Un sistema de relaciones industriales que incorpore la Participación Obrera (Worker Participation) implica una cierta medida de sofisticación. Se presume generalmente que sólo los países industrializados pueden hacer frente a tal \"lujo\". Sin embargo, viendo el éxito de la Participación Obrera en aquellos países donde se practica, (Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania Occidental y hasta un cierto grado en todos los países socialistas, algo en China y Yugoeslavia), y que ha conducido a una mayor satisfacción en el trabajo y motivación de los trabajadores, más disciplina y eficiencia y menos huelgas, uno debe automáticamente arribar a la conclusión que tal sistema, con una adecuada preparación, no es un lujo, sino que es más bien una necesidad para todos los países que están interesados en el desarrollo económico y social.