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NUSO Nº Julio - Agosto 2024

La insurgencia antiliberal de Orbán y los «valores europeos»

El futuro de la Unión Europea se escribe también en Budapest, donde Viktor Orbán desarrolla una estrategia antiliberal con el objetivo de transformar la Unión desde dentro. Los sectores progresistas a menudo denuncian que ello representa una afrenta a los «valores europeos», pero estos valores no son evidentes, y el propio mandatario húngaro pretende representarlos, de manera no poco oportunista, desde posiciones nacional-conservadoras, aliado a los populistas radicales. 

<p>La insurgencia antiliberal de Orbán y los «valores europeos»</p>

¿Viktor Orbán realmente marchará hacia Bruselas y, como afirma, «ocupará» el corazón de la Unión Europea? El niño terrible de la ue ha chocado con el bloque durante años, pero no es Nigel Farage. No quiere abandonar el barco; desea comandar la nave maltrecha y corregir el rumbo. «Nuestro plan no es abandonar Bruselas [la ue], sino hacernos cargo de ella», declaró Orbán ante medios húngaros en diciembre de 20231. El crecimiento de la derecha populista en Europa –incluidas Francia, Italia y Alemania– podría ayudar a los planes del mandatario húngaro.

Pero no es solo una cuestión de poder; en este conflicto hay en juego algo más ideológico, incluso filosófico. Muchos de los detractores liberales de Orbán lo caracterizan como una amenaza para los «valores europeos» fundamentales, pero hay una extraña falta de claridad acerca de cuáles son realmente esos «valores». Podemos suponer que quienes blanden la idea de los «valores europeos» se refieren a la «religión del progreso universal»: democracia liberal, mercados libres y, en los últimos años, políticas de identidad neoliberales. También hay un indicio de evangelismo secular en el término; estos «valores europeos» pueden asemejarse a un imperialismo con rostro humano.

Orbán, sin embargo, también se ve a sí mismo como el campeón de los valores europeos, y a sus críticos, como quienes los hacen peligrar. Por lo tanto, en esta insurgencia continental están en juego el mismísimo significado y la dirección de los principios fundamentales de la ue, así como las alternativas igualmente opacas que ofrece Orbán.

En el plano retórico, el concepto de Orbán de una «Europa de naciones», con valores arraigados en la tradición cristiana, claramente no cuadra con la visión liberal progresista de una Europa secular basada en los derechos humanos y la igualdad. Pero incluso las patologías que los oponentes de Orbán le atribuyen con razón (nacionalismo, clientelismo, autoritarismo) son, en última instancia, tan europeas como Eurovisión. De hecho, que los «valores de la ue» sean vulnerables a este tipo de ataques revela una cierta vacuidad en el corazón del proyecto europeo. En otras palabras, es un barco vacío listo para ser abordado, y ya ha comenzado una sigilosa toma del control.

En 2022, la cadena de televisión europea Euronews fue adquirida por un oscuro fondo de inversión portugués cercano al gobierno de Orbán2. El fondo soberano húngaro Széchenyi Funds, que es una entidad pública, también invirtió 45 millones de euros en la compra, y una empresa de comunicaciones propiedad de un colaborador cercano a Orbán aportó 12,5 millones de euros más. La motivación no era difícil de deducir: según documentos internos de Széchenyi Funds obtenidos por periodistas, Euronews, que fue descrita como «la séptima marca más influyente en la política de la ue», había sido adquirida «para mitigar el sesgo de izquierda en el periodismo». Es una estrategia para gestionar medios que Orbán ya ha perfeccionado en casa: cálculos recientes sugieren que el mandatario y sus asociados del partido Fidesz ahora poseen o controlan hasta 90% de los medios húngaros3.Como parte del cambio de imagen de Euronews, la cadena trasladó recientemente su sede de Lyon al corazón de Bruselas. Allí, al menos en términos de poder blando, está en muy buena compañía. En 2021, el gobierno húngaro compró una enorme mansión del siglo xviii en la misma calle de Bruselas que los funcionarios ya llaman «Casa de Hungría»4. Otras iniciativas del gobierno húngaro incluyen el Mathias Corvinus Collegium (a menudo denominado mcc), un think tank que abrió una nueva sucursal en Bruselas en 2022 y que promueve valores conservadores y debates sobre asuntos de la ue conforme al pensamiento orbanista. Finalmente, el gobierno húngaro también aporta fondos para The European Conservative, una publicación en inglés donde se difunden noticias europeas desde una óptica conservadora. En conjunto, la proliferación de estas instituciones respaldadas por Orbán resalta la escala y la seriedad de su ambición en Bruselas.

En opinión de Orbán, el conflicto en Europa está definido por dos bandos en pugna: su propia cohorte, los soberanistas (o nacionalistas), y sus oponentes, los federalistas. Los federalistas quieren crear unos «Estados Unidos de Europa» centralizados, socavando el Estado-nación y reduciendo sus poderes. Mientras tanto, los soberanistas como Orbán creen que la ue debería reducirse para ser un organismo flexible, mayoritariamente cultural, que una a los Estados nacionales europeos en su cristianismo compartido. Por su parte, los federalistas ven a los soberanistas como reaccionarios nacionalistas «del suelo y la sangre», primos ideológicos de los fascistas responsables de los peores horrores del siglo xx.

Pero si bien la división entre los dos bandos se ha vuelto más amplia y más enconada en los últimos años, Orbán cree que la tensión entre soberanistas y federalistas fue alguna vez esencial para el funcionamiento de la ue. En el pasado, explicó recientemente, se pensaba que «si [los] soberanistas derrotaban a los federalistas, entonces la fuerza cohesiva cesaría, pero si los federalistas eliminaban a los soberanistas, entonces lo que seguía únicamente podía ser la creación de otro imperio opresivo». Sin embargo, dice Orbán, este equilibrio constructivo se degradó a medida que los federalistas comenzaron a cambiar. En su opinión, los federalistas de antaño eran «universalistas católicos»; no pedían la abolición de los Estados nacionales, sino más bien su protección dentro de algo así como una cristiandad unida, un Occidente o una Res publica christiana5. Lo que ha cambiado es que esos federalistas han mutado en «liberales progresistas (…) [que] se han vuelto como los comunistas y ahora son una amenaza real para nuestra libertad». Hay cierta ironía en la fusión que hace Orbán de los «valores europeos» liberales progresistas con el comunismo. Como han escrito el historiador Samuel Moyn y otros, estos valores fueron a menudo defendidos por los políticos e instituciones de la Europa de posguerra en un esfuerzo por «combatir el socialismo doméstico»6.

Hungría ha disentido con los eurócratas federalistas desde que Fidesz llegó al poder en 2010. Antes de eso, la elite tecnocrática de los gobernantes socialdemócratas se llevaba generalmente bien con los tecnócratas de Bruselas. La ue tuvo un rol destacado en la ayuda a Hungría para evitar la quiebra en 2008; junto con el Fondo Monetario Internacional (fmi) y el Banco Mundial, preparó un paquete de rescate de 25.000 millones de euros para el país. Se tomaron rigurosas medidas de austeridad y los socialistas reemplazaron su plan de lucha contra la pobreza por un programa de trabajo para desempleados, lo que supuso un enorme esfuerzo para los húngaros que ya estaban en dificultades. Fidesz aprovechó el consecuente descontento.

El partido hizo campaña con una plataforma opuesta a la globalización, a las instituciones supranacionales y al concepto de una «unión cada vez más estrecha». Las líneas de combate se perfeccionaron en la época del Brexit. Los británicos, dijo Orbán en marzo, «siempre pensaron en términos de Estados nacionales», y con la salida del Reino Unido, los países de Europa central quedaron como baluartes en la defensa de la posición soberanista7. Pero casi al mismo tiempo, hubo otra cosa que provocó también importantes fisuras entre el llamado Grupo de Visegrado o v4 (Hungría, República Checa, Eslovaquia y Polonia) y gran parte del resto de la ue: la crisis migratoria de 2015. Ese año, la famosa valla fronteriza de Hungría se convirtió en un lugar de disputa por el significado de los «valores europeos». Para los liberales progresistas del bando federalista de Bruselas, era un símbolo de brutalidad y violencia, una renuncia a esos «valores fundamentales» europeos esenciales. Para Orbán y otros del bando del v4, era una expresión de la soberanía de Hungría y del concepto orbanista de «valores europeos», una fortaleza que protegía a la civilización cristiana de las hordas musulmanas. Para aclarar el tema, Orbán invocó durante la crisis la invasión otomana y afirmó que «si la cuestión es la convivencia con comunidades musulmanas (...), pues bien, tuvimos la posibilidad de experimentar eso durante 150 años»8.

Este desacuerdo fundamental sobre el significado y el sostenimiento de los «valores europeos» es parte de lo que Orbán buscó explotar en el marco de las recientes elecciones al Parlamento Europeo. Fidesz abandonó el Partido Popular Europeo (ppe), de centroderecha, en 2021, después de haber enfrentado la expulsión por las crecientes deficiencias democráticas y las preocupaciones por el Estado de derecho en Hungría, y quedó fuera de los dos grupos políticos nacionalistas de derecha en el Parlamento Europeo. A estos dos grupos los divide un único tema: el apoyo a Ucrania. El grupo Conservadores y Reformistas Europeos (cre), que incluye al partido Ley y Justicia de Polonia y a Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, apoya firmemente que continúe la ayuda militar a Kiev. En cambio, el grupo Identidad y Democracia (id), que aúna a Alternativa para Alemania (AFD, por sus siglas en alemán) y a Reagrupamiento Nacional (rn) de Marine Le Pen, critica la idea de armar a Ucrania y quiere mantener relaciones amistosas con Rusia, una posición que comparte Orbán. Ciertas encuestas sugieren que ambos agrupamientos de derecha están listos para acumular más poder en las elecciones al Parlamento Europeo.

Algunos han especulado con que, a pesar de sus diferencias sobre Ucrania, cre e id podrían fusionarse en un único bloque populista de derecha. A mediados de abril, Orbán celebró una conferencia de prensa conjunta con el ex-primer ministro polaco y líder de Ley y Justicia, Mateusz Morawiecki, y con el ex-director de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), Fabrice Leggeri, candidato de rn de Francia. A la reunión, organizada por cre, asistieron numerosos miembros de id, incluidos diputados de AFD, de Alemania, y del partido nacionalista flamenco Vlaams Belang9. Sobre el potencial para profundizar la cooperación, Morawiecki declaró a Euractiv: «Les puedo decir que tengo muy buen feeling con mis compañeros de Fidesz; sé que Giorgia Meloni y Viktor Orbán tienen una buena relación»10. Pero la perspectiva de una fusión es muy improbable, ya que hay otros que están mucho menos entusiasmados con la idea de dar la bienvenida a los húngaros en sus filas. Algunos miembros de cre del Partido Democrático Cívico de República Checa (ods, por sus siglas en checo) y de Demócratas de Suecia han puesto reparos a la idea de alinearse con Fidesz, invocando la insistencia de Hungría en mantener vínculos de amistad con Rusia. El eurodiputado checo Alexandr Vondra dejó claro este punto en una entrevista a comienzos del presente mes: «Si alguien simplemente repite como un loro la propaganda de Putin, no tiene por qué estar aquí [en cre]. Se lo he dicho a Fidesz y es por este motivo que no se puede negociar ahora con ellos»11. Finalmente, en julio pasado, Orbán lanzó el grupo Patriotas por Europa, que con la incorporación de rn de Francia y Vox de España, entre otros, se transformó en la tercera fuerza del Parlamento Europeo en el marco de la implosión del bloque id.

Y hay más contradicciones dentro de este bloque de la derecha emergente. Si bien es posible que muchos en Bruselas lo hayan olvidado, antes de que Rusia invadiera masivamente Ucrania en febrero de 2022, fue Hungría la que presionó con más fuerza para que la ampliación de la Unión incluyera a su «vecindario» oriental12. Budapest ha insistido durante mucho tiempo en que la ue acelere la membresía tanto de Serbia como de Bosnia y Herzegovina. Este entusiasmo se basa, en parte, en la relación personal de Orbán con el presidente serbio, Aleksandar Vučić, y con el presidente del territorio de la República Srpska de Bosnia, Milorad Dodik. A comienzos de abril, Orbán fue incluso distinguido con la Orden de la República Srpska y se refirió a Dodik como «mi amigo Milorad» durante su discurso de aceptación13. Mientras tanto, en el Reino Unido y Estados Unidos, Dodik ha sido sancionado por impulsar la secesión de la República Srpska, de mayoría serbia, lo que de concretarse desencadenaría, muy probablemente, una nueva guerra en Bosnia.

Al recibir la distinción en Banja Luka, Orbán también habló de la necesidad de ampliar la ue: «Sin los serbios, no hay seguridad europea. Sin los serbios no hay una ue saludable (...) Y, por supuesto (...) hay muchas cosas malas en la ue: lucho allí todos los días. Sin embargo, hoy no existe un marco mejor que la ue para que nuestras naciones se fortalezcan». En un primer momento, esta retórica a favor de la ampliación puede parecer desconcertante, pero si se la analiza más de cerca, es totalmente coherente: Orbán desea un bloque más grande pero más fortificado. Ampliar la membresía a otros cristianos soberanistas también tiene el potencial de obstaculizar los propósitos centralizadores de los federalistas. Como explicó en 2016 Bulcsú Hunyadi, analista senior del Political Capital Institute con sede en Budapest: «Cuanto más se agranda la ue, menos integrada se vuelve».

Orbán siempre ha presentado su euroescepticismo como parte de un plan más amplio para rehacer el tejido social de la propia Hungría. Pero esa retórica suele ocultar el hecho de que sus grandes visiones no se condicen con su magro historial nacional. En sus comienzos había algo promisorio. Orbán llegó al poder repudiando la ortodoxia neoliberal y el «paquete de rescate» dictado por el fmi, el Banco Mundial y la ue, y sus políticas económicas intervencionistas tuvieron cierto éxito inicial. Sin embargo, con el tiempo ha quedado claro que este modelo ha sido poco más que «neoliberalismo en un solo país». Como escribió el sociólogo húngaro András Bozóki:

Orbán atacó hábilmente a los bancos (la mayoría de ellos en manos extranjeras), a las corporaciones multinacionales, a los medios de comunicación extranjeros y a los funcionarios de la ue basándose en [su propia preferencia por] el nacionalismo económico y la independencia soberana, pero también combinó esto con una política interna business-friendly, como la introducción de un impuesto fijo [flat tax], la reducción de derechos laborales y ataques a las personas sin techo, a los desempleados y a los sindicatos.14

En diciembre de 2018, por ejemplo, el gobierno de Orbán adoptó la denominada «ley de la esclavitud», que permite a los empleadores exigir 400 horas extras al año, un aumento dramático con respecto a las 250 horas permitidas antes15. La ley también permite a los empleadores retrasar los pagos de las horas extras hasta por tres años.

Mientras tanto, Orbán ha transformado el Estado en un vehículo para sus propios intereses, y las contrataciones públicas financiadas por la ue han creado una nueva clase de oligarcas amigos del poder. Por ejemplo, Lőrinc Mészáros, amigo de la infancia de Orbán, que en 2018 se transformó en el hombre más rico de Hungría16. Mészáros había trabajado como instalador de tuberías durante décadas, pero ese año sus empresas ganaron las licitaciones públicas con mayor financiamiento fiscal del país. Estas contrataciones ascendieron al descomunal monto de 826 millones de euros, 93% del cual provino de la ue. Orbán también ha designado aliados para puestos claves del Estado y ha mantenido un control total sobre el ministerio público, lo que asegura que él y sus asociados puedan estar protegidos de cualquier forma de escrutinio.

Y mientras Orbán afirma ser el defensor de la Europa cristiana, la cantidad de personas que se identifican como religiosas en Hungría se desploma: más de 50% del país dice no practicar ninguna religión o se niega a declarar su fe17. La cantidad de personas que admiten practicar una religión ha tocado el piso histórico: un nivel más bajo que durante el periodo socialista, cuando la práctica religiosa era mal vista por el Estado. Orbán mismo, según se dice, no asiste a la iglesia18. También se ha enemistado con importantes líderes religiosos de Hungría, entre ellos quienes alguna vez fueron estrechos socios suyos. El pastor Gabor Ivanyi, el hombre que celebró la boda de Orbán y bautizó a dos de sus hijos, se encuentra ahora entre sus críticos más feroces, enfurecido por la decisión del mandatario húngaro de privar a más de 200 instituciones religiosas del reconocimiento oficial del Estado, lo que deja a muchas iglesias al borde de la bancarrota19. «El cristianismo de Orbán es un cristianismo político», ha dicho el pastor Ivanyi. «No tiene nada que ver con Cristo, con el humanismo o con la Biblia».

A pesar de su retórica nacionalista y conservadora, esto habla de un vacío esencial en el proyecto de Orbán. Al igual que Vladímir Putin, la estrategia cultural de Orbán lo encuentra principalmente luchando contra molinos de viento, convirtiéndose en enemigo de un «wokismo» surgido de las batallas culturales angloestadounidenses, que tienen poca o ninguna resonancia interna; como era de esperar, entre sus blancos hubo drag queens y departamentos de estudios de género. Su fijación con el «antiwokismo» en una Hungría homogénea puede dar la impresión de que prefiere simular que está preocupado por los estudiantes universitarios estadounidenses antes que enfrentar la dura realidad económica de su país, donde la inflación llegó a un pico de más de 25% en 2023 (la más alta de toda la ue) y los precios de los alimentos han acumulado aumentos de más de 45% durante el año20. Sin embargo, más allá de la mera distracción interna, avivar la batalla cultural cumple una función adicional: permite a Orbán posicionarse como una figura destacada de la derecha transnacional, y erigir Budapest como un faro de «antiwokismo»: un discurso que le será útil si su objetivo es unificar a las fuerzas populistas de derecha en toda Europa.

Orbán también se tiene que ocupar de su propia batalla cultural sexual. En febrero, se reveló que la presidenta Katalin Novak había indultado a un hombre encarcelado por encubrir abusos sexuales a menores perpetrados por el director de un orfanato estatal. La presidenta Novak y la entonces ministra de Justicia Judit Varga, dos de las mujeres más destacadas de Fidesz, fueron posteriormente obligadas a dimitir, casi con seguridad por orden de Orbán. Pero pronto surgieron más detalles. Antes de la visita del papa a Budapest en abril de 2023, Novak indultó al ex-subdirector de un hogar infantil que había chantajeado a niños para que retiraran su testimonio contra el director del orfanato, un pedófilo empedernido.

Cuando se hizo pública la historia completa, las calles de Budapest se llenaron de manifestantes. Entonces, el gobierno fue acusado de haber actuado de manera hipócrita: Orbán, el gran defensor de «la familia», se encontró protegiendo un crimen inmoral. El escándalo se hizo más grande con la deserción de Peter Magyar, ex-marido de Varga y ex-miembro de Fidesz, quien en marzo publicó una grabación de Varga que detallaba hasta qué punto los miembros del círculo íntimo de la elite de Orbán habían interferido en la acción judicial por un caso de corrupción. Desde entonces, Magyar se presenta como la nueva cara de la oposición. Y así lo demostró en las últimas elecciones europeas, cuando dio la sorpresa al obtener casi 30% y opacar, con su segundo lugar, la victoria de Orbán21.

No obstante ello, la autoridad de Orbán, si bien ha quedado un poco mellada, sigue intacta. Su credibilidad se ha visto afectada, pero sobrevivirá, aunque aún está por verse si el tesón que demuestra dentro de sus fronteras nacionales podrá traducirse en una ola antiliberal que engulla a toda Europa. Ha demostrado ser un sobreviviente político y un camaleón, ascendiendo primero como un joven disidente liberal y llegando luego a la cima del poder como un Svengali antiliberal22. Esto ha llevado a algunos de sus críticos húngaros a afirmar que el giro antiliberal de Orbán fue enteramente oportunista y que carece de todo principio o ideología. El periodista Paul Lendvai ha escrito sobre la aplastante derrota del entonces liberal Fidesz en las elecciones de 1994, que transformó al partido en el más pequeño del Parlamento23. Sostiene que fue este el momento en que Fidesz comenzó a virar a la derecha, y Orbán cambió su melena y sus jeans por un aspecto más conservador: «No parecía haber ningún examen de conciencia ideológico profundo, sino solo astutos cálculos sobre lo que necesitaría para ganar el poder». Pronto, sus discursos se llenaron de referencias a la tradición y a la patria. En esto, quizás Orbán no sea tan diferente de la ue, con la que ha estado en desacuerdo durante mucho tiempo: vacuo y políticamente maleable, invocando «valores europeos» supuestamente férreos para enmascarar un núcleo espiritual empobrecido.

Pero nada de esto debe hacer subestimar el alcance de su ambición. En la Conferencia Política de Acción Conservadora (cpac) reunida en Hungría en 2024, Orbán sugirió que un «orden mundial soberanista» podría reemplazar al orden liberal actual, y que podría hacerlo este mismo año, con elecciones cruciales a ambos lados del Atlántico. «Que llegue finalmente la era de los soberanistas», dijo. «¡Make America Great Again [Que Estados Unidos vuelva a ser grande]! ¡Make Europe Great Again! [Que Europa vuelva a ser grande] ¡Vamos, Donald Trump! ¡Vamos los soberanistas europeos!». El mandatario húngaro hizo hincapié en que el orden mundial soberanista no tendría ideología, y podemos suponer que China, con la que Hungría mantiene amistosas relaciones, también estaría incluida en ese orden. Esta competencia posideológica, que los liberales progresistas llaman competencia de autocracias contra democracias, llegó para quedarse.

La pregunta entonces sigue siendo: ¿quién y qué es verdaderamente «europeo», o qué representa mejor los «valores europeos»? Por muy ampliamente adoptados que puedan parecer hoy en día, los valores liberales progresistas son un fenómeno relativamente nuevo y –algunos dirán– un poco engañosos. Como escribió Jean-Paul Sartre en 1961, durante la guerra de independencia de Argelia frente a Francia: «Ustedes, que son tan liberales, tan humanos, que llevan el amor a la cultura hasta la afectación, simulan olvidar que tienen colonias donde se cometen masacres en su nombre». El icono anticolonial Frantz Fanon coincidió ese mismo año, cuando dijo que «es en nombre del Espíritu, es decir, del espíritu de Europa, que Europa justificó sus crímenes y legitimó la esclavitud en la que mantenía a las cuatro quintas partes de la humanidad».

Si los evangelizadores europeos de la «europeización» preguntaran a personas no occidentales quién encarna mejor los «valores europeos» (ellos mismos u Orbán), la respuesta quizás no les gustaría. Por más que asuste a los liberales ilustrados de Bruselas, el nacionalismo excluyente de Orbán es parte integral de la historia europea, y seguramente también será parte de su futuro.


Nota: una primera versión de este artículo, en inglés, se publicó en UnHerd, 18/5/2024, con el título «Inside the Orbán Insurgency: Europe’s Future Is Being Written in Hungary». Traducción: Carlos Díaz Rocca.

  • 1.

    «PM Orbán: Our Plan Is Not to Leave Brussels, But to Take it Over» en About Hungary, 23/12/2023.

  • 2.

    «Orban’s Shadow Looms over Euronews Takeover» en Le Monde, 11/4/2024.

  • 3.

    Henry Ridgwell: «Isolated in Europe, Hungary’s Prime Minister Hopes for Return of Trump» en VOA News, 21/2/2024.

  • 4.

    Suzanne Lynch: «Occupy Brussels! Viktor Orbán’s Plan for Europe» en Politico, 8/4/2024.

  • 5.

    Charles A. Coulombe: «Can the European Union Be Saved?» en The European Conservative, 23/8/2023.

  • 6.

    Wim Weymans: «A Critical History of the Use of ‘European Values’» en Regina Polak y Patrick Rohs (eds.): Values – Politics – Religion: The European Values Study, Springer, Cham, 2023.

  • 7.

    «Speech by Prime Minister Viktor Orbán at the Hunyadi János Award Ceremony» en About Hungary, 20/3/2024.

  • 8.

    Ishaan Tharoor: «Hungary’s Orban Invokes Ottoman Invasion to Justify Keeping Refugees Out» en The Washington Post, 4/9/2015.

  • 9.

    Eddy Max: «‘It Takes Two to Tango’: Polish Ex-pm Refuses to Rule Out a Single Far-Right Group in eu Parliament» en Politico, 16/4/2024.

  • 10.

    Max Griera: «Morawiecki, Orbán Plot Reshuffle in eu Parliament with Le Pen» en Euractiv, 23/4/2024.

  • 11.

    «We Do Not Want Orban in ECR, Says Czech Conservative» en Euractiv, 7/2/2024.

  • 12.

    Lili Bayer: «Viktor Orbán’s Vision of a Bigger, Looser Europe» en Politico, 6/6/2016.

  • 13.

    «Acceptance Speech by Prime Minister Viktor Orbán after Being Awarded the Order of Republika Srpska» en About Hungary, 5/4/2024.

  • 14.

    Cit. en Luke Cooper: «Autocratic Nationalism in Hungary: Viktor Orbán as a Hegemonic Actor» en «Illiberal Democracies» in Europe: An Authoritarian Response to the Crisis of Liberalism, Illiberalism Studies Program, The George Washington University, Washington, DC, 2023.

  • 15.

    «Qué es la polémica ‘ley de la esclavitud’ que ha desatado las mayores protestas en Hungría desde el fin del comunismo» en BBC News, 19/12/2018.

  • 16.

    Katalin Erdélyi: «The Mészáros Empire Won Public Tenders Worth €826 Million Last Year, 93 Percent of Which Came from European Union Funds» en Atlatszo, 28/11/2022.

  • 17.

    Alex Faludy: «Census Records 30% Drop in Hungary’s Catholic Population» en National Reporter Catholic, 25/10/2023.

  • 18.

    Suzanne Schneider: «An Unholy Alliance» en Aeon, 13/10/2022.

  • 19.

    Orla Barry: «This Pastor Officiated Orbán’s Wedding: Now He’s One of His Fiercest Critics» en The World, 2/11/2022.

  • 20.

    Justin Spike: «Inflation Is Pinching Hungary’s Popular Christmas Markets: $23 Sausage Dog, Anyone?» en AP, 12/12/2023.

  • 21.

    Thomas Laffitte: «En Hungría, cómo Péter Magyar le tendió una trampa a Orbán» en El Grand Continent, 15/6/2024.

  • 22.

    Svengali es un personaje de la novela Trilby de George du Maurier (1894). El nombre se utiliza actualmente para referirse a un individuo manipulador y con malas intenciones [n. del e.].

  • 23.

    Bulent Kenes: «Viktor Orbán: Past to Present» en ECPS, 2/8/2020.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad , Julio - Agosto 2024, ISSN: 0251-3552


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