Opinión
octubre 2009

Momento decisivo, crucial, para alcanzar los objetivos de lucha contra la pobreza global

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) son alcanzables, pero requerirán acciones concertadas, creativas y decisivas de parte de la comunidad internacional. Es precisamente la razón por la que, en esta reunión de Alto Nivel, el Secretario General Ban Ki-moon está pidiendo a los líderes del mundo, tanto del Norte como del Sur, que compartan sus planes concretos y los próximos pasos a dar para cumplir con estos compromisos.

<p>Momento decisivo, crucial, para alcanzar los objetivos de lucha contra la pobreza global</p>

En la Cumbre del Milenio del año 2000, los Jefes de Estado de los países de América Latina y el Caribe se unieron a los líderes de todo el mundo para hacer promesas ambiciosas pero muy serias. Iban más allá de proclamas imprecisas sobre la necesidad apremiante de luchar contra la pobreza al ofrecer una serie de compromisos medibles para mejorar el nivel de vida de las personas de todo el mundo en un plazo específico. Estas promesas se convirtieron en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), y no son sólo una promesa de la comunidad internacional sino un plan que establece metas cuantificables en materia de salud, educación, pobreza, hambre, medio ambiente e igualdad de género, que son temas que siguen siendo un desafío para nuestra región.

El 25 de septiembre, los líderes se reúnen nuevamente, ocho años después, para volver a tratar los ODM y ver en qué áreas el mundo puede hacer más para alcanzarlos dentro de la fecha límite de 2015. Los Objetivos son alcanzables, pero requerirán acciones concertadas, creativas y decisivas de parte de la comunidad internacional. Es precisamente la razón por la que, en esta reunión de Alto Nivel, el Secretario General Ban Ki-moon está pidiendo a los líderes del mundo, tanto del Norte como del Sur, que compartan sus planes concretos y los próximos pasos a dar para cumplir con estos compromisos.

Este es un momento crítico dado que el enlentecimiento de la economía, los altos precios de los alimentos y de los combustibles y el cambio climático amenazan el progreso ya logrado. Sin embargo, hemos presenciado mejoras, ejemplos en todo el mundo en que se han dado cambios verdaderos y en que países que se enfrentan a obstáculos abrumadores han logrado sobreponerse a ellos. El resultado es que se han logrado antes de lo previsto ciertas metas esenciales de los ODM. Más importante aún, detrás de las estadísticas hay personas reales que están saliendo de la pobreza y llevando una vida más saludable y productiva.

En nuestra región, Chile es conocido por la variedad de programas públicos que ofrecen a sus ciudadanos apoyo; sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, las familias más pobres no están equipadas o suficientemente informadas para sacar provecho de ellos. Por lo tanto, todavía hay una cantidad considerable de chilenos que no se benefician de la prosperidad del país. En respuesta a esta disparidad, Chile estableció el programa Chile Solidario para ayudar a las familias más pobres a tener acceso a los programas nacionales y públicos que ofrecen ayuda, establecen un nexo esencial y les informan de sus derechos como ciudadanos, de modo que puedan tener acceso a los subsidios y servicios que están a su disposición.

Como resultado, Chile ha visto un progreso notorio en la reducción de la pobreza, pasando del 38,6% de la población total en 1990 al 13,7% en 2006. La pobreza extrema se redujo del 12,9% al 3,2%. Hasta ahora el programa ha ayudado a cerca de 225.000 familias extremadamente pobres. Los esfuerzos actuales están dirigidos a mejorar aún más el programa, al igual que se considera ampliarlo, después de evaluar cuidadosamente sus resultados

El Salvador se dio cuenta de que necesitaba enfoques más flexibles y más orientados a la educación, y comenzó a involucrar a las comunidades, a los padres de familia e incluso al sector privado en la educación. Gracias a programas tales como Educación con Participación de la Comunidad, el país está cerca de alcanzar su objetivo de asegurar que todos los niños en edad de educación primaria asistan a la escuela. Entre 1990 y 2007, la participación en la educación primaria y secundaria aumentó un 17 y un 35% respectivamente. Eso quiere decir que el 95% de los niños en edad escolar van a la escuela, y que el 60 por ciento de las niñas y de los niños en edad de educación secundaria están escolarizados. Además, la igualdad de género en la educación primaria y secundaria ya se ha logrado, así como la meta en cuanto al promedio de alfabetización. A pesar de estos avances, se necesita aún más para mejorar la calidad de la educación en la actualidad, no sólo para mantener a los niños en la escuela y mejorar lo que se les enseña, sino también para darles habilidades que serán esenciales en los mercados laborales del futuro.

En Ecuador, se ha declarado a los ODM política de Estado (en 2005). En los últimos años, los ODM han estado constantemente presentes en los programas sociales a través de tres administraciones distintas. Esto ha significado políticas públicas a largo plazo en temas fundamentales como la educación, la salud y el medio ambiente. Los ODM han sido incorporados en forma, en espíritu y en contenido al Plan Nacional de Desarrollo. La administración actual ha relacionado la planificación con la inversión pública. Los ODM no sólo han sido vitales para dar continuidad a las políticas sociales en el ámbito nacional, sino que han establecido un marco de continuidad y armonización entre la administración central y los territorios, para asegurar que los ODM sean considerados prioritarios. Todos estos esfuerzos y compromisos por parte del gobierno y de los actores nacionales presentan un panorama muy prometedor para que el Ecuador haga un progreso continuado en su camino para alcanzar los ODM en los años venideros.

Con una presión mundial creciente que amenaza invertir el progreso, ahora más que nunca el diálogo mundial debe convertirse en acción, que es la más preciosa divisa internacional.

Los ODM son alcanzables, pero sólo si los líderes mundiales que se reúnen en Nueva York esta semana cumplen con sus compromisos y toman medidas positivas y rápidas para mejorar la situación de todos, independientemente de dónde y de quiénes sean. No están solos. En este momento crucial, decisivo en la campaña, el mundo está atento. A los jefes de gobierno se unen cientos de directores ejecutivos del sector privado, de filántropos y de líderes de la sociedad civil. Todos tenemos la función como ciudadanos responsables, de apoyar los esfuerzos de los gobiernos para que cumplan estas promesas y aumenten la intensidad de sus esfuerzos en los próximos siete años para terminar con la pobreza –en materia de salud, ingresos, educación, recursos, nutrición –y mejorar la equidad en América Latina y más allá.



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