Opinión
diciembre 2018

Un mal acuerdo para el Sur global

Los acuerdos fiscales entre los países de la Unión Europea y los estados del Sur global están a la orden del día. Pero los que se benefician no son los que precisan el desarrollo, sino las empresas transnacionales y los estados europeos. Los países africanos son quienes más sufren las consecuencias indeseadas de lo que debería ser una ayuda para su desarrollo.

<p>Un mal acuerdo para el Sur global</p>

Actualmente se habla mucho sobre cómo combatir las causas del éxodo desde África. Uno podría tener fácilmente la impresión de que la relación financiera entre Europa y África es claramente unilateral: Europa es el benefactor rico –aunque no desinteresado– y África, el receptor pobre. Al fin y al cabo, la Unión Europea planea destinar alrededor de 90.000 millones de euros a la ayuda para el desarrollo en su próximo presupuesto.

Eso es mucho dinero. No obstante, los países en desarrollo, y por tanto también los estados africanos, pierden varias veces esta suma en concepto de impuestos, Y esto sucede a través de los acuerdos fiscales entre la Unión Europea y los países en desarrollo. Esta es la conclusión de un estudio realizado por la London School of Economics, a pedido del grupo parlamentario de izquierda del Parlamento Europeo. El Fondo Monetario Internacional ya había determinado anteriormente que se perdían 175.000 millones de euros anuales en impuestos solo en los estados africanos. Esta cifra equivale aproximadamente al triple del total aportado por los países occidentales en ayuda para el desarrollo para todo el continente.

Por encargo del Parlamento Europeo, la London School of Economics analizó 172 acuerdos fiscales con países en desarrollo. Este tipo de acuerdos se firman porque, en principio, los ingresos podrían ser gravados en dos lugares: allí donde se generan, es decir en el país de origen –en este caso, en un país en desarrollo– o en el país donde tiene sede la empresa –en este caso, un Estado miembro de la Unión Europea. Los acuerdos están pensados para evitar que las empresas –o los ciudadanos de la Unión Europea que trabajan en un país en desarrollo– estén sujetas a doble imposición. Además, sirven para reducir el lavado de dinero y la evasión fiscal.

Sin este tipo de acuerdos, sería mucho más fácil para las empresas reclamar en cada uno de los países que ya han pagado impuestos en el otro. Y sería mucho más difícil de comprobar que no hayan pagado impuestos en ningún lugar. Además, los acuerdos fiscales pueden ser sumamente útiles para los países en desarrollo: de esa manera estos buscan atraer inversores para los cuales, de otro modo, el entorno empresarial sería demasiado inseguro y que llevarían por lo tanto su dinero a otro lado. Los países se guían por una lógica similar a la de los municipios alemanes, que buscan atraer a las empresas con condiciones favorables para sus negocios. Hasta ahí, la estrategia es comprensible.

Ahora bien, estos acuerdos se pueden configurar de distintas maneras, nos recuerda la London School of Economics. Su configuración depende de los objetivos fijados por los participantes. Pero, como lo demuestra el estudio, los estados miembros de la Unión Europea negocian a menudo con el único objetivo de llevar la mayor proporción posible de impuestos hacia sus propias cajas, en lugar de tener en cuenta que están negociando con un país en desarrollo, al que con gran solemnidad y frases floridas ellos mismos le asignan una «ayuda para el desarrollo» que proviene de otras fuentes.

En el momento de decidir si una ganancia se grava en el país de origen o en el país donde tiene su sede central la empresa, se aseguran también tan a menudo como sea posible de que la respuesta sea: en el país donde la empresa tiene sede. O, si se debe pagar una parte de los impuestos en un lugar y otra parte en otro, intentan que la mayor proporción posible se pague en el país europeo. Según el estudio, los convenios de los países en desarrollo y los países emergentes con los países de la Unión Europea son aún más desfavorables para los socios del Sur global que los acuerdos similares que firman con otros estados fuera de la Unión. Si hay empresas transnacionales europeas involucradas en los acuerdos, los países del Sur global pierden aún más dinero en ingresos fiscales que cuando se trata de empresas transnacionales cuya sede central está fuera de Europa.

La conclusión del estudio es que los que más se benefician de los acuerdos fiscales son las empresas transnacionales y los estados de la Unión Europea. En comparación, pierden los países en desarrollo y los emergentes. La London School of Economics termina su informe con una serie de recomendaciones. Los miembros de la Unión Europea deberían tener en cuenta que todas sus decisiones políticas afectan el desarrollo de los países del Sur global. Y esto también en aquellos temas relacionados con su propio dinero, como por ejemplo en las negociaciones para los acuerdos fiscales. Como la mayoría de estos acuerdos son manifiestamente negativos para los países en desarrollo, los estados de la Unión Europea deberían renegociarlos gradualmente. Habría que empezar por aquellos en los cuales los países en desarrollo pierden muchos ingresos fiscales que van hacia Europa. El informe recomienda a la Unión Europea elaborar un modelo de acuerdo fiscal que mejore las condiciones para los países del Sur global.

En un tema supuestamente abstracto como la equidad fiscal, podría ponerse de manifiesto qué tan en serio se toman los políticos europeos la recientemente proclamada «cooperación con África». De esta forma, se podrían atacar al mismo tiempo las «causas del éxodo». En cuanto al equilibrio de poderes en la economía global, sólo habrá algún cambio si no nos limitamos a dejar caer caritativamente unas migajas desde nuestra posición de fortaleza. Sólo habrá algún cambio si les damos a los países del Sur global la oportunidad real de que utilicen su potencial. Entonces necesitarían mucho menos de nuestra ayuda. Lo que nos daría, por supuesto, la oportunidad de sentirnos generosos y buenos.


Fuente: https://www.ips-journal.eu/regions/africa/article/...

Traducción: Vera von Kreutzbruck



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