Tradicionalmente, la socialdemocracia tuvo dos defectos históricos al abordar el problema de la desigualdad. El primero fue subestimar lo difícil que era reducir gradualmente la desigualdad económica en el capitalismo. El segundo fue respaldar una construcción inequitativa, étnica, racial y sesgada por el género, del ciudadano socialdemócrata. Hoy, diversas organizaciones y experiencias socialdemócratas están reparando estos errores.