La crisis capitalista mundial se agrava. Las \"cumbres\" económicas, de Rambouillet a Tokio, han resultado yermas, inútiles. Iberoamérica, como \"clase media\" tercermundista, ha sufrido en carne propia los medios que poseen los centros imperiales para descargar sobre la periferia lo peor de aquellas y han aprendido, con amargura, que no vacilan en aplicarlos. Los diálogos Norte-Sur se han vuelto conversaciones \"entre sordos\". El \"nuevo orden económico internacional\" - ya un imperativo impostergable - sólo podrá lograrse aumentando vigorosamente el potencial negociador de la periferia. En términos iberoamericanos eso significa pactar un nuevo statu quo con los Estados Unidos, desde posiciones fuertes y sin desligarse del resto del Tercer Mundo. La integración se torna, día tras día, cuestión de vida o muerte. Por supuesto que no se reduce a ese único objetivo, pero los hechos lo han tornado prioritario, condicionante de la posibilidad de llevar adelante un esfuerzo integrador a todos los niveles.