Religión, creencias y sociedad (82 / Marzo - Abril 1986)
Nº 82 — Marzo - Abril 1986

Religión, creencias y sociedad

En este número redescubrimos la estrechísima vinculación entre la religión y la política, entre la convicción religiosa individual y la sociedad, y la íntima relación entre las instituciones y las organizaciones del mundo religioso con las del mundo político.

Análisis

Coyuntura

Entrevistas

Diálogo con Frei Betto: "En búsqueda de una alternativa popular"

Frei Betto, religioso dominico, nacido en el estado de Minas Gerais (Brasil) se ha constituido en una de las figuras que mayores comentarios ha suscitado debido a la reciente publicación de su libro "Fidel y la Religión". El libro, según Frei Betto, es un trabajo de cuatro años que ha venido realizando en Cuba, tanto junto al Partido Comunista como junto a la Iglesia en relación al análisis y comprensión del fenómeno de la Iglesia y religión en América Latina. Sorprendido con el impacto que su libro ha venido causando, Frei Betto repite el pensamiento de un obispo chileno que ha considerado que su libro va a hacer bien a los cristianos sectariamente anticomunistas y a los comunistas sectariamente anticristianos. O, como ha dicho el arzobispo de La Habana, es un libro que quita el miedo de los cristianos y el perjuicio de los comunistas. Frei Betto es el responsable de la Pastoral Obrera de Sao Bernardo do Campo y trabaja en educación popular, además de asesorar las Comunidades Eclesiales de Base del Brasil y de Nicaragua. Actualmente desarrolla un proyecto sobre la cuestión de la Iglesia y el Estado en Cuba. Nueva Sociedad ofrece a sus lectores la entrevista exclusiva que sostuvo con Frei Betto, el periodista brasileño Paulo Cannabrava Filho, donde el religioso reflexiona sobre el rol de la Iglesia católica latinoamericana y su compromiso en la búsqueda de una alternativa popular al modelo de dominación capitalista.

Libros

Posiciones

Tema central

Cristianismo de izquierda e Iglesia popular. Continuidad y ruptura del 60 al 80

El cristianismo de izquierda es una realidad latinoamericana desde hace 20 años. Entre ayer y hoy existen profundas similitudes pero no menos de diferencias. En los 60, corrientes de cristianos hicieron suya la lucha política el socialismo y con ello, también, el marxismo, las identidades cristianas originarias, los sentimientos de pertenencia a una fe común quedaron atrás, en virtud de la nueva quimera revolucionaria del nuevo cielo que bajaba a la nueva tierra. Grupos de gran influencia nacional, aunque minoritarios y básicamente intelectuales. Europeizantes, modernos, aparentemente seculares y con una notable vocación dirigente, esta generación enriqueció sustancialmente las filas de la izquierda latinoamericana. En los 80, todo es diverso, el cristianismo popular busca sus identidades más primarias en la fe y en la lucha del mundo popular del cual es, en verdad, integrante. No aspira tanto a la modernidad como a la justicia participativa de las mayorías pobres. No se nutre tanto de las corrientes europeas, como de la propia cultura popular por ancestral e incluso primitiva que ella sea. Se relaciona con el marxismo pero no espera de él toda la verdad. Lucha contra el capitalismo y por el socialismo al que entiende como un proyecto popular y no como una receta prefabricada por el "marxismo-leninismo". Serio desafío al Vaticano por su radicalidad profética y teológica, la "Iglesia que nace del pueblo" como la llaman los brasileños no sólo se siente presente en la Iglesia católica sino afirma ser su intérprete más fiel, más evangélico.

La democracia cristiana en América Latina

Los primeros grupos socialcristianos surgen a comienzos del siglo en los países más evolucionados de América Latina bajo la influencia de la encíclica Rerum Novarum y de las primeras manifestaciones de la lucha de clases en el subcontinente, casi siempre en el seno o al lado de los viejos partidos conservadores. Esta tendencia, marginal y minoritaria como expresión política del catolicismo, se refuerza en los años treinta y durante la guerra y la posguerra estimulada por la corriente católica renovadora inspirada en las ideas humanistas y democratizantes de Maritain y por el compromiso de muchos cristianos en la lucha antifascista. Surgen así en muchos países partidos demócratacristianos, con principal audiencia en las clases medias. Por diferentes razones estos partidos recogen e incorporan a su acervo ideológico las teorías desarrollistas que se originan alrededor de la CEPAL y se ligan así a la tecnocracia modernizante. En la mayoría de los países latinoamericanos, esta tendencia no logra reflejarse en partidos fuertes y convertirse en opción real de poder, salvo en Chile y Venezuela. Su carácter a la vez reformista y conservador, los convierte en preferidos agentes de la política de la Alianza para el Progreso, en los años sesenta. El agotamiento del modelo desarrollista reformista y los cambios experimentados en la Iglesia luego del Concilio Vaticano II y de la Conferencia Episcopal de Medellín, favorecen la formación de otra tendencia mucho más radical y comprometida inspirada en la llamada "Teología de la Liberación". Esta corriente influye, pero no es determinante en el conjunto de la democracia cristiana latinoamericana la que en general se alinea en una posición política centrista y arbitral frente a la lucha de clases. En general, la fuerza de la democracia cristiana deriva más de su rol en el centro político, y de su influencia informal en la tecnocracia el movimiento sindical y la juventud, que de su potencialidad orgánica. Encuentra por otra parte un importante competidor en los partidos de orientación socialdemócrata con los que se disputa la hegemonía del centro político, a la vez que se desarrollan en su seno tendencias antagónicas de derecha y de izquierda que conspiran contra su operatividad.

Magia, religión y poder. Los cultos afroamericanos

Las creencias y practicas mágico-religiosas constituyen un medio privilegiado para expresar realidades o conflictos que ocurren mas allá de sus límites. En este trabajo intentamos demostrar como el poder (o el contrapoder) político se vale de los cultos para expresarse, legitimarse y proyectar oposiciones que de otra forma estallarían con grave riesgo para los detentadores del poder e, incluso, para la sociedad en general. En el caso de los cultos afroamericanos esta legitimación del poder esta referida al carácter de "recurso de contramodernidad" (Balandier) que estos cultos poseen. Se trata de legitimar la resistencia a la aculturación impuesta de exaltar hasta el paroxismo los valores propios en contra de las normas y costumbres occidentales; y aun cuando estos grupos y culturas dominadas tengan que adoptar las formas externas (medios) que impone la cultura dominante, la racionalidad implícita (fines) siguen siendo la de la cultura dominada. Los antropólogos y etnopsiquiatras hablan en estas situaciones de "aculturación antagonista" (Devereux) y los politólogos y juristas de "formalismo normativo" (Rey). En todo caso, esta situación permite explicar un conjunto de realidades latinoamericanas que van desde el arte barroco hasta el populismo, pasando por el sincretismo religioso, en el cual los santos católicos beben ron y bailan al compás de tambores de origen africano. Uno de los rasgos mas típicos de estos cultos afroamericanos son los ritos de posesión, analizados en múltiples perspectivas por los diferentes especialistas de las ciencias del hombre. Además del valor terapéutico o catártico que poseen, también presentan una dimensión cognitiva que se refiere a la capacidad de tornar concretos y naturales a los seres abstractos y sobrenaturales, e indiscutiblemente, también esta presente en ellos una finalidad política que se expresa en la posibilidad de proyectar y resolverlos conflictos y luchas del mundo social cotidiano en un mundo imaginario que es vivido como real. Otra de las características resaltantes de estos cultos que analizamos es su organización sobre la base de un esquema de secta o sociedad secreta - situación menos evidente en el caso del culto de María Lionza - asignándole gran importancia al hermetismo, lo cual las lleva a fomentar su carácter de microsociedad y a generar formas de distancia social.