En los últimos días, Brasil asiste a una ola de manifestaciones populares que se ha extendido por sus principales ciudades. Pero la situación no debería causar tanto espanto. Después de todo, la ampliación de los derechos básicos a grandes contingentes de población propiciada por los gobiernos Lula y Dilma ha liberado en Brasil una serie de demandas represadas y ha creado otras nuevas. El país está mucho mejor, pero todavía es un país profundamente desigual.