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¿De la crisis al resurgimiento? La industria militar rusa en el siglo XXI


Nueva Sociedad 253 / Septiembre - Octubre 2014

En el año 2000, Vladímir Putin llegó a la Presidencia de Rusia y le imprimió impulso a la industria de defensa. Sin embargo, hubo que esperar el final de esa década, cuando se pudo constatar la simplicidad del tejido productivo del país, así como su debilidad militar, para que esta industria pasara a ocupar un lugar prioritario. En 2010 se aprobó un nuevo programa de armamento que, aunque con ciertas deficiencias –y con la corrupción como una amenaza–, está reestructurando la industria y recomponiendo la capacidad defensiva del país. En este artículo se analizan los cambios en la industria de defensa rusa, prestando una atención especial a los últimos cinco años.

¿De la crisis al resurgimiento? La industria militar rusa en el siglo XXI

Durante la existencia de la Unión Soviética, la industria de defensa tuvo una importancia especial. Pero con la desaparición de esa «nación de naciones», este aspecto de la actividad económica quedó desubicado productivamente debido al cambio en las prioridades de seguridad, a su desarticulación parcial por la ruptura geográfica de la URSS y a la descapitalización progresiva, a causa de la falta de asignación de recursos y la obsolescencia industrial. Durante los años 90, las principales políticas aplicadas en la industria de defensa fueron la privatización y la conversión, ejecutadas de manera desorganizada y con escasos recursos financieros, y cuyos resultados se plasmaron en el desmoronamiento de la capacidad productiva1.

Cuando Vladímir Putin llegó a la Presidencia, esta industria padecía un deterioro productivo de unos 15 años y, por tanto, la base de la que se partía presentaba problemas estructurales muy profundos. Desde ese momento, se le prestó una mayor atención; sin embargo, fue a partir de 2008, como consecuencia de la breve guerra en Georgia, cuando se le concedió una prioridad especial2. En este artículo, se estudia la situación de cambio de la industria de defensa desde principios de la década pasada, aunque se concentrará el análisis en el último quinquenio, debido a la modificación en la política aplicada. El argumento discurrirá, en primer lugar, sobre la producción militar, interna o destinada a la exportación; en segundo lugar, se enfocará en los cambios organizativos más relevantes que han afectado esta industria, y, finalmente, se extraerán conclusiones acerca de su situación y sus expectativas.

La producción de armamento para necesidades internas

Una primera dimensión del estímulo a los cambios en la industria de defensa se vincula con el aumento en la demanda destinada al Estado. Este objetivo se encuentra respaldado por la política presupuestaria aplicada. Mientras que durante los años 90 el gasto en defensa fue residual, entre 2000 y 2008 aumentó en más de cinco veces a precios corrientes. En ambos años mencionados, el gasto militar representó 3,7% del PIB. A partir de 2008, y como consecuencia de la guerra en Georgia, los gastos se aceleraron, y en 2013 fueron del doble de lo registrado en 2008 y pasaron a representar 4,5% del PIB3.

La reestructuración en la industria de defensa depende esencialmente de la capacidad para mejorar la producción de armamento. Esta se ha organizado a través de programas de producción a largo plazo: el hoy vigente fue aprobado en 2010 con validez para el periodo 2011-2020. Previamente habían existido programas para los periodos 1996-2005, 2001-2010 y 2007-2015. Todos estos programas se paralizaron durante su ejecución: el primero por cuestiones financieras, el segundo por falta de ajuste entre las pretensiones y su propia realidad, el tercero por el impacto que supuso la guerra con Georgia. En los tres casos, incluso en el tercero, los incumplimientos en las previsiones resultaron flagrantes y afectaron todas las líneas prioritarias. El actual programa fue concebido como un punto de inflexión en la producción de armamento, que debía dar respuesta a todas las insuficiencias que habían quedado patentes en la guerra en Georgia de 2008.

El primer rasgo diferencial del nuevo programa es la abultada financiación con la que cuenta: 20 billones de rublos (unos 600.000 millones de dólares) para todo el periodo. El nuevo programa de armamento se combina con programas específicos de reordenamiento de la industria de defensa y de las Fuerzas Armadas. Además, se programó la realización de grandes inversiones en la industria de defensa durante la primera mitad del programa, que crearían las condiciones de producción para la segunda parte del periodo de vigencia del plan. También se contempló que los gastos fueran más intensivos en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I ) en la primera mitad del periodo, para cosechar los resultados productivos en la segunda mitad. Los resultados deben plasmarse en una renovación del stock de armamento del Ejército ruso: en 2015, este deberá estar dotado de 30% de equipamientos nuevos y en 2020 se debe llegar al nivel de 70%.

En términos agregados, el nivel de gasto destinado directamente a armamento para cubrir necesidades internas ha ido aumentando de manera progresiva. En concreto, en 2009 se gastaron 16.300 millones de dólares, mientras que en los dos primeros años de vigencia del programa se fue incrementando ligeramente el nivel de compras, que pasó a 17.500 millones de dólares en 2010 y 18.000 millones de dólares en 2011. Sin embargo, en los dos años siguientes, la aceleración en los gastos fue sustancial, puesto que se pasó a destinar 24.700 millones de dólares en 2012 y 32.300 millones en 2013. Estas cifras adquieren más significado cuando se considera que, en 2012, el conjunto de América Latina gastó en armas 34.100 millones de dólares4. Para hacer más nítida la imagen acerca de la situación de la industria de defensa, se puede mencionar la proporción de las compras de armamento para necesidades internas sobre el conjunto del presupuesto en defensa. Hasta el año 2008, este porcentaje fue de alrededor de 20%, pero en 2009-2010 alcanzó el 45%; luego se redujo a algo menos de 40% durante el siguiente bienio, y en 2013 ascendió a cerca de 49% del conjunto de gastos de defensa. Así, pues, desde 2009 se le ha dado una gran prioridad a esta actividad.

A principios de la década pasada, las compras de armamento fueron muy pequeñas. Conforme pasaron los años se ampliaron, aunque siguieron siendo relativamente reducidas. En 2008 y 2009 ya fueron más visibles, pero fue con el inicio del nuevo programa de armamento cuando se aceleraron. Por ejemplo, mientras que en 2009 se adquirieron 21 aviones y en 2010 se sumó una cantidad igual, en los dos siguientes años se incorporaron 42 y 44 unidades más al Ejército, y finalmente en 2013 ya fueron 62. Quizá valga la pena mencionar la producción en serie de manera regular de los aviones Su-34, Su-35 y Yak-130, que gozaban de gran prioridad dentro del programa de armamento. En cuanto a helicópteros, mientras que en 2008-2009 las adquisiciones fueron algo superiores a la decena de unidades, en los siguientes años se han ido incorporando no menos de 60 aparatos por año, y se destaca que en 2011 se suministraron 94 unidades. En este caso también se ha regularizado la producción de helicópteros de ataque de tipo Ka-52 y Mi-28N, que eran prioridades del programa5.

La producción de submarinos ha sido escasa, pero en 2013 se han entregado unidades de dos plataformas estratégicas para la seguridad rusa: en primer lugar, el submarino dotado de misiles atómicos de proyecto 955 Borei (dos unidades) y, en segundo lugar, los multifuncionales (patrullaje) de proyecto 885 Yasen (un submarino). En cuanto a embarcaciones, antes del inicio del programa de armamento, los suministros al Ejército tuvieron lugar de manera esporádica, pero en 2010 se incorporaron tres unidades, situación que ha culminado en el último año considerado, cuando se entregaron 47 barcos. Cabe señalar que a partir de 2011 ya se suministraron barcos de gran tamaño de tipo fragata o corbeta (seis en total).

Dentro del área de complejos de misiles, debe reseñarse la defensa antiaérea, en la que ya han comenzado a incorporarse de manera regular los misiles S-400, que están sustituyendo a los S-300. Una de las prioridades más importantes del programa en misiles ofensivos son las armas nucleares. En concreto, se concentran en misiles terrestres Topol’-M y RS-24 Yars. Estos se han ido incorporando al Ejército aunque a un ritmo menor al previsto. Inicialmente se concentró la atención en el suministro de los Topol’-M, pero en el último tiempo se está apostando por incorporar los RS-24 Yars, que son más modernos.

En otras áreas, se destaca la renovación de los satélites militares obsoletos y la mejora de los diversos sistemas. En la actualidad se encuentra operativo el sistema de posicionamiento Glonass (equivalente al GPS norteamericano) y se está completando el de prevención de ataques nucleares OKO-1. Asimismo, se ponen en órbita de forma regular satélites de observación y de telecomunicaciones. Por otra parte, se está dotando al Ejército de tierra con nuevos equipamientos, entre los que destacan las compras regulares de vehículos blindados de transporte de tropas, camiones y vehículos, sistemas de artillería y armas ligeras.

No obstante, a pesar de esta expansión, se ciernen sombras sobre el programa de armamento. Respecto a la aviación, aunque se está desarrollando un interceptor de quinta generación, sigue sin estar claro cuándo estará disponible. En el mismo sentido, una pieza esencial de la defensa rusa es el misil estratégico Bulava de ubicación en submarinos, cuya entrada en servicio se sigue aplazando y que, a la sazón, transforma mientras tanto en irrelevante al submarino de proyecto 955 Borei, puesto que se trata de su arma más distintiva. El mismo tipo de problemas afecta el desarrollo del sistema de defensa antiaérea S-500, cuya fecha de incorporación al Ejército se retrasa progresivamente, al tiempo que plantea serios interrogantes acerca del papel que juegan los S-400. Otro de los problemas es que parte de las prioridades se solapan. Por ejemplo, existen dudas sobre la necesidad de desarrollar simultáneamente aviones Su-34 y Su-35 o helicópteros Ka-52 y Mi-28N. Muchas de sus funciones son comunes, por lo que no aumentarían el nivel de seguridad del país, al tiempo que generan sobrecostos debido a la duplicación en servicios de mantenimiento y repuestos. Por otra parte, hay fragatas con discutible finalidad o que no se adaptan a las condiciones de seguridad actuales. En el mismo sentido, se adquieren muchos vehículos blindados cuya función en la seguridad del país no está clara. Finalmente, cabe destacar la dificultad para desarrollar nuevas prioridades adaptadas a los nuevos retos de la defensa. Dentro de este grupo se encuentra el subdesarrollo en la generación y producción de aviación no tripulada (drones).

Producción de armamento para necesidades externas

Las exportaciones de armamento han ido aumentando continuamente desde los años 90. A principios de la década pasada se encontraban estabilizadas en cerca de 4.000 millones de dólares anuales; en los años 2008-2009, el nivel se duplicó y superaba los 8.000 millones, y la tendencia al alza siguió hasta sobrepasar los 15.000 millones de dólares en los dos últimos años6.

Una mejor percepción del papel de las exportaciones para la industria militar rusa se puede obtener comparando su peso sobre la producción total de defensa a lo largo del tiempo. Durante los años 90, las exportaciones de armas evitaron un hundimiento total de la producción de armamento y la descomposición de esta industria en Rusia7. De hecho, del conjunto de la producción militar dentro de la industria de defensa, a principios de la década, más de 70% era destinada a exportaciones; en 1998 esta cifra fue de más de 60%, y en 1999 llegó a alcanzar cerca de 80%. En los siguientes años este porcentaje disminuyó: en 2006-2007 era de alrededor de 40%, y en los años de vigencia del nuevo programa de armamento es algo superior a 30%. Así pues, para la industria de defensa, las exportaciones siguen siendo un componente estratégico de la producción, pero han ido perdiendo relevancia y, en el futuro, reducirán aún más su significado para el conjunto de esta actividad. Finalmente, puede señalarse que aunque con la ruptura de la URSS el país perdió importancia relativa en los mercados internacionales –ocupó el cuarto lugar entre los exportadores en la segunda mitad de los años 90–, durante la última década se ha consolidado como el segundo proveedor mundial de armamento.

Dada la importancia de las exportaciones, estas se conciben como una fuente de recursos para apoyar el desarrollo de las prioridades internas, al tiempo que cuando ambos parámetros coinciden (exportaciones y compras internas), se obtienen economías de escala en producción. No obstante, la tendencia a hacer coincidir la demanda interna con la externa supone, en ciertos casos, sacrificar las necesidades de seguridad de Rusia8.

Durante la década pasada, en particular para el periodo 2002-2009, el primer cliente ruso fue China, que realizó adquisiciones por valor de 17.200 millones de dólares, mientras que la India compró material bélico por 12.100 millones de dólares; es decir que estos dos países agruparon más de la mitad de las ventas externas de Rusia y representaron 32,1% y 22,5% del total, respectivamente. Cabe señalar que también fueron adquiriendo importancia Argelia, con una cuota de ventas de 10,4%, y Venezuela, con 7%9.

A partir de 2010 y hasta 2013, las ventas de armamento han experimentado cambios visibles. En primer lugar, está el desplazamiento de China como cliente líder de Rusia. En este periodo se terminaron de cubrir los pedidos realizados por la potencia asiática en la década anterior, y solo se ha renovado la compra de motores de aviones, naves que se fabrican en China, así como de algunos aviones de transporte (IL-76) o de helicópteros de uso dual. Mientras tanto, la India se ha transformado en el primer cliente de Rusia que, por añadidura, ha ampliado sus colaboraciones mediante la elaboración y producción conjunta de misiles o del avión interceptor de quinta generación Su-37. También Vietnam se ha consolidado como cliente significativo y ha adquirido 30 aviones Su-30, dos submarinos y varias embarcaciones. Cabe señalar en esta zona el caso de Indonesia, que ha comprado aviones de ataque Su-30, helicópteros y vehículos blindados.

Argelia ha seguido ocupando un lugar privilegiado con la compra en 2010 de 16 aviones de ataque Su-30, así como varios sistemas antiaéreos. En el resto de los países árabes, se han extendido también las ventas, pero las expectativas son inciertas debido a la inestabilidad política en la zona. El caso más llamativo es el de Libia, con quien se firmó un contrato por valor de 1.800 millones de dólares, precedido por otros varios en años anteriores, pero todos paralizados por el inicio de la guerra civil. Casos similares son los de Egipto, Iraq o Siria. Quizá uno de los grandes logros económicos de Rusia ha sido su penetración en el mercado de armas latinoamericano. Allí se destaca claramente el caso de Venezuela, con quien a partir de 2010 se han firmado varios contratos de gran envergadura que han transformado a este país en un cliente muy importante de Moscú. Adicionalmente se ha iniciado la venta, especialmente de helicópteros, a Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.

En África también se ha hecho más visible la presencia rusa, pero la situación es muy compleja, debido a la inestabilidad política y a la falta de recursos con los que cubrir los deseos de compra. En ese continente se destacan los casos de Sudán del Sur, Nigeria o Ghana, donde las ventas, no obstante, son escasas y se concentran en la adquisición de helicópteros. Debe destacarse la excepción de Uganda, país con el que en 2010 se firmó un contrato voluminoso para el suministro de aviones de tipo Su-30 y tanques.

A la luz de estos datos, se puede concluir que existe una tendencia creciente a la diversificación de ventas de armas de Rusia. Por un lado, los clientes principales van cambiando y generan una base para mantener las ventas en el futuro. Adicionalmente, se va ampliando el número de compradores. En cuanto al tipo de productos, destaca la venta de aviones, en especial de tipo Su-30, y la de helicópteros de transporte que pueden incorporar armamento adicional.

Política industrial reorganizativa

La consecución de los objetivos previstos en términos productivos supone la reestructuración en la industria de defensa rusa. En este sentido, se aplicaron reformas estructurales que están cambiando la fisonomía del sector. Dos han sido las políticas más destacadas: en primer lugar, la creación de estructuras organizativas integradas (reorganización interna estatal) y, en segundo lugar, la liberación de recursos productivos (expulsión del sector de aquellas entidades que no fueran necesarias para la producción de armamento y la reorientación de sus esfuerzos hacia la producción civil).

Esta política de reestructuración se inició con la aprobación en octubre de 2001 del Programa de Reestructuración de la Industria de Defensa para el periodo 2002-2006, que después fue continuado por el Programa Federal Especial sobre Reforma de la Industria de Defensa para el periodo 2007-2010, ampliable hasta 2015. Finalmente, en 2011 entró en vigor un Programa Federal Especial para la Reestructuración de la Industria de Defensa, con validez hasta 2020. Este tiene dos particularidades esenciales: por un lado, se ha coordinado con el Programa de Armamento hasta el año 2020 y, por otro lado, goza de una relativamente generosa dotación presupuestaria, equivalente a tres billones de rublos (unos 93.000 millones de dólares)10.

En las estructuras integradas verticalmente (EVI) se incorporan dentro de una misma entidad varias empresas y centros científicos relacionados con la producción de un mismo tipo de armamento. Se estimó que se crearían unas 75 corporaciones, que agruparían a unas 520 organizaciones de defensa, en las que el peso del Estado sería muy relevante. En 2002 se inició la creación de este tipo de estructuras de nuevo cuño; en 2004 existía una docena, en 2008 se había duplicado la cifra anterior y en 2013 ya se había constituido más de medio centenar. Así pues, es previsible que hacia 2015, aunque con cierto retraso, se alcancen los objetivos previstos inicialmente en el programa.

En ciertos casos, en las nuevas EVI se agruparon empresas y centros de investigación que se encontraban estrechamente relacionados durante la etapa soviética; sin embargo, las que pasarían a tener mayor importancia serían las creadas desde cero y adaptadas a las nuevas circunstancias de la defensa del país. Un primer caso que se utilizó de manera experimental para extender posteriormente esta figura organizativa fue el de la Corporación Unificada de Aviación. Esta debía agrupar a empresas y centros científicos relacionados con la construcción de aviones, tanto civiles como militares, y el Estado disponía de la mayor parte del capital. No obstante, la creación del grupo tuvo problemas por el enfrentamiento surgido con alguno de sus miembros y, en particular con Irkut, compañía poderosa productora de los modelos base de los Su-27, que no quería perder su autonomía11. Estos problemas se han repetido en la creación de las distintas nuevas EVI, pero el proceso se ha ido llevando adelante y ha afectado otras áreas productivas de la industria de defensa, como helicópteros, submarinos, barcos, construcción de motores para aviación, así como los sistemas de defensa aérea.

Quizá una de las iniciativas más llamativas para reestructurar la industria de defensa es la llevada a cabo por el monopolista de exportación de armamento Rosoboroneksport. Esta entidad ha ido adquiriendo propiedades en empresas de defensa vinculadas a la exportación de armamento y está organizando agrupaciones empresariales de diverso tipo (algunas de ellas están adoptando la forma de EVI), tal como está ocurriendo en las actividades de electrónica –donde la política reestructuradora se encontraba de hecho paralizada– y en metalurgias especiales. Adicionalmente, Rosoboroneksport también está jugando un papel muy activo en la creación de un holding especializado en la producción de vehículos blindados y de municiones y químicas especiales. No obstante, la heterogeneidad en las adquisiciones de propiedad por parte de Rosoboroneksport ha mostrado una ausencia de estrategia respecto a la reestructuración industrial, situación que obstaculiza la obtención de resultados positivos.

La segunda línea de reestructuración es la liberación de recursos del sector de defensa. En concreto, se asume que parte de las empresas de defensa deben ser excluidas de estas actividades, bien porque técnicamente ya no están operativas para estos menesteres, bien porque sus producciones no son adecuadas para las actuales necesidades, bien porque su declive financiero las ha transformado en inservibles. En concreto, en 2003, respecto a este último tipo de organizaciones, 35% de las empresas y 10% de los centros de investigación tenían problemas financieros serios12. Además, 90 empresas tenían procesos abiertos de quiebra. En todos estos casos, la política reestructuradora apunta hacia su exclusión del sector, a través de la privatización. En esencia, esta reestructuración consiste en la venta de empresas que el Estado posee o bien de los paquetes de acciones que aún retiene en estas entidades productivas. En este sentido, aunque ha habido problemas diversos, la privatización ha ido avanzando progresivamente.

Ambas líneas de reestructuración se caracterizan por la transformación de empresas estatales en sociedades anónimas y la venta ulterior de sus acciones. No obstante, detrás de este comportamiento existe una mezcla de dos fenómenos organizativos distintos. Por un lado, la pretensión de excluir organizaciones valoradas como no útiles para la defensa y, por otro, la transmisión de propiedades del Estado que son cedidas a otras entidades estatales, en especial a EVI. Aunque en ambos casos existe una reestructuración accionarial, el primer caso se trata de una privatización, mientras que el segundo constituye una reorganización estatal13.

En términos productivos, la constitución de EVI y la eliminación de empresas con baja capacidad productiva están consiguiendo una racionalización en la estructura productiva de la industria de defensa, eliminando duplicaciones de producciones. Sin embargo, ya a finales de la década pasada, como consecuencia de este reajuste industrial comenzó a detectarse un fenómeno perverso: la aparición de monopolios productivos con capacidad de imponer precios. El resultado es la elevación de los precios del armamento con un impacto negativo sobre el presupuesto de defensa, debido a que, con la financiación asignada, se puede adquirir una menor cantidad de materiales.

Finalmente, uno de los problemas al que las autoridades le han prestado relativamente poca atención es la corrupción. Esta es una característica estructural de la economía rusa y afecta también a la industria de defensa. Respecto a este último ámbito, la corrupción depreda el presupuesto del área, al tiempo que potencia el aumento en los precios y reduce la calidad del armamento. Así pues, la política industrial en este sector productivo tendrá un limitado alcance mientras no se dé una solución a la corrupción14.

Conclusión

A finales de la década pasada, coincidieron dos hechos que han tenido un impacto esencial sobre la industria de defensa en Rusia. Por un lado, se fue constatando el deterioro (la simplificación) del tejido productivo ruso, que se especializaba en extracción de recursos naturales (gas, petróleo y metales); por otro, se puso de relieve la debilidad militar rusa en la guerra de Georgia de 2008. En 2009, las autoridades asumieron que la industria de defensa podía ofrecer respuestas satisfactorias a las cuestiones que suscitaban los dos hechos mencionados y, por tanto, decidieron que pasara a ocupar un lugar prioritario dentro de la política económica rusa. Esto se ha manifestado en la aprobación y coordinación de varios programas estatales que afectan a la defensa del país y, en particular, a la industria militar, que fueron dotados con una financiación muy voluminosa.

Dado el ritmo actual de compras de armamento, se puede afirmar en términos globales que aunque no se cumplirá plenamente el programa, sí se acercará en varios de sus parámetros esenciales a los objetivos previstos y, en caso de que se mantengan las fuentes de financiación, esto significa que Rusia podrá alcanzar un nivel avanzado en defensa en el año 2020, y tendrá por tanto capacidad para respaldar de manera nada despreciable sus intereses nacionales desde el punto de vista militar. En caso de que se mantenga la actividad productiva, la industria de defensa estará en condiciones de asumir nuevos retos defensivos en la próxima década, al tiempo que podrá constituirse en un motor de arrastre de parte de la economía rusa.

En la segunda mitad de esta década, es previsible que la industria de defensa siga manteniendo su estatuto prioritario o que, incluso, a la luz del conflicto de Ucrania y de la respuesta de Estados Unidos y de la Unión Europea, se acreciente. No obstante, el inicio de una nueva «Guerra Fría» significará una situación en apariencia paradójica: una tendencia a reducir los recursos financieros asignados a la industria de defensa, debido a una contracción en el crecimiento económico del país –al menos inicialmente–, compensada con una mayor decisión política respecto al otorgamiento de apoyo al desarrollo militar.

  • 1. A. Sánchez: «The Transformations of the Russian Defense Industry» en Europe-Asia Studies vol. 47 Nº 8, 1995, pp. 1269-1292 y «Restructuring the Defence Industry and Arms Production in Russia» en Europe-Asia Studies vol. 52 Nº 5, 2000, pp. 897-914.
  • 2. Según el experto militar Alexandre Golts, «los dirigentes rusos demostraron una gran sabiduría. Es poco frecuente que un gobierno introduzca reformas luego de haber ganado una guerra. Pero en este caso, a pesar de diez años fastuosos en los que los diferentes comandos militares habían contado con muy importantes recursos, la crisis de 2008 demostró que las Fuerzas Armadas rusas estaban envejecidas y eran incapaces de manejar armas modernas. Esa comprobación fue la que llevó al ministro de Defensa Anatoly Serdyukov a anunciar la reforma más profunda jamás realizada en 150 años [tras la guerra de Crimea en 1853-1856]». Citado en Vicken Cheterian: «La decadencia de la industria militar rusa» en Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, 10/2011, disponible en www.eldiplo.org/notas-web/la-decadencia-de-la-industria-militar-rusa/.
  • 3. Fuentes: Servicio Federal de Estadísticas Ruso (fsgs): Rossiya v tsifraj, fsgs, Moscú (varios años); sipri: sipri Yearbook. Armaments, Disarmament and International Security, Oxford University Press, Oxford (varios años).
  • 4. Wagner Ríos: «sipri: gasto militar en América Latina aumentó 4,2% en 2012» en Diálogo, 17/6/2013, http://dialogo-americas.com/es/articles/rmisa/features/regional_news/2013/06/17/defense-spending. Los datos de Rusia surgen de estimaciones del autor a partir de fuentes de prensa rusa..
  • 5. Estimaciones del autor a partir de fuentes de prensa rusa.
  • 6. Ivan Konovalov: «Bresh’ v portfele» [Brecha en la cartera de pedidos] en Kommersant’’-vlast’ No 9, 2009 y Kostantin Lantratov: «Voenno-tejnicheskoe perestroystvo» [Reestructuración técnico-militar] en Kommersant’’-vlast’ No 5, 2008.
  • 7. A. Sánchez Andrés: «Arms Exports and Restructuring in the Russian Defence Industry» en Europe-Asia Studies vol. 56 No 5, 2004, pp. 687-706.
  • 8. Ruslan Pukhov y Mijaíl Barabanov: «Challenges to the Reform of Defense r&d in Russia» en Moscow Defense Brief No 1/2007.
  • 9. D. Belousov y M. Shukhgal’ter: «Postcrisis Development of Russia’s Defense Complex 1999-2001» en Studies on Russian Economic Development vol.14 No 3, 2003, pp. 588-596; Kostantin Makienko: «Financial Results of Russian Arms Trade with Foreign States in 2004» en Moscow Defence Brief No 1/2005; y Dmitriy Vasiliev: «Russia’s Arms Trade with Foreign States in 2005» en Moscow Defence Brief No 1/2006.
  • 10. Kommersant Daily, 29/2/2012 y Dmitriy Rogozin: «Kachyestvo oruzhiya lyezhit v osnovye mnogij pobyed» [En la calidad del armamento reposa el fundamento de muchas victorias] en Voenno-Promyshlennyi Kur’ier, 7/3/2012.
  • 11. K. Makienko y D. Vasiliev: «Russia’s Defence-Industrial Complex and Military-Technical Cooperation in the First Half of 2007» en Moscow Defence Brief No 3/2007.
  • 12. Julian Cooper: «Developments in the Russian Arms Industry» en sipri: sipri Yearbook 2006: Armaments, Disarmament and International Security, Oxford University Press, Oxford, 2006, pp. 434-435.
  • 13. A. Sánchez Andrés: «La proyección económica internacional de Rusia» en Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden): Influencia de la nueva Rusia en el actual sistema de seguridad, Monografías del Ceseden No 113, Madrid, 2010, pp. 87-119.
  • 14. A. Sánchez Andrés: «La corrupción en la transición rusa» en Angeles Jareño (dir.): Corrupción pública: cuestiones de política criminal (i), Iustel, Madrid, 2014, pp. 239-260.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
ISSN: 0251-3552
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