Durante la década de los 80, las organizaciones no gubernamentales se involucraron cada vez más en la implementación de proyectos de desarrollo en América Latina. En Bolivia han tenido roles principales en los esfuerzos para aliviar la pobreza vinculada al ajuste estructural, en la consolidación de las políticas económicas neoliberales y en la consecuente reorganización del Estado. Los donantes internacionales han mostrado entusiasmo por trabajar a través de las ONGs, particularmente en el área del alivio de la pobreza. Sin embargo, no está claro si en este campo las ONGs tienen más éxito que las agencias del Estado. Aún más, hay evidencias de que la combinación entre la reorganización del Estado y el surgimiento de las ONGs como implementadoras de la ayuda para el desarrollo ha contribuido a minar las organizaciones populares que representan los intereses de los pobres.