Opinión

Agustín Laje, el cruzado de la nueva derecha latinoamericana


enero 2024

El joven influencer y escritor Agustín Laje ha devenido una figura central para la derecha latinoamericana. Buen polemista, brinda argumentos ya digeridos para la batalla cultural antiprogresista y es invitado regularmente a diversos foros en la región. El propio Javier Milei, de quien es un estrecho aliado, ha repetido varios de sus argumentos en su carrera hacia la Presidencia argentina.

<p>Agustín Laje, el cruzado de la nueva derecha latinoamericana</p>
Sebastián Salguero

En noviembre de 2023, cuando Javier Milei triunfó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas, Agustín Laje posteó una foto junto al «primer presidente liberal libertario del mundo» tomada en 2022 y la acompañó con el siguiente texto: «Triunfo histórico de Javier Milei y Victoria Villarruel: las ideas de la libertad vencieron a la mafia política, al aparato del Estado, a la campaña más cara de la historia, a los asesores de Lula [Da Silva], a los empobrecedores del Foro de São Paulo, a los periodistas ensobrados [sobornados], a los artistas prebendarios, a los empresaurios [sic] amigos del poder, a los sindicalistas dinásticos, a los ex-terroristas disfrazados de demócratas, a los lobbistas del género, a las pretensiones neocoloniales de la Agenda 2030, a los adoctrinadores y lavacerebros de escuelas y universidades, a los curas villeros más enamorados de Marx que de Cristo, en fin, a todo el sistema que vive de empobrecer al pueblo para enriquecer a una casta privilegiada».

Desde ese momento, las redes sociales de Laje, el joven que en los últimos años se ha convertido en uno de los principales referentes de la llamada «nueva derecha» latinoamericana, se transformaron en una plataforma de celebración y apoyo al nuevo gobierno de Milei. De hecho, el día de la asunción del nuevo presidente, Laje, que presenció la ceremonia desde un palco del Congreso junto a su «mentor», el escritor de extrema derecha Nicolás Márquez, posteó fotografías junto a algunos de los asistentes al acto. Entre ellos, se destacaban Santiago Abascal, el líder del partido español Vox, el ex-presidente de Brasil Jair Bolsonaro, el primer ministro de Hungría Víktor Orbán y el actual vocero presidencial, Manuel Adorni.

Ya con Milei como presidente, las redes sociales de Laje devinieron en una plataforma de apoyo a las políticas del gobierno libertario. Tras la participación de Milei en el Foro Económico Mundial de Davos, en la que afirmó que Occidente está bajo la «amenaza del socialismo», Laje sostuvo, entre otras cosas, que la alocución del presidente argentino era una cátedra contra «las vacas sagradas de la agenda globalista» y defendió sus ataques al feminismo, a la «ideología de género», al «abortismo», al ambientalismo y al cobro de impuestos a los empresarios exitosos –a los que ve como héroes no reconocidos–.

Con sus ideas revisionistas sobre la década de 1970, su combate contra la llamada «ideología de género», su estrategia de «batalla cultural» contra el progresismo y el «globalismo», y su voluntad de articular una «derecha sin complejos», Laje, de 35 años, ha llegado a ser el intelectual estrella de las nuevas derechas latinoamericanas y es constantemente invitado a diversos foros ultraconservadores en la región. Lo logró construyendo un perfil emprendedor capaz de articular modos clásicos de intervención de la derecha vernácula y de la cultura letrada en general, con narrativas y estrategias de activismo digital, sin que estas vías resulten contradictorias entre sí.

En su militancia en la esfera pública digital cosechó millones de seguidores de todo el mundo que no solamente lo siguen en sus apariciones públicas, sino que también, gracias a sus contenidos y su estilo polémico, pasaron a reconocerse como parte de una comunidad de activistas y militantes contra lo «políticamente correcto», contra el progresismo, el feminismo y toda forma de lo que consideran parte del «marxismo cultural».

Con 2,2 millones de suscriptores en su canal de YouTube y casi un millón de seguidores en Instagram, Laje funciona como un influencer o youtuber de la derecha latinoamericana. Pero no ha querido quedarse ceñido en ese lugar. Con una licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Córdoba y una maestría en Filosofía Política en la Universidad de Navarra, Laje ha buscado intervenir siguiendo las lógicas del mundo intelectual. Así, la publicación de cartas públicas, la escritura de prólogos de libros clásicos y, más tarde, la publicación de libros políticos propios –primero en editoriales de derecha y luego en grandes grupos editoriales– hicieron de él una rara avis dentro de un polo ideológico que adolecía de figuras jóvenes y que ahora está plagado de ellas. Y, en ese marco, las apariciones públicas en presentaciones y conferencias cada vez más masivas auspiciadas por organizaciones y think tanks se hicieron cada vez más corrientes.

¿Cuáles son las razones que han posibilitado que este «cruzado de la nueva derecha» se convierta en un fenómeno masivo? ¿En qué medida sus ideas antiprogresistas, antiizquierdistas y antifeministas se insertan en el llamado fusionismo de derecha que agrupa a sectores liberal-conservadores con grupos nacionalistas reaccionarios? ¿Cómo se conecta la batalla cultural de Laje con el mundo del libro y cómo ha contribuido este espacio a la amplificación de las posiciones políticas de Javier Milei? ¿De qué manera consiguió Laje transformar lo que hasta hace poco eran posiciones marginales en parte del mainstream de la conversación pública latinoamericana? Las respuestas no son sencillas. Pero su propia historia puede arrojar luz sobre el fenómeno.

El joven Laje

Nacido en 1989 en el seno de una familia de clase media de la provincia de Córdoba, Laje se interesó desde temprano por cuestiones políticas. El mayor de cuatro hermanos e hijo de un trabajador del Poder Judicial y de una empleada municipal a la que solía acompañar a misa –tal como lo documentó el periodista Juan Elman–, Laje cursó sus estudios secundarios en el Instituto Italia, un colegio privado laico y orientado a los sectores medios. Fue allí donde, por primera vez, comenzó a adoptar posiciones sobre asuntos espinosos de la historia nacional. El tema que primero lo convocó fue la dictadura militar argentina y el conflicto de la década de 1970, el mismo que, pocos años más tarde, lo catapultaría al ámbito público. Luego de terminar sus estudios secundarios, comenzó a estudiar Ingeniería en Sistemas, pero las cosas cambiaron cuando, en 2011, obtuvo una beca para estudiar estrategias de contraterrorismo en el Centro William Perry de la Universidad Nacional de Defensa en Washington, DC. A su regreso a Argentina, abandonó la carrera de Ingeniería para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Córdoba. Finalmente, y ya con una carrera en ascenso, se radicó en 2019 en Navarra para realizar una maestría en Filosofía en la Universidad del Opus Dei, donde actualmente cursa su doctorado, bajo la tutoría de la filósofa Montserrat Herrero.

Laje no ha dudado nunca en expresar sus ideas y en contar su historia. En el documental autobiográfico Querida Resistencia le adjudica a su abuela materna el haberle inculcado la importancia de forjar un «espíritu crítico». Como parte de una narrativa que le permite elaborar su «despertar», cuenta que su abuela le insinuó que lo que había aprendido sobre la dictadura militar de 1976 era tan solo «una parte» de la verdad. Entre los libros que se exhibían en su biblioteca estaba, precisamente, el de Nicolás Márquez: La otra parte de la verdad. La respuesta a los que han ocultado y deformado la verdad histórica sobre la década del 70 y el terrorismo (edición del autor, 2004). Ese fue su primer acercamiento a Márquez, con quien, luego de leerlo, buscarlo y conectarse con él, entablaría una relación de amistad y de trabajo que sería clave para ingresar al círculo cultural de la derecha «dura».

El libro de Márquez, uno de los pioneros en relativizar el «relato oficial» acerca de lo acontecido durante la década de 1970 en Argentina, forma parte de una serie de producciones e iniciativas dedicadas a promover la «memoria completa» frente a la memoria «hemipléjica» de un bando perdedor en términos bélicos pero triunfante en términos políticos y culturales. La misma senda tomó Laje: luego de realizar trabajos escolares con este libro como fuente –desaprobados por sus profesores–, profundizó la «investigación», realizó acciones militantes en el colegio en torno de la reivindicación de «los otros muertos» de la dictadura, envió cartas de lectores al diario La Nación, publicó columnas en el diario conservador La Nueva Provincia de Bahía Blanca, diseñó páginas web de agrupaciones derechistas, organizó un colectivo que pugnó por esa causa y, finalmente, publicó su primer libro, alentado por su mentor. Sus ideas se inscribían en lo que en Argentina se denomina «procesismo», en referencia al Proceso de Reorganización Nacional, como se autodenominó la última dictadura militar (1976-1983).

El Movimiento por la Verdadera Historia, que coordinó Laje, se presentó en las páginas de la revista procesista B1 como un espacio de jóvenes cordobeses que no habían vivido la década de 1970, pero que habían investigado la «sistemática falsificación de lo realmente ocurrido en aquellos tiempos», con consecuencias tales como «el olvido de las víctimas del terrorismo subversivo, la persecución de quienes lo combatieron y la más despreciable impunidad gozada por aquellos que se levantaban en armas para imponernos un país castro-comunista».

Pero con el activismo no alcanzaba. Márquez le dijo que la derecha no necesitaba militantes, sino intelectuales. Por ello se enfocó en una tarea que implicó poner su pluma al servicio de la causa. Laje publicó diversos artículos y, a sus 22 años, consiguió publicar su primer libro: Los mitos setentistas. Mentiras fundamentales sobre la década de los 70 (edición del autor, 2011). El libro fue presentado por el propio Márquez y por referentes, personalidades y activistas que reivindicaban la dictadura militar. La buena recepción de Los mitos setentistas en los círculos de la derecha argentina lo llevaron a avanzar en su empresa intelectual y a escribir, esta vez junto con Márquez, un nuevo libro: Cuando el relato es una farsa. La respuesta a la mentira kirchnerista (Contracultura, 2013). Allí, ambos autores retomaban los argumentos banalizadores de la dictadura para discutir con el kirchnerismo, movimiento que, según afirmaban, utilizaba el «banderín de los DDHH [derechos humanos] para imponer feriados arbitrarios, reivindicar al terrorismo subversivo, perseguir militares y por sobre todo, lucrar con negocios infamantes».

Al tiempo que se ganaba su lugar como parte de la comunidad político-ideológica de las derechas argentinas, Laje tuvo un impulso latinoamericano a partir de su intervención en redes sociales. Su presencia en Twitter, red a la que se unió en 2010, y en YouTube, a la que se sumó en 2011, pero también en foros como Taringa, le permitió ampliar los escenarios de reunión y conformación de sociabilidades de derecha. Desde estos espacios, a los que catalogó como de «resistencia al pensamiento hegemónico y al adoctrinamiento», Laje extendió su perspectiva en línea con la discursividad y plasticidad que fueron adquiriendo las derechas que se sociabilizaron en el entorno digital. Ya no se abocó solo a las cuestiones asociadas a la década de 1970 –lo que siempre consideró «su» causa–, sino que se dispuso a dar, según sus propias palabras, una batalla contra el «marxismo cultural, contra el feminismo radical y contra el pensamiento políticamente correcto». Esa batalla, según Laje, debía ser librada desde las redes sociales, donde reside «el poder de nuestro tiempo», en detrimento de los medios masivos tradicionales, subsumidos a la «policía del pensamiento único». Frente al pecado de una derecha a la que consideraba recluida en el economicismo, Laje reivindicó la importancia de la cultura para enfrentar la hegemonía del progresismo. Según su perspectiva, las izquierdas habían perdido sus gestas revolucionarias pero habían triunfado en el terreno cultural afincando sus ideas en la academia, los medios, la producción cultural, los organismos internacionales y los Estados. Esa pregnancia de las ideas de izquierda en el campo de la cultura habría llevado, según Laje, a una «dictadura de la corrección política» contra la que se debía reaccionar desde una postura rebelde. Laje habla siempre desde una posición victimista, al margen y en contra de los medios tradicionales.

Consagración y masificación

La vocación de Laje por exhibir los modos en que se configuraría la hegemonía de la izquierda en el campo cultural lo condujo a escribir un nuevo libro junto con Márquez. Publicado por el Grupo Unión en 2016, El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural se transformó rápidamente en un éxito editorial y marcó un antes y un después en su carrera. Este bestseller, que traspasó rápidamente las fronteras argentinas, sistematizó su lucha contra un movimiento feminista que, por aquellos días, estaba en plena fase de masificación. Retomando argumentos acuñados por sectores católicos conservadores en la década de 1990, El libro negro de la nueva izquierda se convirtió en la punta de lanza del combate de Laje contra la llamada «ideología de género», un corpus ideológico que, según argumenta, respondería a poderes globales que, relativizando el sexo biológico, actuarían de manera inmoral pervirtiendo los valores occidentales y cristianos sobre la familia y el «derecho a la vida». A su vez, ese libro presentaba la captura de los espacios mainstream por parte de la izquierda cultural utilizando términos gramscianos, como hegemonía y contrahegemonía, algo recurrente en el discurso de Laje. Tanto en los capítulos escritos por él como en los escritos por Márquez, los autores intentaban dejar en evidencia la conquista del sentido común por la izquierda a partir del lobby de actores económicos, políticos e ideológicos concretos tales como empresas transnacionales, fundaciones y corporaciones de entretenimiento.

La repercusión de El libro negro de la nueva izquierda les permitió a los autores vender decenas de miles de ejemplares físicos y digitales en toda la región, así como realizar giras y presentaciones en diversos países de América Latina y en España. La masificación habilitó, a su vez, la llegada de Laje y Márquez a distintas fundaciones –tanto religiosas como laicas– y a espacios, think tanks y redes de activistas de derecha que fungieron de anfitriones de diversas conferencias y entrevistas. La explosión del libro se verificó, a su vez, en sus ediciones internacionales. El libro negro de la nueva izquierda consiguió ser publicado por HazteOir en España, Pesur en Uruguay, Entre Zorro y Erizos en Chile y Movimiento de Católicos Solidaridad en Colombia. En un contexto de expansión del movimiento de mujeres e institucionalización de políticas de identidad y educación sexual, el libro fue una muestra de la capacidad de reacción mediante la fusión de autores e ideas de las diferentes vertientes de las derechas contemporáneas: ultraliberales como Ludwig von Mises junto a tradicionalistas católicos como Plinio Corrêa de Oliveira se combinaban con relecturas desde la derecha de autores como Ernesto Laclau, Antonio Gramsci, Michel Foucault y Judith Butler.

Aunque el libro lleva la firma de Laje y Márquez, cada uno de ellos se ocupó de distintos capítulos. Es por ello que, en la introducción del libro, que en su versión original tiene en la portada un «Che» Guevara queer, se afirma que mientras el estilo de escritura de Márquez es «polémico, enérgico y muchas veces sarcástico», el de Laje es «facultativo, pausado y pedagógico». Los capítulos de Laje cuadran con la descripción: el joven cordobés abunda en referencias bibliográficas y citas de autoridad, sosteniendo, por momentos, un estilo narrativo conceptualmente denso que articula posicionamientos típicos de un «intelectual comprometido» con llamamientos a la acción política.

La batalla cultural

El estilo denso y sofisticado de Laje se profundizó con sus siguientes libros, escritos en solitario. La batalla cultural. Reflexiones críticas para una nueva derecha, publicado en 2022, y Generación idiota. Una crítica al adolescentrismo, aparecido en 2023, constituyeron la continuación de su combate a través del libro. «Cambió mi pluma, cambiaron los autores sobre los que hago pie, pero la motivación se mantiene», afirmó Laje respecto de los libros que consolidaron su masificación al ser publicados por un grupo editorial transnacional como Harper Collins, orientado principalmente a los libros religiosos y de superación personal. Tanto La batalla cultural como Generación idiota y un tercer libro, sobre el «globalismo», previsto para septiembre, fueron contratados por Harper Collins Christian Publishing, la filial sureña de la editorial en Estados Unidos, pero fueron publicados y distribuidos regionalmente por la filial de Harper Collins de México. Solo en el caso de Argentina, el libro fue impreso y distribuido por Hojas del Sur, una pequeña editorial con un catálogo de orientación similar al de Harper Collins. En La batalla cultural, la dimensión de género y el combate al feminismo quedan subsumidos en un compendio mucho más extenso de referencias, ideas y ejemplos que hacen a la construcción de la batalla cultural como medio y como fin. Se trata de un libro sobrecargado de referencias teóricas y citas bibliográficas, redactado en un lenguaje más académico y erudito. En este libro, Laje recorre acepciones del concepto de cultura, conceptualiza la batalla cultural y realiza una apuesta programática por la conformación de una «nueva derecha» que articule a «libertarios no progresistas, patriotas no estatistas, conservadores no inmovilistas y tradicionalistas no integristas», coaligando una oposición radical al adversario progresista de abajo hacia arriba, como una «guerra de guerrillas».

En Generación idiota, un libro más breve y más «liviano», abundan los ejemplos y los datos de color. Con métodos de cherry picking (falacia de la evidencia incompleta), Laje intenta mostrar cómo figuras como Miley Cirus, plataformas como Netflix y empresas audiovisuales como Disney forman parte de una gesta woke que idiotiza a una sociedad adolescente y deconstruida. La batalla cultural, dice Laje en su libro, debe darse contra ellos. Y para librar esa batalla convoca a la «rebeldía política», adhiriendo parcialmente al diagnóstico que realizan en sus respectivos libros, desde la izquierda, Steven Forti y Pablo Stefanoni, y sumando la metáfora del «emboscado» de Ernst Jünger que, desde una lectura conservadora, encuentra la «libertad» en la recuperación de un pasado valorado: «Si el progresista plantea su rebelión contra todo lo que no ha sido creado por él mismo, el emboscado se rebela contra los megalómanos que están destruyendo su mundo en el nombre de la Nada». Un «emboscado que resiste» es el sujeto que Laje busca alentar, desde una épica de la batalla cultural que combina el victimismo y la valentía de los incomprendidos: los que son censurados en las redes y en YouTube por sus contenidos, los que son reprendidos por sus educadores/adoctrinadores, quienes escriben y deben autoeditarse porque no encuentran eco en las editoriales. De esta manera, Laje cierra su último manifiesto ensalzando a quienes rechazan «la cultura woke» y reivindican «todo lo que esa cultura de pacotilla dice ‘no’: a la vida, a la familia, a la patria, a la propiedad, a la libertad (…) La rebeldía se volvió de derechas, y no podía ser de otra manera. La rebeldía consiste en decir ‘no’ al sistema establecido».

La épica de la batalla cultural desarrollada en sus libros permitió que Laje se convirtiera en un referente del campo ideológico de las derechas en el mundo de habla hispana. No es extraño, en este sentido, que Nicolás Márquez lo defina como «el mejor de nosotros». Según Márquez, Laje ha combinado tres elementos fundamentales para el amplio movimiento derechista contemporáneo: la capacidad de elaboración de un programa, la apelación a autores de izquierda –como Laclau, Butler y Marcuse– que busca utilizar contra el propio progresismo, y la capacidad de divulgación periodística y las virtudes polémicas, que habilitan una masividad no enclaustrada en el ámbito académico. Pese a su postura «antisistema», similar a la de otros referentes derechistas, la trayectoria de Laje replica un patrón de prácticas y estrategias de consagración propias del campo intelectual y académico, pero sin participar del sistema de revistas académicas, editoriales, reuniones científicas e instituciones mainstream. En definitiva, si la legitimación de Laje comenzó en el marco local de su propio ámbito ideológico, se amplió y se masificó gracias al mercado cultural digital y al mundo editorial ligado a las derechas.

En los paratextos de sus libros, en los prólogos que realiza para sus pares, en los rituales de presentación y firma masiva de libros, que funcionan como eventos en los que se construyen y refuerzan sociabilidades políticas; en sus documentales audiovisuales y en los modos en que lo describen sus editores y mediadores, Laje refuerza su posición de intelectual, de formador y de autor de libros que no quiere ser reducido a influencer, porque este rol social representaría lo banal de una sociedad adolescente marcada por la «progresía global» que busca combatir. Laje remarca el lugar del autor comprometido que escribe con una intencionalidad política, sin pretensiones de neutralidad, para apuntalar una nueva derecha que estaría en desventaja frente a la izquierda. Pondera el lugar del libro como plataforma para difusión de ideas y como herramienta para la formación de sus lectores, a quienes les pide que lean y no se formen (solamente) a través de los contenidos digitales, para que puedan replicar y amplificar su mensaje y «cultivar un espíritu crítico». Ese lugar romántico y fetichista del libro que el progresismo también hace propio es un factor clave de la actividad de Laje.

Laje y el mileismo

En el que fue uno de los eventos más masivos de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de 2022, el espacio de jóvenes conservadores Cruz del Sur organizó la presentación del libro La batalla cultural, que reunió a Laje con Márquez y el entonces diputado Javier Milei. En ese «epicentro de la cultura argentina, una de las culturas más progres de la región», Laje y Márquez presentaron a Milei como el futuro presidente de Argentina. Laje ubicó a Milei en el espectro de Donald Trump, Jair Bolsonaro, José Antonio Kast y Santiago Abascal, es decir, como un representante de la nueva derecha radical que su libro programático buscaba apuntalar en la región. Por eso, para el cordobés, su batalla cultural tiene como correlato necesario la batalla política que encarnan estos políticos derechistas. La estrategia es «bifronte».

El léxico bélico de Laje y de Milei se despliega en sus ámbitos de pertenencia. En sus dos últimos libros, Laje le hace un guiño al actual presidente argentino cuando identifica en repetidas oportunidades, como adversario, a la «casta política». La lógica de amigo-enemigo ya presente en El libro negro de la nueva izquierda se refuerza en estos libros en términos ideológicos, junto a la incorporación y utilización de más autores de la Escuela Austríaca. Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y, sobre todo Murray Rothbard –el autor que transformó la visión económica de Milei– aparecen como autores claves para la configuración de una batalla cultural e ideológica en la que el «campo popular se redefine como casta y anticasta», y la primera es la que «parasita la sociedad a través de los recursos del Estado». Por ello la disputa, como repiten Laje y Milei, no es solo cultural, no es solo política, sino que es también moral.

La ligazón de Javier Milei con Agustín Laje aparece como la de una división de tareas para un objetivo común, ya que no habría éxito político posible sin la trabajosa tarea de disputar el plano de las ideas y las prácticas cotidianas. El programa intelectual de Laje se construyó desde una épica heroica que no operaba en el vacío, tal como quedó demostrado con el triunfo electoral de Milei. La batalla cultural de la nueva derecha se inserta en procesos sociales, económicos, políticos y culturales preexistentes y más profundos, tanto domésticos como internacionales. En el caso de Argentina, Milei transcendió el campo de acción de las derechas, porque su triunfo dejó al descubierto demandas sociales que la inmensa mayoría del arco político local no supo atender ni entender.

La constitución de Agustín Laje como referente es reconocida como parte integral del proyecto político mileísta y tiene modulaciones en los países latinoamericanos. Es un proyecto intelectual que se entiende como parte de un dispositivo cultural descentralizado conformado por intelectuales, textos, libros, editores, editoriales, librerías y libreros, activistas, militantes, partidos y fundaciones, periodistas, divulgadores y medios, mediadores y lectores, simpatizantes y adherentes. Ello resulta un aspecto nodal en los procesos de construcción de sentido y de construcción de subjetividad política. Este proyecto de derecha radical conlleva no pocas resistencias, en un país que cuenta con un movimiento feminista movilizado -que consiguió la aprobación del aborto legal en 2020- y, de manera más amplia, con un progresismo cultural políticamente transversal contra el cual Laje se ha insurreccionado y al cual, desde su perspectiva –y la de sus seguidores–, estaría doblegando en su «batalla cultural».

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