Según los autores, se necesita que el Secretario General de Naciones Unidas sea elegido de forma democrática. La actual práctica de designación -que concede el exclusivo privilegio de seleccionar al sucesor de Ban Ki-moon a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, dotados de derecho a veto- daña la credibilidad y la legitimidad de la ONU. Exigir una elección más transparente sería, en cambio, una oportunidad para experimentar la democracia global.