¿Es Capitalista la URSS?
Nueva Sociedad 80 / Noviembre - Diciembre 1985
En nuestro tiempo de crisis, sin duda alguna que se requiere de una autocrítica en torno a lo que se considera la izquierda a escala mundial, es decir, el movimiento sindical y los movimientos socialistas en el Occidente (los partidos comunistas y socialistas y diversos movimientos sociales) y los radicales movimientos de liberación nacional en el Tercer Mundo. Una evaluación de un siglo y medio de luchas por el socialismo, exige esta autocrítica. Durante el último siglo, el movimiento obrero, quien en ese entonces estaba limitado a la Europa capitalista, produjo una concepción del futuro socialista y de sus formas organizativas que parecía adecuada. La Primera Guerra Mundial anunció las estrategias reformistas producidas por este movimiento, al igual que lo hizo el fracaso de las revoluciones en la Europa central, luego de que la guerra refutara la alternativa revolucionaria. Desde entonces, en el Occidente ha existido una creciente polarización entre un reformismo que ha descartado de manera cada vez más abierta la perspectiva del proyecto socialista y los partidos de la Tercera Internacional, los cuales han sido reducidos a la impotencia. No obstante, el triunfo de la revolución rusa pareció inaugurar una nueva perspectiva, vale decir, la de la transición al socialismo comenzando por los "eslabones débiles" del sistema, lo cual quiere decir por la periferia atrasada. El leninismo, con sus tesis sobre el imperialismo, elaboró una teoría sobre esta perspectiva y, dentro de la tradición marxista produjo nuevas estrategias y formas organizativas. Estas últimas parecieron sumamente efectivas, ya que la segunda gran revolución, la china, las aplicó. Las grandes limitaciones del "socialismo existente" en la Unión Soviética, que salieron a la luz después de la muerte de Stalin, no resultaron tan embarazosas ya que el maoismo enjuició el "revisionismo soviético" y propuso fortalecer la línea leninista en la construcción del socialismo. Además, el surgimiento al mismo tiempo de las luchas de liberación nacional en Asia, Africa y aun en América Latina confirmaron la concepción leninista de la transición a nivel mundial. Esto último sería seguido por la radicalización de estas luchas para romper nuevos eslabones del sistema capitalista. Vietnam y Cuba evidenciarían esta posibilidad.