Donald Trump cuenta la historia de un pasado mítico, el de los Estados Unidos de los años 50, una nación pura, victoriosa, próspera y segura –y no menos jerárquica–. Con ese discurso logró congregar a una «minoría de masas» con ansias refundacionales. Por estos días se lo compara, incluso, con el populismo latinoamericano. Estas analogías ofrecen una puerta de acceso inesperada y atractiva a la política norteamericana, pero no para entender a Trump, sino para analizar las preocupaciones de quienes hacen la comparación. Mientras tanto, las instituciones que lo volvieron posible aparecen hoy dispuestas a salvar el país.