En el mundo de la izquierda latinoamericana, según el autor de este artículo, la relación con «lo europeo» ha tenido hasta ahora, por diversas circunstancias, una vida azarosa. Ambigüedades no resueltas han estimulado la profundización reflexiva en el plano teórico. Asuntos como la investigación sobre las ideas socialistas en América Latina, el problema del colonialismo, a juicio de algunos politólogos: el «pecado original del marxismo», aun las controvertidas opiniones del propio Marx sobre Bolívar, enriquecen el debate.
J. Arrate señala tres tendencias fundamentales en el avance del socialismo en América Latina: el comunismo, la socialdemocracia -vigorizada por la acción organizada de la socialdemocracia europea hacia América Latina, el rol socialdemocrático asumido por varios partidos de carácter populista y vocación nacional conservadora y el concepto de democracia ubicado en el centro del debate político ideológico- y la tendencia socialista autonomista. Según el autor, el avance del socialismo en América Latina requiere una fuerza socialista autónoma capaz de sortear la presión o injerencia de los bloques internacionales. Una fuerza capaz de cerrar la brecha entre el socialismo y la masa trabajadora: síntesis entre el marxismo crítico y no dogmático y la realidad de América y sus respectivos países. Advierte por una parte contra el peligro de caer en el antieuropeísmo que devenga en provincialismo aislacionista o cobertura de un esquema pseudouniversalista, y por otro de caer en la tentación de trasladar modos de análisis y visiones «europeas», por cuanto ello refleja una ostensible falta de realismo.
Sostiene finalmente el autor que el socialismo autónomo de América del Sur habrá de encontrar su camino en la huella que abrieron Mariátegui y Allende.