Opinión
marzo 2016

Por una sólida política de integración para los refugiados

Los Estados deben tomar políticas activas para integrar a los hombres y mujeres que buscan refugio fuera de casa. Pero ¿qué criterios deberían utilizarse para abordar las mismas?

Por una sólida política de integración para los refugiados

La introducción de un sugerente libro de Anthony de Jasay sobre teoría política comienza con la pregunta: «¿Qué haría usted si fuese el Estado?». Imaginemos que esa pregunta se la plantea un formulador público de políticas razonablemente informado, ambicioso y sin prejuicios que enfrenta los desafíos de la actual crisis de refugiados, o en cualquier caso, que se la plantea cualquier ciudadano o ciudadana responsable.

La respuesta, según intento demostrar, es bastante directa dadas las alternativas disponibles. Surge de un diagrama de flujo que parte de la cuestión de qué hacer mientras los potenciales refugiados están todavía en la región de origen, sigue por la cuestión de qué hacer una vez que han llegado a Europa-la Unión Europea, y finaliza con la pregunta de qué hacer una vez que se han instalado en el país de destino.

Abordar las raíces del problema en la región

Los formuladores de políticas tienen dos opciones básicas para enfrentar los desafíos del flujo de refugiados mientras los refugiados potenciales se encuentran todavía en su país o región de origen. La primera opción es eliminar la posibilidad de ingresar en Europa. Las medidas para mantener fuera a refugiados y migrantes podrían incluir la construcción de muros, el despliegue de centinelas en las fronteras y operaciones Frontex. Además, se puede optar por la admisión administrativa, como en el caso de los acuerdos de terceros países seguros, los controles antiterroristas, la intensificación de los controles para detectar migrantes irregulares que no son refugiados, la limitación de la reunificación familiar o la deportación mediante acuerdos de aceptación con los gobiernos de los países de origen.

La otra opción es eliminar las razones y la motivación para partir. Por ejemplo, dando fin a las guerras civiles en los países de origen o creando conciencia sobre las perspectivas desoladoras para los refugiados que predominan en los países de destino deseados, lo que disminuye los factores de «atracción». Esta opción implica que los refugiados potenciales se convenzan de que no hay necesidad de partir porque sus condiciones pronto mejorarán o porque las condiciones en los países de destino potenciales no son suficientemente atractivas o siquiera mínimamente hospitalarias.

Otro esfuerzo estratégico para limitar el ingreso de refugiados es motivarlos a permanecer en la región (Turquía, Jordania, Líbano) en lugar de que continúen rumbo a Europa. Esto requiere de una estrategia defensiva que involucra considerables transferencias y compromisos políticos, en especial con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan

Pero hay obstáculos desalentadores para limitar la motivación para partir, entre ellos:

1. no hay capacidad de acción o estrategia que permita lograr un cambio de preferencia en favor de permanecer en lugar de escapar mediante la pacificación del conflicto;

2. en el mejor de los casos, hay un limitado potencial para el sellado de las fronteras, en particular en las fronteras marítimas;

3. hay obligaciones legales internacionales de garantizar asilo a los refugiados «genuinos»: la Convención de Ginebra sobre los derechos de los refugiados desconoce los términos «cupo» o «límite de admisión»;

4. los refugiados de la región de Oriente Medio y norte de África (MENA, por sus siglas en inglés) y sus vecinos del este y del sur de la UE continuarán llegando a Europa por millones, dadas las expectativas de fallas estatales y el surgimiento de actores no gubernamentales en la región. Se espera un número aún mayor proveniente de África, en un intento de escapar a las consecuencias del devastador cambio climático.

Encontrar soluciones en la UE-Europa

Una vez que los refugiados han llegado a la UE-Europa, las alternativas que enfrenta nuestro formulador de políticas van desde la distribución de la carga supranacional entre los Estados miembros de la UE hasta la búsqueda de ventajas que minimicen los costos e incluso la no cooperación por parte de los Estados miembros individuales. La primera de estas opciones implica una distribución consensuada de los refugiados entre los Estados miembros mediante la implementación de políticas de la UE respecto de la distribución de cargas. La segunda opción se reduce a una distribución coercitiva, ya sea mediante la deportación según los Acuerdos de Dublín al «país de primera entrada», el cierre de fronteras o la limitación del acceso (en contra del Acuerdo Schengen). También puede incluir otras maniobras en perjuicio de los países vecinos y campañas etnonacionalistas que insisten en el alcance del rechazo a los refugiados en ciertos países.

Necesariamente habrá que darles a los refugiados la posibilidad de expresar su opinión en cuanto a su elección del país de residencia permanente. Sin embargo, el resultado de una postura de no cooperación por parte de algunos Estados miembros podría debilitar aún más las capacidades políticas de la UE a través de una profundización de la fractura entre Oriente y Occidente. En consecuencia, todo depende de que los Estados miembros cumplan con la letra y el espíritu de los tratados así como de que las instituciones de la UE tengan la capacidad de hacer cumplir la cooperación. En esta etapa, el resultado se logrará principalmente por medio de sanciones negativas, ya sea a través de una distribución contractual de la carga o de la coerción unilateral.

Luego de la instalación en algún país de destino en particular, hay dos trayectorias posibles. Una es dar lugar a la integración total de los migrantes mediante el correcto registro administrativo, la provisión de vivienda, educación, capacitación, acceso al mercado laboral y servicios sociales y de salud. Comprometer la asistencia de la sociedad civil es central en este enfoque. Esto debe incluir la «integración» simultánea de las poblaciones locales en una comunidad política que se construye sobre vínculos que no son de identidad étnica, ayudándolos a ajustarse a las condiciones multiétnicas y socioeconómicas y a la necesidad de compartir. La opción por esta estrategia puede facilitarse argumentando que la integración de los refugiados puede ayudar a cerrar las brechas en el suministro demográfico y laboral en sociedades europeas envejecidas e ignorando el argumento de que la «ganancia de cerebros» en Europa causa la «fuga de cerebros» en el país de origen.

La perspectiva alternativa ve la integración de migrantes como un desafío. En este caso, los refugiados deben satisfacer mayormente sus necesidades a través de sus propios medios y esfuerzos y una manifiesta «disposición para la integración». La provisión de vivienda, educación y oportunidades de trabajo no se considera una prioridad para el legislador público. La implementación de la segunda estrategia nutrirá el atractivo de aquellas fuerzas políticas populistas que promueven un enfoque exclusivista de la crisis de los refugiados sobre bases ideológicas etnonacionalistas y antiislámicas. Sin embargo, esta estrategia de costo supuestamente menor también involucra el riesgo de un fracaso de la integración de largo plazo y los costos políticos de una polarización masiva en los países de asentamiento, como así también el surgimiento de una clase humilde semiintegrada y posmigratoria.

Que los formuladores de políticas opten por una u otra orientación – firmes esfuerzos en pro de la integración versus esfuerzos renuentes– dependerá finalmente de cómo ellos evalúen el beneficio político que puede derivar del alarmismo y, por otro lado, de su predisposición a adoptar soluciones de largo alcance, como las que sugiere la primera opción en favor de una sólida política de integración.

e: https://www.socialeurope.eu/2016/03/robust-policy-...


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