La socialdemocracia sueca en busca de una nueva épica
Nueva Sociedad 312 / Julio - Agosto 2024
Partido hegemónico durante 40 años, hasta la década de 1970, la socialdemocracia sueca discute su programa, y su propia identidad, en un contexto muy diferente del pasado. En el marco de una sociedad más multicultural, y tras el avance de la mercantilización de las políticas de bienestar, el partido que alguna vez monopolizó el voto de clase obrera busca renovar su programa –y sus prácticas–, con jóvenes que exigen algo más de audacia ideológica.
El Partido Socialdemócrata de Suecia constituye un caso de interés para los progresistas de toda Europa. Fue una fuerza fundamental en la conformación del Estado de Bienestar sueco y contó con una fortaleza única a lo largo de varias décadas, lo que le permitió permanecer en el gobierno más de 40 años consecutivos (1932-1976). La identidad de muchos socialdemócratas se encuentra vinculada al rol dominante que desempeñó el partido, a la creación del Estado de Bienestar y a una clara mayoría parlamentaria de centroizquierda a lo largo de periodos prolongados.
Pero, desde 2006, ha habido una mayoría de centroderecha y, en particular, el ascenso de Demócratas Suecos, populistas de extrema derecha, ha modificado el equilibrio del poder. Para reducir la influencia de ese partido antiinmigración con raíces neonazis, el liderazgo socialdemócrata creyó necesario hacer concesiones a partidos liberales favorables al mercado, como el Partido de Centro; como resultado, se dificultó la implementación de reformas socialdemócratas tradicionales y fueron necesarias algunas concesiones dolorosas, como la abolición de un impuesto a los más altos ingresos (värnskatten).
Después de las elecciones de 2014, el socialdemócrata Stefan Löfven logró formar un gobierno que fue tolerado por la centroderecha para evitar que los Demócratas Suecos alcanzaran el poder. Pero en 2021, los Moderados cambiaron su rumbo bajo un nuevo líder del partido, Ulf Kristersson, y abrieron la puerta a la cooperación con Demócratas Suecos de Jimmie Åkesson. Sobre esa base, Kristersson logró formar un gobierno después de las elecciones de 2022 que depende del apoyo de la extrema derecha, según se describe en el Acuerdo de Tidö, que entre otras cosas incluye medidas severas contra la inmigración.
Después de las elecciones de 2022, el Partido Socialdemócrata quedó fuera del poder en el nivel nacional1. De hecho, el partido no ha conseguido formar una alianza mayoritaria clara en el Riksdag (Parlamento) durante 17 años y depende, en cambio, de acuerdos débiles con otros partidos desde 2014. En 2026, fecha de las próximas elecciones, habrán pasado ya 20 años.
Desde una perspectiva europea, los socialdemócratas suecos se cuentan todavía entre los partidos más fuertes. Encuestas de opinión recientes muestran que el apoyo de la población se encuentra por encima de 35%. No obstante, los líderes, así como muchos miembros del partido, están pensando en el futuro. ¿Qué clase de partido debería ser? ¿Cómo recuperar poder, no solo en la próxima elección, sino con el objetivo de tener impacto en la sociedad durante las décadas por venir?
En parte debido al hecho de haber tenido que hacer demasiadas concesiones mientras estaban en el gobierno, existe un sentimiento de pérdida de identidad entre los socialdemócratas. «En 2014, así como en 1994, los socialdemócratas pusieron los intereses de Suecia por delante de los intereses del partido», dice Tomas Eneroth, miembro suplente del Comité Ejecutivo. Se pregunta qué efectos de largo plazo tendrá para el partido el hecho de verse obligado a hacer concesiones para formar gobierno con una base parlamentaria débil. Otros integrantes del partido tienen visiones similares.
Así, Magdalena Andersson, líder de los socialdemócratas, declaró en marzo de 2023, tras una decisión tomada en el Comité del partido, que la socialdemocracia sueca necesita un nuevo análisis de la sociedad. Instó a llevar a cabo una reflexión crítica interna. Junto con el secretario general del partido, Tobias Baudin, presentó cuatro áreas en las que es más acuciante el desarrollo de políticas: economía, seguridad social, delito y discriminación, y clima. Se encomendó a 11 grupos de trabajo la tarea de llevar a cabo ese análisis y de formular propuestas para el camino a seguir con vistas a 2030. El próximo congreso partidario, programado para 2025, decidirá la política futura.
Este proceso es natural para un partido que acaba de perder el poder. Existen varias razones que vuelven necesario el desarrollo de una política, y ahora que no están obligados a hacer concesiones a otros partidos en una coalición, los socialdemócratas pueden debatir sus propias posiciones más abiertamente. Al mismo tiempo, al establecer grupos de trabajo integrados por numerosos activistas partidarios más jóvenes y «prometedores», la dirigencia podría evitar un debate interno perjudicial, así como la exigencia de convocar un congreso partidario adicional antes de 2025.
Los grupos de trabajo describieron sus abordajes en una serie de artículos publicados en Aktuellt i Politiken, la revista partidaria. No obstante, cabe señalar que las decisiones más operativas se toman en el influyente Comité del partido. En los siguientes párrafos, se ofrece una descripción de la visión que algunos socialdemócratas destacados tienen respecto del futuro y se reflejan, en parte, algunos de los debates en marcha.
Sobre la base de conversaciones2 con ocho personalidades destacadas del Partido Socialdemócrata de Suecia, el análisis de las elecciones elaborado por el propio partido y del debate público, este artículo describirá algunas de las opciones en materia de políticas más importantes que la socialdemocracia sueca enfrenta con miras a 2030. ¿Qué imagen surge del pensamiento actual? ¿Qué parece faltar?
Crecientes diferencias económicas y sociales
En el pasado, Suecia se percibía como una sociedad igualitaria. Esa imagen ha cambiado: en las últimas décadas, las disparidades sociales se han incrementado3.
Esta evolución no encaja bien con los valores socialdemócratas. Si bien la desigualdad creció con gobiernos de centroderecha, el liderazgo del Partido Socialdemócrata también admite su propia responsabilidad por lo sucedido durante sus años en el poder. Ahora, «la socialdemocracia debe asociarse más claramente a la igualdad y a la reducción de las divisiones sociales», señala Morgan Johansson, miembro del Comité Ejecutivo. Y Tomas Eneroth formula una advertencia: «La división social se ha profundizado. Demasiadas personas desconfían de que la política pueda lograr cambios».
La población creció, pero además no se llevaron a cabo las inversiones sociales necesarias. «Subestimamos las consecuencias de la inmigración en gran escala que tuvo lugar de 2005 a 2015», señala Ardalan Shekarabi, otro integrante del Comité Ejecutivo. «Simultáneamente, a partir de 2006, la protección social se debilitó». El aumento de la violencia entre bandas capturó la agenda política, mientras que los conflictos clásicos entre el capital y el trabajo ya no reciben igual atención. Los socialdemócratas procuraron adaptar una política de «mano dura contra el delito, mano dura contra las causas del delito»4, pero como señaló el grupo de análisis de las elecciones partidarias, el aspecto de prevención y lucha contra la discriminación no fue lo suficientemente concreto5.
¿De qué manera pueden los socialdemócratas forjar las alianzas necesarias entre la clase trabajadora y la clase media progresista en esta situación? Esta es una pregunta clásica, en relación con la cual la seguridad social para todos por igual ha sido considerada clave. En opinión de Tomas Eneroth, es necesario implementar una política redistributiva más enérgica: «¿Qué clase de partido queremos ser? ¿Un partido para la clase media acomodada que gana elecciones pero no desafía las condiciones actuales? En mi opinión, necesitamos una agenda de cambio social». En particular, se percibe como una amenaza importante la pérdida del voto de numerosos trabajadores de sexo masculino. Suecia cuenta todavía con un elevado nivel de afiliación sindical6, aunque con diferencias entre sectores. «Las comunidades de trabajadores están cambiando», señala Anders Ygeman, miembro del Comité Ejecutivo, y agrega: «Los gremios organizan a una parte más pequeña de los trabajadores. Muchos partidarios de Demócratas Suecos no son miembros de un sindicato. Por ejemplo, muchos obreros de la construcción son ahora trabajadores por cuenta propia».
Otro cambio radica en el hecho de que un número importante de los trabajadores son nacidos en el exterior. «Necesitamos tanto una política migratoria restrictiva como la solidaridad con todos los suecos de origen extranjero que están aquí y realizan importantes contribuciones a la sociedad», dice Ygeman. «Hasta ahora, no hicimos lo suficiente en relación con el segundo aspecto». No obstante, como indica Ardalan Shekarabi, el mercado laboral se encuentra segregado y eso reduce las posibilidades de los gremios para superar las diferencias étnicas. Jytte Guteland, miembro del Parlamento, destaca la necesidad de integrar la política climática a la ecuación: «Es necesario forjar una coalición amplia, entre los económicamente vulnerables y quienes no piensan a diario en la desigualdad, pero sí piensan en el planeta».
El ascenso de la derecha autoritaria
La dirigencia socialdemócrata hace uso hoy de la bandera sueca con más frecuencia que antes. Uno de sus eslóganes principales es «Suecia debe volverse más parecida a Suecia», en referencia a una época anterior cuando las diferencias sociales eran más pequeñas, el Estado de Bienestar más fuerte y el delito menos violento. Los líderes actuales también consideran necesaria una línea más dura en relación con la inmigración.
Uno de los motivos que impulsan estos cambios es el deseo de detener la sangría de votantes tradicionales hacia Demócratas Suecos. Se considera que la distancia entre el partido y los individuos de sexo masculino que viven fuera de las ciudades se ha incrementado. Cuestiones tales como las políticas medioambientales y la igualdad de género se esgrimen como argumentos en contra de los socialdemócratas, a quienes algunos acusan de haber llegado demasiado lejos por tratar de apaciguar al Partido Verde. Matilda Ernkrans, presidenta del distrito partidario de Örebro, observa un patrón más amplio: «Estamos frente a una batalla entre la derecha autoritaria y las fuerzas democráticas y progresistas, como en otras partes del mundo. Eso es nuevo».
También están quienes formulan advertencias sobre una atención excesiva a los hombres que votan por los Demócratas Suecos. «No recuperaremos a los trabajadores varones copiando a Demócratas Suecos», dice Jytte Guteland y agrega: «Lo que necesitamos, en cambio, es una mejor política de redistribución y una organización más sólida». Guteland considera un abordaje corto de miras el centrarse en la resistencia contra la transición verde de la sociedad en lugar de dar prioridad a lograr la participación de los progresistas de zonas urbanas.
Resultados de investigaciones destacan el riesgo que entraña adaptar las políticas con el fin de complacer a sectores de la clase trabajadora considerados críticos respecto de la inmigración, la igualdad de género, los derechos lgbti+ y las políticas de protección del medio ambiente. La pérdida de otros votantes podría terminar siendo mayor7.
Las diferencias regionales son parte de la ecuación. Estudios publicados por la Fundación Friedrich Ebert y otras organizaciones muestran que varias regiones suecas van a la zaga en términos de desarrollo económico y social8.
En la campaña electoral de 2018, una estrategia exitosa consistió en atacar a Demócratas Suecos por apoyar políticas de centroderecha que tuvieron un impacto negativo en los trabajadores. Jytte Guteland desearía volver a ver mensajes enérgicos similares: «Es importante mostrar el conflicto entre los trabajadores y el capital, y que Demócratas Suecos van de la mano con los poderosos de la sociedad».
La juventud se vuelca a la derecha
En las elecciones nacionales de 2022, los jóvenes se alejaron de la socialdemocracia. Los partidos de derecha atrajeron a 58% de quienes votaban por primera vez; los socialdemócratas, solo a 20%. Existe una clara brecha de género: la tendencia observada es particularmente marcada entre los hombres jóvenes.
¿Cómo se puede explicar este fenómeno? Como presidente de la Organización de la Juventud Socialdemócrata de Suecia (ssu, por sus siglas en sueco), Lisa Nåbo observa que la situación entre los jóvenes ya se encuentra polarizada en extremo desde una edad temprana. «Pero existe un denominador común», apunta, «y es el sentimiento de falta de control sobre la propia vida, sobre el futuro personal y la sociedad. Si se alentara el empoderamiento, el control y la seguridad, la polarización disminuiría y el apoyo a Demócratas Suecos se reduciría». Se trata de los puestos de trabajo, las buenas escuelas, la vivienda; mostrar que los socialdemócratas tienen soluciones que ayudan a los jóvenes a avanzar hacia la vida adulta. «Pero el partido no ha hablado de los jóvenes, excepto en relación con el delito de las pandillas», señala Nåbo.«Es necesario un rejuvenecimiento», dice Emma Fastesson Lindgren, presidente de Estudiantes Socialdemócratas. «El partido carece de representantes jóvenes. No hemos formulado políticas apreciadas por los jóvenes».Otra de las explicaciones brindadas es que cuando se celebraron las elecciones de 2022, los socialdemócratas habían sido gobierno durante todos los años que la generación joven podía recordar. Matilda Ernkrans apunta a un cambio más amplio: «Los jóvenes se han visto influidos por una sociedad más individualista que la de antes». Cree que hay una falta de confianza en las soluciones colectivas. Emma Fastesson Lindgren coincide ampliamente: «Muchos jóvenes tienen dudas respecto de la posibilidad de solucionar las cosas juntos. Experimentaron un sistema escolar orientado al mercado, esperaron horas en salas de guardia de hospitales, no encontraron vivienda».
La incertidumbre acerca de la política exterior del partido en el futuro también puede volver a los socialdemócratas menos atractivos. «El compromiso internacional es muy fuerte entre nuestros miembros», señala Lisa Nåbo. «Irán, la otan [Organización del Tratado del Atlántico Norte] y la relación de Suecia con Turquía: muchos de nuestros miembros son kurdos. Y también está siempre la cuestión de Israel-Palestina».
Construir una mayoría para lograr el cambio político
También existen factores positivos para el partido. La cuestión de las grandes empresas que obtienen beneficios de escuelas financiadas con impuestos suscita debates acalorados. Varios escándalos han ocupado un lugar destacado en los medios. Investigadores y think tanks ponen el foco en que las escuelas privadas erosionan la financiación fiscal de las escuelas públicas, al tiempo que carecen de personal calificado y califican en forma sistemática a los estudiantes con notas demasiado altas. Esta situación ha provocado el rechazo de políticas anteriores de centroderecha y llevó a que en la actualidad una mayoría clara del público esté a favor de reglas más estrictas. «El apoyo a las ideas liberales de mercado es menor hoy», señala Jytte Guteland. «Contamos con una ventana temporal para explicar nuestro modelo de servicios públicos provistos por el Estado».
Los estrechos vínculos entre los partidos de derecha, los capitalistas que proveen servicios públicos y las empresas que hacen lobby podrían cambiar las reglas del juego. Este tema está recibiendo mayor atención del público y los medios. La líder del partido, Magdalena Andersson, ha criticado a los partidos gobernantes por estos vínculos estrechos, pero hasta el momento no ha exigido leyes más firmes en materia de, por ejemplo, registros de transparencia, como los creados en Alemania y otros varios países europeos.
La cooperación con el Partido del Centro, liberal y promercado, dificulta la reforma de los sistemas de bienestar basados en el mercado. Una pregunta clave para el Partido Socialdemócrata radica en si desea mantener tal alianza o profundizar, en cambio, la orientación a la izquierda. En la actualidad, el liderazgo partidario parece más inclinado a dar continuidad a la cooperación estrecha con el Partido del Centro.
Cambiar el paradigma económico
El grupo de análisis de los resultados electorales señala que cuando están en el poder, los socialdemócratas deben mejorar la vida cotidiana de las personas. Esta puede parecer una verdad obvia, pero como indica el grupo, «son demasiados quienes creen que, en la práctica, no importa qué color político tienen quienes ocupan el poder»9. Las mejoras concretas de los servicios públicos y los beneficios sociales tensionan los presupuestos, dado que la población sueca experimentó un crecimiento significativo. «Han pasado muchos años sin que el público experimentara mejoras en los servicios del Estado de Bienestar», señala Jytte Guteland.
Los socialdemócratas mantienen el poder en las ciudades más grandes de Suecia, en alianza con otros partidos. Esta es una oportunidad para mostrar un compromiso con la cohesión social y la mejora en los servicios públicos, pero, por ejemplo, en Estocolmo, la dirigencia local del partido ha sido reacia a aumentar los impuestos y se la acusa de dejar libradas a su suerte a las escuelas frente al incremento de los costos. Aun si la razón fuera la falta de apoyo económico del gobierno, esa razón puede resultar difícil de entender para los ciudadanos de a pie.
No obstante, el cambio es posible. Durante las décadas de 1950 y 1960, la inversión pública sueca fue elevada y el Estado de Bienestar creció, en una época de migración interna significativa. En la actualidad, la deuda pública de Suecia se encuentra entre las más bajas de la Unión Europea. Tanto los sindicatos como la organización de jóvenes ssu exigen políticas económicas más expansivas. «Debemos cambiar la orientación de la economía política», dice Lisa Nåbo. «Seguir reduciendo la deuda púbica, una de las más bajas de Europa, no puede ser un fin en sí mismo». Nåbo considera que pasar del objetivo del superávit a la meta de presupuestos equilibrados, como propone la dirigencia partidaria, no es suficiente, al menos en la actual situación: «En especial, si queremos tener éxito en la lucha contra el cambio climático y la mejora de los servicios públicos».
Sin embargo, el recuerdo de la crisis económica de los años 1990 está presente con fuerza. Magdalena Andersson trabajaba entonces para un gobierno que debió luchar duramente para evitar la quiebra del Estado. Hasta ahora, no ha dado señales de promover ningún alejamiento radical de las anteriores políticas de frugalidad presupuestaria.
El partido como movimiento social
Existe un sentimiento de alivio en los líderes del partido por el hecho de que los resultados electorales no hayan desembocado en peleas internas destructivas. Todavía está fresco el recuerdo del modo en que el anterior líder, Håkan Juholt, se vio obligado a renunciar en 2012. Hoy, nadie cuestiona a Magdalena Andersson, ni siquiera entre bastidores. Por el contrario, muchos destacan la confianza de la que goza entre los votantes, según las encuestas.
No obstante, también hay una demanda más amplia de renovación, tanto política como en los puestos de liderazgo. Muchos de quienes ocupan cargos en el Comité Ejecutivo tienen más de 50 años. Lisa Nåbo se expresa abiertamente al respecto: «Creo que va a ser difícil, al menos con el equipo actual. Parece extraño que quienes provocaron el problema estén a cargo de encontrar la salida». Ella y la ssu exigen una renovación, y lo mismo ocurre con Estudiantes Socialdemócratas.
El partido reconoce el riesgo de ser percibido como una elite. La retórica partidaria a menudo menciona la necesidad de hacer política para la «gente común». Después de ocho años en el gobierno, ahora es el momento de tener una visión crítica, según Anders Ygeman: «El Partido Socialdemócrata siempre expresó el descontento frente a una sociedad injusta. Existe el riesgo de que ahora nos hayamos vuelto unos fat cats [gatos gordos] demasiado satisfechos». Lisa Nåbo sugiere que es hora de promover reformas más radicales que las que se pudieran implementar desde el oficialismo: «Nos beneficiaríamos presentando propuestas como impuestos más altos al capital, asistencia odontológica más económica, etc. Desde la oposición, nuestro rol reside en mostrar qué queremos en realidad en lugar de asumir la responsabilidad por cosas que no deseamos, como en cambio hicimos durante ocho años en el gobierno». Sin embargo, hasta ahora el partido se ha mostrado bastante cauto en los presupuestos alternativos presentados en el Parlamento, proponiendo mayor gasto en el sistema de asistencia social, aunque no la clase de reformas que Lisa Nåbo y otros piden.
Otro debate se vincula con el papel del partido como movimiento social. «Se trata de organizarse», dice Emma Fastesson Lindgren. Llama a una movilización social contra la privatización de la educación y a favor de mayores impuestos al capital y vivienda asequible.
«Es un gran problema que tengamos tan pocos representantes de clase trabajadora de la industria y la construcción», apunta Jytte Guteland. Y si bien algunos dirigentes destacados del partido son de origen no europeo, los líderes sindicales carecen de esa diversidad. La organización juvenil ssu es una excepción por tener una junta más representativa, pero su presidenta, Lisa Nåbo, formula una dura advertencia: «Un problema es que cuando llegan a los 20 años, [muchos se van y] solo quedan los estudiantes. Ya no hay lugar para la clase trabajadora en la política».
Como sucede en otros países europeos, la afiliación partidaria declinó. A menudo, se considera que la política está impulsada por la cobertura de los medios de comunicación y las encuestas de opinión. «Existe un riesgo con el ‘capitalismo cortoplacista de la política’», advierte Tomas Eneroth y agrega: «Tenemos que trabajar en pos del cambio social incluso aunque las encuestas de opinión no sean favorables a nuestras propuestas». El concepto de empoderamiento es importante para él, para comunicar que el compromiso político es vital. Según Eneroth, un problema reside en la percepción de que los representantes políticos no tienen en realidad poder sobre las decisiones cotidianas que afectan la vida de las personas: «La Nueva Gestión Pública ha causado mucho daño»10.
Los políticos suecos son claramente conscientes del paisaje político alemán. Lisa Nåbo desearía ver una socialdemocracia sueca desarrollarse como una combinación del Partido Socialdemócrata de Alemania (spd, por sus siglas en alemán) y Los Verdes: «Tenemos el gran desafío de combinar el movimiento ecologista con el movimiento de los trabajadores». Según ella, el éxito en esa empresa es difícil de alcanzar como resultado del conflicto centro-periferia, que conduce a la pérdida de apoyo para el partido en algunas partes del país y la ganancia en otras. Sin embargo, ve el riesgo de que el apoyo a la socialdemocracia colapse sin aviso previo como sucedió en otras partes de Europa. «Temo el surgimiento de un nuevo partido verde con mejor imagen que el actual, como ocurrió en Alemania, por ejemplo», señala Lisa Nåbo, pero agrega: «Al mismo tiempo, tal vez sea necesario un desafío como ese».
Un desafío específico radica en la amenaza de la mayoría de derecha de prohibir las loterías como fuente de financiación partidaria, importante para los socialdemócratas que no cuentan con el amplio apoyo empresarial del que sí gozan los Moderados.
Algunas reflexiones
El Partido Socialdemócrata de Suecia ha puesto en marcha un proceso de renovación, pero los resultados no serán visibles hasta el congreso partidario de 2025 y la publicación de la plataforma electoral en 2026. Dada la actual confianza pública en Magdalena Andersson y los porcentajes que obtiene la líder partidaria en las encuestas, no parece probable que vaya a producirse un cambio radical. Sin embargo, como proponen varias de las personas entrevistadas para este artículo, la renovación tanto de las políticas como del liderazgo partidario será importante para mostrar un partido preparado para dar a Suecia un nuevo rumbo con miras a 2030 y más allá.
En particular, es necesario mostrar la mejora concreta del sistema de servicios públicos si la socialdemocracia vuelve al poder después de 2026. Simultáneamente, el desafío de «romper la segregación» y prevenir el delito requiere la inversión a gran escala en programas sociales. Es difícil imaginar cómo sería posible esa inversión sin un alejamiento significativo de las actuales políticas de austeridad presupuestaria.
Nota: la versión original de este artículo, en inglés, se publicó como documento de trabajo de la Fundación Friedrich Ebert (FES) el 1/10/2023 con el título «Reinventing Swedish Social Democracy: Vital Challenges and Major Policy Choices Ahead». Traducción: Elena Odriozola.
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1.
Mats Wingborg: «Die Wahl der vielen Verlierer. Schwedens neue rechtsgerichtete Regierung und die Reaktion des sozialdemokratischen Umfelds», documento de trabajo, FES, 12/2022, disponible en <library.fes.de/pdffiles/bueros/stockholm/19855.pdf
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2.
Las entrevistas tuvieron lugar mayormente en la primera mitad de 2023 y reflejan las opiniones en ese momento.
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3.
Lars Fredrik Andersson, Håkan A. Bengtsson, Stefan Fina y Bastian Heider: «Unequal Sweden. Regional Socio-Economic Disparities in Sweden», documento de trabajo, FESP / Arena Idé / FES, 2021, disponible en <library.fes.de/pdf-files/bueros/stockholm/18283.pdf
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4.
Eslogan utilizado por el Nuevo Laborismo de Tony Blair en Reino Unido [n. del e.].
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5.
Partido Socialdemócrata Sueco: «Valanalys 2022», disponible en www.socialdemokraterna.se/
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6.
Johan Sjölander: «Trade Unions and Right-Wing Populism in Europe: Country Study: Sweden», European Trade Union Dialogue, fes, 3/2023, disponible en <library.fes.de/pdf-files/international/20242.pdf
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7.
Josefin Fürst y Johan Sjölander: De svikna förväntningarnas bitterhet. En undersökning av sverigedemokratiska väljares åsikter, Rapport No 4, fes, 2023, disponible en library.fes.de/pdf-files/bueros/stockholm/20437.pdf; Tarik Abou-Chadi, Reto Mitteregger y Cas Mudde: Övergivna av arbetarklassen? Socialdemokraternas kris och radikalhögerns framgångar, Arena Idé / FES, 6/2023, disponible en https://arenaide.se/wp-content...
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8.
L. Fredrik Andersson, H. A. Bengtsson, S. Fina y B. Heider: ob. cit.
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9.
Partido Socialdemócrata Sueco: «Valanalys 2022», cit.
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10.
Se trata de enfoques desarrollados durante la década de 1980 como parte de un esfuerzo para hacer el servicio público más eficiente y «empresarial» utilizando modelos de administración del sector privado [n. del e.]