Segunda página NS 259
Nueva Sociedad 259 / Septiembre - Octubre 2015
La emergencia de la República Popular China como gran potencia –segunda economía del planeta y primera exportadora mundial– reconfiguró las relaciones de poder internacional y confirmó la reorientación de los flujos comerciales y financieros mundiales hacia el Pacífico Norte. En el marco de acelerados procesos de urbanización, millones de chinos salieron de la pobreza, otros comenzaron a disfrutar de los niveles de consumo de las clases medias y un grupo menor pasó a engrosar la nueva elite de millonarios –hoy admitida en el Partido Comunista Chino (pcch)–.
En ese marco, el país asiático cobró una enorme importancia para América Latina y el Caribe, especialmente en virtud de su gran demanda de commodities. Esa demanda contribuyó al aumento de los precios de las materias primas exportadas por la región (como soja y minerales) y, en ese sentido, a la mejora de los términos de intercambio. Pero también crecieron las inversiones (compra de empresas en sectores estratégicos y obras de infraestructura) y los préstamos chinos. Hoy China es el primer destino de las exportaciones de Brasil y Chile, y el segundo destino de las de Argentina, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela.
En efecto, durante la última década se ha producido un boom de las relaciones sinolatinoamericanas, en particular en materia de comercio, pero también en las esferas de la política, la cultura, la educación, la historia y la enseñanza de idiomas (chino y español), como así también un fuerte incremento en las inversiones. China es cada vez más un tema de debate, tanto en el campo político como académico, motivo de sospecha –alimentada por su «otredad» cultural– y fuente de expectativa respecto de su cada vez más visible presencia económica en la región.
La mayoría de los artículos publicados en el tema central de este número de Nueva Sociedad se basan en ponencias presentadas en el seminario «China en América Latina. ¿Quiénes son los actores?», organizado y auspiciado por la Freie Universität de Berlín, la Fundación Friedrich Ebert (fes) y el Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), y desarrollado en Berlín el 24 y 25 de octubre de 2014. Se trata de textos enfocados en los actores que dan forma a esas relaciones: Estados, empresas transnacionales, organismos cuasiestatales e incluso redes delictivas (especialmente en el caso de la migración). En áreas como infraestructura, agricultura o minería, la presencia de empresas chinas es cada vez mayor.
El gobierno chino habla de un «mundo armonioso de paz duradera y prosperidad común» y busca alejarse de las imágenes asociadas a las viejas potencias coloniales. Su anterior vinculación política e ideológica con el «Tercer Mundo» actuaría como un salvoconducto en ese sentido. Para las visiones críticas, se trataría, por el contrario, de una cada vez mayor dependencia que daría lugar a nuevas formas de sujeción política y económica, en paralelo a procesos de reprimarización económica.
¿Cuáles son las visiones más adecuadas para pensar la influencia china en América Latina? ¿Es posible hablar de situaciones win-win o de una «cooperación estratégica» respecto de estos vínculos? ¿Cuáles son los actores y las formas específicas del avance chino en la región, que incluso ha generado, sobre todo en América Central, sentimientos antichinos? ¿Se trata de un «neocolonialismo por invitación», como se lo ha definido para el caso africano? ¿Contribuye China a la reprimarización de las economías latinomericanas, ya marcadas por el extractivismo?
¿Qué diferencia estos intercambios de las desiguales relaciones previas entre centro y periferia? Este número de Nueva Sociedad se propone iluminar algunas de estas cuestiones y otras cuya comprensión constituye un gran desafío para las naciones latinoamericanas y sus hacedores de políticas. Lo que a menudo aparece como un conjunto de temores o entusiasmos, o de acusaciones de los opositores hacia los gobiernos por sus vínculos muchas veces opacos con China, merece ser pensado desde miradas más amplias y menos marcadas por las coyunturas políticas.
Para ello, se estudia el rol del sector público chino en las relaciones con la región; el «diseño desde arriba hacia abajo» en el marco de la llamada «salida al mundo» china; el papel de la incursión china en la agricultura brasileña y de otros países de la región y la desconfianza que genera; el lugar de la soja en las economías de varios países, especialmente Brasil y Argentina; los desafíos medioambientales en las inversiones chinas en infraestructura; las dinámicas de la migración china, así como las percepciones antichinas que generan los cambios en marcha. En las relaciones sino-latinoamericanas se juegan los modelos de desarrollo y las opciones de futuro de nuestra región, que en los últimos años ha vivido importantes procesos de crecimiento económico y disminución de la pobreza, pero que no ha reducido su dependencia de las exportaciones de naturaleza, y hoy –en el marco de la caída de los precios de las materias primas– esto enciende nuevas alertas y reaviva antiguos fantasmas.