El fin de las largas dictaduras de Portugal y España marcó el comienzo de la institucionalización del sistema democrático en los dos países de la península ibérica. Con considerable retraso en relación con el resto de Europa, la liberación de Portugal se caracterizó por la descolonización total de sus territorios africanos en condiciones un tanto dramáticas y por un profundo cambio en el status quo salazarista continuado por Marcelo Caetano. En España, la muerte del dictador Francisco Franco, permitió el comienzo de un proceso evolutivo hacia la democracia en el cual, por un lado, se evitaron los errores y las perversiones totalitarias del proceso revolucionario portugués, pero, por otro, el mayor centro del poder tradicional permaneció inalterado.