Opinión
abril 2023

El rostro femenino de la resistencia bielorrusa

La oposición al régimen bielorruso tiene rostro femenino. En 2020, el papel de las mujeres fue clave en la ola de protestas, pero ahora Lukashenko ha lanzado una feroz ofensiva contra ellas, evidenciando el poder político que han ganado en las calles.

<p>El rostro femenino de la resistencia bielorrusa</p>

Se suele aludir a la ola de protesta bielorrusa de 2020 como una «revolución con rostro femenino». Mientras el rol público de las mujeres ha disminuido desde el fin de las protestas, las mujeres siguen siendo motores activos de la resistencia, aunque a menudo operan en un segundo plano.

«Revolución con rostro femenino», «el trío femenino de la revolución bielorrusa», «de ama de casa a candidata presidencial»: estas formas de describir las protestas bielorrusas a gran escala fueron titulares en las portadas de los medios extranjeros en el verano de 2020. Si bien a menudo se la etiquetaba como una protesta de mujeres, los reclamos de las manifestantes se alineaban con las demandas unificadas de los manifestantes bielorrusos en general. Para decirlo en pocas palabras: su rostro femenino no ha convertido automáticamente la revolución en una revolución feminista, al menos no por ahora.

Al mismo tiempo, el carisma de las mujeres que lideran la oposición política, las marchas femeninas contra la violencia policial y el gran número de detenidas han llevado las historias de mujeres bielorrusas y sus traumas al primer plano de una situación política que es cada vez peor en el país.

 ¿Dónde está hoy el «trío femenino»?

 Cuando Svetlana Tijanovskaya se levantó en defensa de su esposo detenido y se convirtió en candidata presidencial para las elecciones de 2020, tanto en la oposición como en el gobierno surgieron dudas sobre sus chances de aventajar a Lukashenko. A pesar de las dudas, Lukashenko cometió un error fatal al permitir a Tijanovskaya hacer campaña. El ánimo de protesta y las quejas contra el gobierno en la sociedad bielorrusa actuaron contra el presidente y en favor de Tijanovskaya, ya que muchos bielorrusos comenzaron a apoyarla como candidata de la oposición unificada.

Para entonces, las caras de Maria Kolesnikova, directora de campaña del ya encarcelado Viktor Babariko, y Veronika Tsapkalo, esposa del candidato no registrado Valeri Tsepkalo, ya eran conocidas para la mayoría de los bielorrusos. Las historias de las tres mujeres defendiendo a sus esposos durante la campaña política se convirtió con rapidez en el centro de atención de muchos medios informativos, en particular luego de que anunciaran su reunión en el llamado «trío femenino».

Apenas unos días después de la elección, Tijanovskaya fue expulsada del país. Algo parecido le ocurrió a Kolesnikova, que fue trasladada a la frontera con Ucrania y amenazada con la cárcel si no la cruzaba. Pero Kolesnikova hizo trizas el plan de las autoridades, junto con su pasaporte. Desde el verano de 2020, Tijanovskaya y Tsepkalo se encuentran en el exilio, mientras que Kolesnikova fue sentenciada a 11 años de prisión.

Tijanovskaya prosiguió su senda política en Lituania, que le otorgó estatus diplomático oficial. Desde 2020, se ha reunido con numerosos líderes de países democráticos y ha hecho presentaciones ante las Naciones Unidas, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la Conferencia de Múnich y el Parlamento Europeo, y ha seguido promoviendo su rol como líder de las fuerzas democráticas. En agosto de 2022, creó el Gabinete Unido de Transición; el Consejo de Coordinación creado como resultado de su convocatoria permanece activo, luego de atravesar reformas y ampliaciones. Su historia de «ama de casa» devenida en una dirigente sólida con un calendario de actividades intenso y una turbulenta agenda política llama todavía la atención de la comunidad internacional y su leal electorado.

En este marco, el régimen bielorruso, que se las ha arreglado para mantener su poder, gana cada vez más control sobre la sociedad civil gracias a la más brutal –y sin precedentes– represión. El número de prisioneros políticos ha aumentado a 1.463; de ellos, 544 son mujeres. Los medios independientes han sido prácticamente borrados del país. Los servicios policiales han avanzado en sus estrategias y herramientas de vigilancia. Esto llevó a la identificación de los participantes en las protestas mediante fotos publicadas en redes sociales, así como a la detención de los bielorrusos que regresaron al país incluso años después de las protestas de 2020. Así, Bielorrusia está incorporando gradualmente rasgos de regímenes totalitarios en todas las esferas, con un impacto nefasto sobre las mujeres activistas.

Los rostros ocultos de la resistencia femenina

El «trío femenino» se convirtió en la cara pública de la oposición política en 2020. Al mismo tiempo, los cientos y miles de mujeres bielorrusas que organizaron y participaron en marchas femeninas permanecieron desconocidas para el público en general. Las periodistas y blogueras que cubrieron el desarrollo de las protestas políticas sufrieron la represión junto con colegas varones y militantes políticas. Katsyaryna Andreeva, Daryna Chulakova, Katsiaryna Barysevich, Marina Zolotova, Ksenia Lutskina y otras destacadas periodistas fueron sentenciadas a prisión. Lo mismo les sucedió a activistas como la defensora de derechos humanos Nasta Loika y a quienes expresaron su oposición a la guerra en Ucrania, como la cantante Maryam Herasimenka, quien fue sentenciada a tres años de arresto domiciliario por cantar en público una canción de una banda ucraniana.

Hasta ahora, cientos de mujeres activistas han sido obligadas a marchar al exilio, donde siguen participando en proyectos culturales, políticos, periodísticos y educativos. Muchas otras permanecen en el país, pero no se atreven a expresar su posición abiertamente. Con frecuencia son esposas de blogueros políticos, activistas sindicales y prisioneros políticos. Permanecen en el país para visitar a sus esposos y para enviarles alimentos y medicinas cuando se les permite, y en algunos casos también son arrestadas poco después de sus parejas, como ocurrió con Daria Losik, la esposa del bloguero Ihar Losik.

El rol público de las mujeres de la resistencia ha disminuido en paralelo al crecimiento del totalitarismo dentro del sistema político bielorruso. Las mujeres continúan involucrándose en formas seguras de resistencia, cumpliendo sus sentencias por su posicionamiento político o por apoyar a sus familiares encarcelados. Pero en estas condiciones, no tienen espacio para ser el motor que impulsa la resistencia bielorrusa. Más aún, en momentos en que la resistencia en el país toma la forma de acciones partisanas, como el ataque al avión ruso en Machulishchy, el activismo de las mujeres, así como otras formas silenciosas de resistencia, pierde visibilidad.

Mujeres en movimientos prodemocráticos en el exilio

Aun así, a pesar de las duras condiciones dentro de Bielorrusia, hay un creciente número de figuras femeninas en el movimiento democrático bielorruso en el exilio que se han unido a organizaciones políticas o que han abandonado el anonimato en los últimos años.

La presencia de estas y otras mujeres en la política y los medios ha impactado en el debate público sobre el lugar de las mujeres en la política y dentro de las estructuras de la oposición bielorrusa. En un intento por responder a la demanda pública de incrementar la presencia de mujeres en la oposición democrática, las estructuras políticas las han incorporado en mayor medida. Algunas de esas designaciones fueron consideradas como un mero intento de llenar la brecha de género, como en el caso de Tatsiana Zaretskaya. Sin embargo, designaciones posteriores del Gabinete Unificado de Transición, como las de Alina Koushyk y Volha Harbunova, fueron aceptadas por la sociedad civil. Junto con sus pares masculinos y Tijanovskaya, asisten a reuniones internacionales y visitan Ucrania para comunicar su mensaje de una Bielorrusia democrática.

Con la normalización creciente de la presencia de mujeres bielorrusas en la política y el activismo de oposición, deberíamos también –a largo plazo– esperar un aumento de las demandas por los derechos de las mujeres en el nivel político. Pero por ahora, la lucha política para los bielorrusos en el exilio, así como el contexto político en la región, crea un ambiente desafiante para un mayor desarrollo del activismo por los derechos de las mujeres.

Fuente: IPS

Traducción: María Alejandra Cucchi



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