1. UN CONGRESO EN CLAVE DE PSICODRAMA Mejor hubiera sido, por supuesto, que el XXVIII Congreso del PSOE (celebrado en Madrid entre el 17 y el 20 deayo de 1979) no hubiera terminado así: con la aprobación, al final hibernada, de una ponencia política primitiva y simplista, que se sitúa claramente en retraso no ya sobre las coordenadas europeas sino sobre las mismas exigencias de la sociedad española actual y de un partido socialista operante en ella; con el vacío, en cambio, más desolador en algunos temas concretos fundamentales como, el primero de todos ellos, el económico; con una situación de impasse en cuanto a la posibilidad de elección de una nueva Comisión Ejecutiva del partido. Al final, alguien en los pasillos definía sartrianamente al Congreso como una "pasión inútil", tan apasionada, apasionante e inútil, por lo demás, como la vida misma; otros, más hispánicos, recordaban aquello de Ortega de que el esfuerzo inútil conduce a la melancolía. Nadie podía estar realmente contento. Se temía, y con razón, por la imagen del partido.