Tenemos ante nosotros el panorama de ecosistemas intervenidos, destruidos y otros en reserva, sujetos a sufrir los mismos impactos. La distribución jerárquica atendiendo a criterios clasistas del producto social total además de insuficiencia de la producción, los desplantes desarrollistas para rentabilizar todos los espacios disponibles y los consecuentes resultados ya visibles de un modelo depredador, hacen perentorio plantear estas consideraciones teóricas, para mostrar como bajo un sistema de trabajo alienado, basado en la apropiación privada de recursos, en el mercado, en el lucro y la explotación de unos por otros, las premisas ecológicas como la finitud de los recursos, y las tendencias a la minimización energética por biomasa mantenida, no tienen cabida dentro de este modelo de producción desarrollista. Así mismo, es conveniente enfatizar que en el modelo aludido, las actividades de investigación en ecología, han sido de gran magnitud, nivel y dedicación, por parte de sus promotores; pero tienen un componente latente que las orienta ideológicamente en dos sentidos principales: en uno, encontrar alguna dinámica para equilibrar el desastre ecológico resultante de la dinámica de un modelo con altos gastos de energía, en otro, aplicar las técnicas obtenidas para mantener su expansión. Con esa ecología ideologizada se trata de apuntalar dicho modelo hasta límites soportables.