Tema central
NUSO Nº 260 / Noviembre - Diciembre 2015

Providencialismo y discurso político en Nicaragua

El providencialismo siempre estuvo presente en la historia nicaragüense y en los primeros años de la república independiente se articuló con la naturalización de la injerencia estadounidense. Con la revolución sandinista de 1979, emergió un Dios articulado a la teología de la liberación y el cambio social. Pero tras la caída del sandinismo, el viejo providencialismo retornó triunfante y el propio Daniel Ortega regresó al poder apelando a él y sellando alianzas con sectores del clero tradicional. Parte de su nueva fe post-revolucionaria se expresa en su cruzada contra el aborto terapéutico.

Providencialismo y discurso político en Nicaragua

Los estudios del desarrollo político latinoamericano han prestado poca atención a la contradictoria relación entre la idea de democracia –por la que se sigue luchando en América Latina– y la cultura religiosa providencialista que predomina en la región. Mientras que la democracia asume la existencia de una fe secular en la capacidad de los seres humanos para controlar su destino, el providencialismo ofrece una visión de la historia como un proceso controlado por un Dios que lo decide todo1. Adoptando las premisas históricas de las ciencias sociales europeas, la sociología y la politología latinoamericanas asumen que el desarrollo político de los países de la región ocurre dentro de un espacio secular separado del espacio de lo sagrado, divino, religioso o sobrenatural. Ignoran, pues, que las ideas de Dios que permean el imaginario de los latinoamericanos y las latinoamericanas son, fundamentalmente, ideas acerca del papel de Dios en la historia. Estas ideas condicionan la manera en que los latinoamericanos percibimos el poder, así como la manera en que actuamos frente a él2.

Nicaragua ofrece uno de los ejemplos más dramáticos de las formas en que la visión providencialista de la historia condiciona las percepciones de la política y el poder. El propósito de este artículo es mostrar la influencia de esta visión mediante una breve revisión histórica del discurso político nicaragüense. Buscamos mostrar, además, cómo el providencialismo ha facilitado la formación de una cultura política pragmática-resignada que induce a los nicaragüenses a percibir la realidad social como una condición histórica determinada por fuerzas ajenas a su voluntad. Esta percepción es una derivación lógica –aunque no necesariamente consciente– de otra más básica: la de un mundo que no controlamos porque lo controla Dios.

El artículo se divide en tres secciones. La primera analiza la influencia del providencialismo en las visiones de la política y del poder en Nicaragua hasta antes del triunfo de la Revolución Sandinista en 1979: el discurso de las elites del país durante este periodo expresa una visión de Dios como la fuerza que legitima la distribución y los usos del poder. La segunda sección explica la relación entre política y religión durante la década revolucionaria de 1980: en este intenso periodo de la historia nicaragüense, surge una visión de Dios como una fuerza liberadora que se contrapone a la visión providencialista dominante a lo largo de la historia del país. Finalmente, la tercera sección analiza la evolución de la relación entre política y religión a partir de la llamada «transición democrática» que se inició en 1990, después de la derrota electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional (fsln): durante este periodo, se reinstauran en Nicaragua una cultura religiosa providencialista y una cultura política pragmática-resignada que empujan a los nicaragüenses a poner sus vidas en «las manos de Dios», y de un Estado que ellos no controlan. Esta restauración cultural tiene una de sus principales expresiones en la sacralización del discurso político del fsln.

Política y religión antes de la Revolución Sandinista

Al igual que en el resto de los países de América Latina, el reto principal del Estado nicaragüense después de la independencia fue el establecimiento del orden. Liberales y conservadores lucharon por definirlo en función de sus propios intereses, sin la habilidad política necesaria para articular un consenso social que sirviera de base al desarrollo de la sociedad nicaragüense. Ambos grupos imitaron el pensamiento europeo sin contar con la madurez intelectual para adaptar, críticamente, aquellos aspectos de ese pensamiento que pudieran ayudarlos a desarrollar su capacidad para hacer historia; o bien, para rechazar, también críticamente, aquellas ideas que no encajaban con la realidad del país. En su novela El comandante, el escritor nicaragüense Fernando Silva sintetizó en una frase la naturaleza del pensamiento político nicaragüense durante este periodo: «Todo lo que hemos procurado aquí, liberales y conservadores, lo hemos hecho solo por instinto, somos pasiones nada más»3.

En el discurso con el que las autoridades celebraron en 1849 la llegada al país del primer diplomático estadounidense acreditado en Nicaragua, la sociedad nicaragüense aparece representada como una entidad carente de la capacidad para alcanzar, por sí misma, los atributos de un verdadero Estado nacional. «Hace mucho tiempo», dijo el mandatario Norberto Ramírez en su bienvenida a Ephraim George Squier, que «Nicaragua sentía necesidad de abrigarse bajo el esclarecido pabellón de Norte América; pero no había llegado aún la hora en que el árbitro de las Naciones debía levantarnos a tan alto grado de dicha y prosperidad»4.

Más tarde, en 1855, en medio de una de las guerras en las que liberales y conservadores se enfrentaron para capturar el poder del Estado, un grupo de mercenarios estadounidenses fue contratado por los liberales para derrotar a sus adversarios. Los «filibusteros» derrotaron a las tropas conservadoras y la ciudad liberal de Granada celebró con gran júbilo el triunfo de los estadounidenses. En una misa de acción de gracias oficiada en esa ocasión, el sacerdote Agustín Vijil señaló que William Walker –el jefe de los mercenarios– podría ser «el enviado de la Providencia para curar heridas y reconciliar la familia nicaragüense»5.

Walker terminó desplazando del poder a los liberales que lo habían llevado al país. Se eligió presidente, impuso el inglés como idioma oficial y legalizó la esclavitud. Temerosos de las manifiestas ambiciones expansionistas del filibustero, los ejércitos centroamericanos se unieron para expulsarlo. Walker fue capturado y fusilado en Honduras, y Nicaragua, como las estirpes condenadas a la soledad en la imaginación de Gabriel García Márquez, obtuvo una «segunda oportunidad sobre la tierra»6.

En la sesión inaugural de la Asamblea Constituyente organizada para reconstruir el Estado nicaragüense, Gregorio Juárez reafirmó la visión providencialista dominante en el país: «La divina Providencia que por medios preparados y dispuestos con su propia mano os ha reunido en este augusto recinto, no os abandonará; antes bien, os estrechará en su pecho como se le ve abrigar al recién nacido en su estado de inocencia»7.

Los conservadores gobernaron el país tras la derrota de Walker, hasta que fueron desplazados en 1893 por un golpe militar liderado por el liberal José Santos Zelaya. Zelaya promovió la secularización de las instituciones del Estado, pero no logró transformar la cultura religiosa dominante. La carta constitucional impuesta por el caudillo para formalizar su visión liberal fue derogada por él mismo dos años después de haberla proclamado, con el argumento de que esa Constitución demandaba «un pueblo más adelantado que el pueblo nicaragüense»8.

En 1902, Estados Unidos decidió construir un canal interoceánico a través de Panamá. Quisieron, además, mantener el derecho de construcción de un segundo canal a través del territorio nicaragüense para evitar que otro país lo usara para abrir una ruta alternativa. Frustrado por la selección de la ruta panameña, Zelaya rehusó colaborar con eeuu, lo que impulsó a Washington a derrocarlo.

El mandatario abandonó la Presidencia en 1909 y los conservadores recuperaron el poder. Adolfo Díaz, el líder de ese partido, atribuyó a Dios el colapso del régimen liberal: «El gobierno [de Zelaya], arrojado en aquel precipicio de despilfarro, no sabemos hasta dónde hubiera llevado al país, si la Providencia no decreta su fin». En ese mismo discurso, Díaz declaró que, por «leyes sociológicas ineludibles», Nicaragua tenía que apoyarse en el «altruismo internacional de la Gran República Americana» para alcanzar el orden y la prosperidad. Estos logros, aseguraba Díaz con pragmática resignación, «no pueden venir por nuestros propios medios»9.

En 1912 Washington intervino militarmente en Nicaragua para proteger a los conservadores de las constantes conspiraciones de los liberales. Para ese entonces, las elites locales habían internalizado la idea de que nada se podía hacer contra la voluntad de Dios… o la de eeuu. Una revista nicaragüense de ese tiempo hacía referencia a esta actitud señalando que en Nicaragua prevalecía un espíritu «de pesimismo y desaliento que bien [podía] calificarse de resignación»10.

Algunos sectores de la sociedad nicaragüense, como los representados por el general Benjamín Zeledón, operaron durante este periodo como fuerzas contraculturales que resistieron el pragmatismo resignado de las elites. Estas fuerzas, sin embargo, no lograron traducirse en un pensamiento y una acción política capaces de transformar la realidad cultural del país.

Las tropas estadounidenses abandonaron el territorio nicaragüense en 1925. Inmediatamente después, los liberales iniciaron una nueva revuelta militar contra los conservadores. eeuu intervino de nuevo en 1926 para imponer el orden y decidió organizar elecciones para poner fin a la lucha entre los dos bandos. Un artículo de The New York Times de ese tiempo señalaba que tanto los liberales como los conservadores habían aprendido a aceptar el papel intervencionista de eeuu como algo natural. En Nicaragua, agregaba el artículo, no había un solo grupo político organizado que creyera posible «conducir los asuntos nacionales sin antes tener el visto bueno de eeuu»11.

Los liberales ganaron las elecciones y, tal como lo había pronosticado The New York Times, el candidato ganador José María Moncada se declaró «amigo de la influencia de eeuu en Nicaragua». Esta «influencia», señaló el presidente electo, le permitiría a Nicaragua crecer «a la sombra» de «las prácticas republicanas» del país del norte. Antes de su elección, Moncada había expresado su visión pragmática-resignada de la realidad nicaragüense: «La no envidiada historia de mi patria la tengo escrita en mi cerebro con caracteres indelebles. La repaso cada día y cada día me convenzo con mayor profundidad de que en nuestra psicología e idiosincrasia reina el mal, que cala nuestros huesos y se difunde en nuestra sangre y se apodera cruelmente de nuestros corazones»12.

Pero las elecciones organizadas por eeuu no pusieron fin a la lucha entre liberales y conservadores, y estos siguieron recurriendo a las armas para dirimir sus contiendas. En 1927, Washington forzó un pacto de paz entre los dos partidos. Augusto César Sandino, el general liberal, rechazó este acuerdo, condenó la intervención estadounidense e inició su legendaria lucha por la soberanía del país. Al igual que Zeledón, Sandino representaba a aquellos sectores de la sociedad nicaragüense que no se resignaban a vivir bajo la voluntad de Dios y eeuu.

Empero, el «general de hombres libres» fue asesinado en 1934 y Nicaragua quedó a la merced de la Guardia Nacional, un cuerpo castrense organizado por eeuu. Anastasio Somoza García –el principal sospechoso del asesinato de Sandino– fue nombrado jefe de la nueva organización militar por Washington. En 1936, Somoza García usaría esta posición para alcanzar la Presidencia del país y dar inicio a una dictadura familiar que consolidaría la subordinación de Nicaragua a la potencia del norte. El somocismo se extendería hasta 1979, cuando fue derrocado por una revolución popular liderada por el fsln.

Política y religión durante la Revolución Sandinista

Los años 60 fueron el escenario de profundos cambios culturales y políticos en todo el mundo. Entre ellos se destacan el triunfo de los movimientos anticoloniales en África, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, la Revolución Cultural china y, por supuesto, la Revolución Cubana, que se convertiría en un evento definitorio del sentido de la política latinoamericana durante la segunda mitad del siglo pasado. En la década de 1960, además, la Iglesia católica «abrió sus ventanas» para renovarse. Con ese objetivo organizó el Concilio Ecuménico Vaticano ii, inaugurado en 1962. El espíritu progresista de ese concilio contribuyó al desarrollo de lo que llegaría a conocerse como la Teología de la Liberación.

La Teología de la Liberación opuso, a la idea del Dios providencial que lo decide todo, la de un Dios que demanda la participación de la humanidad en la lucha por su liberación espiritual y material. En Nicaragua, la poesía de Ernesto Cardenal y la música de Carlos Mejía Godoy capturaron el espíritu de esta corriente y contribuyeron al desarrollo de una aspiración colectiva fundamentada en tres valores: la soberanía nacional, la justicia social y la democracia.

El fsln logró capitalizar esta aspiración, pero no contó con capacidad político-reflexiva necesaria para institucionalizarla. Desde su fundación, había adoptado un pensamiento marxista mecánico e imitativo que empujaba a sus líderes a percibir la revolución como un proceso guiado por una lógica histórica que necesariamente desembocaba en la sociedad sin clases, el fin del imperialismo estadounidense y el colapso del capitalismo mundial13.

Convencidos de marchar al paso de «la Historia», los sandinistas menospreciaron la necesidad de establecer las alianzas políticas necesarias para la consolidación del proceso revolucionario. El fsln se declaró enemigo de la burguesía y lanzó una guerra retórica «contra el yankee, enemigo de la humanidad» que terminó convirtiéndose en una guerra real14. Efectivamente, con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca en 1981, eeuu apoyó la formación de un ejército contrarrevolucionario y fomentó una guerra civil en la que perecieron decenas de miles de nicaragüenses.

El fsln también adoptó una posición crítica y provocativa frente a las autoridades de la Iglesia católica y declaró su apoyo a la «Iglesia popular», compuesta por fieles y sacerdotes partidarios de la Teología de la Liberación. La radical posición conservadora adoptada por el papa Juan Pablo ii frente al socialismo y a la Teología de la Liberación agravó este conflicto, sobre todo a raíz de su primera visita a Nicaragua en 1983, cuando criticó la revolución y denunció el «magisterio paralelo» de los teólogos de la liberación15.Pero en realidad, y a pesar de su influencia entre los sectores más fieles al sandinismo, la Teología de la Liberación nunca fue una verdadera amenaza para la Iglesia católica oficial. Los valores cristianos providencialistas de la sociedad nicaragüense fueron contrarrestados brevemente por el espíritu liberador de la revolución, pero se mantuvieron latentes para luego resurgir en el fervor religioso con que el pueblo creyente celebró los anuncios de milagros y apariciones de la Virgen María que abundaron durante los años 8016.

En medio de este ambiente, la Iglesia católica se convirtió muy pronto en la principal expresión institucional del antisandinismo. El fsln reaccionó censurando los medios de comunicación, así como expulsando del país a algunos sacerdotes opositores. La Iglesia respondió, a su vez, intensificando en los creyentes las representaciones mentales del Dios que lo decide todo. El conflicto Iglesia-Estado iba a terminar en 1989, cuando el Dios providencial terminaría imponiéndose sobre el «Dios de la Historia» de la revolución.

Política y religión después de la revolución

La presión internacional, la guerra y la crisis económica causada por esta obligaron al fsln a aceptar la celebración de elecciones presidenciales en 1989. El antisandinismo de la Iglesia católica jugó un papel crucial en la victoria de la Unión Nacional Opositora (uno), liderada por Violeta Barrios de Chamorro. El valor simbólico que para el Vaticano tuvo la derrota del fsln se hizo evidente cuando Juan Pablo ii decidió regresar a Nicaragua para celebrar el fin de la revolución. En uno de los discursos que pronunció durante su visita, el Papa dijo: «Recuerdo la celebración de hace 13 años; tenía lugar en las tinieblas, en una grande noche oscura. Hoy se ha tenido la misma celebración eucarística al sol; se ve que la Divina Providencia está actuando sus designios en la historia de las naciones de toda la humanidad»17.

El gobierno de Violeta Chamorro inició un proceso de transformaciones estructurales orientado a institucionalizar un modelo de libre mercado y un sistema democrático representativo. La transición nicaragüense, sin embargo, trascendió las dimensiones económicas y políticas antes señaladas, para constituirse en el inicio de una profunda restauración cultural. A partir de 1990, la visión providencialista del poder y de la historia, así como la cultura política pragmática-resignada, que habían dominado el desarrollo histórico de Nicaragua hasta el triunfo revolucionario de 1979, iban a restablecerse como el marco valorativo que condicionaría la práctica política de las elites y de la sociedad.

El peso del providencialismo en las elites se reflejó en el uso de un discurso político cargado de religiosidad. En las clases media y alta, se manifestó en la expansión del catolicismo carismático y en el fortalecimiento de organizaciones católicas como Ciudad de Dios, apegadas a un cristianismo pietista tradicional. En las clases populares, el providencialismo se hizo evidente en la proliferación de las iglesias pentecostales y en la diseminación a través de ellas de una visión de Dios y del mundo que empujaba a los creyentes a buscar la solución de sus problemas en «un espacio metahistórico» donde el devenir de la humanidad depende de «los designios insondables de la divinidad»18.

El fsln no escapó a la influencia de la religiosidad nicaragüense. El 19 de julio de 1996, durante la celebración del aniversario de la Revolución Sandinista y en medio de la campaña para las elecciones presidenciales de ese año, Daniel Ortega, el ex-presidente revolucionario y ahora candidato del fsln, utilizó un discurso político que reflejaba el peso del providencialismo dominante en el país. En esa ocasión, Ortega explicó que la casilla asignada a su partido en la boleta electoral –la número seis de 12 casillas correspondientes a los 12 partidos que competían en las elecciones– era una señal de la Providencia que confirmaba su nueva posición centrista en el espectro político nicaragüense19.

En sus sermones y cartas pastorales, los obispos nicaragüenses exhortaron a la población a desconfiar de las intenciones del nuevo discurso de Ortega. Dos días antes de las votaciones, el cardenal Miguel Obando, líder de la Iglesia nicaragüense, pronunció un sermón en el que señaló que «las víboras» se muestran a veces inofensivas para atacar por sorpresa a los inocentes que se acercan a ellas. La referencia la entendió todo el mundo: Ortega actuaba como una víbora y había que desconfiar de él20.

La Alianza Liberal, liderada por su candidato Arnoldo Alemán, se adjudicó el triunfo electoral. En su discurso inaugural, el nuevo presidente exclamó: «Imploro al Señor y a su Santísima Madre, la Virgen María, que nunca permitan que me aparte del pueblo, que nunca deje de vibrar, sentir su calor y sufrir, como en carne propia, con el dolor del alma, por las angustiosas y lacerantes necesidades de los pobres». Luego designó al cardenal Obando como «testigo» del compromiso que decía adquirir con su pueblo21.

Las «lacerantes necesidades de los pobres» no fueron un impedimento para que el gobierno de Alemán se convirtiera en uno de los más corruptos de América Latina22. La corrupción, sin embargo, no logró generar una movilización social para frenar los abusos del gobierno. Por un lado, las organizaciones populares de la década revolucionaria habían sido desmanteladas por el propio fsln. Por el otro, el discurso de la Iglesia frente los abusos de poder del gobierno invitaba a la pasividad porque caracterizaba la corrupción como un problema moral que demandaba soluciones espirituales23.

En los comicios de 2001, el discurso político de los candidatos presidenciales siguió mostrando el peso de la cultura religiosa, como se desprende de uno de los mensajes de campaña de Ortega a los nicaragüenses: «Invocamos a Dios para que nos guíe en el Camino de la Esperanza, donde cada uno de nosotros esté dispuesto, como instrumento Suyo, de Su Voluntad, de Su Paz y de Su Amor, para servirle a este país (…) Nicaragua unida es... la tierra prometida»24.

En sus comunicados, la Iglesia católica instó nuevamente a sus fieles a desconfiar del discurso religioso del fsln. Ortega volvió a ser derrotado y el candidato ganador de los liberales, Enrique Bolaños, declaró: «Siempre tuve mi fe puesta en la voluntad de Dios nuestro Señor y nuestra Madre la Santísima Virgen que nos protegieron y nos guiaron en esta campaña»25.

La población nicaragüense también había puesto su fe y su futuro en las manos de Dios. Una encuesta realizada entre jóvenes en 2001 reveló que 97,1% de los entrevistados aceptaba la frase: «Dios es el juez supremo, de él dependemos y nos juzgará». 96,8% de esas mismas personas coincidía con otra que decía: «Dios es algo superior que creó todo y de quien depende todo»26.

La derrota de 2001 empujó al fsln a intensificar sus esfuerzos para poner fin a su conflicto con la Iglesia católica. Lo logró estableciendo una relación de colaboración con el cardenal Obando, considerado por muchos como el arquitecto de las derrotas electorales del fsln en 1996 y en 2001. Las nuevas relaciones entre la Iglesia y el fsln se sellaron simbólicamente en una misa celebrada por más de 20 sacerdotes el 19 de julio de 2004, fecha de la celebración del triunfo de la Revolución Sandinista. A esa misa asistieron Ortega, su esposa Rosario Murillo, sus hijos y altos miembros del fsln. En su homilía, el cardenal Obando propuso «la purificación de la memoria» y exaltó la importancia del perdón y la reconciliación27. Apoyado en su nueva relación con la Iglesia católica, el fsln –liderado siempre por Ortega– logró ganar las elecciones de 2006. Las consecuencias de la nueva relación con la curia se revelaron dramáticamente en 2007, cuando el gobierno decidió apoyar la criminalización del aborto terapéutico en Nicaragua. Rosario Murillo –además de primera dama, coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía del gobierno– señaló en esa ocasión: «Somos enfáticos: No al aborto, sí a la vida. Sí a las creencias religiosas; sí a la fe; sí a la búsqueda de Dios, que es lo que nos fortalece todos los días para reemprender el camino»28.

Ortega volvió a competir en las elecciones de 2011. Para ese entonces, la dependencia del fsln de las autoridades de la Iglesia se había reducido significativamente. Por un lado, el partido había logrado apropiarse del capital simbólico cristiano y lo utilizaba sistemáticamente. Por otro lado, la Iglesia católica había perdido terreno frente al crecimiento de las iglesias pentecostales, que para 2012 acaparaban 30% de la población del país29. Durante la campaña electoral resurgió el tema del aborto cuando se hizo público que una niña de 12 años había quedado embarazada luego de ser violada. Como resultado de la criminalización del aborto terapéutico durante el gobierno de Ortega, la niña fue obligada a dar a luz a pesar de que presentaba síntomas de preeclampsia e hipertensión. Ella y su hijo sobrevivieron. Murillo celebró el nacimiento del niño como «un milagro, un signo de Dios»30. Ortega se limitó a señalar que su gobierno era «enemigo de Herodes»31.

Ortega fue reelegido en los comicios de 2011 y el fsln se consolidó en el poder por medio de la ayuda económica venezolana. Esta cooperación, de acuerdo con múltiples reportajes e investigaciones, se canaliza hacia los programas sociales del Estado pero además hacia «negocios particulares vinculados a la familia presidencial»32.

Los nicaragüenses no son ciegos ni a la corrupción, ni a su pobreza, como lo muestra una encuesta realizada en septiembre de 2015. Allí, los entrevistados ofrecen una visión deprimente de las condiciones sociales del país pero, al mismo tiempo, declaran que el presidente Ortega merece ser reelegido y que lo que él hace es bueno para el país33. Muchos de los entrevistados seguramente fueron influidos por el clima de esperanza generado por el anuncio de la construcción de un canal interoceánico promovido por el empresario chino Wang Jing, con un costo de 50.000 millones de dólares. El 22 de diciembre de 2014, el gobierno dio por iniciada esta obra a pesar de que no había señales tangibles que validaran este anuncio. Tampoco se conocían los estudios de impacto social y ambiental del canal, ni quiénes serían los inversionistas que lo financiarían. Así, para muchos observadores, el proyecto canalero era, simplemente, una ilusión34.

De todas formas, Ortega celebró haber realizado el «sueño milenario» de los nicaragüenses35.Rosario Murillo se refirió a la obra como un «milagro» y dio gracias por él «a Dios, a la Virgen, a los santos y a todos los espíritus de nuestro cosmos»36. Mientras tanto, los simpatizantes del gobierno que asistían a los eventos conmemorativos de la obra ondeaban esperanzados sus pancartas que decían: «Dios bendiga el canal»37.

¿Es este discurso la expresión de una auténtica religiosidad o, por el contrario, una manipulación oportunista de la cultura religiosa nicaragüense? Este artículo no ofrece respuestas a esta pregunta. Simplemente muestra que el discurso del fsln opera hoy dentro de la cosmovisión providencialista y pragmática-resignada que ha marcado el desarrollo histórico nicaragüense. Muestra, además, que este «retorno al pasado» ayuda al neosandinismo «danielista» a pervivir y mantenerse en el poder.

  • 1.

    Andrés Pérez-Baltodano: es profesor de ciencia política en la Universidad de Western en Canadá e investigador asociado del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (ihnca) de la Universidad Centroamericana (uca) en Managua.Palabras claves: providencialismo, religión, sandinismo, Daniel Ortega, Nicaragua.. Ver Peter C. Hodgson: «Providence» en Donald W. Musser y Joseph Price (eds): A New Handbook of Christian Theology, The Lutterworth Press, Cambridge, 1992, pp. 229-236; Charles Taylor: A Secular Age, Harvard University Press, Cambridge, 2007.

  • 2.

    A. Pérez-Baltodano: «Dios y el Estado: dimensiones culturales del proceso de formación del Estado en América Latina» en Nueva Sociedad No 210, 7-8/2007, disponible en www.nuso.org.

  • 3.

    F. Silva: El comandante, Editorial Latinoamericana, Managua, 1969.

  • 4.

    Cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación: providencialismo, pensamiento político y estructuras de poder en el desarrollo histórico de Nicaragua, ihnca-uca, Managua, 2003, p. 179.

  • 5.

    Ibíd., p. 216.

  • 6.

    G. García Márquez: «La soledad de América Latina», discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, 1982.

  • 7.

    Cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., pp. 65-66.

  • 8.

    Ibíd., p. 333.

  • 9.

    Ibíd., p. 380.

  • 10.

    Nicaragua Informativa, 1917, cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., p. 436.

  • 11.

    The New York Times, 1932, cit. ibíd., p. 450.

  • 12.

    Cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., p. 436.

  • 13.

    V. A. Pérez-Baltodano: La subversión ética de la realidad: crisis y renovación del pensamiento crítico latinoamericano, ihnca-uca, Managua, 2009.

  • 14.

    La frase «luchamos contra el yankee enemigo de la humanidad» forma parte del himno oficial del fsln.

  • 15.

    A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., pp. 617-618.

  • 16.

    V. Equipo Envío: «La Iglesia Católica de Nicaragua después de la revolución» en Envío No 30, 12/1983.

  • 17.

    A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., p. 684.

  • 18.

    Abelino Martínez: Las sectas en Nicaragua, Departamento Ecuménico de Investigaciones, Managua, 1989, p. 120.

  • 19.

    «Los 33 días que conmovieron a Nicaragua» en Envío No 176-177, 11-12/1996.

  • 20.

    «Las elecciones y la parábola de la víbora», editorial en La Prensa, 6/9/2011.

  • 21.

    A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., p. 692.

  • 22.

    Transparencia Internacional, 2001, cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., pp. 706-707; Instituto de Estudios Nicaragüenses, 2000, cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., p. 706.

  • 23.

    Ver A. Pérez-Baltodano: Conversación con Nicaragua: reflexiones y confesiones sobre la nación, la Iglesia y el exilio, anama, Managua, 2007.

  • 24.

    Cit. en A. Pérez-Baltodano: Entre el Estado conquistador y el Estado nación, cit., pp. 717-718.

  • 25.

    Cit. ibíd., p. 724.

  • 26.

    Ver Sofía Montenegro y Elvira Cuadra: Jóvenes y cultura política en Nicaragua, Hispamer, Managua, 2001, pp. 41-42.

  • 27.

    «En aniversario sandinista, Cardenal Obando preside Misa por la paz y reconciliación» en Aciprensa, 19/7/2004.

  • 28.

    S. Montenegro: «El retorno de Daniel Ortega» en Pueblos. Revista de Información y Debate, 17/3/2007.

  • 29.

    «La población en Nicaragua ronda el 35%» en Actualidad Evangélica, 23/1/2013.

  • 30.

    Carlos Salinas: «Daniel Ortega utiliza el embarazo de una niña en su campaña de reelección» en El País, 2/11/2011.

  • 31.

    «Ortega también fue por Matagalpa» en La Prensa, 11/9/2011.

  • 32.

    «Incapacidad, corrupción, despilfarro» en El Nuevo Diario, 15/4/2010; Carlos Fernando Chamorro y Carlos Salina Maldonado: «Las cuentas secretas de Albanisa» en Confidencial, 5/3/2011.

  • 33.

    «Abismo entre la realidad y la opinión» en El Confidencial, 23/9/2015.

  • 34.

    «La promesa de un canal construido sobre dudas» en El Confidencial, 22/12/2014.

  • 35.

    Ibíd.

  • 36.

    «Compañera Rosario: Gran Canal Interoceánico es una llave que abre puertas de progreso» en El 19 digital, 22/12/2014.

  • 37.

    «Dos realidades ante hknd» en La Prensa, 23/12/2014.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 260, Noviembre - Diciembre 2015, ISSN: 0251-3552


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