Michelle Bachelet se impuso en las elecciones presidenciales de 2006 porque expresaba una combinación de continuidad (con los gobiernos de la Concertación) y cambio (por su condición de mujer y su promesa de renovar el gabinete). Desde que asumió, sin embargo, diversos episodios no previstos provocaron una caída de su popularidad: las protestas estudiantiles, la caótica implementación del Transantiago y la indecisión en algunos temas claves la han forzado a implementar dos cambios de gabinete en menos de un año y medio de gobierno. El artículo sostiene que Bachelet, sin descuidar las señales de cambio, debe recuperar la esencia de la Concertación, la gestión eficiente de una economía social de mercado y el sólido respaldo de los partidos políticos que integran la coalición.