La profundización de las relaciones entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) abre una serie de interrogantes. ¿Se trata de una herramienta favorable al Sur global o es, en rigor, la adscripción latinoamericana al Consenso de Beijing? Ante el declive de la hegemonía estadounidense, ¿estos acuerdos son, como afirma China, de «beneficio mutuo» o, por el contrario, la expresión de una evidente asimetría y de viejas formas de dependencia?