La Argentina en los años 90 parecía haber encontrado la fórmula económica para crecer sin inflación y atrayendo grandes magnitudes de financiamiento externo. El llamado de atención de que todo marchaba bien, que significó la caída por el efecto Tequila y la explosión del desempleo en 1995, no fue escuchado y se mantuvo sin modificaciones el rígido régimen monetario y cambiario del Plan de Convertibilidad de 1991. Los cambios en las condiciones internacionales en los últimos años de la década, por la secuencia de crisis regionales iniciada con la asiática de 1997 y que culminaron con la devaluación brasileña de enero de 1999, sellaron la suerte de la convertibilidad. Desde entonces Argentina no volvió a crecer y el desempleo, la pobreza y la marginalidad conmovieron a la sociedad. La dirigencia social y política no estuvo ni está a la altura de las circunstancias y lo que constituye ya la mayor crisis de los últimos 100 años no parece haber llegado todavía a tocar fondo.