En los últimos años, el gobierno venezolano ha emprendido una serie de reformas económicas. En el laberinto de esta «perestroika» criolla, elites nuevas y viejas se encuentran. Nicolás Maduro devolvió empresas y bienes expropiados en la época de Hugo Chávez y entabló un nuevo vínculo con Fedecámaras, el gremio empresarial otrora virulentamente opositor, mientras que casos como PDVSA-Cripto dieron lugar a purgas dentro del campo bolivariano. En este escenario dinámico, y a la vez opaco, se desarrollarán las elecciones del 28 de julio próximo.