Opinión
diciembre 2019

Un experimento en la socialdemocracia alemana

Tras unas inéditas elecciones internas, una pareja crítica con la Gran Coalición y el pacto con los conservadores asumirá la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán. ¿Se trata de un giro a la izquierda o de una demostración de descontento de las bases partidarias?

Un experimento en la socialdemocracia alemana

El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, por sus siglas en alemán) tiene una nueva presidencia. Es la décima vez desde 2005 (y esto sin contar los jefes provisionales en tiempos interinos). Pero en esta última elección, las cosas no fueron como siempre. No fue una elección más. No fue una elección rutinaria. En primer lugar, porque se desarrolló con un mecanismo de votación amplio y participativo, en el que la decisión tuvo en cuenta los votos de las bases. Y, además, porque ocurrió algo impensable para la mayoría de la prensa mainstream de Alemania y para buena parte del pensamiento conservador o liberal: Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken, dos personajes casi desconocidos y apoyados por el ala izquierda del partido, derrotaron al vicecanciller Olaf Scholz, el candidato de la otra fórmula a la presidencia del partido (compiten binomios compuestos por un hombre y una mujer).

Fuera de Alemania, los líderes del SPD son poco conocidos. Aquellos tiempos de Willy Brandt como referente para el mundo socialdemócrata global hoy parecen muy lejanos. Y ni hablar de los tiempos de figuras como August Bebel y Eduard Bernstein. Últimamente, han dominado las noticias sobre el descenso electoral continuo y doloroso de un partido orgulloso por su gran historia en materia de lucha por la justicia social, los derechos laborales y la democracia.

La sorpresa de la mayoría de los comentaristas y analistas políticos por la victoria de la formula ubicada más a la izquierda –apoyada, entre otros, por los jóvenes socialistas nucleados alrededor de su talentoso líder, Kevin Kühnert– ha sido notoria. Y muestra, una vez más, que las verdades asumidas por muchos no se basan en la realidad. Al igual que el caso del Brexit u otros fenómenos políticos, la elección en el SPD muestra a una mayoría que opta por un camino distinto al que se imagina desde una perspectiva liberal y urbana.

Walter-Borjans, conocido como «NoWaBo», es el ex-ministro de Finanzas de Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado del país. Esken es diputada nacional y experta en temas digitales. Juntos han logrado 53% de los votos en la elección. La fórmula encabezada por Scholz –actual ministro de Finanzas en el gabinete de Angela Merkel, en el marco de la Gran Coalición– y Klara Geywitz, ex-parlamentaria regional del este, obtuvo 45%.

El resultado confirma varias tendencias que vienen operando en el interior de la socialdemocracia alemana. Por un lado, el partido se ha lanzado a un largo proceso de elección interna después de la salida exprés de Andrea Nahles de la presidencia partidaria, en junio pasado. Además, la llamada «Gran Coalición» con la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán) de Merkel ha degastado al partido y contribuyó a erosionar su perfil progresista.

A pesar de haber obtenido solamente 20,4% de los votos en las últimas elecciones nacionales de 2017 –algo casi inimaginable una década atrás– el partido decidió ingresar en un nuevo gobierno con Merkel, privilegiando la gobernabilidad nacional y la estabilidad política. Una decisión extraña, dado que ya había pruebas suficientes de que quien siempre se ha llevado los laureles de los éxitos gubernamentales de la Gran Coalición ha sido la propia Merkel y no el SPD. Todo esto se produce, además, en un contexto en el que el partido ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán intenta entrar de lleno en las instituciones y mueve la agenda desde un pensamiento nacionalista y racista.

Sin líderes «naturales» a la vista para encabezar el SPD, el partido decidió armar un proceso de elecciones internas participativas e igualitarias que duró casi seis meses. En tanto que este proceso tuvo aceptación interna, desde fuera se afirmaba que, mientras se hundía, el SPD se daba el lujo de tomarse tiempo para buscar su nuevo liderazgo.

La culminación del proceso de elecciones internas ha dejado un saldo claro: los afiliados y las afiliadas han votado en contra del continuismo, sobre todo de la coalición rojinegra que vuelve a los socialdemócratas socios minoritarios en el gobierno conservador alemán. Los ganadores han venido subrayando la necesidad de inversiones en infraestructura (en vez de anclarse en la política de austeridad), aumento del salario mínimo y profundización del trabajo para hacer frente al cambio climático.

La mayoría de los afiliados y afiliadas del SPD ya no creen que se pueda mantener el continuismo. El «seguir así» ha provocado un progresivo desgaste del partido, un inédito y continuo declive en las urnas y, más en general, una pérdida de la capacidad para defender los valores propios de la socialdemocracia.

Tras este proceso electoral interno aparecen nuevas cuestiones en juego. En principio, la continuidad del pacto entre socialdemócratas y democristianos previsto, en principio, hasta 2021. Es decir, la propia continuidad del actual gobierno. Pero también está en juego la unidad del SPD.

El nuevo tándem ha explicado que no saldrá inmediatamente de la coalición con Merkel. Será un congreso nacional que se celebra el fin de semana la instancia que discutirá los logros, los problemas y los dilemas del SPD en la coalición, haciendo uso de la cláusula de revisión que han acordado al principio del gobierno. Los nuevos líderes ya han dejado en claro que quieren más políticas sociales y ambientales. La ruptura con el gobierno es, entonces, una posibilidad.

Por otro lado, toda la cúpula actual, así como la gran mayoría de los parlamentarios y parlamentarias, así como ministros y ministras, han hecho campaña en favor de la fórmula «seguir así». Es decir, han hecho campaña por la candidatura encabezada por Scholz. Seguramente, no tienen interés en dejar sus cargos o escuchar que no han hecho bien su trabajo. La unidad del partido está en juego precisamente en una fase de elevada vulnerabilidad. ¿Tiene el nuevo tándem una receta contra la fragmentación y fragilidad interna?

Lo que Borjans y Esken han entendido es que la mayoría del SPD quiere decidir en conjunto el futuro. Ya son muchos quienes no quieren escuchar el viejo y repetido discurso de que sostener los pactos con los conservadores es la única «opción racional». La mayoría que sostiene esta perspectiva tiene un punto a favor: que la crisis y el desgaste del SPD no obedecen a haber sostenido posiciones izquierdistas. Por el contrario, obedecen a haber estado demasiado cerca de la derecha conservadora. Las preocupaciones por la creciente fragmentación social, por el trabajo estable y bien pagado, por una mejor infraestructura, por la lucha contra el cambio climático y por las transformaciones en el mundo digital requieren reformas políticas de más alto vuelo en esta nueva era. Se necesita algo más que lo que ofrece el actual gobierno de coalición. Se requiere, de hecho, una visión progresista más amplia y la fuerza para impulsarla.

Es posible que el nuevo equipo que liderará el SPD no sea ese motor. Tal vez sea un equipo transitorio que, por el momento, solo exprese sentimientos y tendencias críticas existentes en las bases del partido. Se trata de outsiders que no tienen la experiencia política de aquellos que han estado en la cúpula desde siempre. De hecho, los dos nuevos líderes ya fueron criticados por ello y, como han sostenido algunos analistas, «por no saber en lo que se metieron». Sin embargo, Esken reaccionó tranquilamente y con un mensaje claro: «Si solo dejamos en la dirección del partido a personas que no han hecho otra cosa en los últimos 20 años, no vamos a cambiar nunca nada».

Una nueva encuesta muestra que la mayoría de los jóvenes percibe a la nueva cúpula en términos más positivos que negativos. Por ahora, los nuevos referentes tienen la posibilidad de crear un ambiente renovado tanto dentro como fuera del SPD. Un ambiente en el que un pensamiento creativo, progresista y pluralista pueda traducirse en una oferta de políticas novedosas, combinando tradiciones con innovación socialdemócrata y sustentable, algo que podría comenzar a atraer a un electorado mucho más amplio que el conformado por los actuales votantes socialdemócratas.


Foto: Reuters


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