Opinión
marzo 2024

La derecha radical sacude la política portuguesa

La centroderecha logra una victoria con lo justo frente a los socialistas. Pero su negativa a pactar con la derecha radical abre las puertas a un gobierno de minoría y muy inestable. Con más de un millón de votos, Chega transforma el escenario político portugués.

<p>La derecha radical sacude la política portuguesa</p>

En diciembre de 2023, el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, decretó la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas para el 10 de marzo de 2024. La decisión fue consecuencia de la operación judicial Influencer iniciada por el Ministerio Público portugués contra empresarios y personalidades del gobierno por presunto tráfico de influencias y corrupción. Aunque el primer ministro socialista Antonio Costa no se vio directamente afectado por la operación judicial, prefirió dimitir, dada la fragilidad de su gobierno, que contaba con la mayoría absoluta en el Parlamento, desde enero de 2022. La crisis y las nuevas elecciones pusieron fin a casi una década de gobierno de izquierda, durante la cual algunos acontecimientos importantes abrieron nuevos escenarios estructurales para la democracia portuguesa.

La reconfiguración del sistema de partidos

En la última década, el sistema parlamentario portugués ha experimentado importantes cambios estructurales. El punto de partida fueron las elecciones legislativas de 2015, en las que la coalición de centroderecha (Portugal à Frente, formada por el Partido Social Demócrata (PSD) y el Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP) ganó las elecciones, pero sin mayoría parlamentaria. Este resultado fue aprovechado por el entonces líder del Partido Socialista, António Costa, que se hizo con el gobierno del país gracias a un acuerdo sin precedentes con la izquierda radical: el Partido Comunista Portugués (PCP) y el Bloque de Izquierda (BE). Aunque el acuerdo solo preveía el apoyo parlamentario del PCP y del BE al gobierno socialista, sin participación directa en la gestión, el hecho relevante fue el fin del cordón sanitario que había mantenido a la izquierda radical fuera del arco de la gobernabilidad desde el primer gobierno constitucional de 1976. 

En las siguientes elecciones de 2019 se produjo otra novedad, esta vez en el espacio que va del centroderecha a la derecha, con la elección sin precedentes de dos diputados ajenos a los partidos tradicionales PSD y CDS: André Ventura y João Cotrim de Figueiredo entraron en el Parlamento como diputados únicos del partido de derecha radical Chega y de Iniciativa Liberal (IL), respectivamente. Este último es un partido surgido en 2017 de la confluencia de militantes y votantes liberales del PSD y del CDS que llevaban más de una década discutiendo la necesidad de formar un partido con un proyecto claramente liberal en lo económico y progresista en los valores. La centroizquierda también multiplicó sus actores con la elección de un diputado del Partido Libre (L) y la retención de un diputado del Partido Personas-Animales-Naturaleza (PAN) de los cuatro obtenidos en 2015. 

El acercamiento de la izquierda radical al arco de los partidos de gobierno y la fragmentación partidaria tanto en el centroizquierda como en el centroderecha fueron los primeros elementos de lo que fue señalado como un cambio estructural del sistema político portugués, que pasó del bipartidismo con dos partidos dominantes (PS y PSD) al bipolarismo entre dos bloques con múltiples actores. 

Esta transformación no fue revertida por los resultados de las elecciones de 2022, provocada por la caída del gobierno socialista tras la retirada de apoyo del PCP y del BE. Por un lado, el centroizquierda vio reforzada la hegemonía socialista gracias a la inesperada mayoría absoluta del PS, junto con un debilitamiento del espacio a su izquierda: BE, PCP, PAN y L. Por otro lado, el centroderecha confirmó la dinámica de reconfiguración con la desaparición del CDS tras casi 50 años de presencia ininterrumpida en el Parlamento y la importante consolidación, a su derecha, de Chega e IL, que pasaron de 1 a 12 y de 1 a 8 diputados respectivamente. 

A pesar de la mayoría absoluta de gobierno del PS, los dos años siguientes reforzaron la bipolarización del sistema político. Las múltiples crisis internas en el gobierno socialista (más de una docena de miembros del gabinete fueron sustituidos) y la dimisión definitiva de António Costa en noviembre de 2023 por un presunto escándalo de corrupción que implicaba a su círculo íntimo, erosionaron significativamente la imagen del PS. Por otro lado, la débil oposición parlamentaria del PSD y la mediocre actuación de su nuevo líder, Luís Montenegro, favorecieron a IL –debilitado internamente, sin embargo, por los desacuerdos entre las alas liberal y conservadora del partido– y especialmente a Chega. 

Este partido de derecha radical consolidó tanto su imagen de opositor más contundente al gobierno socialista como su estructura interna, con la salida de los críticos al liderazgo personalista de André Ventura, que fue apoyado por 98% de los delegados en el congreso de enero de 2024. Como resultado, desde la caída del gobierno, el PSD ha sido incapaz de obtener una ventaja significativa sobre el PS, sumido en una crisis. Chega, por su parte, consolidó en el tercer puesto, con una intención de voto de entre 15% y el 20% en solo tres meses. 

Esta situación llevó al PSD y al CDS a formar la coalición preelectoral Aliança Democrática (AD) –IL prefirió presentarse en solitario– recuperando la exitosa fórmula contra el PS de 1979-1980, esta vez también con el objetivo de frenar el ascenso del competidor más derechista: Chega. 

La multiplicación de actores a la derecha del espectro político también tuvo lugar en el ámbito extraparlamentario: Ergue-te [Levántate], -la vieja derecha radical salazarista- fue flanqueado por otros partidos en el espacio extraparlamentario. En 2024 aparecieron Nueva Derecha, con posiciones liberal-conservadoras y soberanistas en política internacional; Alianza 21, liderada por el ex-número dos del partido Chega, Alternativa Democrática Nacional (ADN) que, aunque no se declara de derecha, cabalga la agenda de los conspiracionistas de derecha en cuestiones como el covid-19, la Agenda 2030, el cambio climático y la transición energética y, por último, el ultraliberal Partido Nuevo, que sigue la fórmula del recién elegido presidente argentino Javier Milei.

La campaña electoral

En cuanto a la oferta política de la campaña, los programas de AD, IL y Chega se construyeron en torno de dos ejes comunes: por un lado, la necesidad de una alternativa al gobierno del PS y a la reedición del acuerdo 2015-2022 con la izquierda radical. Por otro, el deseo de contrarrestar el estatismo del PS con una receta liberal basada en la rebaja de impuestos, la simplificación de la burocracia, la descentralización administrativa y la complementariedad entre los sectores público, privado y social en la prestación de servicios, incluso en ámbitos como la salud y la educación. En estas dos líneas, los tres partidos solo difirieron en los niveles de reducción de impuestos para personas y empresas o en la intervención respecto de jubilaciones y salarios mínimos y medios, para recuperar el poder adquisitivo de la clase media en particular. 

Los tres partidos también convergieron en política internacional, confirmando sus posiciones europeístas y atlantistas, incluido el apoyo incondicional de la Unión Europea (UE) a Ucrania en la guerra con Rusia. En este aspecto, a pesar de su pertenencia al Eurogrupo Identidad y Democracia (que incluye a fuerzas prorrusas), Chega no se diferencia de los demás partidos parlamentarios de centroderecha, insistiendo como mucho en el antifederalismo típico de una parte de la derecha mayoritaria portuguesa.

Pero para darle notoriedad a su campaña, Chega se centró en temas no tratados por los contendientes moderados. En particular, André Ventura dio mayor relevancia a temas como la corrupción, la inmigración y la defensa de los jóvenes y las familias. En cuanto a la corrupción, Chega aprovechó los escándalos del PS nacional y del PSD en la región autónoma de Madeira para tratar de aprovechar los altos niveles de corrupción percibidos por la opinión pública, cada vez más insatisfecha con el funcionamiento de la democracia en Portugal. En cuanto a la inmigración, Chega suavizó su discurso, reconociendo la necesidad de inmigrantes en sectores clave de la economía nacional (turismo, agricultura, textil/calzado), pero rechazando la inmigración clandestina y pidiendo que los inmigrantes sean «culturalmente congruentes» (de países lusófonos en lugar de los de islámicos). En cuanto a los jóvenes y las familias, la derecha radical se ha centrado en dos puntos no abordados por sus competidores: la lucha contra el llamado «marxismo cultural» para salvaguardar el papel de las familias en la educación de sus hijos y, por tanto, limitar el ámbito de las escuelas públicas a la mera «instrucción»; también se propuso la implementación de impuestos extraordinarios a bancos y petroleras para apoyar a las familias y aumentar las jubilaciones, como forma de compensar a los portugueses por la transferencia de dinero público para salvar el sistema financiero nacional en los años de la crisis de 2011-2015.

El cambio en el discurso político de André Ventura tuvo el objetivo de mantener la atención mediática pero contrarrestando la imagen de partido excéntrico, extremista e irresponsable de la etapa 2019-2024. Esta prioridad venía dictada por la necesidad de hacer de Chega un partido de gobierno y no solo un partido antisistema que abandera la oposición antisocialista. La disposición de Chega a integrar fórmulas de gobierno llegó hasta el punto de admitir que si bien el partido no integraría gobiernos directamente con militantes, sí podría contribuir con ministros técnicos de confianza. Por otro lado, Chega siempre rechazó la posibilidad de hacer viable un gobierno en minoría de centroderecha de AD-IL. Esta realidad se materializó en febrero de 2024 en las elecciones de la región autónoma de las Azores, donde AD ganó, pero sin mayoría absoluta, debido principalmente a los cinco diputados elegidos por Chega. La lógica del cordón sanitario obligó así a AD a negociar con el PS para hacer viable su gobierno. Aún no está claro cuál será el impacto en la estabilidad futura del gobierno y, sobre todo, en la capitalización política de Chega, ahora el principal adversario político en el archipiélago.

El cambio en la estrategia discursiva de André Ventura no significa, sin embargo, moderación. Los puntos más controvertidos de su oferta política clásica –crítica a las subvenciones a las minorías étnicas (principalmente gitanos), castración química de pedófilos, cadena perpetua para crímenes atroces– siguen en el programa, pero de manera menos destacada.

Resultados electorales y escenarios futuros

En vísperas de las elecciones, los sondeos daban por segura una mayoría parlamentaria de la centroderecha y la derecha –AD, IL y Chega–, mientras que el primer puesto del podio, disputado entre PS y AD, era incierto. En caso de victoria de AD y de una mayoría parlamentaria de centroderecha, el PS, ya en campaña, expresó su voluntad de hacer viable el gobierno de su adversario, relegando así a Chega al difícil papel de opositor radical de un gobierno de centroderecha. Menos claro era el escenario en caso de un PS como partido más votado pero con una mayoría parlamentaria de centroderecha. Ante esta hipótesis, AD nunca se ha comprometido a hacer viable un gobierno socialista en minoría. Si lo hiciera, Chega podría capitalizar la situación a medio plazo, presentándose como la única gran oposición al gobierno socialista apoyada por la izquierda radical y la centroderecha. 

En las primeras horas del 11 de marzo, los resultados electorales confirmaron las tendencias registradas por los sondeos. La ventaja concedida a la AD en los últimos días se fue erosionando a medida que avanzaba el conteo de votos. Finalmente, la centroderecha logró imponerse por apenas un puñado de votos, lo que más bien parece un empate con el Partido Socialista: cada uno de los dos partidos obtuvo alrededor del 28% del electorado, lo que corresponde a unos 79 deputados por la AD y 77 por el PS. 

Para AD, el resultado es claramente insatisfactorio dada la desventaja inicial del PS y la disminución de la abstención en casi 10 puntos porcentuales (voto 66% del padrón electoral) en comparación con 2022 (56%). La centroderecha está lejos de una mayoría parlamentaria de 116 (sobre 230 diputados), incluso sumando los 8 diputados confirmados por IL. Los 87 diputados de la centroderecha (AD e IL) son aún menos que los 91 obtenidos por el centro izquierda (PS, BE, PCP, L, PAN). El claro vencedor, en cambio, es Chega, que pasa de 12 diputados (7% de los votos en 2022) a 48 (18% en 2024). En comparación, ninguno de los ocho partidos con representación parlamentaria se acercó siquiera al aumento de escaños parlamentarios de Chega. Además, superar el millón de votos es una hazaña histórica. El bipartidismo se ha transformado así en tripartidismo, con un tercer partido consolidado (con más de 10 puntos porcentuales de ventaja sobre el cuarto partido parlamentario), imprescindible para la constitución de cualquier mayoría parlamentaria absoluta.

Los escenarios futuros son complicados. Los partidos de derecha juntos –AD, Chega, IL – tienen una sólida mayoría parlamentaria de 135 diputados. Sin embargo, tras los resultados, AD e IL reiteraron su falta de voluntad para negociar un gobierno de coalición con la derecha radical como alternativa al PS. Esto hace que el eventual gobierno en minoría de AD e IL dependa del PS. 

Dada la fragmentación del sistema de partidos y el resultado de Chega, ningún partido parlamentario está actualmente interesado en volver a las urnas. De hecho, la solución más probable será un gobierno minoritario de centroderecha, muy frágil debido a su dependencia del PS y posiblemente de los partidos de centroizquierda más moderados (L y PAN). Es poco probable que Chega apoye a este gobierno sin ser reconocido oficialmente como interlocutor y socio de gobierno. Con el 18% obtenido, Chega sabe que tiene su mejor oportunidad para convertirse en el protagonista definitivo de la reconfiguración de la derecha portuguesa en un futuro próximo y, posiblemente, de todo el sistema político, en el mismo año en que se cumple el 50º aniversario de la instauración de la democracia en Portugal. 



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