Cuando en 2004 el Consejo de la Unión Europea aprobó las negociaciones para avanzar en la candidatura de Turquía, se generaron grandes expectativas sobre la incorporación de un país de mayoría musulmana en el principal esquema de integración político y económico occidental. Más de una década después, las perspectivas de su ingreso parecen desvanecidas por la percepción europea de Turquía como un país extraeuropeo y por la misma reticencia turca a causa de cambios en su trayectoria política, en el contexto del régimen de Recep Tayyip Erdoğan y la guerra civil siria.