Crónica

Miss Venezuela, la cara bonita de la decadencia


Nueva Sociedad 255 / Enero - Febrero 2015

En un país donde fueron asesinadas más de 200.000 personas entre 1998 y 2013, el 6 de enero de 2014 falleció, tras recibir dos disparos, Mónica Spear, Miss Venezuela 2004. Es la primera reina de belleza que muere de esa forma; sin embargo en la edición de ese año del concurso, su nombre no fue recordado. El «Zar de la Belleza» y presidente de la Organización Miss Venezuela, Osmel Sousa, dijo a la prensa que «no era el momento propicio para un homenaje». Esa noche solo había lugar para la fantasía de una nación encandilada por los concursos de belleza.

Miss Venezuela, la cara bonita de la decadencia

Fue bella hasta en la muerte. Los dos disparos que recibió en la oscuridad del 6 de enero de 2014 en el sector El Cambur de la carretera Puerto Cabello-Valencia apagaron la vida que flotaba, como el vestido que llevaba en ese instante, sobre nubes de éxitos desde que la coronaron Miss Venezuela en septiembre de 2004, en el Poliedro de Caracas. Pero en ese día de duelo con la inseguridad, a tres horas y media de la ciudad donde fue reina por primera vez, Mónica Spear, también actriz de televisión, dejaba su leve sonrisa envuelta en un gesto mortuorio, sin pasarela posible para entonar, como en el himno del certamen, «en una noche tan linda como esta».

Ella estaba allí con la muerte intentando borrar su belleza. Al lado, su ex-esposo Thomas Henry Berry. «Mis padres están durmiendo», dijo Maya, la hija de la pareja que sobrevivió al tiroteo con un disparo en la pierna, luego de que el carro se quedara accidentado en la orilla de una ennegrecida noche en que los asaltantes salieron del monte escupiendo balas, proyectiles que no preguntaron los nombres de las víctimas.

Así, Spear y Berry ingresaron en la lista de las primeras víctimas de un año 2014 que se estrenaba con el antecedente del récord de 24.000 homicidios registrados en 2013 en todo el país. Pero Spear es la primera Miss Venezuela, la primera reina de belleza –en un país donde las coronas no se reparten por linaje, sino por genética– que cae bajo el fuego de la inseguridad, violencia homicida que de 1998 a 2013 dejó un balance de 205.096 asesinatos, según la cifra contabilizada por el Observatorio Venezolano de Violencia.

Y eso ocurre en «el país de las mujeres más bellas», donde desde 1952 fueron elegidas 62 reinas de belleza, de las cuales siete se convirtieron en Miss Universo, entre ellas la soberana universal de 2013, María Gabriela Isler; seis fueron Miss Mundo, igual cantidad de Miss Internacional y dos Miss Tierra. Una nación en la cual una reina alcanzó los máximos logros en certámenes de belleza internacionales y estuvo, por lo menos hasta mediados de 1998, en la cima de las encuestas para las elecciones presidenciales de ese año: Irene Sáez. Al final, ganó Hugo Chávez.

Reinas sin palacio

El 6 de diciembre de 1998, Chávez obtuvo 3.673.685 votos en un universo electoral de un poco más de 11 millones de votantes. Logró un millón más que el segundo de la contienda, Henrique Salas Romer, y cerca de 3.500.000 más que Sáez, Miss Universo 1981. Entonces el país comenzó a cambiar. Referéndum, Asamblea Nacional Constituyente, nuevos poderes, más elecciones, otras tres victorias consecutivas de Chávez, reconfiguración política y económica, hasta el fallecimiento del presidente en ejercicio: muchos cambios ocurrieron a lo largo de los últimos 16 años. Pero solo una vez en ese lapso una de esas reinas coronadas en el certamen Miss Venezuela visitó oficialmente el Palacio de Miraflores, sede del Poder Ejecutivo.

Ocurrió en enero de 2012. Un presidente afectado por el cáncer que lo llevó a la muerte sin que el resto de los venezolanos supiéramos detalles de la enfermedad recibió a Ivián Sarcos en la casona diseñada por el conde italiano Giussepi Orsi en 1884. La joven, llanera como Chávez y que trabajó en las calles de Caracas como vendedora informal, fue coronada Miss Mundo en diciembre de 2011. La reina, sin medir palabras, manifestó su apoyo al mandatario y a su gestión.

Hasta 1999 era tradición que las misses visitaran el Palacio de Miraflores, sobre todo si obtenían un título en alguno de los concursos internacionales. Al menos recibían un telegrama del mandatario de turno para felicitarlas por sus logros. Ocurrió así con Susana Duijm, la ganadora de la tercera edición del concurso en 1955. En 1952, la aerolínea Panamerican Airways organizó por primera vez el concurso Miss Venezuela, buscando una representante para el concurso Miss Universo. Entonces estaba al mando del país el coronel Marcos Pérez Jiménez, quien participó en el golpe de Estado de 1948 y se mantuvo en el poder hasta 1958. En aquella ocasión, Sofía Silva estrenó la primera corona. En 1954, el certamen se interrumpió debido a problemas políticos y a la falta de anunciantes. Se retomó en 1955, pese a la queja de la Iglesia católica venezolana. «La forma como se llevan a cabo las elecciones [para Miss Universo] por su inmodestia y exhibicionismo merecen repulsa absoluta de los buenos católicos», escribió en el diario La Religión, en mayo de ese año, el arzobispo de Caracas, Lucas Guillermo Castillo.

En julio de 1955, luego de un cerrado final, Carmen Susana Duijm Zubillaga ganó el concurso, y con ello el derecho a viajar a Los Ángeles al certamen de Miss Universo, donde quedó entre las finalistas. Tres meses después, por invitación de los organizadores, se trasladó a Londres, ciudad en la cual se alzó con la corona de Miss Mundo y dio a Venezuela la primera reina de belleza. Duijm contó al periodista Orlando Suárez que Pérez Jiménez le envió un telegrama para felicitarla por su victoria. Además, le regaló una casa coronada con una esfera en la urbanización Las Palmas.

Un año después de la caída de la dictadura, el concurso no se efectuó. Otra vez problemas políticos y económicos afectaron la organización. Para 1960, en un país con crecientes ingresos petroleros, al cual llegaban europeos en busca de las oportunidades perdidas en la posguerra y donde internamente se afianzaba la migración del campo a la ciudad, se retomó el evento y comenzó la profesionalización del certamen, gracias al empresario cubano Ignacio Font Coll, propietario de la agencia de publicidad Oppa, quien creó el Comité Venezolano de la Belleza.

Durante los 15 años posteriores al primer concurso, los desfiles en traje de baño se efectuaban en privado, solo para ser vistos por el jurado, aunque ya en 1961 Últimas Noticias publicó fotografías de las candidatas en bikini, tomadas supuestamente sin autorización por un fotógrafo de apellido Lugo, mientras en Caracas la incipiente guerrilla urbana hacía estallar bombas. Para 1968, Font Coll había firmado un contrato de transmisión con Venevisión, canal de la familia Cisneros. Ese año, por primera vez se televisó un desfile en traje de baño. Fue en ese momento cuando ingresó en la organización del evento una figura que se convirtió en sinónimo de Miss Venezuela: Osmel Ricardo Lázaro Cipriano Sousa Mansilla.

El «Zar de la Belleza»

«Estás pasadita de peso», «¡Así como estás, no vas!», «Esa nariz hay que arreglarla»… estas son algunas de las frases que Osmel Sousa lanzaba a las jóvenes que llegaban esperanzadas a tocar las puertas de la Organización Miss Venezuela, de acuerdo con un perfil publicado en Poderopedia.org/ve, un sitio web que muestra las relaciones de poder entre personas, empresas y organizaciones. Sousa, nacido en Cuba el 26 de septiembre de 1945, consiguió el poder de hacer reinas: el llamado «Zar de la Belleza» armó en Venezuela toda una industria reconocida internacionalmente.

, Sousa contó que de niño tenía amaneramientos y una voz muy aguda, por lo que sus padres, de religión católica, lo sometieron a un tratamiento de hormonas para «igualarlo» a los otros varones. Tras ser rechazado por los padres emigró a Venezuela. Fijó residencia en Maracaibo, donde comenzó a trabajar arreglando vitrinas de establecimientos comerciales. Más tarde se mudó a Caracas y fue contratado por su paisano Font Coll como dibujante. Tiempo después, a los 23 años, en 1968, pasó a formar parte de la organización del certamen.

El primer gran logro de Sousa ocurrió cuando Maritza Sayalero, la primera concursante que admitió públicamente haberse sometido a una cirugía plástica, alcanzó en 1979 la corona de Miss Universo. Font Coll falleció antes de ese triunfo y luego sus herederos vendieron los derechos del concurso Miss Venezuela a la Organización Cisneros.

Para el periodista Diego Montaldo, conocedor de la historia de los certámenes de belleza,

el boom social y cultural del Miss Venezuela se produjo luego de la compra del certamen por parte de la Organización Cisneros, que designó a Sousa presidente de la Organización Miss Venezuela. Así el concurso se volvió tan popular e importante para los venezolanos porque es el programa que logró hilar todas las clases sociales del país, porque al venezolano le encanta soñar, y las misses son ese reflejo de la fantasía, lo más cercano a la perfección.

Mami, quiero ser miss

En este margen norte del mapa suramericano, el certamen se convirtió en el evento con el más alto rating de la televisión venezolana y genera en madres e hijas de todas las posibilidades económicas el deseo de la corona. Eso lo sabe bien Iris Rodríguez, la profesora de una escuela de modelaje de San Martín, un sector popular del oeste de Caracas, que recibe a jóvenes de escasos recursos cuyas familias son capaces de empeñar lo inexistente para que las muchachas sean instruidas en los movimientos en la pasarela. Entre sus alumnas se encuentra Luznei Roa, una niña de 14 años, la bella de su barrio en Antímano, que tiene fe en que algún día desfilará con la banda de Miss Venezuela y con esa corona «podrá sacar a sus papás del barrio y devolverles todo lo que le han dado».

Montaldo, quien insiste en no ser llamado «missólogo» –término que da la prensa venezolana a los expertos en misses–, considera que el certamen Miss Venezuela es una válvula de escape para los venezolanos.

Ver mujeres hermosas, vestidos, las luces, el espectáculo, hace que el ciudadano se olvide por horas de la crisis. Se le olvida por un rato que hay que hacer cola para conseguir el azúcar, la leche, las medicinas, del tema de la inseguridad. Creo que efectivamente el Miss Venezuela disipa o aleja al venezolano por un rato de su acontecer, de sus problemas y de la realidad del país.

El sociólogo Leoncio Barrios analiza «el evento magno de la belleza» como un negocio, que «por lo tanto va al ritmo de la economía del país y eso se evidenció en la austeridad con que se celebró el último certamen», transmitido desde un estudio del canal Venevisión y no desde uno de los teatros u hoteles caraqueños como es costumbre. Barrios no está de acuerdo en que se diga que es una cortina de humo para ocultar u opacar la situación del país. «Es cierto que lo llaman ‘La noche más linda’ porque abstrae al público por unas tres horas, pero más allá de eso no disipa la situación».

La autocensura

En el Miss Venezuela de 2014, el nombre de Mónica Spear pareció disipado de la memoria de quienes prepararon el evento con el plumón de la autocensura. En toda la noche no hubo ni una sola mención a la Miss 2004 asesinada en enero. La Organización Miss Venezuela, a su vez filial de la Organización Cisneros, es la propietaria del canal Venevisión. En 2004, luego de una reunión auspiciada por el ex-presidente de Estados Unidos Jimmy Carter entre Chávez y Diego Cisneros –presidente de la organización acusado por Chávez de participar en el golpe de Estado de abril de 2002–, la televisora bajó el tono de sus críticas al gobierno.

De acuerdo con los cables de Wikileaks publicados por la revista Semana, en febrero de 2010 la plana mayor de Venevisión, conformada por Carlos Bardasano, Antonieta Mendoza de López –madre del dirigente político opositor preso, Leopoldo López– y Luis Emilio Gómez Godoy, en una reunión con el entonces embajador de EEUU en Venezuela, Patrick Duddy, contó que para superar la visible polarización venezolana en la cobertura noticiosa presentaba «los dos puntos de vista y dejamos que el televidente decida».

El 26 febrero de 2014, luego de la muerte de Spear y de que se produjeran las primeras víctimas de las protestas de sectores de la oposición en al menos 19 de los 333 municipios del país, el actual presidente Nicolás Maduro convocó a la Conferencia Nacional por la Paz. Entonces Bardasano manifestó en cadena nacional, ante un auditorio conformado por políticos y empresarios: «Cuenten con los medios para la construcción de la paz».

Una corona universal

La conferencia de paz fue el movimiento que el gobierno realizó en el ajedrez político con el cálculo de que así podría bajar la temperatura de la calle, encendida desde el 7 de enero, cuando comenzó a correr la noticia y, con ella, la indignación por el homicidio de la ex-Miss Venezuela.

Hasta el inicio de 2014, en las filas del chavismo y de la oposición se estaban reacomodando fuerzas, luego de que el sector oficialista ganara 240 de las 335 alcaldías –incluyendo las dos metropolitanas, Caracas y Alto Apure– en los comicios municipales de diciembre de 2013. El presidente Maduro tenía desde noviembre de ese año una Ley Habilitante que le permitía dictar medidas especiales para enfrentar lo que el partido de gobierno denominó, en un lenguaje belicista, la «guerra económica».

Una de las primeras acciones en contra de esa guerra económica ocurrió prácticamente el mismo día en que María Gabriela Isler, representante del estado Guárico y Miss Venezuela 2012, obtenía el título de Miss Universo. El 8 de noviembre, Maduro ordenó la ocupación de la red de tiendas Daka y «sacar los productos a la venta del pueblo a precio justo». Esa decisión, luego conocida como el «Dakazo», originó el sábado 9 en la mañana el saqueo de una sede de la firma comercial en Valencia, estado Carabobo. Esto ocurría mientras en Moscú Isler se alzaba con la corona universal. Pero no fue la única en ser coronada.

Por un infortunio que al final resultó afortunado, Clotilde Palomino, una señora que fue fotografiada por la agencia EFE cuando salía de una de las tiendas en Caracas, saltó a la fama como «Miss Daka». A través de las redes sociales, radicales de oposición la acusaron de saqueadora, cuando en realidad ese día fue a aprovechar las ofertas para comprar electrodomésticos. Palomino relató a la periodista Airam Fernández, del medio digital Contrapunto, que a raíz de esa situación el gobierno le reparó y equipó su casa, donde esta inmigrante colombiana vive sola.

A diferencia de otras reinas, Isler, radicada en Nueva York, tardó casi un año en viajar a su tierra en visita oficial para recibir los honores como soberana. La reina se encontró en octubre pasado con un país donde los electrodomésticos que ahora logran aparecer en los anaqueles o en las páginas web presentan precios de más de cinco veces el valor de noviembre de 2013. Otros productos, como la leche en polvo –tradicionalmente 80% de la leche consumida en Venezuela–, simplemente escasean, como ocurre además con algunas medicinas, pañales e incluso prótesis mamarias en un país en el cual en 2013 se realizaron 85.000 implantes de mamas de acuerdo con la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica.

La ausencia de bienes de consumo en los mercados llega a tal punto que hasta un producto para el cuidado femenino como la acetona para remover el esmalte de las uñas es sustituido por una fórmula casera hecha con vinagre y limón, como sucede en sectores en Petare, al este de Caracas, donde venden a tres dólares la botella de medio litro de este invento de la crisis.

La decisión de ordenar la aplicación de una geometría de precios justos en los establecimientos comerciales, especialmente en aquellos dedicados a la venta de electrodomésticos y alimentos que recibieron dólares a precio oficial para la importación de bienes, buscó en su momento frenar la inflación, que para fin de 2013 llegaba a 56,2%, entre las tres más altas del mundo. Pero en 2014 el indicador apunta a superar esos dígitos y ya para 2015 los expertos de Ecoanalítica –una firma de estudios económicos y financieros– pronostican una inflación de tres dígitos, de más de 100%. Sin embargo, gracias al Dakazo, Maduro tuvo ese noviembre de 2013 un crecimiento en la popularidad, el único incremento de ese indicador registrado en las encuestas desde abril de 2013, cuando se juramentó como presidente. Pero la tranquilidad navideña duró muy poco.

La ruleta de la muerte

El asesinato de Spear y Berry provocó una emergencia en el gobierno. «La muerte de Spear es un golpe para todos», dijo Maduro tras conocer la noticia. También señaló que los dos homicidios parecían obra de sicarios. En otro momento de esos días de luto, el presidente lideró el coro de oficialistas que pidió «no manipular más con el tema de la inseguridad y el dolor de la sociedad». Lanzó una pregunta que parecía cuestionar al gobierno en voz alta: «¿Qué hacemos que no hayamos hecho todavía?», y luego remató: «Estamos como en una ruleta de la muerte».

Luego, una suma de acontecimientos llevó al 12 de febrero en Candelaria, centro de Caracas, donde un simpatizante del chavismo y otro de la oposición fueron asesinados con disparos certeros en la cabeza. Entre febrero y mayo de este año, 43 personas, simpatizantes del oficialismo y de la oposición, fallecieron en medio de las protestas, por disparos o contusiones, entre otros factores. Unos 3.238 ciudadanos fueron apresados, entre ellos la presidenta de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Sairam Rivas, líder juvenil del partido de izquierda contrario al chavismo Bandera Roja. Rivas, que estuvo tras las rejas por 132 días, fue modelo antes de asumir cargos en el gobierno estudiantil y participó en concursos de belleza; incluso llegó a ser primera finalista de un certamen latinoamericano en República Dominicana.

Borrada del guion

El homicidio de Spear ya era un recuerdo lejano en las páginas de eventos diarios de un país en decadencia cuando el 10 de octubre se celebró la edición No 62 del concurso Miss Venezuela. La función debía continuar, como dijo el fallecido Chávez en agosto de 2012, cuando en plena campaña electoral para las elecciones de ese año se produjo una explosión en la refinería de Amuay, en Falcón, que provocó la muerte de 48 personas. Ese 10 de octubre de 2014, cuando el nombre de Spear desapareció del guion del certamen, Mariana Jiménez, Miss Guárico, recibió la corona como Miss Venezuela. De manera coincidente, ambas, con diez años de diferencia, representaron a la misma entidad y con igual resultado en el concurso.

Una vez finalizado el evento y ante las críticas recibidas, Sousa, el «Zar de la Belleza», excusó el silencio en torno del asesinato de Spear. «La muerte de Mónica fue un caso que nos dolió mucho y esta noche era de mucho lujo, alegría y música, y no era el momento propicio para un homenaje», expresó a las entrevistadoras del programa Buenas Noches de Globovisión. La nueva Miss apenas había lucido su corona cuando fotografías de ella desnuda fueron publicadas en las redes sociales. Jiménez saltó a aclarar que se trataba de una campaña de lucha contra el sida y el embarazo precoz.

Pero la función tiene que continuar, mientras al momento de escribir este artículo, el barril de petróleo bordeaba los 70 dólares, aumenta la escasez de productos, las aerolíneas restringen la venta de boletos para vuelos internacionales debido a la deuda de más 4.000 millones de dólares del Estado venezolano con las empresas aéreas, cerca de seis de cada diez venezolanos está afectado por un virus como la chikunguña, y Spear y su ex-esposo quedan como un punto más en el índice de 54 homicidios por cada 100.000 habitantes que vive Venezuela.

En este artículo
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
ISSN: 0251-3552
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