
La inteligencia artificial ya no es parte de un futuro de ciencia ficción; está en nuestras vidas, a veces de manera visible y en la mayor parte de los casos, sin que seamos conscientes de ello. El futuro de la democracia, de los derechos ciudadanos y laborales, y de la capacidad ciudadana para incidir en el rumbo político y social a escala global depende de lo que hagamos con ella.