Tema central

Feminismos descentrados
Paul B. Preciado leído desde América Latina


Nueva Sociedad 265 / Septiembre - Octubre 2016

El filósofo Paul B. Preciado (antes Beatriz Preciado) contribuyó al campo de los nuevos feminismos con una mezcla de reflexión teórica, experimentación sobre su propio cuerpo –que incluye la «intoxicación voluntaria»– y activismo. Su objetivo es deconstruir las identidades de género y replantear las metas del feminismo. En América Latina ha ejercido una influencia no despreciable, tanto entre quienes se reconocen seguidoras y seguidores como entre quienes lo acusan de reproducir las relaciones asimétricas entre el Norte y el Sur.

Feminismos descentrados  Paul B. Preciado leído desde América Latina

En el marco de la apreciación de los feminismos contemporáneos, nos proponemos reflexionar sobre algunas claves de la propuesta de Paul B. Preciado y la recepción que ha tenido en América Latina. Los feminismos resultan valiosos como movimientos políticos pues concientizan sobre los entramados del poder en los cuerpos y, de esa manera, permiten visibilizar las jerarquías que se producen socialmente en las relaciones entre sexos, así como en otras dimensiones de subordinación. Los apreciamos además en plural por la complejidad de su historia, que podríamos datar como continua desde el siglo xviii, pero también por la multiplicidad de perspectivas desde la que visualizan las cuestiones señaladas. Así, actualmente no es posible considerar una única perspectiva desde la cual plantear la producción de jerarquías y exclusiones, ni una única dimensión que concentre la base de esas producciones. Desde mediados del siglo xx, el impacto de los feminismos en las instituciones universitarias hace posible la sistematización de una producción teórica específica y de una reflexividad sobre las diferentes disciplinas. Actualmente, el desafío de esa conjunción entre activismo político y producción conceptual se inscribe en la llamada «tercera ola» de los feminismos; es decir, en una instancia histórica y política en la que los planteos feministas no pueden condensarse en la categoría «mujer», sino que, más bien, se dislocan conflictivamente en múltiples diferencias que se articulan contingente y provisoriamente según las coyunturas políticas. De este modo, el objetivo ya no es el de los grandes gestos revolucionarios, sino el de la producción de sitios específicos de resistencia.

Entre los posibles nombres para esta perspectiva, están los de «feminismo queer»1 o «transfeminismo»2, pero en versión latinoamericana la preferencia es por «feminismo cuir». El desafío que aborda es el de la articulación de múltiples y simultáneas subordinaciones: de clase, de género, de sexualidad, de raza, etc. Aquí es posible situar a Preciado, quien en el ámbito iberoamericano propició el giro de «queer» a «cuir» como un modo de hacer hincapié en el desplazamiento geopolítico hacia el Sur, en un contrapunto con el discurso angloamericano. El fonema «cuir» registra una inflexión geopolítica hacia el Sur desde las periferias y busca dar visibilidad a diferentes prácticas en disidencia con perspectivas hegemónicas y con la historiografía angloamericana que suele imponerse en Iberoamérica y Latinoamérica. Recorramos, en consecuencia, algunos elementos formativos que justifican esta ubicación del autor.

Paul B. Preciado es un filósofo nacido en 1970 en la ciudad de Burgos. En su documento de identidad figura el nombre de Beatriz, en correspondencia con el sexo femenino que se le asignó al nacer. Pero sus posicionamientos, a partir de prácticas militantes de las disidencias sexuales y genéricas, son especialmente cuestionadoras del binarismo que establece que un ser humano deba necesariamente «ser varón» o «ser mujer» de manera excluyente. También se pone en cuestión que «ser varón», por ejemplo, conlleve una coherencia unívoca entre un cuerpo con determinada anatomía «masculina», una expresión de género en consonancia con dicha «masculinidad» y una manifestación de deseo heterosexual. En consecuencia, Preciado ha puesto en juego sus cuestionamientos de diferentes maneras a lo largo de su producción teórico-política. Una de ellas es la asunción de una expresión de género masculina desde el año 2014, acompañada de la autonominación como Paul B. Preciado; es decir, da estabilidad, al menos temporalmente, a su estar siendo varón. Lo hace sin solicitar institucionalmente una reasignación de sexo ni un cambio de documento. Avancemos en una síntesis de su recorrido formativo.

Preciado se graduó en Filosofía en la Universidad Jesuítica de Comillas (Madrid), para luego trasladar sus militancias (feminista, lésbica y de variadas disidencias), los malestares de género y las inquietudes académicas a Estados Unidos mediante una beca Fullbright. Allí se especializó primero en Filosofía Contemporánea y Teoría de Género y posteriormente obtuvo el doctorado en Teoría de la Arquitectura.

Su estadía en eeuu transcurrió en la década de 1990; allí, además de desarrollar su formación de posgrado, participó de las movilizaciones queer de la época y de diferentes prácticas que impactaron en sus vivencias, entre otras la realización de talleres drag king3. En 1999 se radicó en París, luego de aceptar la propuesta de Jacques Derrida para dictar un seminario en la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Allí contribuyó a la formación local de un ámbito queer y editó su primer libro, Manifeste contre-sexuelle, que se tradujo a varios idiomas, con lo que alcanzó muy amplia repercusión en diferentes contextos de disidencia4.

La primera década del siglo xxi acompaña su producción filosófica expuesta en formato de libros, en la que brinda elementos teóricos para pensar la producción de subjetividades en una dimensión socioeconómica (en consonancia genealógica con las izquierdas), así como en una corporal (en consonancia genealógica con los feminismos). Estas teorizaciones se producen además en sintonía política con una apuesta colectiva por los feminismos y con un desafío personal de autoexperimentación que deja documentado en la escritura. Desde 2011, su foco de exploración pasa por los modos de sexualidad a través de prácticas individuales y colectivas en el ámbito de museos: el espacio ya no es la calle ni tampoco los enclaves universitarios5. Más bien se trata de la gestión de nuevas tecnologías de la corporalidad que articulan activismo político con exploraciones artísticas. Si bien desde 2010 no ha editado más libros, su escritura ensayística se plasma periódicamente en una columna en el periódico Libération. La tarea de «performar» diferentes identidades genéricas forma parte de sus inquietudes militantes y teóricas, con el borramiento identitario como un desafío queer que atraviesa su escritura y sus experimentaciones.

Conceptos preciados

Resulta difícil sintetizar la conceptualización de Paul B. Preciado pues no ha sido expuesta sistemáticamente y además combina elementos muy heterogéneos. Su propuesta teórica surge de dos dimensiones: una política, basada en los feminismos y las izquierdas, y otra filosófica, en continuidad crítica con las posturas de Michel Foucault y de Judith Butler, principalmente. En cuanto a los feminismos, Preciado resulta un exponente de posturas contemporáneas deconstructivas que tienen en cuenta tanto las movilizaciones de los movimientos de mujeres como las protagonizadas por los colectivos sociosexuales de las disidencias y, en este sentido, se ubica en la «tercera ola» del feminismo. En el caso de las izquierdas, el antecedente son las caracterizaciones del capitalismo posfordista que toman en cuenta, como núcleos del análisis, el modo inmaterial del trabajo y la plusvalía basada en la producción de información.

La dimensión filosófica, por un lado, sigue la conceptualización foucaultiana del poder, que lo considera relacional, horizontal, microfísico, productivo y «biopolítico»; es decir, que toma la vida como objeto. Una consecuencia de ello, explorada en particular por Preciado, es la desnaturalización del sexo. Por otro lado, Preciado toma en cuenta el modo en que Butler conceptualiza el género, basándose también en Foucault para mostrar que tanto el género como el sexo son culturales, pero a su vez el segundo es efecto del primero. De este modo, la sociabilidad que lleva a producir un género lo hace bajo el supuesto de que este reposa en una base sexual natural, pero tal consideración es una producción del mismo proceso social. Así, la producción de género se sostiene en todas las prácticas sociales, inclusive las discursivas, lo que conlleva que ser humano implique ser codificable según los cánones binarios y coherentes de ser varón o ser mujer. Esta manera de pensar el género, como constructo cultural que, de un modo u otro, se relaciona con el sexo, viene de las conceptualizaciones feministas anglosajonas de la década de 1970.

A partir de estos antecedentes, Preciado caracteriza modalidades contemporáneas de un micropoder que es bío, tiene un régimen propio («fármaco-porno-gráfico») y se visualiza en el dispositivo de género. Los modos en que Preciado desarrolla su caracterización permiten dar cuenta de articulaciones que posibilitan explicaciones globales; es decir, ayudan a comprender las características que vinculan las dimensiones económicas y subjetivas del poder contemporáneo sin conformar un modelo cerrado.

El régimen fármaco-porno-gráfico de poder orientaría las producciones del capitalismo contemporáneo hacia un estado de excitación permanente, fuertemente simbolizado por el pene erecto. De allí que su lógica siga la trama de las representaciones sexuales pornográficas mainstream (heterosexuales, producidas por varones y dirigidas a ellos); es decir, que tienen por protagonista principal al pene eyaculante. Así, el pornopoder se relaciona tanto con la metaforización de la liberación energética que implica eyacular como con la ubicuidad material de las representaciones porno y sus nuevas vehiculizaciones tecnológicas. Del mismo modo, el poder «farmacológico» alude a la circulación de flujos estimulantes, sean estos drogas (legales o ilegales), medicamentos, alimentos u hormonas (naturales o sintéticas), que alientan la excitación.

La hipótesis de Preciado es que, desde mediados del siglo xx, este régimen de poder, tan farmacológico como pornográfico, modeliza los modos de subjetivación y de corporalidad contemporáneos, a partir de la invención médico-psiquiátrica de la categoría de género por parte de John Money. El concepto fue creado en el marco del abordaje médico de la intersexualidad. Se desarrolla entre las décadas de 1940 y de 1960, conjuntamente con las taxonomías que permiten diagnosticar y tratar no solo la intersexualidad, sino también la transexualidad, ambas patológicas desde la mirada médica.

Preciado considera que esa mirada resulta normativa no solo para los cuerpos en tratamiento sino también para la producción de todo cuerpo y de todo sujeto. Para caracterizar sus efectos, analiza la producción de género del orden médico-psiquiátrico y los supuestos con que los profesionales, en el contexto del surgimiento de esta mirada, leyeron los cuerpos a la hora de tomar decisiones (quirúrgicas, hormonales, de socialización o crianza, etc.). Así, encuentra que la prescripción de cirugías y de hormonaciones se realiza desde la consideración de que un pene es difícil de producir quirúrgicamente y de que la testosterona, en tanto hormona «masculina», no resulta adecuada en las mujeres. Dado que el pene es el órgano que representa, para esta perspectiva, la excitación sexual, este ocupa el centro de las significaciones6, lo que contribuye a su vez al efecto de naturalidad; es decir, a la imposibilidad de su fabricación. Todos estos matices decantan en que, para el orden médico-psiquiátrico, lo masculino quedaría del lado de lo «natural», mientras que lo femenino resulta más fácil de ver como un artificio.

Sin embargo, los efectos paradójicos de esta producción –que Preciado articularía con el nombre de «dispositivo de género»– hacen que los artificios se exhiban en función de producir la naturalidad o, dicho de otro modo, bajo la exigencia de «ser naturales». Como hito inaugural del dispositivo de género enmarcado en el régimen fármaco-porno-gráfico, Preciado reseña la producción de la primera píldora anticonceptiva para mujeres que, si bien resultaba eficaz como contraceptivo, eliminaba la menstruación. La industria farmacológica, junto con el orden médico, consideró que tal efecto era indeseable pues alteraba el «ser mujer», por lo que no comercializaron la píldora hasta que no pudieron obtener una que, además de generar la contracepción, produjera una menstruación. Ahora bien, estos «placebos», en tanto manipulación de artificios para que todo parezca natural, se generalizan a lo largo del régimen fármaco-porno-gráfico y están principalmente al servicio de producir el «sexo» y el «género». De esta manera, Preciado continúa las teorizaciones de Foucault, quien postuló el sexo como efecto del biopoder, y de Butler, quien basándose en esa consideración caracterizó el género como el proceso dinámico que produce la coherencia identitaria de una persona, al generar la ilusión de un núcleo fundante de carácter sexual (niña o niño en su origen). En consecuencia, la normatividad del género sería una producción fármaco-porno-gráfica del capitalismo contemporáneo y procede mediante in-corporaciones tecnológicas. Además, en su configuración teórica, Preciado cruza dos sentidos del término «género». Por un lado, el que mencionamos en la base del orden médico-psiquiátrico, cronológicamente primero; por el otro, el que conceptualizaron los feminismos a partir de la década de 1970, con el objetivo de desnaturalizar el «ser mujer», en cuya genealogía se inscribe Butler. De esta manera, Preciado les otorga corporeidad a los actuales análisis del capitalismo posfordista y permite visualizar modos contemporáneos en que el poder toma por objeto la vida.

Igualmente, su interés está puesto no solo en comprender las producciones contemporáneas de la microfísica del poder, sino también en desmontar sus efectos, en detectar acciones militantes que funcionen como acontecimientos al introducir una cuña que interrumpe la institución de los sentidos. Con esta inquietud se relaciona la autoexperimentación corporal del propio Preciado durante el periodo en que se administró testosterona por fuera de todo protocolo médico y jurídico para testimoniar su devenir corporal, sin encauzarlo en un proceso de reasignación de sexo. La documentación de sus vivencias forma parte de su segundo libro, Testo yonqui, publicado en español en 20087. De igual manera, la participación en prácticas drag king apunta a desnaturalizar la masculinidad, así como su propuesta de resexualizar el ano invita a erogenizar los cuerpos de otras maneras. En este sentido, la conjunción de militancias feministas y disidencia sexual se manifiesta en la provocación de desobediencias a la normatividad sexual y genérica, así como en la disputa de sentidos a las instituciones médica y jurídica, principalmente.

Apreciaciones latinoamericanas

Dado el perfil del autor, que es imposible encasillar como «académico» o como «activista» de modo excluyente, las condiciones de recepción de sus textos se juegan también, principalmente, en el ámbito de una «praxis» en la que se imbrican academia y militancia, producción teórica y posicionamiento personal vivencial. De todos modos, el panorama de la recepción de Preciado está principalmente habitado por lecturas desde el activismo y, en menor medida, por lecturas académicas en sentido tradicional8. En el orden de las valoraciones, el poeta y doctor en Filosofía Camilo Retana Alvarado9 ha destacado la revitalización de la perspectiva foucaultiana que realiza Preciado al leerlo a través de la profanación; es decir, al utilizarlo como caja conceptual de herramientas que le permite relevar nuevas tecnologías de la corporalidad. También desde la filosofía, Anabella Di Pego10 valora la perspectiva comprensiva de Preciado, que permitiría construir un megarrelato al ubicar la producción de las tecnologías corporales en la macroeconomía del capitalismo posfordista y hacerlo de un modo relativizado, con la ventaja de eludir los mandatos progresistas de la modernidad y con la desventaja, por ese motivo, de no resultar un análisis propositivo. La misma cuestión es destacada por la historiadora Juliana López Pascual11, aunque en su trabajo cuestiona la manera en que Preciado impone una visión centralista que universalizaría implícitamente como válida para toda geopolítica; de este modo, borra su propia pretensión de ejercer una reflexión situada. Por su parte, la filósofa María Giannoni12 valora la autoexperimentación de Preciado como un ejercicio crítico que constituye un acto de resistencia en sentido foucaultiano, al intentar un borramiento, un gesto de no asumir posición o, en todo caso, de asumir un no-posicionamiento identitario.

Asimismo, el filósofo y activista gay Eduardo Mattio ve en la micropolítica contrasexual de Preciado «la radicalidad ontológica, ética y política del culo para una teoría y una praxis de la diversidad sexo-genérica»13. Rescata así la invitación a resexualizar el ano como una práctica que permitiría desandar las normativizaciones del dispositivo de género. Otro elemento que Preciado acciona como desestabilizador es el de las prácticas drag king que incorporó en eeuu y luego llevó a París y a Santiago de Chile. Allí, Cristián Cabello, especialista en comunicación política, reconoce la influencia de Preciado, pero le cuestiona que el modo de impartir sus talleres incurre en el binarismo del que pretende alejarse, pues propone prácticas basadas en la imitación que dejan como única alternativa la identificación con lo otro.

Una recepción de particular interés es la de la colectiva feminista Ají de Pollo14, que en 2009 editó de modo independiente el volumen Biopolítica, donde incluyó la traducción al castellano rioplatense del artículo «Biopolitique du genre» de Preciado, seguida de lecturas analíticas por parte de diferentes militantes de Latinoamérica: Fugitivas del desierto, colectiva de lesbianas feministas de la ciudad de Neuquén; Felipe Rivas San Martín, activista marica15 y artista visual de Santiago de Chile; Amalia Fisher, feminista e investigadora en ciencias políticas y sociales, oriunda de México y radicada en Brasil; Mauro Cabral, militante intersexual e investigador en historia y filosofía de la ciudad argentina de Córdoba.

En «Biopolítica del género», Preciado interpreta el relato de una paciente que en 1959, en eeuu, consiguió acceder a una cirugía de reasignación sexual gracias a un diagnóstico de intersexualidad. En entrevistas posteriores, surge que Agnès –como llama a la paciente– manipuló su discurso ante los médicos para «hacerse pasar» por intersexual y así obtener la cirugía evitando los protocolos que condicionaban el acceso en los casos de personas transexuales. Preciado lee en el gesto de Agnès una actitud de resistencia precursora de las militancias queer. Las recepciones de su artículo, asimismo, pivotan sobre esta interpretación. Si bien todas las lecturas mencionadas rescatan el ejercicio de desnaturalización que propicia Preciado, algunas son especialmente críticas de la utilización que el autor realiza de la paciente.

Así, el grupo Fugitivas del Desierto16 toma la lectura de Preciado como ejemplo de una desnaturalización inspiradora para sus intereses políticos específicos, como la politización del lesbianismo. A pesar de estos matices positivos, las críticas giran en torno de la colectivización en tanto proceso colectivo de apropiación de un gesto personal. Amalia Fisher17, si bien comparte la perspectiva teórica de Preciado, busca leer el relato de Agnès de un modo más complejo, al introducir matices contradictorios que impiden reducirlo a un caso que ejemplarice la disidencia.

Este gesto será acentuado en las lecturas de Felipe Rivas San Martín y Mauro Cabral, que ven problemático el lugar de las perspectivas de identidades trans o intersex, pues a través del ejemplo analizado por Preciado estas quedan capturadas por una palabra autorizada académicamente, que habla sobre y por ellas y así opaca las propias voces emergentes de esas identidades. A esto Rivas San Martín agrega el señalamiento de que Preciado no explora formas actuales del poder farmacológico y pornográfico, como los portales amateurs o las nuevas tecnologías virtuales, en cuanto plataformas de acción para las disidencias y, en todo caso, solo proyecta su justificación política en el caso Agnès18. Por su parte, Cabral se detiene en marcar la objetivación de identidades que aparecerían entonces como las portadoras de la disidencia y propone la cautela de tomar el relato desde una interrogación tanto ética como política: «¿Quién colectiviza la historia de quién, mediante qué condiciones de posibilidad, bajo qué supuestos, con qué consecuencias?»19. Del mismo modo, señala que la manera en que Preciado construye el relato reproduce la dominación geopolítica del Norte hacia el Sur, siendo el Norte el que genera categorías en las que «atrapa» la situación del Sur; en otras palabras, la apuesta de Preciado sería doblemente colonizadora: sobre las identidades disidentes y, al mismo tiempo, sobre las situaciones latinoamericanas.

Por fuera de este libro, Alejandro Modarelli20, militante gay, escritor y periodista argentino, rescata la lectura que Preciado realiza del caso Agnès, pues coincide en que Agnès logra autonomía activista gracias a la mediación histórica de los medios masivos de comunicación y de los movimientos de derechos civiles. De este modo, muestra que las biotecnologías no solo están al servicio de la opresión, sino que pueden ser reapropiadas por esos «otros» que produce, en un arte de autogestión.

Pero es la línea colonizadora de la teorización la dimensión de mayor coincidencia en la crítica latinoamericana. A ella se suma la lectura de Diego Falconí Trávez21, activista homosexual, abogado y doctor en literatura comparada, quien desde Ecuador devela el colonialismo que percibe en Preciado. El autor considera que, particularmente en Testo yonqui, al enunciar que es consciente de su situación de privilegio, Preciado contribuye a invisibilizar las complejas subordinaciones de las personas migrantes; es decir, que Preciado pudo someterse a la autoadministración de testosterona y experimentar la inestabilidad identitaria porque es europeo y porque la ilegalidad de su identidad de género no se mixtura con otras ilegalidades que hagan de su subordinación una situación de marginalidad.

En el mismo sentido va la lectura de la activista cuir y filósofa biopolítica Sayak Valencia Triana, que se reconoce discípula de Preciado, a quien incluye en las dedicatorias de su libro Capitalismo gore22. Valencia se propone dar cuenta de una perspectiva económica global que permita explicar las sociedades contemporáneas, pero sin eludir los circuitos de clandestinidad indispensables para una comprensión realista que no relegue cuestiones conflictivas, como los tráficos de armas, de drogas y de personas. Para ello, la autora mexicana se inspira en la conceptualización del régimen fármaco-porno-gráfico para explicar la violencia contemporánea, pero a la vez cuestiona que Preciado omita estas dimensiones en su análisis. Para Valencia, el posfordismo es capitalismo gore debido al ejercicio sistemático y repetido de la violencia más explícita para producir capital. Por lo tanto, resulta chocante el énfasis de Preciado en la excitación pensada solo como dimensión del placer, especialmente cuando se escribe desde el estado de Tijuana, donde se concentran empresas multinacionales que aprovechan la cuantiosa mano de obra barata disponible por ser zona de frontera, área en la que los índices de muertes por armas de fuego a manos de traficantes son altísimos.

También valeria flores23, maestra lesbofeminista cuir, lee a Preciado desde una perspectiva geopolítica que interroga el eje Norte/Sur. Sus lecturas constituyen una apropiación de los conceptos contextualizados en la geopolítica del Sur y sus militancias vernáculas. En lugar de reprocharle a Preciado su falta de perspectiva hacia la otredad «sudaca», la incorpora fagocitando sus conceptos. Con este procedimiento cuir interviene las prácticas educativas, innova en modalidades de escritura a través de talleres y analiza algunas prácticas alternativas de acceso al aborto en el marco de la clandestinidad.

En 2013, la colección argentina «Incidencias» editó una compilación de textos de Preciado marcada por un tono militante. La edición constituye una singular recepción porteña bajo el título Terror anal y manifiestos recientes24. La compilación fue presentada por el artista, activista de la disidencia sexual y teórico Fernando Davis, quien señaló que al desmarcarse críticamente tanto de las tradiciones de izquierdas como de las reivindicaciones identitarias trazadas por el feminismo y el movimiento homosexual, Preciado provoca un sismo en el pensamiento y la acción políticos. La presentación la completaron la escritora lesbofeminista María Moreno y la activista trans Cecilia Palmeiro. Ambas realizaron una intervención cuir de los textos proponiéndolos, por un lado, como una vía para buscar huellas «anales» en la literatura argentina; por otro, para contextualizar las militancias disidentes locales.

En junio de 2015, Preciado visitó Buenos Aires en el marco de la i Bienal de Performance de Argentina (bp-15). Acompañó el diálogo público de las activistas catalanas «Post-Op» en el Centro Cultural de España en Buenos Aires y después pronunció una conferencia en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), en el marco de una performance del artista Osías Yanov. Aceptó solo dos entrevistas, en los suplementos Soy (del diario Página/12) y la revista Ñ (de Clarín) y rehusó el diálogo con la academia. Sobre esta visita, las miradas fueron controversiales: fueron desde la satisfacción de tener en el país al intelectual que admiran hasta el cuestionamiento que considera su actitud colonial, pues cual filósofo ilustrado, Preciado vendría a iluminar a una masa desinformada que lo secunda.

El peso de las críticas, entonces, se concentra en que, a pesar de haber declamado un compromiso con las geopolíticas del Sur, las acciones de Preciado resultarían operaciones colonizadoras que cosifican identidades apropiándose de su voz y que sitúan así estas identidades en la condición de «portadoras de disidencia», del mismo modo que subalternizan las perspectivas de contextos diferentes de los europeos o estadounidenses. Como sea, resulta innegable que sus pronunciamientos, escritos y acciones, lejos de provocar indiferencia, son un estímulo para los feminismos actuales.

  • 1.

    «Queer» es un vocablo angloestadounidense que significa «raro» o «desviado» respecto de la «normalidad» sexual y genérica. Se utilizaba habitualmente como insulto, pero desde la década de 1990 las comunidades de disidencias sexuales y/o de género se apropiaron del término como categoría identitaria o como gesto político de resistencia a las clasificaciones estigmatizantes. En consecuencia, esa misma práctica de apropiación terminológica que resignifica el sentido pasará a llamarse «queer» o «queerización».

  • 2.

    «Transfeminismo» conserva el sentido de feminismo «queer» pero es propuesto desde España como resistencia a la terminología anglosajona. Desde allí va a ser importado a Ecuador y a México por vías militantes.

  • 3.

    Se denomina drag king a la persona asignada mujer que practica una forma visible de masculinidad. Los talleres drag king exploran la identidad de género masculina jugando con sus manifestaciones corporales y poniendo en evidencia, entonces, su carácter de artificio.

  • 4.

    B. Preciado: Manifiesto contra-sexual, Ópera Prima, Madrid, 2002.

  • 5.

    Preciado comenzó a desarrollar este ámbito de acción y reflexión en 2003, en la organización de la muestra Maratón posporno del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), pero desde 2011 la realización de talleres en el entorno de museos es una de sus actividades privilegiadas. Posteriormente, dirigió el programa Somateca. Producción biopolítica, feminismos, prácticas queer y trans en el área de Estudios Avanzados en Prácticas Críticas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. En el Macba se desempeñó con continuidad hasta marzo de 2015, cuando la curaduría de la muestra La bestia y el soberano le costó el puesto. En esa muestra –de la que Preciado era uno de los comisarios por el Macba– se incluyó la obra «Haute couture 04 Transport» (Alta costura 04 Transporte), de la austríaca Ines Doujak y el británico John Barker, donde se ve al rey Juan Carlos I sodomizado por la histórica líder obrera boliviana Domitila Barrios de Chungara, quien a su vez aparecía sodomizada por un perro, con varios cascos nazis como entorno.

  • 6.

    Desde el paradigma médico, la excitación sigue la lógica de una sexualidad reproductiva basada en la penetración coital.

  • 7.

    B. Preciado: Testo yonqui, Espasa Calpe, Madrid, 2008.

  • 8.

    En esta distinción, el activismo no excluye la pertenencia académica, mientras que el sentido «tradicional» de academia sí excluye un compromiso activista militante.

  • 9.

    C. Retana Alvarado: «Olvidar a Baudrillard: Sawicki, Butler y Preciado como lectoras de Foucault» en Revista Clepsydra No 11, 11/2012.

  • 10.

    A. Di Pego: «Tecnologías de género, subjetivación y resistencia», ponencia presentada en las x Jornadas Internacionales Género, Subjetividad y Política, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, Buenos Aires, 2011.

  • 11.

    J. López Pascual: «Entre el planteo filosófico y la praxis política: la obra de Beatriz Preciado y las micropolíticas de género» en Revista de Claseshistoria, 15 de abril de 2012, www.claseshistoria.com/revista/2012/articulos/lopez-beatrizpreciado.html.

  • 12.

    M. Giannoni: «Testo yonqui y la potencia del cuerpo. Una lectura política del experimento T.», ponencia presentada en el i Congreso Latinoamericano de Historia de las Mujeres, Instituto de Altos Estudios Sociales (idaes), San Juan, 2012.

  • 13.

    E. Mattio: «Pensar con el culo», ponencia presentada en el xvi Congreso Nacional de Filosofía, Asociación Filosófica Argentina (afra), Buenos Aires, 2013.

  • 14.

    El equipo editor, Ají de Pollo, estuvo integrado por Mónica D’Uva, Josefina Fernández y Paula Viturro, feministas e investigadoras de las áreas de filosofía, antropología y derecho, respectivamente.

  • 15.

    Como «marica» se adjetiva el propio artista, cuestión que se comprende desde las perspectivas queer que oponen a la normalización una reapropiación de las identidades abyectas.

  • 16.

    Fugitivas del Desierto: «Prácticas ficcionales para una política bastarda. La tecno-lesbiana» en Biopolítica, Ají de Pollo, Buenos Aires, 2009.

  • 17.

    A. Fisher: «De dudas, diálogo y preguntas sobre Agnès biodrag y una insurrección de saberes» en Biopolítica, cit.

  • 18.

    F. Rivas San Martín: «Biopolítica, tecnología en red y subversión» en Biopolítica, cit.

  • 19.

    M. Cabral: «Salvar las distancias. Apuntes acerca de ‘Biopolítica del género’» en Biopolítica, cit.

  • 20.

    A. Modarelli: «El gozo de los raros eventos, la potencia del lenguaje. ‘Diagnóstico’ de intersexualidad en la cultura» en Jorge Raíces Montero (ed.): Un cuerpo, mil sexos: intersexualidades, Topía, Buenos Aires, 2010.

  • 21.

    D. Falconí Trávez: «La leyenda negra marica: una crítica comparatista desde el Sur a la teoría queer hispana» en D. Falconí Trávez, Santiago Castellanos y María Amelia Viteri (eds.): Resentir lo queer en América Latina: diálogos desde/con el Sur, Egales, Madrid, 2014.

  • 22.

    Sayak Valencia: Capitalismo gore, Melusina, Barcelona, 2010.

  • 23.

    Las minúsculas en este nombre constituyen una decisión política de autoasignación por parte de esta teórica y activista feminista cuir. Puede consultarse su producción en el blog http://escritoshereticos.blogspot.com.ar/.

  • 24.

    La colección es de la editorial independiente La Isla de la Luna, que reunió un texto editado en 2009 por Melusina («Terror anal») y dos artículos periodísticos de 2013 publicados en el periódico francés Libération y traducidos para la ocasión.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
ISSN: 0251-3552
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