Siguiendo los pasos del escritor Renaud Camus, el conocido periodista Éric Zemmour asegura que el pueblo francés está sufriendo un «gran reemplazo» del que debería defenderse expulsando a los musulmanes de su territorio. Este pensamiento, traspuesto a la ficción por Michel Houellebecq en su reciente novela Sumisión, no es una opinión que habría que debatir, sino una ideología potencialmente criminal. En palabras de una madre musulmana, lo peor «no es el sonido de las botas, sino el silencio de las pantuflas». Nuestro silencio. Si no logramos colectivamente evitar la catástrofe que desean Camus, Zemmour y Houellebecq, vamos a recordar con vergüenza esta alarma.