¿Puede el que cree que puede?. Las vías informales de alcanzar el poder en EE.UU
Nueva Sociedad 69 / Noviembre - Diciembre 1983
Cada cuatro años el mundo es testigo de un suceso político que lo fascina y obsesiona. El escenario es la ciudad de Washington; la época: el inconmovible mes de enero que, con su hálito frío y húmedo penetra hasta el último hueso de los habitantes de esa capital; el hecho en sí: la toma de posesión de un presidente norteamericano. La ceremonia es brillante y emotiva, pero austera, recordándole al pueblo sus orígenes calvinistas. El que va a ocupar el puesto de comando de la nación líder de Occidente posa su mano izquierda sobre una Biblia sostenida por su esposa, mientras con la mano derecha jura ser el guardián de la observancia de la Constitución. Luego, en la bruma del mediodía invernal, se alza la voz del nuevo conductor de los destinos de ese país que ha escogido llamarse a sí mismo América como indicándole al mundo, igual que Luis XIV de Francia, que él es el Continente.