Tema central
NUSO Nº 93 / Enero - Febrero 1988

Madres de Plaza de Mayo. ¿Madres de una nueva práctica política?

Las autoras se han propuesto, en este trabajo, demostrar que el movimiento Madres de Plaza de Mayo es integrador del plano ético y del plano político, al generar una práctica social, sin duda inédita, que lleva a una redefinición teórica de lo político. Ligada a esta redefinición, discuten la irrupción de la esfera privada en el espacio público, expresada en el reclamo de algo tan «personal» como los hijos, en el centro del lugar tradicional de la «política», la Plaza de Mayo. Por último, intentan un acercamiento a las modificaciones del rol sancionado de la madre, producidas por una organización de madres, que socializan sus hijos y se dicen nacidas de ellos.

Madres de Plaza de Mayo. ¿Madres de una nueva práctica política?

Mucho antes de discutir las características del presente trabajo, las autoras hemos asistido, como mujeres y como generación atravesadas en sus espacios más íntimos por la represión militar, al surgimiento de una conciencia nueva de la lucha por la vida. Esa conciencia, creemos, fue despertada y, en cierto modo, reparada, en nosotras y en amplios sectores de nuestro pueblo, por esas incansables luchadoras, a quienes conocemos como Madres de Plaza de Mayo.

Desde su inicio como movimiento son varios los libros y artículos que se han publicado sobre su particular historia, sin embargo, son pocos los trabajos que se han ocupado de ellas desde el punto de vista de las ciencias sociales. En una etapa histórica de nuestro país, en que se hace imprescindible resguardar la memoria de la resistencia a los crímenes más atroces padecidos por nuestro pueblo, el analizar ciertos aspectos de la actividad llevada a cabo por estas mujeres, nos parece una tarea parcial, pero relevante. La profundización de estos aspectos, desde nuevos enfoques, serán aportes necesarios para entender éste y otros movimientos de características similares surgidos en las zonas de mayor conflicto del mundo: El Salvador, Guatemala, Chile, el Líbano.

Éticas y políticas

La actuación de las Madres de Plaza de Mayo ha sido definida de diversos modos según los marcos teóricos puestos en juego. Uno de ellos considera su actuación en un plano exclusivamente ético, apartado de lo político, ya que esta última categoría se la reserva para señalar la lucha por el poder1. Desde otra postura teórica, en cambio, se ha resaltado el carácter político del movimiento, en este caso en forma peyorativa, apuntando a su desprestigio, con argumentaciones tales como que ejerce «otra clase más de terrorismo: el sentimental» (La Nación, 4-1-1985). Nos proponemos, en este trabajo, demostrar que el movimiento Madres de Plaza de Mayo es integrador del plano ético y del plano político, al generar una práctica social, sin duda inédita, que creemos lleva a una redefinición teórica de lo político. Ligada a esta redefinición, nos interesa discutir la irrupción de la esfera privada en el espacio público, expresada en el reclamo de algo tan «personal» como los hijos, en el centro del lugar tradicional de la «política», la Plaza de Mayo. Por último, intentaremos un acercamiento a las modificaciones del rol sancionado de la madre, producidas por una organización de madres, que socializan sus hijos2 y se dicen nacidas de ellos3.
 
Para la demostración de estas hipótesis utilizaremos como punto de partida el discurso de los propios actores, sus propias categorizaciones plasmadas en elementos identificatorios, formas organizativas y consignas. Algunas de estas elaboraciones han sido transformadas por sus autoras como respuesta a los cambios históricos ocurridos en el país. Otras fueron reafirmadas en su vigencia y conforman el núcleo de lo innegociable, el perfil ético que caracteriza al movimiento. Intentaremos un análisis de su praxis a través de la formalización de sus reclamos. A su vez, tomaremos el discurso de los sectores que han detentado el poder público, tanto en el período de la dictadura militar (1976-1983), como en el actual período democrático iniciado a fines de 1983.
 
A fin de facilitar la exposición distinguiremos dos ejes de análisis, uno de ellos seguirá el proceso histórico que hemos dividido en dos períodos globales, signados por hechos puntuales: la primera ronda de las Madres, la asunción del gobierno constitucional, la sentencia de la Cámara Federal en el juicio a los ex-comandantes y las respuestas que se generan en el movimiento. Acompañamos cada período con una consigna en particular, aunque procuraremos no dejar de lado ninguna de las consignas que a lo largo de diez años fueron sostenidas por las Madres4. El otro eje de análisis se relaciona con las modificaciones internas del movimiento.
 
No pretendemos hacer una historia del movimiento MPM, para esto remitimos a la bibliografía específica existente, del mismo modo que hemos seleccionado los aspectos que consideramos significativos para la elaboración de este trabajo.
 
1977-1983: aparición con vida

En el otoño de 1977, pasado ya un año del golpe de Estado de Videla, Massera y Agosti, un grupo de madres a quienes les han sido secuestrados sus hijos decide cerrar la peregrinación individual por dependencias oficiales y manifestar su pedido en la Plaza de Mayo. Es el 30 de abril y son catorce. Desde ese día, se irá tejiendo una trama organizativa y solidaria entre personas que, a no ser por el hecho trágico de la desaparición de sus hijos, hubieran permanecido ajenas a los acontecimientos de la política nacional. La trama que mencionamos comienza con la conformación de grupo y la elaboración colectiva y espontánea de sus elementos identificatorios. Para señalar que están en esa plaza por motivos diferentes a los de sus habituales transeúntes, llevan un pañuelo blanco5, símbolo directo de los hijos que les faltan. Para darle regularidad a su presencia y crear un foco que aglutine a otros familiares han elegido el día jueves6 y las 15:30 como hora de encuentro. Más adelante, cuando las madres que manifiestan llegan al centenar, inician la ronda7 alrededor de la Pirámide de Mayo. Con estos tres elementos pañuelo, jueves, ronda - se hacen visibles a la atención pública. Quienes se acercan interesados en saber qué hacen en ese lugar o aun quienes se acercan para amenazarlas, reciben como respuesta: «Queremos nuestros hijos y los desaparecidos, que digan dónde están». Como primer reclamo, que adoptará la forma de consigna dirigida a las Fuerzas Armadas en el poder, se apoya en el sentimiento desesperado de no saber qué pasa con sus seres queridos, es un grito que se mantiene en el plano de lo afectivo. Sin embargo, para la dictadura los hijos que reclaman estas madres son aquellos «subversivos» a quienes han decidido aniquilar, y la presencia de las mismas en la Plaza de Mayo está sacando a la luz y colocando en el espacio público la trama secreta de la represión. Los militares las empiezan a llamar locas con el fin de desprestigiarlas. Consideramos que este término tiene varias lecturas posibles: por el hecho de estar aplicado a mujeres, adquiere una resonancia de insulto8, en otro sentido, «locas» hace alusión a la fantasía o delirio que las acompaña, lo que dicen es mentira, los desaparecidos no existen, la represión es un mito, una campaña difamatoria urdida en el exterior. En una tercera lectura, el calificativo de «locas» estaría señalando que lo sano, lo adecuado, es la pasividad y el silencio, lo peligroso, lo antisocial, es la disidencia y el compromiso político9.
 
En principio, la dictadura aparece descolocada frente al desafío que supone una manifestación pública en pleno Estado de terror, donde están suspendidas las garantías políticas y los derechos civiles. En este primer momento, el movimiento es subestimado y se le responde con la desinformación, la infamia e, incluso, el entorpecimiento de su presencia en la Plaza de Mayo.
 
Surgidos de aparatos ideológicos del Estado es común escuchar slogans como «por algo será» - que esas personas fueron secuestradas - y «en algo andaban». Estas frases, muchas veces en boca de hombres y mujeres de distintos sectores sociales, son contrarrestadas por las Madres con: »Mi hijo no estaba en nada» y también: »Si es culpable de alguna cosa, que se lo juzgue».
 
Hacia fines de 1977 el movimiento ha crecido considerablemente. Es entonces cuando la dictadura opta por la represión directa y el 10 de diciembre es secuestrada y desaparecida Azucena Villaflor de De Vicenti - una de sus fundadoras - junto a otros familiares de desaparecidos. El golpe es duramente recibido por sus compañeras, no obstante, su trabajo de denuncia no se detiene, se publican solicitadas en los diarios y se continúan las rondas en la Plaza de Mayo.
 
En 1978 se elige a Argentina como sede del Campeonato Mundial de Fútbol. La dictadura utiliza este acontecimiento deportivo como una forma de mejorar su imagen en el exterior, ante las denuncias de los exiliados y la repercusión internacional de MPM. Los medios de comunicación locales, sumisos al poder militar, asocian el espectáculo deportivo con sentimientos nacionalistas10 y difunden, masivamente, una frase dirigida a desbaratar las versiones sobre la represión: «Los argentinos somos derechos y humanos»11. Puede entenderse este período como uno de los más difíciles para la organización MPM, sin noticias de sus hijos, sin su fundadora y con la opinión pública hostil a sus reclamos.
 
Al año siguiente redactan el Acta Fundacional de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. En su estatuto se plantea la abstinencia política partidaria de los miembros de su Comisión Directiva. Esto se relaciona, en primer término, con el contexto histórico que se vivía, caracterizado por la proscripción de los partidos políticos y, en segundo termino, podría haber una intención de las MPM de desvincular su reclamo de un reclamo de tipo político. Ellas subrayan que su lucha es por la vida y, por lo tanto, se la postula desde un plano ético. Las consignas que definen el tono de las exigencias de esos años, hacen hincapié en este aspecto: el derecho a la vida, su inviolabilidad, la esperanza de que los desaparecidos no hayan sido asesinados. Aparición con vida. Con vida los llevaron, con vida los queremos. Los desaparecidos, con vida y libertad.
 
Ante la falta de respuesta y aprovechando el acercamiento de algunos sectores solidarios con la lucha de MPM, en diciembre de 1981 se realiza la primera «Marcha de la Resistencia», que consiste en «resistir» 24 horas dando vueltas a la Pirámide de Mayo como forma de expresar el repudio y la resistencia posible a la dictadura. Esta marcha se ha venido reiterando, al llegar el mes de diciembre, a lo largo de seis años.
 
Podemos advertir algunos cambios a través de la organización de estas marchas. En primer lugar, las convocan varios organismos de derechos humanos12. En segundo termino, se ve desfilar, por primera vez, los rostros de los desaparecidos, en pancartas con sus fotos ampliadas, sus nombres y fechas de secuestro. De esta manera, se corporiza a los desaparecidos frente a la figura fantasmal, sin cuerpo, sin voz, que implica la desaparición forzada. En esta etapa, además de querer saber dónde y cómo están sus hijos, las MPM buscan dar una respuesta al interrogante: ¿Quiénes son?
 
En tanto, la política económica implantada a partir del golpe de Estado ha llegado a su momento de máxima crisis. El movimiento obrero convoca a una jornada por «Paz, pan y trabajo», el 30 de marzo de 1982, que es violentamente reprimida. Dos días después se produce el desembarco de las fuerzas militares en las Islas Malvinas, en poder de Gran Bretaña desde 1835.
 
Esta vez con una guerra real de trasfondo, la dictadura vuelve a movilizar los sentimientos nacionalistas y difunde, insistentemente, una sentida frase popular: «Las Malvinas son argentinas». Por su parte, el pueblo se encuentra en una ascendente de movilización alrededor del tema económico, pero no relaciona este tema con los desastres de la represión. A partir de la rendición de los militares argentinos en Malvinas, se atreve a repudiar la dictadura, las muertes injustas de miles de jóvenes, la cobardía de los generales. MPM, en un intento de darle unión y coherencia a estos reclamos atomizados, dicen: Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también. Apelan al espíritu de defensa y enfrentamiento que crece en los sectores populares, frente a la crisis económica y la desazón por la derrota, para que asuman, con igual decisión, el pedido por los desaparecidos.
 
Correlativamente e ilustrando el momento de mayor articulación entre un movimiento de vanguardia como MPM, y amplios sectores de la ciudadanía, se reconoce a las MPM como punta de lanza de la resistencia a la dictadura, tal como se evidencia en estos cantos nacidos tras la movilización popular de Malvinas: «A luchar, a luchar/las Madres son ejemplo/de la lucha popular», «Madres de la Plaza/el pueblo las abraza», y «La Plaza es de las Madres/y no de los cobardes». De allí en más, la ola de actividades y marchas que signan la retirada de la dictadura y el llamado a elecciones generales en octubre de 1983, tendrá a MPM con sus pañuelos y sus consignas en la cabecera de las movilizaciones.
 
Antes de entregar el poder, los militares elaboran un documento denominado «Informe Final», en el que se pretende saldar el tema de la represión con una virtual autoamnistía. En el informe se evita mencionar la palabra desaparecidos. No se asume la responsabilidad de decir si están vivos o muertos, sino que se recurre al eufemismo de «ausentes para siempre», quedando en manos de los familiares el sacar las conclusiones sobre el destino de sus seres queridos.
 
Una multitudinaria marcha de repudio al«Informe Final», corea: «No hubo errores, no hubo excesos/son todos asesinos los milicos del Proceso»13 y «Ya van a ver/ van a tener que aparecer».
 
Es aquí donde emerge un sentimiento ambiguo por la certeza de la índole asesina de los dictadores y la necesidad de encontrar vivos a los desaparecidos. La consigna - aparición con vida - pasará a tener diversos contenidos pero resumirá, como ninguna otra, el fondo ideológico de las luchas de MPM. Por lo menos dos significados pueden apuntarse respecto de esta consigna; en primer lugar, está suponiendo que hay desaparecidos vivos. Aunque, para la época ya se habían descubierto varios cementerios clandestinos, con tumbas NN y fosas comunes, la suposición es irrefutable desde el campo popular, sólo los militares saben qué han hecho con los desaparecidos y no están dispuestos a decirlo. Además, entre los miles que han sido secuestrados por las Fuerzas Armadas se cuentan decenas de niños y bebes nacidos en cautiverio; sabiendo que muchos de ellos han sido entregados a conocidos de los represores, la consigna también los menciona y pide por sus vidas.
 
La segunda estrategia que muestra esta consigna es la decisión de no ser un movimiento MPM el que cambie la figura atroz de la «desaparición forzada» por la de «homicidio». La esencia del plan de exterminio de la dictadura fue la aplicación sistemática de los secuestros seguidos de desaparición y para sus responsables se pide una justicia ejemplar que considere sus actos crímenes de lesa humanidad14. Aceptando la muerte, sin más, de sus hijos MPM creen que aceptan el cierre de la lucha, el dejar de dar vueltas en la Plaza, en cierto modo, el olvido de los crímenes de la dictadura y de su propia acción para denunciarlos. Entonces, sintetizan: Aparición con vida, ni olvido ni amnistía.

1983-1985: Juicio y castigo a los culpables

Poco antes de las elecciones , MPM visitan a los candidatos de los partidos políticos, sugiriéndoles que «no hereden a los desaparecidos», es decir, que les exijan a los militares una rendición de cuentas y que, consecuentemente, hagan justicia.

El período democrático, con Alfonsín como presidente, se inicia con una fuerte presión popular, por el castigo de los responsables del genocidio. El hacer verdadera justicia es una decisión política de fondo. MPM se muestran expectantes, su discurso sigue haciendo eje en los militares, pero además, estratégicamente, resuelven no abandonar la Plaza. El gobierno constitucional todos los jueves, tiene su presencia que exige justicia. A la vez, para el campo popular el enemigo se presenta difuso, ya no se trata de enfrentar a un Estado terrorista, sino que el poder aparece ocupado por la voluntad popular expresada por el voto. Desde distintos sectores se critica a MPM por no cambiar el discurso ni las actitudes. Su presencia en la Plaza significa que la lucha continúa hasta no ver realizada la justicia. Creemos que, lejos de no haber cambiado el discurso, lo profundizan y adaptan, en parte, a las nuevas situaciones que vive el país y, en muchos casos, las anticipan.
 
Al asumir, el presidente Alfonsín dicta los decretos por los cuales se procesará a las tres primeras juntas militares, a través del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Además, crea una entidad de notables para investigar las denuncias de los familiares de desaparecidos (Comisión Nacional para la Desaparición de Personas). Con estas medidas se resigna parte de lo prometido en la campaña electoral: justicia civil, y un reclamo básico del movimiento de derechos humanos y de MPM como lo fue la creación de una Comisión Bicameral, con poder de policía para acceder a los archivos de la represión.
 
A más de un año de asumido el gobierno y luego de sucesivas demoras, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas absuelve a los acusados. En mayo de 1985 se inicia el juicio a las juntas por parte de la Cámara Federal - justicia civil -, pero siguiendo el Código de Justicia Militar. La intención de la política oficial es juzgar a unos pocos responsables máximos de la represión, ya que considera que una revisión profunda de las responsabilidades represivas lleva a la disolución de las Fuerzas Armadas como institución y a una situación crítica del papel de los partidos políticos mayoritarios en el golpe de Estado de 1976.
 
En diciembre de 1985 la Cámara Federal dicta sentencia. De nueve procesados, son condenados cinco, tres de ellos con penas menores. Se comienza a hablar de poner fin a los juicios y reconciliar a militares y civiles.
 
1985-1987: No olvidaremos, no perdonaremos

MPM considera que el juicio ha sido una farsa. La permanencia en la Plaza se torna más necesaria que nunca. Juicio y castigo a los culpables es reemplazada por una nueva consigna: Cárcel a los genocidas, indicando con ella que como no ha habido justicia, será el pueblo con su lucha que castigue a los que han violado los derechos humanos.
 
Algunos rasgos propios de la situación de dictadura que ya hemos analizado vuelven a insinuarse en este período. Desde el gobierno, se quiere someter a MPM al aislamiento a través del calificativo de desestabilizadoras15. Se plantea un falso dilema entre democracia-dictadura, el cuestionamiento de MPM a la política oficial es tomado como ataque a la democracia como sistema político. Sin embargo, ellas lejos estarían de optar por una dictadura, igual o peor, a la que asesinó a sus hijos.
 
Por otro lado, su intransigencia es interpretada tendenciosamente como búsqueda de venganza. El análisis desprejuiciado de sus reclamos excluye en forma clara el aliento a la venganza personal o colectiva, se exige justicia y que los asesinos sean encarcelados: «El mejor paredón son treinta años de cárcel»16.
 
El otro rasgo que vuelve a aparecer es el de olvidar y reconciliar a militares y civiles y, en ese sentido, los pasos dados por el gobierno son elocuentes. En diciembre de 1986, enviada por el Poder Ejecutivo, e Poder Legislativo aprueba la Ley de Extinción de Causas Penales17, más conocidas como Ley de Punto Final.
 
MPM toman este hecho como una claudicación más del gobierno pero, sobre todo, como un avance del poder militar en la vida política argentina. En ese mismo mes, la tradicional Marcha de la Resistencia se hace bajo la consigna: Basta de milicos, la cual es considerada como muy dura por ciertos sectores políticos. Cuatro meses mas tarde se produce la sublevación militar de Semana Santa, repudiada en las calles por miles de ciudadanos que coreaban ahora sí cánticos tanto más duros que los anticipados por MPM18. Aun cuando Alfonsín dijera, en la primera jornada de la sublevación y ante una multitud autoconvocada en el Congreso de la Nación, «no hay nada que negociar, la democracia no se negocia», en pocos días mas el Poder Legislativo, por iniciativa del Poder Ejecutivo, aprueba la Ley de Obediencia Debida19, eje de las exigencias de los sublevados.
 
Con la justicia trabada y los asesinos en libertad, MPM reafirman su lugar en la Plaza, asegurando: No olvidaremos. No perdonaremos.
 
Esta consigna tiene distintas interpretaciones, por un lado, apunta a rescatar la lucha de los desaparecidos, el proyecto transformador de esa generación, en un segundo sentido, señala que no serán olvidados ni perdonados los crímenes cometidos por la dictadura y una ultima interpretación afirma «no olvidaremos, no perdonaremos» la complicidad de los sectores políticos, religiosos, judiciales que por acción u omisión permitieron la impunidad20.

Conclusiones

Siguiendo el eje de análisis de las modificaciones internas del movimiento MPM sistematizamos tres etapas:
 
- En esta etapa, constituida por los primeros años de movilización, el núcleo de sus reclamos es el pedido por la vida de sus hijos. Hay un claro rechazo a la desaparición forzada como método de represión. Por otra parte, no se reconoce la participación política de sus hijos. Si bien MPM no asumen esta primera etapa de lucha como política, sino que enfatizan su carácter ético, consideramos que en sus denuncias hay una oposición política a la dictadura, además, con su presencia en la Plaza de Mayo ocuparon el espacio público de los partidos políticos.
 
- MPM pasan a reconocer públicamente quienes son los desaparecidos: militantes populares, opositores a la dictadura. La corporización de sus hijos realizada a través de la difusión de sus rostros fotografiados, permite la identificación y humanización de los mismos frente a la versión demoníaca de la dictadura.
 
- A partir del reconocimiento de la lucha de sus hijos, MPM pasan a asumir esa lucha como propia: «Nuestros hijos nos parieron» integrando la dimensión ética con la política.
 
La historia de MPM nos permite ver el carácter político de los aspectos mas personales de la vida cotidiana. Creemos que ante las innovaciones que nos plantea el análisis de los hechos se hace necesaria una redefinición teórica de lo político.
 
Relacionado con el tema del rol tradicional de la madre, creemos que MPM cuestionan dicho rol, a través de estas evidencias:
 
- Ubicación en el espacio público - Plaza de Mayo - con un reclamo del espacio privado - hijos -.
 
- La madre, encargada de la reproducción y conservación del sistema social, es cuestionadora del mismo, reclama justicia y se apropia del proyecto transformador de sus hijos.
 
- Ruptura del mito de las mujeres como incapaces de organizarse - MPM -, individualistas respecto de sus hijos - «nosotras pedimos por los treinta mil desaparecidos» - y débiles - «la plaza es de las Madres y no de los cobardes».

  • 1.

    De Barbieri, Teresita y De Oliveira, Orlandina: «Nuevos sujetos sociales: La presencia política de las mujeres en América Latina«, Nueva Antropología N° 30, México, 1986.

  • 2.

    «Los desaparecidos eran de todas», cita tomada del periódico Madres de Plaza de Mayo N°3, Buenos Aires, 1985.

  • 3.

    «Nuestros hijos nos parieron», entrevista a Hebe de Bonafini en el periódico Alfonsina N°4, Buenos Aires, 1984.

  • 4.

    Las consignas, a lo largo del texto, se presentaran con letra cursiva. Para facilitar la lectura Madres de Plaza de Mayo se abreviara MPM.

  • 5.

    Veiga, Raúl: Las organizaciones de derechos humanos, Centro Editor de América Latina, Biblioteca Política N°127, Buenos Aires, 1985.

  • 6.

    Veiga, Raúl: op. cit.

  • 7.

    Veiga, Raúl: op. cit.

  • 8.

    En lunfardo: putas.

  • 9.

    Kordon, Diana y Edelman, Lucila: Efectos psicológicos de la represión política, Sudamericana-Planeta, Buenos Aires, 1986.

  • 10.

    25 millones de argentinos jugaremos el Mundial, canción oficial del Campeonato Mundial de Fútbol.

  • 11.

    Esta frase, años más tarde, se reelabora bajo la forma de graffiti: «Los argentinos somos deshechos humanos».

  • 12.

    En orden alfabético: Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Centro de Estudios Legales y Sociales, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Servicio de Paz y justicia para América Latina.

  • 13.

    La dictadura se autodenominó «Proceso de Reorganización Nacional».

  • 14.

    Implica que son imprescindibles y no amnistiables.

  • 15.

    Periódico Madres de Plaza de Mayo N°2 y N°10, Buenos Aires, 1985.

  • 16.

    Discurso de Hebe de Bonatini en el acto de cierre de la campaña «En el Año de la Juventud, dele una mano a los desaparecidos», incluido en el periódico Madres de Plaza de Mayo N°5, Buenos Aires, 1985.

  • 17.

    La Ley de Punto final establece un plazo de sesenta días a partir de la fecha de promulgación (23 de diciembre de 1986) para recibir denuncias sobre los acusados de violaciones a los derechos humanos. Fuera de ese plazo no podrá haber más acusaciones ante la justicia.

  • 18.

    «No se atrevan/si se atreven/les quemamos los cuarteles».

  • 19.

    La Ley de Obediencia Debida establece el desprocesamiento de los militares y civiles que, habiendo cumplido ordenes, están acusados de los siguientes delitos secuestro, privación ilegal de la libertad, tormentos, homicidio.

  • 20.

    Otras consignas sostenidas por MPM: Libertad a los presos políticos. Restitución de los niños a sus legítimas familias. No a las exhumaciones. No a la reparación económica. No a los homenajes póstumos.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 93, Enero - Febrero 1988, ISSN: 0251-3552


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