Tema central
NUSO Nº 228 / Julio - Agosto 2010

La Iniciativa del Arco del Pacífico Latinoamericano. Un nuevo actor en el escenario de la integración regional

En los últimos años se ha producido una reconfiguración de la integración latinoamericana en torno de «ejes» de países que son críticos al modelo de regionalismo abierto que imperó en la región desde la década del 90. La Iniciativa del Arco del Pacífico, un proyecto iniciado por Perú, es una forma de responder a estos cuestionamientos e incidir en los cambiantes escenarios integracionistas mediante la creación de un ámbito comercial orientado a profundizar la articulación en el espacio económico del Pacífico.

La Iniciativa del Arco del Pacífico Latinoamericano. Un nuevo actor en el escenario de la integración regional

En este artículo se analizan los nuevos escenarios del regionalismo en el continente americano y el papel del recientemente creado Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano. Se parte de la premisa de que se está produciendo una fragmentación del hemisferio en tres ejes que proponen modelos económicos bastante diferentes para el proyecto regional. Por un lado, el «eje del regionalismo abierto-TLC», representado por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que se ha ampliado a América Central, parte del Caribe y Sudamérica a través de la firma de TLC entre EEUU y algunos países de la región. En este eje se ha adoptado un enfoque propio del «nuevo regionalismo internacional», centrado exclusivamente en el comercio y los temas con él relacionados. En algunos países de América del Sur, en cambio, se critica este modelo de integración abierta. Allí se observan dos tendencias. La primera, representada por el Mercosur, constituye el «eje revisionista». Aunque este bloque regional nació bajo la lógica de la integración comercial y la apertura, ha sufrido una trasformación para convertirse en un proceso con una dimensión social y productiva. La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) es una expresión de esta tendencia revisionista, pero se trata más de una iniciativa política y social que económica. El segundo eje, que denominamos «antisistémico», está representado por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), liderada por Hugo Chávez en Venezuela, que se ha articulado con la iniciativa boliviana del Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP). Se trata de una propuesta de integración que se describe como no capitalista, que no está centrada en el comercio y la competencia y que, por lo tanto, propone una clara ruptura con el modelo de regionalismo abierto y plantea una integración basada en la complementación, la cooperación y la solidaridad.

En este nuevo contexto regional surge una nueva iniciativa, el Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano, constituido por Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua y México. Nacida en 2007, esta iniciativa comprende, por un lado, a los países que aún suscriben el modelo de regionalismo abierto, salvo Nicaragua y Ecuador. Y por otro lado agrupa a todos los países que han suscrito un TLC con EEUU y la Unión Europea (salvo Ecuador).

Este artículo analiza primero los diferentes ejes de integración. Luego, examina en detalle el desarrollo de esta nueva iniciativa, sus perspectivas y desafíos en el cambiante escenario del regionalismo en América.

El escenario actual de la integración en América

El eje del regionalismo abierto: el TLCAN y los TLC. El primer eje está representado por el TLCAN suscrito entre Canadá, EEUU y México en 1994, un proceso que representa en varios aspectos un modelo de integración distinto de los modelos tradicionales que se desarrollaron en las previas oleadas de regionalismo económico, en los 60 y 70. El TLCAN es una expresión del «regionalismo abierto», puesto que su objetivo de promover un espacio comercial preferencial no se realiza a expensas del sistema multilateral de comercio. Al contrario, la preferencia regional se concibe como un paso previo hacia una mayor apertura global.

Sin embargo, el TLCAN se asemeja más a la versión de Asia Pacífico del regionalismo abierto que a la propuesta por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), pues carece de instrumentos para el fomento de la transformación productiva con equidad. En segundo lugar, el TLCAN se distingue por promover un modelo de «integración profunda» que plantea la regulación de sectores como la propiedad intelectual, las compras gubernamentales y las normas ambientales y del trabajo relacionadas con el comercio. Estas cuestiones no estaban incluidas en los antiguos procesos de integración. En tercer lugar, el TLCAN se presenta como una modalidad de integración Norte-Sur, al reunir en su seno a países desarrollados y en vías de desarrollo. Su propulsor principal, EEUU, intentó expandir este modelo mediante la formación de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Ante el estancamiento de este proceso, ha optado por suscribir diversos TLC, como el firmado con Centroamérica y República Dominicana (CAFTA+DR, por sus siglas en inglés) o aquellos suscriptos con Chile, Perú y Colombia.

El eje Mercosur. En general, la literatura sobre el tema suele describir el Mercosur como un modelo de integración abierta o de regionalismo abierto1. En ese sentido, el bloque regional favorecería la liberalización del comercio intrazona sin por ello afectar la apertura hacia el resto del mundo. Otros autores, como el equipo del Programa Interdisciplinario sobre Integración Latinoamericana de la Universidad de Rosario (Argentina), encabezado durante varios años por Iris Mabel Laredo, consideran que el modelo de integración regional del Mercosur está simplemente basado en la idea neoliberal de apertura comercial y desregulación económica2.

Desde sus inicios, el Mercosur fue un modelo híbrido. Aunque nació con elementos típicos del «regionalismo abierto», en particular su énfasis inicial en la apertura y la desgravación comercial, careció al mismo tiempo de una agenda de «integración profunda».

El Mercosur combinó un proceso de apertura sin «integración profunda» con la ausencia de mecanismos para avanzar en la integración social y productiva. En el Tratado de Asunción, se establecieron como objetivos el perfeccionamiento de una zona de libre comercio y el de un arancel externo común. Aunque se admitía la posibilidad de acuerdos sectoriales, estos apenas se concretaron en una política sectorial para el sector automotor. A pesar de este sesgo «comercialista», el Mercosur no adoptó la modalidad de «integración profunda», pues si bien se propuso normar temas como la propiedad intelectual o las compras gubernamentales, no se planteó hacerlo aprobando normas de tipo OMC plus.

A pesar de que en el Tratado de Asunción no se consideró la dimensión social, en la década del 90 el Mercosur logró desarrollar una importante agenda sociolaboral, que condujo a la aprobación de la Declaración Sociolaboral en 1998 y la firma de un acuerdo regional sobre seguridad social ese mismo año. Desde 2000, se ha intentado establecer una sólida dimensión social que trascienda lo meramente laboral. En otras palabras, se trata de la aplicación de políticas redistributivas que permitan a los más amplios sectores de la población tener acceso a educación, salud, vivienda y servicios públicos de calidad. Son, pues, medidas típicas del Estado de Bienestar, dirigidas a reducir la pobreza, redistribuir la riqueza, promover la justicia social y reglamentar las instituciones de mercado. Expresiones de este proceso son la creación de instancias como la Reunión de Ministros y Autoridades de Desarrollo Social en 2000, la creación del Instituto Social del Mercosur en 2007 y la aprobación en 2008 del Plan Estratégico de Acción Social del Mercosur.

De igual manera, el Mercosur ha venido gradualmente rescatando la idea de convertir la integración regional en un mecanismo para promover la integración productiva, en particular la industrialización. Se están apenas dando los primeros pasos en este sentido, al adoptarse un Programa Regional de Integración Productiva (2008), aprobarse un fondo de apoyo a las PyMEs (2008) y comenzar a tratarse las asimetrías productivas mediante la creación de un Fondo de Convergencia Estructural (Focem) en 2005.

El proceso de revisión del modelo de integración económica del Mercosur se ha acompañado de la construcción de un nuevo regionalismo sudamericano, en el cual Brasil ha ejercido un claro liderazgo. En sus inicios, este proceso tenía en esencia un contenido comercial, en la estricta lógica de la apertura y el regionalismo abierto, cuya expresión era la constitución de un Área Sudamericana de Libre Comercio (ALCSA), resultado de la convergencia entre la Comunidad Andina (CAN) y el Mercosur. Sin embargo, pronto surgieron propuestas más allá de lo comercial. En 2000, el objetivo de crear un ALCSA se sustituyó por la más ambiciosa meta de establecer una Comunidad Sudamericana de Naciones (CASA), que además de la convergencia comercial entre la CAN y el Mercosur apuntara al desarrollo de la infraestructura regional, la cooperación contra el crimen organizado –en particular el tráfico de drogas– y la consolidación de América del Sur como zona de paz. La CASA se transformó en 2007 en la Unasur, un proyecto mucho más ambicioso, con objetivos en las áreas ambiental, social, política y de seguridad.

El eje ALBA. El ALBA representa un modelo de integración anticapitalista y antiimperialista, al menos según los documentos y discursos de los líderes de sus países miembros. El nuevo esquema de integración fue anunciado por Hugo Chávez en diciembre de 2001 durante la III Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), bajo el nombre Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), como una iniciativa que planteaba promover un modelo nuevo de integración basado en la solidaridad, la complementariedad y la cooperación.

En sus inicios, el ALBA careció de mayor contenido, pero a partir de 2002 se presentó como una alternativa al ALCA que impulsaba EEUU. Se hicieron públicos varios documentos oficiales, en los cuales se contrastaban las propuestas realizadas en el marco de la negociación hemisférica con lo planteado por el ALBA. En diciembre de 2004, en un encuentro realizado en La Habana, Hugo Chávez y Fidel Castro relanzaron la propuesta, que dejó de ser simplemente una alternativa al ALCA. Incluso se ha cambiado el significado de la sigla ALBA, que ha pasado a significar «Alternativa Bolivariana para la América», a veces, «Alternativa Bolivariana para Nuestra América» y, más recientemente, «Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América»3.

En su fase más reciente, el ALBA comenzó a consolidarse como una iniciativa regional, que se presenta como una modalidad de integración no capitalista y distinta al modelo de integración abierta. Incluso ha sido planteada como un elemento de la lucha mundial contra el imperialismo4 ya que, según algunos de sus impulsores, «alude a una gesta liberadora y no a las características mercantiles de la integración»5.

El Arco del Pacífico: orígenes y desarrollo de la propuesta

En este cambiante contexto, en 2006 surgió la propuesta de promover un mecanismo de cooperación e integración entre los países ribereños del Pacífico. La iniciativa comenzó a discutirse en el seno del gobierno peruano, en medio de la crisis que generó en la CAN la decisión de Hugo Chávez de retirar a Venezuela de este bloque regional.

Esta decisión tuvo importantes consecuencias en la estrategia comercial de Perú, cuyo compromiso con la integración andina había sido por lo demás bastante débil, excluyéndose durante varios años de las obligaciones de la zona de libre comercio y la unión aduanera. En vez de ello, Perú había promovido una radical apertura comercial y había suscrito un TLC con EEUU en 2004, además de estar interesado en un acuerdo similar con la UE6. La crisis que provocó la salida de Venezuela, a la que se sumaba la presencia en la CAN de dos gobiernos con políticas económicas bastante diferentes a las de Perú (los de Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador), condujo a una reflexión sobre la necesidad de una nueva estrategia regionalista.

En ese contexto, la idea de crear un bloque de los países con litoral en el Pacífico se limitaba en un principio a la CAN, en un intento de atraer a Chile y relanzar el bloque con la incorporación de un país más favorable a políticas de apertura. La respuesta chilena, no obstante, fue aceptar convertirse solo en miembro asociado. Ante esta realidad, Perú se planteó nuevas alternativas, más allá de la CAN. Esta idea fue incluso defendida por el antiguo ministro de Comercio, Alfredo Ferrero, quien poco después de abandonar su cargo, en 2007, aseveró: «La CAN está en crisis y, como vegeta, no le vemos ningún futuro más allá del maquillaje que le queramos poner. El Perú debe continuar con su estrategia de integración al mundo con la CAN o sin la CAN»7.A la crisis de la CAN se sumaba el creciente activismo de Chávez y su «eje antisistémico» en las discusiones acerca de la integración regional y el creciente protagonismo del ALBA. Esta iniciativa apunta, como se señaló, a un modelo de integración y desarrollo diametralmente opuesto al seguido por Perú, algo que incluso ya había producido roces en el seno de la CAN, cuando Bolivia y Ecuador (dos miembros del ALBA) se retiraron de las negociaciones de un TLC con EEUU, y luego, en 2008, cuando ambos países se opusieron a un Acuerdo de Asociación con la UE que incluyese el libre comercio con normas OMC plus. Ambos países también criticaron la firma del TLC con EEUU por parte de Perú y Colombia.

Además de la crisis de la CAN y el avance del ALCA, un tercer elemento considerado por el gobierno peruano era de tipo económico-comercial. Por un lado, el dinamismo de la región Asia Pacífico continuaba ejerciendo un fuerte atractivo para países como Perú, cuya estrategia de desarrollo hacia afuera se basa en buena medida en la necesidad de conquistar nuevos mercados. Por otro lado, la influencia de China en las economías sudamericanas era cada vez mayor, lo que hacía necesario coordinar acciones para tratar con el nuevo gigante asiático.

En este complejo escenario, el gobierno peruano dio un viraje en su estrategia regionalista y comenzó a considerar el Pacífico como «eje articulador» de su inserción internacional, dentro del cual se destacaba la propuesta de crear una «Asociación del Pacífico Latinoamericano»8. Una de las primeras declaraciones sobre este nuevo proyecto fue realizada por el ministro de Relaciones Exteriores, José Antonio García Belaunde, en junio de 2006. En esa ocasión Belaunde señaló que el principal ámbito de acción de la diplomacia peruana continuaba siendo América del Sur y la CAN, pero al mismo tiempo propuso «un proyecto mayor, que es la Asociación del Pacífico Latinoamericano». La meta consistiría en promover «un conjunto de vínculos comerciales, de cooperación y políticos que atraviesen toda la costa del Pacífico latinoamericano, de México a Chile. A eso deberíamos aspirar, porque eso va a ser parte de la gran proyección que debemos de tener hacia el Asia Pacífico»9.

En los meses posteriores, Alan García realizó visitas a Chile, Colombia y Ecuador con el propósito de presentar su propuesta, que en ese entonces se centraba en la creación de una zona de libre comercio de los países del Pacífico latinoamericano. De igual manera, la iniciativa estaba articulada con la invitación al gobierno chileno para que se reincorporase a la CAN, lo que le daría un nuevo impulso a este alicaído bloque regional y lo convertiría en la plataforma de la Iniciativa del Pacífico. En la medida en que la propuesta peruana comenzaba a encontrar recepción, más países comenzaron a interesarse. Fue el caso de México, cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, realizó una visita a Lima en agosto de 2006 con el fin de discutir la iniciativa10. Derbez señaló que el tema sería tratado por los países de la CAN, América Central, Chile y México durante un encuentro que organizarían en el marco de la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, durante el mes de septiembre de 200611.

Debido a la recepción positiva que encontró la propuesta en la mayoría de los países del Pacífico latinoamericano, el ministro de Comercio de Colombia, Jorge Humberto Botero, decidió convocar a una reunión en Santiago de Cali, en la cual se discutiría la creación del nuevo bloque regional12. Este encuentro se realizó entre el 29 y el 30 de enero de 2007, con la participación de Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá y Perú. Allí se formalizó la creación del Foro sobre la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano. En la Declaración de Santiago de Cali, como se denominó el documento oficial, se señala el compromiso de promover «acciones conjuntas que permitan una cooperación más dinámica de los países de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano entre sí y conducentes a mayores acercamientos con el Asia Pacífico»13. El objetivo es «la facilitación y promoción del comercio, la promoción de inversiones, el aprovechamiento de los mercados y el mejoramiento de la competitividad, buscando elevar la calidad de vida de sus poblaciones»14.

En el encuentro se acordó crear un Grupo de Trabajo Técnico de Alto Nivel, al cual se encomendó: a) presentar recomendaciones para promover la convergencia de acuerdos comerciales y esquemas de integración existentes entre los países miembros del Foro; b) realizar un inventario de los regímenes de inversión y los acuerdos de promoción y protección de las inversiones; c) sugerir iniciativas en materia de facilitación del comercio, infraestructura y logística, encaminadas a aumentar los flujos comerciales y de inversión tanto en la región como con los demás países de la Cuenca del Pacífico; d) identificar mecanismos para promover propuestas de cooperación económica y técnica con los países asiáticos y e) involucrar al sector académico en las discusiones que se realicen15.

La reunión de Cali fue seguida por encuentros ministeriales similares en Lima (agosto de 2007), Cancún (abril de 2008), Santiago de Chile (octubre de 2008) y Puerto Vallarta (octubre de 2009). En todas esas reuniones se reiteraron los objetivos ya propuestos y se enfatizó el sesgo comercial que orienta al nuevo bloque regional. Una manifestación de ello es la creación, en la Reunión Ministerial de Lima, de cuatro grupos de trabajo, sobre convergencia comercial e integración; facilitación del comercio, infraestructura y logística; promoción y protección de inversiones; y cooperación económica y técnica para la competitividad.

En contraste con la temática que en ese momento se estaba discutiendo en el Mercosur o el ALBA, es fácil observar que la agenda del Foro estaba anclada en la cuestión comercial, en línea con la lógica de acción que imperó en la región en las décadas anteriores. En este sentido, y como sucedió en las negociaciones del ALCA y los TLC, el primer paso fue realizar un diagnóstico de la normativa sobre los temas arriba mencionados, con la idea de iniciar negociaciones sobre la base de la convergencia de los distintos acuerdos de libre comercio existentes. En la Reunión Ministerial de Puerto Vallarta se acordó iniciar esas negociaciones, aunque de momento solo en lo relativo a la cuestión de las normas de origen. Sin embargo, se espera incluir otros temas, como los obstáculos técnicos al comercio, las medidas sanitarias y fitosanitarias, los procedimientos aduaneros, los servicios, la solución de diferencias y la defensa comercial, entre otros. La idea es que el resultado final de las negociaciones sea integral. Las negociaciones se realizarán utilizando los acuerdos existentes entre los países del Arco Pacífico o a través de un tratado nuevo para la convergencia gradual al libre comercio entre los países16. Sin embargo, en la Reunión de Lima también se acordó una instancia informal de concertación y diálogo político, cuya meta es, por un lado, profundizar las afinidades existentes entre los países del Foro, y por el otro, incrementar su capacidad de interlocución con los Estados del Asia Pacífico17. Con esta decisión, se creó una dimensión política del Foro. Aunque la iniciativa continúa centrada en el comercio, esto implica reconocer que el complejo escenario regional, caracterizado por la mayor coordinación de la actuación internacional de los países del ALBA y el creciente liderazgo de Brasil en la región, exigía cierto grado de coordinación política. La dimensión política del Foro fue reforzada en posteriores encuentros ministeriales, en cuyas declaraciones finales se reafirmaba el compromiso con la democracia y la vigencia del Estado de derecho, acompañado con referencias a la necesidad de fortalecer la cohesión social y el bienestar de los ciudadanos18.

Desde el punto de vista institucional, fue durante la reunión de Cancún cuando se creó un «Grupo de Reflexión», encargado de analizar los medios apropiados para dotar de continuidad y permanencia e institucionalizar el Foro, así como promover la cooperación en materia de fortalecimiento institucional. El Grupo presentó sus propuestas en la reunión ministerial de Santiago de Chile, en cuya declaración final el nuevo bloque comenzó ya a denominarse «Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano». La estructura institucional estaría formada por la reunión ministerial, la reunión de altos funcionarios, los grupos de trabajo y una Secretaría Pro-Témpore19. La creación de esta estructura convertía al Foro en una instancia internacional más concreta, con claros objetivos económicos y políticos, que pretende ganarse un espacio en el complejo escenario integracionista del nuevo milenio latinoamericano.

Todos estos compromisos acordados en las reuniones ministeriales fueron confirmados en una cumbre presidencial realizada en El Salvador el 30 de octubre de 2008. Allí se describió este nuevo bloque regional como «una instancia de articulación política y económica, y un espacio de convergencia, cooperación e integración dentro de América Latina; y (…) la única instancia de contacto con el Asia Pacífico a la que pertenecemos todos los Estados latinoamericanos ribereños del Pacífico»20.

El Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano y el nuevo contexto regional

La creación del Foro del Arco del Pacífico no puede evaluarse de forma adecuada sin considerar el cambiante escenario político –regional y global– de la primera década del nuevo milenio. Por un lado, el ascenso al poder de nuevos gobiernos de izquierda, duramente críticos del modelo de regionalismo abierto y de las iniciativas de integración del tipo TLCAN, ha modificado el escenario integracionista, dando origen a iniciativas de integración posneoliberal21. El Foro es una instancia creada por aquellos gobiernos que aún se mantienen apegados al enfoque de integración abierta. Por otro lado, la creación del Foro expresa la creciente importancia de los países de Asia y del Pacífico como potencial comercial de los Estados de la región, algo que se ha profundizado por la creciente presencia de China como actor económico en América Latina.

Así, el Foro tendría una triple función. En primer lugar, actuaría como un bastión para defender las políticas económicas neoliberales aplicadas desde fines de los 80. En segundo lugar, sería una respuesta al «eje ALBA» y sus propuestas de crear un «eje antisistémico», no capitalista y antiimperialista. Finalmente, constituiría una instancia para tratar de institucionalizar un espacio regional a partir del cual negociar con los países del Asia Pacífico, en particular con China. A continuación se analizan estos tres objetivos.

El Foro es ciertamente el último bastión de defensa del modelo de regionalismo abierto en América Latina. Sea por el azar o por razones geográficas, la mayor parte de los países con litoral pacífico se han mantenido al margen de la oleada antineoliberal iniciada desde el ascenso al poder de Hugo Chávez en 1999. Las tendencias revisionistas o antisistémicas no han logrado imponerse en estos países, muy a pesar de las reñidas elecciones en Perú y México en 2006. Ahora bien, a pesar de coincidir en la defensa de una política económica basada en el mercado y un modelo de integración abierta, existe muy poca articulación entre estos países. México había intentado coordinar sus acciones con América Central a través del Proceso de Tuxtla. Sin embargo, sus vínculos con Chile, Colombia y Perú eran escasos. El punto de unión más destacado es que todos han suscrito un TLC con EEUU, pero esto era utilizado por el «eje ALBA» como un argumento para mostrar que los países aún comprometidos con la apertura estaban simplemente subordinados a los intereses estadounidenses y habían abandonado su vocación latinoamericana.

Al establecer el Foro, los países del «eje regionalismo abierto-TLC» han creado un espacio exclusivamente latinoamericano para defender su modelo económico de apertura. Como se analizó en la sección anterior, el Foro es un proceso con un fuerte sesgo comercial, con una lógica de operación inicial bastante similar a la del ALCA, pues se inicia con un diagnóstico de las normas sobre comercio e inversión. Su agenda es también muy similar a la negociada en el ALCA y los TLC, y su meta es la convergencia de los acuerdos de libre comercio ya existentes. Aunque en alguna de las declaraciones finales de las reuniones del Foro se hace mención al tema de la cohesión social, no se promueve una agenda social o productiva, como por ejemplo se viene impulsando en el Mercosur. Y obviamente las ideas de un nuevo modelo de integración «no comercial» planteadas por el «eje antisistémico» del ALBA no tienen ninguna recepción en el Foro.

Este último aspecto es relevante: la creación del Foro es una clara respuesta al ALBA, que había ido adquiriendo una mayor influencia regional desde 2004, cuando apenas incluía a Venezuela y Cuba. Actualmente tiene ocho miembros y ha logrado articular posiciones comunes en temas como el golpe de Estado en Honduras, el establecimiento de nuevas bases militares estadounidenses en Colombia o el medio ambiente, durante la Cumbre de Copenhague. Además, desde el ALBA se viene realizando una crítica mordaz al modelo de integración abierta y centrada en el comercio, proponiendo como alternativa un tipo de integración «no capitalista» y «no comercial», basada en la solidaridad, complementariedad y cooperación y con un fuerte sesgo antiimperialista.

La Iniciativa del Arco del Pacífico es todo lo contrario, tal como ha señalado Alan García, al comparar el proyecto con el ALBA:El mesianismo internacional no es un elemento de la política peruana. No pretendemos ningún liderazgo ni exportación de ideas, sino simplemente tener criterios comunes con los países de América Latina que pertenecen al APEC, con los países que tienen Tratados de Libre Comercio (TLC) o están en vías de tenerlo con Estados Unidos y con los países que confían que la inversión y el comercio son instrumentos esenciales para derrotar a la pobreza.22

Finalmente, la Iniciativa del Arco del Pacífico es un intento de coordinar una posición regional frente al dinámico grupo de economías de la Cuenca del Pacífico, cuya influencia en América Latina es cada vez mayor. Ciertamente, EEUU y la UE son aún los principales socios comerciales de la mayor parte de los países que integran el Arco del Pacífico. Sin embargo, la región de Asia Pacífico gana cada vez más importancia como destino de las exportaciones de varios países. Chile, por ejemplo, envía 34% de sus exportaciones a esta región, Perú 22% y Costa Rica 12%23. América Latina es aún un socio poco importante para los países de Asia Pacífico24 : según la Cepal, entre 2006 y 2008, en promedio, solo 3,7% de las exportaciones de Asia Pacífico se dirigió al Arco del Pacífico Latinoamericano, mientras que las importaciones desde ese origen representaron 2,1% del total. Sin embargo, es previsible que el crecimiento de China incremente el volumen y la calidad del intercambio comercial entre ambas regiones.

Debido a esta realidad, uno de los objetivos de la Iniciativa del Arco del Pacífico es la coordinación de posiciones comunes en materia comercial. En sus inicios, la propuesta de Alan García era crear una suerte de bloque interno dentro del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), al cual también se invitó a Canadá. Es preciso recordar que Chile y México son miembros del APEC. Incluso, Perú se convirtió en un entusiasta impulsor del ingreso de Colombia en el APEC, lo cual no será considerado sino hasta después de 2010, cuando venza la moratoria que se ha establecido en este grupo para admitir a nuevos miembros. Sin embargo, la estrategia pronto se modificó, y el nuevo proyecto se convirtió en un espacio inclusivo de todos los países latinoamericanos con costas sobre el Pacífico, fuesen o no miembros del APEC.

Conclusiones

Nacida apenas como un intento de articular posiciones comunes de los países ribereños al Pacífico, la Iniciativa del Arco del Pacífico reivindica el modelo de integración abierta que países como Chile, Perú, Colombia y México aún continúan aplicando, lo que la convierte en el único bastión «aperturista» en el marco del complejo escenario integracionista latinoamericano, caracterizado por una crítica (como en el caso del Mercosur y la Unasur) o un claro rechazo (como en el caso del ALBA) a la lógica comercial que dominó la región en las décadas pasadas.

Aunque su enfoque «comercialista» no sea novedoso, sí lo es, en cambio, la idea de constituir la primera iniciativa dirigida a articular posiciones comunes frente a los países de Asia y el Pacífico. Asimismo, se destaca también como un espacio exclusivamente latinoamericano de aquellos países que han suscrito TLC con EEUU y la UE, lo que permite que sus miembros se presenten como favorables a una apertura global pero sin abandonar su compromiso con la región, neutralizando así las críticas provenientes del «eje antisistémico» del ALBA.

Ahora bien, esta nueva iniciativa puede contribuir a profundizar la fragmentación de la integración en América Latina, pues las diferencias de enfoque con los otros procesos son profundas. Probablemente, las relaciones con el «eje del Mercosur» sean menos traumáticas ya que es posible que exista comprensión, en los países que forman parte de la Iniciativa del Arco Pacífico, de que esta difícilmente pueda actuar como vocero de América Latina frente al Asia y el Pacífico sin la presencia de Brasil y de Argentina. Por ello, Brasil fue un invitado especial en la Reunión Ministerial de Lima en 2007. Por otro lado, también existen diferencias entre los miembros de la Iniciativa: Chile y Perú han tenido tensas relaciones desde 2007 debido a la delimitación de las fronteras marítimas. Nicaragua y Ecuador, que han participado en las reuniones ministeriales, son también parte del ALBA, lo que plantea interrogantes sobre la coherencia de su política de integración.Por otro lado, existe también un problema de liderazgo. El principal promotor ha sido Alan García, en un intento de influir en el escenario de la integración regional ante la debilidad de la CAN y la creciente influencia de los ejes «antisistémico», liderado por la Venezuela de Chávez, y «revisionista», encabezado por el Brasil de Lula. El problema es que el liderazgo regional de García es débil, e incluso internamente es cada vez más impopular. Chile parecería ser el líder natural de esta nueva iniciativa, debido a su estabilidad económica y política, su ya largo compromiso con una estrategia de apertura y una cada vez más intensa relación con la región Asia Pacífico. Sin embargo, Santiago no muestra interés alguno en ejercer tal liderazgo.

Finalmente, a pesar de la fuerte retórica, en realidad los niveles de interdependencia comercial entre los países del grupo son muy bajos en algunos casos. Por ejemplo, el intercambio comercial entre México y los países centroamericanos y sus contrapartes de la región andina es muy reducido. Esto supone un potencial para incrementar el comercio, pero al mismo tiempo puede significar complejas negociaciones para liberalizar ciertos sectores económicos que, como la experiencia histórica demuestra, no son fáciles de llevar a la práctica.

A pesar de estas dificultades, no se puede desconocer que la Iniciativa del Arco del Pacífico Latinoamericano ya está ubicada en el nuevo escenario integracionista de la región como un nuevo ámbito de concertación de aquellos países que aún defienden el modelo de regionalismo abierto.

  • 1. V. al respecto, por ejemplo, Andrés Cisneros y Jorge Campbell: «El Mercosur: regionalismo abierto o ‘Building Block’» en Boletim de Integração Latino-Americana No 19, 7-12/1996.
  • 2. Ver Iris Mabel Laredo y Juan Pablo Angelone: «El neoliberalismo como sustento teórico de la integración en el Mercosur» en I.M. Laredo: Estado, mercado y sociedad. Pautas para su viabilización vol. iii, unr, Rosario, 1996.
  • 3. Sobre la evolución del alba, v. J. Briceño Ruiz: «El alba como iniciativa de integración: ¿es compatible con el Mercosur?» en Revista Densidades No 2, 10/2008, pp. 57-76.
  • 4. Osvaldo Martínez: «alba o alca. El dilema de la integración o la anexión» en Cuadernos América Latina-África No 40-41, primer semestre de 2006, pp. 66-87.
  • 5. Claudio Katz: El rediseño de América Latina. alca, Mercosur y alba, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2006, p. 65.
  • 6. Este acuerdo se firmó finalmente en mayo de 2010, durante la Cumbre entre la ue y América Latina realizada en Madrid.
  • 7. Alfredo Ferrero, citado en Farid Kahhat: «La política exterior de Perú en el nuevo siglo» en Luis Pásara (ed.): Perú en el siglo xxi, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2008, p. 289.
  • 8. F. Kahhat: ob. cit., p. 291.
  • 9. Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador José Antonio García Belaunde, durante la Ceremonia de Bienvenida y Juramentación del nuevo Viceministro Secretario General, Lima 31 de julio de 2006, http://www.rree.gob.pe/portal/boletinInf.nsf/mrealdia/368814DA277E32E3052571BD0004D0FC?OpenDocument, fecha de consulta: 6/6/2010.
  • 10. «México impulsa la creación del ‘Bloque del Pacífico Latinoamericano’» en El Universo, 17/8/2006, www.universo.com/2006/08/17/0001/9/1A41B2739D404F35895080C230967D20.htm, fecha de consulta: 6/6/2010.
  • 11. «Rumbo al Bloque del Pacífico Latinoamericano» en adnmundo.com, 18/8/2006, www.adnmundo.com/contenidos/i_regional/pacifico_latinoanericano_apec_derbez_chile-comunidad-andi.html, fecha de consulta: 6/6/2010.
  • 12. Rodrigo Botero Montoya: «Libre comercio en el litoral Pacífico de América Latina» en adnmundo.com, 7/11/2006, http://www.adnmundo.com/contenidos/i_regional/litoral_pacifico_ir_06_11_07.html, fecha de consulta: 6/6/2010.
  • 13. Foro sobre la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano: Declaración de Santiago de Cali, 29 y 30 de enero de 2007.
  • 14. Ibíd.
  • 15. Ibíd.
  • 16. v Reunión Ministerial del Foro del Arco Pacífico Latinoamericano: Declaración de Puerto Vallarta, 23 y 24 de noviembre de 2009.
  • 17. Foro sobre la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano: Declaración de Lima, 20 y 21 de agosto de 2007.
  • 18. V. al respecto el punto 1 de la Declaración de la Reunión Ministerial de Cancún y los puntos 1 y 2 de la Declaración de la Reunión Ministerial de Santiago.
  • 19. Ver Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano: iv Reunión Ministerial, Declaración de Santiago.
  • 20. Declaración de los Jefes de Estado de los Países Miembros del Foro del Arco del Pacífico Latinoamericano, San Salvador, 30 de octubre de 2008.
  • 21. El tema de la integración posneoliberal ha sido analizado en José Antonio Sanahuja: «La construcción de una región: Suramérica y el regionalismo posliberal» en Manuel Cienfuegos y J.A. Sanahuja (eds.): Una región en construcción. Unasur y la integración en América del Sur, Cidob, Barcelona, 2010, pp. 87-132.
  • 22. Diana Seminario Marón: «La democracia en lo económico y en lo político sí es eficaz», entrevista a Alan García Pérez en El Comercio, 10/9/2007, http://elcomercio.pe/edicionimpresa/Html/2007-09-10/imectemadia0782623.html, fecha de consulta: 7/6/2010.
  • 23. Cepal: El Arco del Pacífico Latinoamericano después de la crisis. Desafíos y propuestas, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2009, p. 67, disponible en www.eclac.org/comercio/publicaciones/xml/9/37939/Arco_del_Pacifico_Latinoamericano.pdf.
  • 24. Cepal: ob.cit., p. 69.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 228, Julio - Agosto 2010, ISSN: 0251-3552


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