Es hora de una nueva política Norte-Sur
Nueva Sociedad 313 / Septiembre - Octubre 2024
La llamada Comisión Brandt anticipó, en el contexto de la Guerra Fría, la necesidad de nuevos abordajes en la relación entre el Norte y el Sur. Hoy es necesario actualizarlos para hacer frente a un mundo más multipolar, atravesado por conflictos armados –como Ucrania y Gaza– y a la crisis climática.
En 2022, el mundo, incluida la socialdemocracia alemana, miraba con fascinación hacia Brasil. El país más grande de América Latina celebraba elecciones. Durante mi visita a San Pablo, unos meses antes, le había asegurado al candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (pt), Luiz Inácio Lula da Silva, el apoyo del Partido Socialdemócrata de Alemania (spd, por sus siglas en alemán). La estrecha victoria electoral de Lula da Silva fue un éxito importante para Brasil, pero también, a escala internacional, para la democracia, la cooperación internacional y la lucha contra la crisis climática. La extrema derecha quiere destruir los pilares de la democracia e impedir la cooperación internacional con las mismas narrativas, apoyadas en redes transnacionales.
Ya es hora de fortalecer las asociaciones existentes y construir otras nuevas para abordar los desafíos comunes en el mundo. Esto vale especialmente para la cooperación entre el llamado Occidente o Norte global y el llamado Sur global. Las relaciones entre Alemania, Brasil y Europa pueden desempeñar aquí un papel clave.
Sobrevivir en un mundo globalizado
Ya en la década de 1970, Willy Brandt pidió un enfoque diferente y respetuoso entre el «Norte» y el «Sur» y un mayor diálogo entre partidos y gobiernos de todo el mundo. Las resoluciones que presentó ante la Comisión Independiente sobre Problemas Internacionales del Desarrollo –conocida como Comisión Brandt–, de 18 miembros, todavía parecen visionarias incluso desde la perspectiva actual1. Son una guía para sobrevivir juntos en un mundo globalizado. El informe exigía, por ejemplo, una mayor integración de los países más pobres en la economía global y reformas de las organizaciones internacionales. También advertía sobre los efectos de desafíos globales como la crisis climática, los movimientos de refugiados, la pobreza, el hambre y la desigualdad. En la actualidad, muchas de estas crisis se han agudizado y muchas de las iniciativas más importantes de Brandt siguen sin implementarse. En lugar de tratar despectivamente a los países de África, América Latina o Asia, Brandt los veía como socios centrales en la solución de desafíos comunes.
Debemos reconocer que, desde la perspectiva actual, las promesas políticas y económicas del modelo de desarrollo occidental no podrían ser cumplidas para muchos países del «Sur global». Lo que muchos en Europa vivieron como una era de bienestar, paz y seguridad fue muchas veces, en gran parte del «Sur global», una continuación de las crisis y una agudización de la desigualdad social y económica. Esto incluyó ajustes estructurales de la economía, así como intervenciones militares y el uso de armas pequeñas, que una vez finalizada la Guerra Fría estuvieron repentinamente disponibles en grandes cantidades. También vale mencionar aquí una política de deuda que mantiene a muchos países en una espiral descendente de la que les resulta difícil salir sin esfuerzos conjuntos y sin enfoques nuevos.
Orden mundial multipolar: una promesa emancipadora
Willy Brandt inició importantes debates. Sin embargo, durante la era bipolar de la Guerra Fría, las «superpotencias» no se mostraron muy interesadas en implementar cambios en las estructuras del orden internacional. Tras la caída de la Cortina de Hierro, los debates sobre una nueva política Norte-Sur siguieron estando en un segundo plano. Para muchos era cuestión de tiempo que el mundo pasara a estar conformado únicamente por democracias liberales de mercado, y Francis Fukuyama llegó incluso a proclamar el fin de la historia. ¡Qué error tan arrogante!
Una nueva política Norte-Sur debe adaptarse a los nuevos tiempos. Hace ya mucho tiempo hemos dejado de vivir en una era bipolar: vivimos una era multipolar en la que el mundo está organizado en varios centros que crean vínculos, dependencias y cooperación. Este orden mundial tiene grandes ventajas para muchos países porque ya no necesitan estar asociados a un bloque: pueden elegir en qué temas trabajar y con quién. Esto hace que las negociaciones entre Estados sean más importantes, aunque las relaciones fuertes y de confianza son igual de esenciales.
Para muchas personas y gobiernos –en especial en los países del «Sur global»– el mundo multipolar es incluso una promesa emancipadora. Iniciativas como los brics (Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica) dan a algunos Estados del «Sur global» una voz en un orden internacional cuyas instituciones siguen mostrando un marcado dominio de los países industrializados occidentales.
Cambiar la manera de pensar para crear nuevas asociaciones
Si analizamos los hechos, debemos concluir que la hegemonía occidental terminó hace tiempo. Si bien Europa seguirá teniendo influencia en la economía y la política, no existe ninguna crisis global que Occidente pueda resolver por sí solo. Para seguir salvaguardando nuestros intereses, necesitamos nuevas asociaciones. Esto nos obliga a cambiar nuestra manera de pensar: las crisis que priorizamos no son necesariamente una prioridad para otros países. El ministro de Asuntos Exteriores de la India, Subrahmanyam Jaishankar, sintetizó lo que espera el «Sur global» de nosotros, los europeos: «Europa debe dejar atrás la idea de que los problemas de Europa son problemas del mundo pero los problemas del mundo no son problemas de Europa».
Cuando Rusia inició su guerra de agresión contra Ucrania, en violación del derecho internacional, muchos políticos occidentales pidieron a los países del «Sur global» que participaran en las sanciones. Al principio no querían ver los devastadores efectos económicos y sociales que tendrían en estos países. El trasfondo moral que resonaba causó irritación en muchos. Tuvimos que reconocer que la mayoría de los países del «Sur global» condenan la guerra de agresión rusa y la violación del derecho internacional, pero no están preparados para soportar los costos de la guerra.
Estamos frente a una prueba aún más complicada con la escalada de violencia en Oriente Medio. Los brutales actos terroristas de Hamás contra israelíes inocentes han horrorizado a todo el mundo. La República Federal de Alemania y también el spd han expresado acertadamente su solidaridad con el Estado de Israel y su gente. No hay justificación para estos bárbaros asesinatos. Sin embargo, el proceder implacable del Ejército israelí en Gaza ha provocado críticas masivas y la acusación de que se aplica un doble estándar occidental.
Nuestros socios del «Sur global» nos preguntan: ¿por qué Occidente condena la destrucción de infraestructura civil en Ucrania, pero no en Gaza? ¿Por qué Alemania no se aleja más de Israel cuando hay miles de civiles muertos en Gaza, más de dos tercios de ellos mujeres y niños? Israel tiene derecho a defenderse. Pero esto conlleva la responsabilidad de respetar el derecho internacional y mantener la proporcionalidad. La protección de la población civil debe ser una prioridad, como ya lo ha dejado claro también la Corte Internacional de Justicia. Es lo que también esperamos nosotros. Para mantener la perspectiva de una paz sostenible, debemos apuntar al objetivo de la autodeterminación para ambos pueblos en los términos de una solución de dos Estados. También debemos dejar claro este objetivo dentro de la comunidad internacional y actuar políticamente por él.
Occidente tiene responsabilidades
Para resolver los conflictos de nuestro tiempo, debemos tratar las perspectivas de nuestros socios con respeto, no desde una superioridad moral. El compromiso con los derechos humanos y la lucha contra la crisis climática también están siendo impulsados por el «Sur global» y juntos debemos afrontar los desafíos mundiales. En un mundo multipolar es importante aceptar la diversidad y, al mismo tiempo, poder identificar intereses comunes. Por lo tanto, debemos trabajar juntos para democratizar el orden internacional con el objetivo de consolidar estructuralmente una nueva política Norte-Sur. Podremos defender un orden basado en reglas únicamente si estamos dispuestos a reformarlo.
Esta será una tarea de largo aliento, ya que no podemos generar confianza de la noche a la mañana. Occidente tiene la responsabilidad de hacer ofrecimientos justos que sean de mutuo beneficio, porque a diferencia del pasado, existen socios alternativos en el escenario internacional: Rusia y China estuvieron presentes durante muchos años, cuando el Norte tenía poco interés en el «Sur global». En los años recientes, esto fue evidente también durante la pandemia del coronavirus. Pero la política Norte-Sur también es de importancia central para el bienestar y la seguridad de Alemania y Europa.
Calidad de vida y bienestar en todo el mundo
¿Cómo sería esa nueva política? Tendría que trabajar indefectiblemente por una transformación social-ecológica global y la democratización del orden internacional. La lucha contra la crisis climática exige una respuesta global, pero que funcione para todas las partes. Muchos países del «Sur global» perciben el debate sobre la protección del clima que está teniendo lugar en Europa como una exhortación a renunciar al crecimiento y el bienestar. Señalan con toda razón que el bienestar en Europa se basa en el colonialismo, el carbón, el petróleo y el gas, a menudo mediante la explotación de recursos naturales en el «Sur global».
Debe ser posible mejorar la calidad de vida de todos y promover el bienestar en todo el mundo sin crear nuevas dependencias ni moralizar las discusiones. Un debate en torno del renunciamiento reduce la aceptación de la política climática. Esto también lo hemos vivido en Alemania. Si impulsamos la protección del clima a través de nuestra cooperación para el desarrollo, tendremos que incluir siempre la política estructural y el equilibrio social en nuestros planteos. Combatir la crisis climática es una tarea de la humanidad. Ya estamos viendo cómo aumentan los desastres naturales, se desencadenan movimientos internos e internacionales de refugiados y, una vez más, el «Sur global» se ve particularmente afectado por las consecuencias de una crisis. Así, el compromiso con la protección del clima y la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas debe ser una prioridad.
Otro punto es la creación de valor local. Cuando formamos nuevas asociaciones climáticas y de recursos con países del «Sur global», nuestros socios exigen con razón que también haya empleo y crecimiento para ellos. En el futuro, nuestra cooperación para el desarrollo tendrá que centrarse más en el compromiso social y ecológico local. Esto implica, por ejemplo, no solamente importar hidrógeno verde del «Sur global», sino también invertir en la producción de equipos en esos países y, por lo tanto, en nuevos puestos de trabajo. Estos son enfoques que podemos llevar adelante eficazmente en nuestra cooperación bilateral, ya sea como Alemania, como Unión Europea o bien con otros socios. Estos enfoques también contribuyen a lograr los objetivos de la Agenda de Sostenibilidad 2030 de las Naciones Unidas, que consideramos cruciales.
El futuro del orden internacional
La segunda área importante es la democratización del orden global. Alemania se beneficia como ningún otro país de un orden internacional basado en reglas. Estados como Rusia están atacando este orden, mientras que China está tratando de alinearlo con sus intereses. El desorden resultante hace el mundo más impredecible, más propenso a las crisis y, en términos generales, más incierto. Por eso es importante defender el orden internacional, lo cual implica también reformarlo. Solamente así podremos garantizar la paz, la seguridad y el crecimiento sostenible a largo plazo.
Un rol central lo cumplen aquí las Naciones Unidas. Este organismo refleja el equilibrio de poder posterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero el mundo ha cambiado. Para que las Naciones Unidas tengan un futuro como guardianas de un orden internacional basado en reglas, se necesitan reformas que reflejen el equilibrio de poder en el mundo multipolar de hoy. Es central una reforma del Consejo de Seguridad. En el grupo G-4, Alemania, Brasil, la India y Japón declararon hace ya casi 20 años que se apoyarían mutuamente en sus esfuerzos por lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Los países africanos también deberían tener una representación mayor.
Al mismo tiempo, es importante reformar las instituciones financieras internacionales para que el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, por ejemplo, incluyan en su trabajo muchas más inversiones en bienes públicos tales como educación, salud, infraestructura, protección del clima o biodiversidad. El asombroso aumento de la deuda soberana impide a muchos países invertir en el futuro. Necesitamos una solución sostenible para estas crisis de deuda dentro de la comunidad internacional. Debemos asegurarnos de que los programas del Fondo Monetario Internacional protejan la participación social en las crisis de deuda y prevengan la desigualdad, y no repetir los errores de los programas neoliberales de ajuste estructural del pasado.
Nuevas colaboraciones: asociaciones sólidas
Todas estas áreas ofrecen enfoques para una cooperación y asociaciones más sólidas con países del «Sur global». Esto es particularmente válido para los países latinoamericanos y especialmente para Brasil. Como país más grande de la región, ocupa actualmente la Presidencia del g-20 y abre debates trascendentes sobre, por ejemplo, un impuesto mínimo global, la lucha contra la desigualdad y la pobreza y las reformas del multilateralismo. Este país también ocupa una posición destacada en la lucha contra la crisis climática global. Bajo la Presidencia de Lula da Silva, el país vuelve a ser un estrecho aliado.
La cop 30, que se llevará adelante en 2025, en la región amazónica brasileña, es un hito importante. En la cooperación en materia de hidrógeno verde, por ejemplo, el aumento de la demanda en Alemania y Europa no debe llevar a la creación de nuevas dependencias jerárquicas basadas en meras importaciones de materias primas. Las consecuencias deberían ser, más bien, creación de valor y desarrollo industrial, también en Brasil.
A pesar de diferentes análisis y perspectivas, como en el caso de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el terrorismo de Hamás y la guerra de Gaza en Oriente Medio, predominan las similitudes con Alemania y la socialdemocracia. Existe una asociación estratégica entre Brasil y Alemania desde 2008. Hay varias razones por las que esa asociación no ha tenido hasta ahora la suficiente vitalidad, pero los cuatro años de gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro ciertamente no han ayudado. Cuatro años en los que Brasil no actuó como un socio confiable y en los que la democracia, la protección ambiental y la cooperación multilateral se vieron debilitadas.
El spd y el pt avanzan juntos
La cooperación ahora está siendo impulsada nuevamente por el gobierno liderado por los socialdemócratas en Alemania y el gobierno de Brasil, presidido por el pt [Partido de los Trabajadores]. En las consultas gubernamentales de fines de 2023 se cerraron acuerdos concretos entre Alemania y Brasil. Eso es bueno. Pero también es importante que la colaboración se dé en otros niveles. En junio de 2023, el spd firmó un acuerdo de asociación con el pt. En él nos comprometemos a trabajar más estrechamente en los importantes temas de la democracia, la transformación social-ecológica, el multilateralismo y la paz y la seguridad. El intenso intercambio, incluso a nivel de partidos, puede ayudar a fortalecer las relaciones entre estos dos importantes países de América Latina y Europa. En ambas regiones vemos cómo los enemigos de la democracia están tratando de destruir lo que se ha construido durante décadas, y que cuentan con una red y una coordinación internacional. El intercambio ha sido descuidado durante demasiado tiempo. En un mundo transformador, con centros de poder «móviles» y a veces rivales, se necesitan asociaciones y canales de comunicación fuertes y confiables, que queremos apuntalar aún más, incluso contra las fuerzas revisionistas. Por un mundo justo e inclusivo.
Trabajamos para que las reformas necesarias avancen. Llegará el momento en que se abrirá una ventana para implementar estas reformas. Una irá más rápido, otra tardará más. Incluso aunque tengamos perspectivas diferentes sobre los conflictos y las crisis, hay intereses y valores fundamentales que nos unen. La base para ello es una nueva política Norte-Sur en la que nosotros, como socialdemocracia alemana, queremos dejar huella junto con nuestros socios en los próximos años.
Nota: este artículo se basa en un discurso del autor en el marco del coloquio «Repensando el Norte-Sur», que tuvo lugar en el Foro de Historia del SPD en Berlín, 18/3/2024. Traducción: Carlos Díaz Rocca.
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1.
Carlos Andrés Pérez: «El diálogo Norte-Sur» en Nueva Sociedad No 51, 11-12/1980, disponible en www.nuso.org.