Qué tal, América Latina
NUSO Nº 120 / Julio - Agosto 1992

Santiago, Adiós a los Témpanos

Santiago, junio de 1992 Querido Alberto, ...Y así, podría seguir buscando muchas otras explicaciones para decirte: ¡perdóname por el atraso! Mis razones, lamentablemente, son mucho más simples y menos sofisticadas. La verdad-verdad, como diría un mexicano, es que cada día me cuesta más escribir. Nunca fui demasiado expedito en esta materia pero no me complicaba mucho. Siempre tenía la pretensión de que había algo relativamente inteligente y significativo que se podía decir. Ahora no. Escribir ha perdido toda connotación placentera. Mas bien se constituye en una cierta tortura. Debo exprimir mi cabeza para imaginar algo que no sea elemental o un lugar común más. Así me paso largo tiempo redactando y redactando mentalmente textos inconclusos. Unos son escuetos. Otros largos retóricos y tediosos, casi ridículos. Les doy vueltas y vueltas. Maldigo haber aceptado por enésima vez un compromiso que me complica. Juro y rejuro que nunca más lo volveré a hacer. Y así expuesto en mi desnudez intelectual me entra paulatinamente la sensación de que tengo escasas ideas que comunicar. Y ante esta sequedad me angustio. Me lleno de dudas: ¿será un problema personal? ¿o quizás una consecuencia de los consensos planos a que nos obliga el proceso de transición a la democracia en Chile?, o ¿un signo de estos tiempos en que los sueños de igualdad que excitaban el alma y la mente se derrumban junto con las perversas catedrales que quisieron personificarlos?...

Santiago, Adiós a los Témpanos
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 120, Julio - Agosto 1992, ISSN: 0251-3552


Newsletter

Suscribase al newsletter