Opinión
abril 2023

La canción de justicia de Harry Belafonte

El célebre músico Harry Belafonte no fue solo el «el Rey del calipso». Además de promover ese estilo musical, Belafonte cantó siempre una canción de justicia que lo llevó a militar en el movimiento por los derechos civiles junto a Martin Luther King. La suya fue una voz contestataria y progresista que mostró las dinámicas de la pobreza y la segregación racial en Estados Unidos.

<p>La canción de justicia de Harry Belafonte</p>

En mayo de 1963, mientras las manifestaciones por los derechos civiles sacudían la ciudad de Birmingham, Alabama, Harry Belafonte estaba en un cóctel en Manhattan reprendiendo al entonces fiscal general de Estados Unidos. «Puedes pensar que estás haciendo lo suficiente», recordó haberle dicho a Robert F. Kennedy, «pero no vives con nosotros, ni siquiera visitas nuestro dolor». Belafonte tuvo muchas conversaciones francas y acaloradas con Kennedy. De hecho, el cantante, actor y activista tenía una relación íntima con muchas figuras fundamentales de la era de los derechos civiles.

Fue confidente y asesor de Martin Luther King Jr. y aliado de Ahmed Sékou Touré, el presidente de Guinea. Financió a los activistas de base del Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC, por sus siglas en inglés) mientras luchaba contra las leyes segregacionistas Jim Crow, y llevó a una delegación de estrellas de Hollywood a la célebre Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad de 1963. Junto con su mejor amigo y a veces rival, el actor Sidney Poitier, Belafonte entregó fondos a voluntarios de derechos civiles en Greenwood, Misisipi, mientras el Ku Klux Klan observaba cada uno de sus movimientos.

Belafonte, que murió el 25 de abril de 2023 a los 96 años, fue una figura única en la historia de la lucha por la libertad de los negros en Estados Unidos. Ningún otro artista se sumergió tan profundamente en el Movimiento por los Derechos Civiles; ningún otro activista ocupó un nicho en tantos niveles de la política estadounidense. Si fue una poderosa voz a favor de la justicia, fue porque aprovechó su celebridad.

Una carrera extraordinaria

En el escenario, Belafonte era alguien digno de contemplar, un faro de carisma. Vestido con camisas entalladas y el pecho desnudo, atraía las miradas del público hacia los anillos de metal del cinturón que apretaba sus ajustados pantalones de seda. Belafonte rebosaba seducción. Las mujeres se desmayaban.

Y tuvo un éxito arrollador. En 1957, Belafonte vendió más discos que Frank Sinatra y Elvis Presley. Su repertorio no se parecía ni al pop clásico de Sinatra ni al rock and roll emergente de Presley.

Hijo de inmigrantes antillanos/caribeños, Belafonte inspiró una efímera moda de la música calipso gracias a éxitos como Day O y Jamaica Farewell, y adaptó la música folclórica y étnica para el consumo popular: entre sus pilares figuraba Hava Nagila, la canción de celebración judía.

También protagonizó películas de Hollywood como Bright Road (1953) y Carmen Jones (1954). Island in the Sun, estrenada en 1957, causó furor. Aunque en la película Belafonte nunca besó a Joan Fontaine, su coprotagonista blanca, la película explora el tema del romance interracial. Los censores sureños la prohibieron.

Belafonte bailaba alrededor de los tabúes de la raza y el sexo. Este negro excepcionalmente guapo seducía sobre todo al público blanco, aunque el color claro de su piel y sus rasgos faciales suavizaban esa amenaza. Como intérprete, rozaba los límites raciales sin traspasarlos.

«Harry Belafonte se encuentra en la cima de una de las carreras más notables del mundo del espectáculo estadounidense», proclamaba la revista Time en una portada de 1959. Había recorrido un largo camino desde una infancia dividida entre Harlem y Jamaica, desde su paso por la Marina y sus inicios actorales. Para entonces ganaba unos 750.000 dólares al año, con una lucrativa residencia en el Hotel Riviera de Las Vegas.


Activismo por los derechos civiles

Ese estrellato conectó a Belafonte con Martin Luther King Jr. El líder de los derechos civiles lo llamó en 1956 durante el boicot a los autobuses de Montgomery. Pronto Belafonte fue parte del movimiento. Siguiendo a King, abrazó la no violencia. A medida que su amistad se fortalecía, Belafonte se dio cuenta de las cruces que cargaba King: el peso del liderazgo, el miedo a la muerte.

Belafonte compró un departamento de 21 habitaciones en West End Avenue en Manhattan. «Martin llegaría a pensar en él como su hogar lejos de su casa, quedándose con nosotros en muchos de sus viajes a Nueva York», recordó en su libro de memorias My Song. «A veces traía a dos o tres de sus asesores más cercanos y, a mediados de los años 60, el departamento era una de las sedes del movimiento». Era un lugar tanto para planificar la estrategia del movimiento como para desahogarse, para reír y para beber el Bristol Cream de Harveys.

Irónicamente, pese a ser una figura pública, gran parte de su trabajo por los derechos civiles se produjo en privado. En la década de 1960 sirvió de enlace esencial entre King y el SNCC. No solo financió a los jóvenes activistas, sino que también escuchó sus preocupaciones, respetó sus esfuerzos organizativos y comunicó sus puntos de vista a influyentes agentes de poder.

Esa responsabilidad de hablar en nombre del movimiento llevó a Belafonte a reprender a Bobby Kennedy en mayo de 1963. Durante los primeros años de la década de 1960 expresó su frustración por el distanciamiento del fiscal general de la lucha de los activistas. Pero con el tiempo llegó a apreciar la evolución de Kennedy, cuando este se convirtió en senador y emergió como voz de los pobres, de las minorías raciales, de «los otros Estados Unidos».

En febrero de 1968, Belafonte fue anfitrión de The Tonight Show durante una semana y utilizó su plataforma para dar a conocer las perspectivas de los negros y poner de relieve la injusticia social. Entre sus invitados figuraban King, que estaba a punto de lanzar su Campaña de los Pobres, y Kennedy, a quien Belafonte instó a iniciar una campaña presidencial. En pocos meses, ambos fueron asesinados.

Durante más de medio siglo, Belafonte continuó el legado de los 60, adoptando a menudo posturas provocadoras desde el margen izquierdo del espectro político. Como pocos, mezcló los mundos de la cultura y la política, entonando una canción de justicia.


Traducción: Mariano Schuster

Nota: la versión original de este artículo se publicó en inglés, en The Conversation, el 26/4/2023, con el título «Harry Belafonte Leveraged Stardom for Social Change, His Powerful Voice Always Singing a Song for Justice». Puede verse la versión original aquí.





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