En un mundo que camina rápidamente hacia los nuevos autoritarismos, la socialdemocracia tiene una tarea importante que cumplir. La ultraderecha logra construir un relato popular, que mezcla el rechazo a la globalización con discursos sobre la justicia, el racismo, la identidad, la avaricia corporativa, la franqueza, la tradición, los valores familiares, la islamofobia y la ley y el orden. Mientras tanto, la socialdemocracia ha renunciado a una visión apasionada de cambio real y reduce su visión de justicia social a la educación y el desarrollo de aptitudes como los caminos individuales para alcanzarla. Pero si los socialistas democráticos comienzan a tener un discurso diferente que apele a una épica común, podrán enfrentar más eficazmente a los autoritarismos contemporáneos.