El triunfo electoral de Alexis Tsipras en Grecia, a comienzos de 2015, generó múltiples expectativas en el interior y el exterior de Grecia, sometida a las consecuencias de la corrupción de las viejas elites políticas, los planes de austeridad y la presión de la troika. No obstante, sin un plan B frente a la presión de Bruselas, Tsipras decidió aceptar las condiciones del Tercer Memorando como una opción mejor que arriesgarse a las consecuencias de quedar fuera del euro. Pese a la decepción de muchos de sus seguidores, las opciones a la izquierda de la nueva Syriza no lograron calado electoral y muchos griegos prefirieron votar por Tsipras antes que arriesgarse al retorno de las viejas elites.