforma en la que también abunda el sexo gay– surge, en primer lugar, por la facilidad de acceso al campo, lo que resultó en un mayor número de entrevistadas. En segundo lugar, por las particularidades y diferencias que representa «estar» en OnlyFans para las mujeres, lo que se suma al uso de narrativas que provienen de los feminismos cuando explican qué significa para ellas crear y vender contenido erótico.

El sitio británico OnlyFans nace en 2016, pero el boom se da en 2020, producto de la pandemia de covid-19. En sus orígenes, no estaba destinado al contenido erótico, sino a cualquier tipo de contenido que alguien quisiera publicar para que otras personas compren o para que se suscriban a un perfil a cambio de un aporte mensual. Si al comienzo había músicos, cocineros, influencers de fitness, etc., pronto viró hacia el sexo, en especial luego de su compra en 2018 por el millonario programador y empresario ucraniano-estadounidense Leonid Radvinsky, que ya contaba con negocios en la pornografía. Los trabajos previos sobre este tema coinciden en el carácter masivo que cobró la plataforma, principalmente, a partir de la pandemia, y en cómo logró posicionarse como la página web para la venta de contenido erótico y sexual de todo tipo, con la particularidad del diálogo directo con los fans o suscriptores de perfiles, en lo que representa una suerte de «uberización» de contenidos eróticos1.

Me pregunté por ese fuerte incremento de personas en la plataforma, con la hipótesis, que luego pude corroborar, de que muchas de esas mujeres no se habían dedicado previamente a generar dinero mediante actividades eróticas o sexuales. Me interesó particularmente esto. Las preguntas que me guiaron fueron: ¿cuáles fueron los motivos?; ¿qué aprendieron o desarrollaron para ingresar en OnlyFans?; ¿cómo descubrieron que había «algo» de sí que podían vender, puesto que antes no lo hacían?; ¿se presentaron tensiones al exponer el propio cuerpo y sexualidad?; ¿cómo se gestionan?; ¿se toman cuidados o recaudos a la hora de crear y vender contenido erótico?

Ante el aumento de la pobreza, la desvalorización del salario, las escasas posibilidades de empleo y la precarización laboral, producto de la crisis socioeconómica que arrastra hace años Argentina, OnlyFans aparece como una forma de generar ingresos, o en palabras de las entrevistadas, «manejar sus tiempos», «hacer plata fácil» y, encima, «¡en dólares!». 

Como lo muestra el relato inicial, el uso puede darse en cualquier momento y conjugarse en simultáneo con los tiempos de ocio o con otros empleos. Veremos, entonces, el carácter latente del uso de la plataforma.

Plata fácil, dólares y autoempleo

Vani, otra entrevistada, cuenta que camina por el microcentro porteño con el celular en la mano, en su cartera tiene papeles que debe llevar y dinero que depositará en la cuenta bancaria de la fábrica donde trabaja. En el trayecto vende un pack de fotos y se apalabra a un nuevo cliente, que le terminará por comprar un video filmado un rato más tarde, en el baño de su trabajo. 

Todas encuentran una gran satisfacción en saber aprovechar esos ratos, como lo expresa Luisa: «Lo disfruto bastante cuando de repente surte efecto, digamos, y estoy, no sé, en mi casa un día que no tuve que laburar [en su trabajo de acompañante terapéutica en una escuela]. Dije ‘¡Uy! Esto es ideal, estoy en mi casa tomando mates y ganando dólares’». «Que surta efecto» es, para ella, que pueda utilizar el tiempo libre que le surgió por un hecho excepcional para generar ingresos sin un esfuerzo aparente. De este modo, se vuelve necesario caracterizar la plataforma, situarla en su contexto y dar cuenta del éxito de su modelo de negocios: OnlyFans y la venta de contenido erótico son parte del capitalismo de plataformas2, donde emergen negocios cada vez más dependientes de las tecnologías digitales e internet y las lógicas on demand o direct to customer3 que permiten que el usuario o cliente requiera el contenido sin la necesidad de mediadores, es decir que el contacto es directo. 

Los consumidores pueden afinar sus requerimientos y recibir servicios personalizados. Así, ya no son solo las grandes empresas pornográficas las que funcionan como productoras, mediadoras y distribuidoras de ese contenido. Esto es un factor clave para comprender el éxito de la plataforma: la posibilidad de entablar un diálogo directo y personalizado le agrega un valor único. Esta idea, sumada a la posibilidad de tener demanda en cualquier momento del día, irrumpe en el resto de la vida de las generadoras de contenido erótico. La flexibilidad laboral se convierte en una exigencia, y la autonomía, la elección y la gestión del tiempo personal son valores centrales en esta lógica4. Sin embargo, esta aparente libertad también implica una fuerte carga de voluntarismo, en cuyo marco la responsabilidad de los ingresos y el éxito laboral recae en cada una de ellas. 

En este sentido, Manuel Alfieri muestra que plataformas de reparto como Glovo presentan esta dinámica como una forma de «disponer de la propia libertad», es decir, transformar el tiempo libre en una oportunidad de generar ingresos5. Siguiendo esta idea, Flor considera que cuanto más tiempo se le dedica a la plataforma, más plata se gana. Las que tienen un trabajo en relación de dependencia aprovechan los tiempos libres, el home office o los recreos del trabajo para destinar más tiempo a OnlyFans.

En Argentina, este modelo se entrelaza con un factor clave: el dólar como objeto de deseo. En un contexto de crisis económica, la moneda estadounidense representa estabilidad en contraste con la volatilidad del peso6. A diferencia de otras plataformas donde las ganancias se perciben en moneda local, OnlyFans permite cobrar en dólares, un aspecto que todas las entrevistadas destacan como una motivación central. El deseo de «ganar en dólares» y el uso del tiempo libre como un recurso valioso que no puede desperdiciarse se presentan entonces como móviles fuertes para meterse en el negocio. 

Así, el ocio y la vida cotidiana se entrelazan con la producción de contenido, lo que difumina los límites entre trabajo y descanso. Pero esta autonomía aparente, que permite decidir cuándo y cuánto trabajar, también puede resultar agobiante, según los relatos de las entrevistadas. «Estar» en OnlyFans resulta ambiguo en algunos casos para ellas, ya que es profundamente satisfactorio cuando reciben dinero en momentos en que podrían estar haciendo otra cosa pero, al mismo tiempo, debido a la frontera borrosa entre trabajo y no trabajo, lo describen como algo agotador, demandante y sin descanso –o simplemente, difícil de regular–.

«Si te ven bien, te contratan»

A la luz de lo anterior, cabe preguntarse por la práctica de comercializar erotismo y devenir generadoras de contenido: ¿qué capacidades o conocimientos hay que tener para generar contenido erótico? ¿Ya contaban con ellos? ¿O, en cambio, los construyeron? ¿Cómo fue el desarrollo entre esa identificación y la creación de un perfil? ¿Qué implica «animarse» (un verbo que aparece de modo recurrente en las entrevistas)? 

Para buscar respuestas a estas preguntas, consideremos el ejemplo que nos brinda Nati. Ella enumera:

Cuando salimos con alguien nos mandamos fotos [alude a fotos eróticas con algún compañero sexual], veo un montón de personas en Instagram que comparten fotos re hot y cuando las veo no me parece grave. Yo antes no subía fotos así, pero de a poco fui probando y me di cuenta de que me salía y que no era tan grave tampoco. Hace diez años sí había más prejuicios si alguien subía fotos mostrando mucho o beboteando7, pero ahora lo hace todo el mundo, ya nos acostumbramos. Y si eso mismo se puede cobrar ¿por qué no hacerlo?

En relación con la circulación y el intercambio de fotos más íntimas, Flor, otra entrevistada, comenta:

Tenía «Mejores amigos» [en Instagram] y subía fotos… en ropa, pero hot, o en bombacha ¿me entendés? Y digo: «Che, yo a estos pibes les estoy mostrando gratis y capaz por la misma foto me pagan». Después empecé a subir fotos un poquito más zorra en Instagram, en «Mejores amigos» y después dije: «No, pará, estoy perdiendo el tiempo». Ahí me abrí la cuenta [de OnlyFans].

En estos casos, el común denominador es exponer imágenes en Instagram, en historias o en «Mejores amigos». Esto supone, por un lado, la práctica de tomarse fotos y, por el otro, la elección de publicarlas en internet. El uso de redes sociales favoreció el incremento de la exposición y nos acostumbró a mostrar desde selfies hasta prácticas cotidianas8. Como explica Nati, es algo que hace algunos años no habría hecho, pero pareciera que el paso del tiempo, el uso y la permanencia en redes contribuyen a que esa práctica se vuelva común o, al menos, más extendida, en tanto que no se limita a un puñado de personas.

En todos los casos, el modo de actuar comprende, en una primera instancia, un capital que ya se posee y que se desarrolla de un modo no consciente, mediante la participación en redes sociales y en sus códigos, aprendiendo a sacarse fotos más «zorra» o «hot» a medida que otras también lo hacen. Cuando menciono el concepto de capital, me refiero específicamente a aquel que Catherine Hakim denomina «capital erótico» y que conceptualiza como «una combinación de estética, atractivo visual, físico, social y sexual, para otros miembros de la sociedad»9. Esta definición recibió algunas críticas, entre ellas la de Santiago Morcillo, que problematiza la definición porque considera que ignora el carácter relacional de este capital; en cambio, propone incorporar la noción de campo, que es el locus que le daría valor al capital erótico10

En este sentido, todas las entrevistadas afirman que, ante la opinión o reacción de terceros al contenido que comparten, reconocen la competencia que poseen. Si bien todas saben cómo generar material adecuado, que otra persona confirme ese valor les implica a las tres un reconocimiento de sí como poseedoras de «algo» que se puede vender fácilmente. Aquello que ya se tiene son los rasgos y cualidades del capital erótico que cada una aprendió a realzar y a desarrollar. En el trabajo que cada una realiza sobre ellos, cuando se ponen a actuar, estos atributos se convierten en un capital. En ocasiones, son otros quienes lo notan y valoran, así como son otros quienes les permiten pensar a las entrevistadas que esas características y habilidades que poseen pueden ser rentables.

Capital erótico, elección y límites

No obstante, la creación de contenido erótico no se limita únicamente al desarrollo de un capital, y tener un perfil en OnlyFans no consiste simplemente en publicar y vender ese contenido. Si bien la plataforma permite subir fotos y videos para que los fans los compren por única vez o a través de una suscripción mensual, esta actividad va mucho más allá. Las propias dinámicas de la plataforma implican interactuar con los clientes, mantener conversaciones y enviar contenido personalizado según lo soliciten. De acuerdo con los relatos de cada una, son múltiples los pedidos que reciben y, en muchos casos, es una fantasía para el cliente saber que el contenido fue hecho específicamente para él. Esto le agrega un atractivo y un valor extra, tanto en el sentido económico como en lo que es apreciado. A su vez, tener vínculo directo con los clientes significa, en muchas oportunidades, ensayar cosas nuevas o adquirir nuevos aprendizajes, elegir prestar ciertos servicios y otros no.

En este sentido, «animarse» a crear y vender contenido erótico implica elegir qué poner en juego de la intimidad, es decir, a qué atreverse. Según Viviana Zelizer, lo íntimo se define por dos componentes: conocimientos específicos (secretos compartidos, información corporal, rituales) y atenciones particulares (expresiones de cariño, servicios corporales, apoyo afectivo)11. Es decir, lo íntimo es aquello que se elige con quién compartir, y la persona puede verse afectada si esa intimidad sale a la luz, lo que quiebra el pacto de confianza. Podría pensarse, efectivamente, que la práctica de las generadoras de contenido comprende aspectos de su intimidad: comparten información corporal propia, ofrecen servicios vinculados a su sexualidad y corporalidad y utilizan con sus clientes un lenguaje específico, en el sexting, videollamadas y videos particulares. 

Zelizer sostiene que la vida privada y la actividad económica no se oponen, sino que se complementan. Las mujeres entrevistadas hacen dialogar su intimidad con transacciones económicas y esto las convierte en expertas en su negociación. Por un lado, negocian consigo mismas qué desean y qué se animan a mostrar de sí. Por el otro, negocian con sus clientes qué servicios quieren ofrecer y aceptan dar. 

Por ejemplo, dice Luisa: «Una vez que te animaste… no sé, yo no quería poner nada explícito pero de repente es como, bueno, por plata baila el mono ¿no? Quizás una vez que arrancás te das cuenta de que es demasiado y te querés ir y te vas, no pasa nada. O quizás te vas cebando y cada vez te importa menos».

Por su parte, Mai se pregunta quién está «del otro lado»: en la plataforma la intimidad se expone ante un tercero desconocido. Cuando Luisa sostiene que cada vez «te importa menos», da cuenta de un cierto acostumbramiento. De esta manera, negocian consigo mismas cuando aceptan correr, al menos un poco, ese límite inicial. En relación con la idea de cierto acostumbramiento, dice Vani: «También están las videollamadas, probé hacer una y vi que me daba alta ansiedad al principio, pero después pensé ‘Che, hice bastantes dólares en cinco minutos, no está tan mal esto’». 

El concepto de autogestión corporal12 da cuenta de la habilidad o competencias que estas mujeres desarrollan –María de las Nieves Puglia lo usa respecto a trabajadoras sexuales– para elegir qué involucrar de sí mismas a la hora de vincularse con los clientes. Esta idea alude a que no todo el cuerpo o la subjetividad están a disposición del trabajo, ellas pueden y saben cómo marcar límites. Esto nos permite pensar en las estrategias que emplean las generadoras de contenido erótico para elegir de qué modo tratar con los fans, qué servicios dar y cuánto desean exponer de sí. Vender contenido erótico no implica entregar lo que sea o aceptar cualquier servicio que se les pida; la agencia de las generadoras de contenido erótico radica en marcar esos límites y elegir qué les gusta y conviene ofrecer y aceptar. Ese, para vincularlo con las ideas de Zelizer, es otro punto en el que negocian. En esa misma clave, Puglia nota que un aspecto de la agencia de las trabajadoras se manifiesta al elegir a los clientes, optar por aquellas partes del cuerpo que se ponen en juego y decidir qué hacen esas partes13. Por ejemplo, Flor dice: «Videollamadas no hago, la cara no te la muestro y la mano en el culo no me la meto, ¿entendés?».

Así, vemos de qué modo se dan las distintas negociaciones y el margen de elección, y por lo tanto de agencia, de las generadoras de contenido para decidir de qué modo estar en la plataforma y tratar con los clientes. Observamos qué aceptan, qué rechazan o cómo, en algunos casos, acceden a brindar un servicio y lo adaptan de manera pragmática para que se ajuste a lo que sí están dispuestas a ofrecer, como en el caso de Caro:

Una vez me pidieron que me pegara con una fusta hasta que me quedara marcado. Yo obvio que no me quería marcar, así que lo que hice fue pintar la fusta con un labial y me golpeaba tranqui, lo actuaba un poco y así iba quedando rojo. Fue re rápido y me pagaron un montón, porque las cosas así, de violencia, se cobran caro.

Yo madama, ellos pajeros: reivindicaciones y revanchas

En el diálogo entre las generadoras de contenido erótico y los clientes se puede observar cómo se sitúan en esa interacción, qué les despierta de sí mismas y dónde quedan ellos ubicados. Para ser más precisa, es en esa interacción donde ellas encuentran una narración para explicar por qué venden contenido erótico que, además, las sitúa en un lugar privilegiado y hasta reivindicativo. Mientras que esto no sucede en la particularidad del trato con cada usuario, sí aparece en la idea «en plural» que tienen de los clientes o consumidores de OnlyFans. 

Las entrevistadas utilizan de modo recurrente la expresión «pajeros» para referirse a los compradores de contenido. De esta manera, toman de sus propias trayectorias de cosificación de sus cuerpos un adjetivo que las ayuda a definir a los varones que consumen su contenido; los asocian con actitudes machistas, son «pajeros», en plural, todos aquellos que pagan por mirar o consumir servicios sexuales o eróticos. En esa concepción, la posición reivindicativa se fortalece y convierte en una argumentación a favor de sí mismas.

La idea de «sacar provecho» apela a la representación pública y a una nueva moral que ofrecen los feminismos, así como los discursos de amor propio y empoderamiento que acompañaron este movimiento14. A partir de ellos, muchas mujeres reconocieron en sus propias trayectorias de vida distintas situaciones que van desde la opresión o el acoso hasta la permanente opinión ajena sobre sus cuerpos o las acciones y decisiones que toman. De ahí que vinculen la venta de contenido erótico con la cosificación de sus cuerpos y elijan mercantilizarlo como una reivindicación. 

Ellas son dueñas de su cuerpo, erotismo y sexualidad, y, conscientes de eso, eligen con astucia sacar una ventaja de ello. Podríamos pensar que los feminismos ofrecen, entonces, un marco interpretativo que da sentido a sus acciones, o bien, que este mismo marco es el que las ayuda a «animarse» a involucrarse en la venta de contenido erótico en OnlyFans. Conocen la cosificación de sus cuerpos, la viven en carne propia y, por eso mismo, sacan un provecho de ello. 

De este modo, se presenta la venta de contenido erótico como una reivindicación en torno de la autonomía y, al mismo tiempo, como una revancha no solo frente a lo que representan los clientes, sino también en oposición a una moral conservadora que cree que la práctica no es válida y es además denigrante para las mujeres. Luisa se posiciona ante lo que cree que opina «la gente» en relación con vender contenido erótico: «Yo creo que la gente cree que te estás desvalorizando… que en realidad un poco es al contrario ¿no? Me estoy valorando tanto que te cobro por existir».

De este modo, continuamos con la pregunta por el aparente crecimiento de la mercantilización de contenido erótico y bajo qué condiciones se da. Zelizer indaga en la multiplicidad de relaciones que encarnan la intimidad y las transacciones económicas y por qué este entrecruzamiento resulta tan inquietante o contradictorio para muchas personas. La autora afirma, y así lo muestran las generadoras de contenido erótico, que ambos aspectos conviven en múltiples relaciones y sostienen la vida. Sin embargo, la negociación de la intimidad implica, también, comprender y administrar esas tensiones. 

Como se encargaron de mencionar muchas de las entrevistadas, el trabajo sexual, la venta de servicios eróticos y las prácticas eróticas y sexuales por mero placer despiertan todavía un fuerte rechazo que proviene de una moral conservadora15. La discusión que dan las generadoras de contenido es contra quienes creen que ellas «no se respetan» o que se «desvalorizan». Podemos encontrar estas mismas representaciones en posiciones estigmatizantes que victimizan a las generadoras de contenido erótico apelando a la moral contra este tipo de actividad.

Lo que pasa en OnlyFans queda en OnlyFans

Tomamos, entonces, una pregunta que se hace Zelizer: «bajo qué condiciones, cómo y con qué consecuencias las personas vinculan su vida íntima con sus actividades económicas»16. Este interrogante deviene central porque, a partir de los relatos de las creadoras de contenido erótico, observamos que ellas eligen poner en juego algo de su intimidad, pero que al mismo tiempo deciden cuidarse y toman medidas concretas para hacerlo, sabiendo qué consecuencias indeseadas podrían encontrar si no lo hacen. 

Volviendo al principio, el principal motivo por el que las mujeres se dedican a esta práctica es por dinero. Lo hacen a sabiendas de que poseen un capital que puede ser mercantilizable y que, para ello, deben exponerlo, en este caso, en OnlyFans. El gran incremento de generadoras de contenido erótico no puede entenderse sin tener en cuenta que ellas pueden llevar adelante su práctica gracias a las garantías que encuentran para preservar su intimidad. Es, paradójicamente, en internet –el mayor medio de exposición, difusión y viralización de imágenes, noticias, videos– donde también es posible encontrar un anonimato relativo. Al respecto, sostiene Dana: «Yo aprovecho el anonimato que te brinda internet, entonces podés ser quien quieras ser y mantener cierta intimidad dentro de la exposición. Yo, como persona separada de mi personaje de Only, porque no es parte de la vida real». Ante estas dos dicotomías planteadas entre ella-su personaje e intimidad-exposición, le pregunto qué hay de ella y de íntimo en OnlyFans, a lo que responde: «de mí está mi cuerpo y mi sensualidad, creo que va más por ahí». 

Para crear y validar los perfiles de OnlyFans, es preciso cumplir múltiples pasos, algo que las entrevistadas describen como «tedioso» pero que «da confianza en la plataforma». Es necesario, por ejemplo, presentar documentación, que puede demorarse en ser validada e, incluso, ser rechazada. Debido a esto, muchas personas quedan a mitad de camino, no concretan la creación de un perfil o hacerlo les lleva varios intentos. La plataforma no permite subir contenido obtenido en espacios públicos, no pueden aparecer animales, no se pueden usar palabras violentas ni pueden aparecer formas de acoso explícito. En caso de subir contenido en el que participan otras personas, se debe acompañar esto con un documento que dé cuenta del consentimiento de esas personas antes de que el contenido sea publicado. Otra medida de seguridad muy importante que ofrece OnlyFans es la de bloquear los países donde no se desea vender contenido; así, por ejemplo, todas las entrevistadas bloquean la venta en Argentina. Algunas eligen no mostrar la cara, y el nombre del perfil suele ser ficticio. Se pueden ver distintas estrategias que cooperan en la preservación de la identidad, y el temor se presenta si las «encuentra un vecino, o un amigo de los padres, o compañeros de trabajo». Las nuevas generadoras de contenido no parecen encontrar impedimentos para compartir contenido erótico y sexual con personas que no conocen y que viven en otros países. Solo en algunos casos, cuando se trata de clientes recurrentes y «fieles», trascienden OnlyFans y confían en llevarlos a otras plataformas. Eso quiere decir que si algún contenido lo requiere y deciden que el cliente lo amerita, pueden también tener un diálogo por aplicaciones como Telegram o Snapchat, que a su vez ofrecen otras medidas de seguridad (como el impedimento de grabar o hacer capturas de pantalla). 

Así, encuentran la distancia suficiente para hacer aquello que no harían públicamente, pero sí dentro de los marcos que la plataforma delimita. La posibilidad de ser anónimas a pesar de la exposición que llevan adelante pareciera ser una de las claves para explicar la proliferación de generadoras de contenido erótico pago.

Para concluir

Todas las mujeres entrevistadas se presentan como hábiles lectoras de su contexto. Conocen sus capacidades y encuentran en esta coyuntura una forma de generar dinero y acceder a cosas que de otro modo no obtendrían. Además, lo hacen mercantilizando lo que ya saben hacer, son conscientes del capital erótico que poseen y encuentran los momentos para venderlo, mezclan el ocio con la producción de ganancias y se protegen para evitar que ello les pueda generar un conflicto, sabiendo que es un riesgo. A pesar de las dificultades o el tedio que puede suscitar, la accesibilidad tecnológica también juega un papel fundamental, al permitir que cualquier persona con un teléfono móvil y conexión a internet pueda participar.

Resulta necesario recordar que persiste un dilema moral en torno del trabajo sexual y la exposición del cuerpo. Las entrevistadas identifican los estigmas asociados y administran su visibilidad según los espacios en que se desenvuelven, protegiendo su intimidad para evitar juicios en ámbitos familiares, laborales o de pareja. Esto evidencia que, aunque emergen nuevas narrativas en torno de la intimidad y la sexualidad, estas aún coexisten con moralidades más conservadoras. En este sentido, podríamos hablar de intimidades en plural, como aquellas que se experimentan de distintos modos según el ámbito, el espacio y las personas con quienes se comparte o no esa intimidad. 

La idea de esta investigación fue partir desde, y priorizar, la perspectiva de las generadoras de contenido erótico, destacando su agencia. De haber partido de un enfoque estructuralista, habría quedado solo en evidencia la pregnancia del capitalismo neoliberal en todos los ámbitos de la vida, la cosificación y la desigualdad que devienen de la exposición en redes sociales y plataformas. Considero que esta visión podría resultar reduccionista y, efectivamente, esta investigación echa luz sobre la acción y los modos de resolver de las generadoras de contenido. Las mujeres entrevistadas conocen la cosificación de sus cuerpos, la viven en carne propia y, por eso mismo, sacan un provecho de ella. A fin de cuentas, eligen, sin desconocer las dificultades de la coyuntura y su contexto particular, tomar aquello con lo que cuentan y hacer algo, de un modo pragmático, para su propio beneficio.

  • 1.

    «OnlyFans, une entreprise sulfureuse qui ne connait pas la crise» en France Culture, 10/9/2024, disponible en www.radiofrance.fr/franceculture/podcasts/un-monde-connecte/onlyfans-une-entreprise-sulfureuse-qui-ne-connait-pas-la-crise-4268172.

  • 2.

    Nick Srnicek: Capitalismo de plataformas, Caja Negra, Buenos Aires, 2018.

  • 3.

    Patrick Henze: «Porn 2.0 Utopias: Authenticity and Gay Masculinities on Cam4» en Networking Knowledge. Journal of the meccsa Postgraduate Network vol. 6 No 1, 2013.

  • 4.

    Luc Boltanski y Ève Chiapello: El nuevo espíritu del capitalismo [1999], Akal, Barcelona, 2022.

  • 5.

    M. Alfieri: «‘Sé tu propio jefe’. Economía de plataformas y neoliberalismo. Los casos de Uber, Rappi y Glovo en Argentina (2016-2018)» en OLAC vol. 4 No 2, 2020.

  • 6.

    Mariana Luzzi y Ariel Wilkis: El dólar. Historia de una moneda argentina, Crítica, Buenos Aires, 2019.

  • 7.

    En las redes sociales, se suele llamar «beboteo» a hablar o mostrarse de manera aparentemente inocente o infantil, pero con intención de seducir [n. del e.].

  • 8.

    Paula Sibilia: La intimidad como espectáculo, FCE, Buenos Aires, 2008; Eva Illouz: Intimidades congeladas, Katz, Buenos Aires, 2007.

  • 9.

    C. Hakim: Capital erótico. El poder de fascinar a los demás, Debate, Barcelona, 2012, p. 501.

  • 10.

    S. Morcillo: «‘Como un trabajo’. Tensiones entre sentidos de lo laboral y la sexualidad en mujeres que hacen sexo comercial en Argentina» en Sexualidad, Salud y Sociedad vol. 18, 2014.

  • 11.

    V. Zelizer: La negociación de la intimidad, FCE, Buenos Aires, 2005, p. 38.

  • 12.

    María de las Nieves Puglia: «Lejos de la ‘venta de cuerpo’: gestiones corporales y simbólicas en trabajadoras sexuales» en Astrolabio No 16, 2016.

  • 13.

    Ibíd.

  • 14.

    Lucía Raffin Templi: «‘Bailando en culo arriba de unos zapatos’. Un estudio sobre mujeres que practican pole dance en una academia de San Martín durante 2019», tesina de grado, UNSAM, 2022.

  • 15.

    Carolina Justo Von Lurzer: «Putas, el estigma: aproximación a las representaciones y organización de las mujeres que ejercen la prostitución en la Ciudad de Buenos Aires» en Question/Cuestión vol. 1 No 12, 2006.

  • 16.

    V. Zelizer: ob. cit., p. 35.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
ISSN: 0251-3552
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