Nicolás Maduro ha iniciado su tercer mandato con un apoyo interno ostensiblemente minoritario. Aun así, ni las movilizaciones de la oposición, menos masivas que antaño, ni la presión internacional lograron el reconocimiento de la victoria de Edmundo González Urrutia en las urnas. Sin «chavismo espontáneo» ni legitimidad electoral, el mandatario venezolano consiguió continuar en el poder, sostenido en la llamada «unión cívico-militar-policial perfecta».