Tema central
NUSO Nº 280 / Marzo - Abril 2019

Consideraciones sobre el campo evangélico brasileño

La formación del campo evangélico en Brasil presenta diversas «olas», desde el protestantismo histórico hasta los neopentecostales. Para poder comprender su expansión en los últimos tiempos, es necesario analizar su creciente presencia en el espacio público, los medios de comunicación y la política nacional y, al mismo tiempo, analizar las causas de su crecimiento. En esta expansión tiene un rol importante la Iglesia Universal del Reino de Dios, conocida en toda América Latina y más allá.

Consideraciones sobre el campo evangélico brasileño

Este artículo se propone analizar algunos aspectos del complejo campo evangélico brasileño, tales como la implantación y la fragmentación de las corrientes evangélicas y el modo en que estas se han instalado en el espacio público, ya sea mediante la proliferación de templos en los centros urbanos como, ante todo, por la vía de una fuerte presencia en los medios de comunicación y en distintas instancias de la esfera política. Sobre el final del artículo se ofrecen algunas pistas teóricas para comprender el crecimiento del campo evangélico en Brasil.

La formación religiosa brasileña y el lugar de las iglesias

Para comprender mejor la inserción de los grupos evangélicos en el campo religioso brasileño, conviene tener en cuenta algunos aspectos históricos en la formación religiosa de la sociedad nacional. Sabemos, en este sentido, que el catolicismo se estableció como religión dominante en la mayoría de los países latinoamericanos durante la etapa colonial. En Brasil, tras la proclamación de la República en 1889 y la asunción del principio laico de separación de la Iglesia y el Estado sancionado por la Constitución de 1891, el catolicismo no dejó de ser la religión de los brasileños, a punto tal que incluso continuó habiendo una relación estrecha entre brasileñidad y catolicidad. Ese vínculo fue el resultado tanto de un proyecto político –el catolicismo como religión oficial del Imperio y luego de la República– como de una práctica cultural en la cual se amalgamaban cultura católica y cultura brasileña. Desde hace algunas décadas, sin embargo, el catolicismo viene perdiendo su condición de religión hegemónica en el país. Uno de los aspectos más evidentes de esta transformación es el progresivo descenso en el porcentaje de brasileños que se declaran católicos, como veremos más adelante.

En lo relativo a la presencia evangélica en Brasil, es importante destacar que sus comienzos, a partir del siglo xix, fueron el resultado de la acción misionera de pastores extranjeros, principalmente europeos y estadounidenses, así como de inmigrantes, sobre todo alemanes. Los primeros implantaron el «evangelismo de misión» (por medio de la instalación de las iglesias bautista, presbiteriana, metodista y adventista) y los segundos –los inmigrantes alemanes que comenzaron a arribar al sur del país en 1824– llevaron consigo la iglesia luterana. A todas esas iglesias se las considera el núcleo de las iglesias evangélicas «históricas». Pero mientras que esos cultos tuvieron una débil expansión durante los siglos xix y xx a raíz de una atmósfera social marcada por la intolerancia religiosa, en el siglo xx se instalaría otro segmento evangélico con la llegada del pentecostalismo. En este caso, la expansión tendría otras características.

Las tres olas pentecostales

Según Paul Freston, la historia del pentecostalismo en Brasil puede ser pensada por medio de la metáfora de «tres olas», separadas y consecutivas1. La primera se extiende entre 1910 y 1950, periodo en que tuvo lugar la implantación de las iglesias Asamblea de Dios, Congregación Cristiana y la Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular. Esos templos, de procedencia extranjera, son los considerados pentecostales clásicos y se caracterizan por el énfasis en los dones del Espíritu Santo y, sobre todo, por el uso ritual de la glosolalia.

La «segunda ola» pentecostal agrega denominaciones surgidas en Brasil entre las décadas de 1950 y 1970. Con ella se inaugura un evangelismo popular que pasó a ocupar amplios espacios públicos e instauró la práctica evangelizadora en los medios de comunicación de radio y televisión, adoptando para ello un modelo creado en Estados Unidos por los primeros teleevangelistas. Entre sus prácticas rituales se destaca la cura, razón por la cual los templos de esta ola también se conocen como «agencias de cura divina». Los principales representantes de esta línea son actualmente las iglesias Brasil para Cristo y Dios es Amor.

Por último, se considera que a partir de la década de 1970 se instaló una nueva forma de ser pentecostal, por ello la denominación de neopentecostalismo. La iglesia precursora de esa nueva ola fue la Iglesia Universal del Reino de Dios, fundada en 1977 por Edir Macedo. Otras importantes iglesias de esta ola son la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, Renacer en Cristo, Iglesia Mundial del Poder de Dios y Sara Nossa Terra. Los templos de la tercera ola pentecostal se caracterizan por el centralismo institucional en manos de sus fundadores y por su base gerencial de estilo empresarial. Desde el punto de vista teológico, el neopentecostalismo hace eje en las teologías de la guerra espiritual y la prosperidad, ambas íntimamente ligadas.

Recordemos que ambas teologías se originaron en las décadas de 1970 y 1980 en los medios evangélicos estadounidenses. La «teología de la prosperidad» sostiene que Dios creó a sus hijos para ser prósperos y obtener la felicidad integral en este mundo. En otras palabras, Dios quiere distribuir riqueza, salud y felicidad entre aquellos que le temen. La garantía de la prosperidad terrenal, sin embargo, depende de la fe, traducida en acciones, donaciones y ofrendas financieras, e incluso hay una relación entre la magnitud de la fe y las ofrendas. La teología de la guerra espiritual, por su parte, sostiene que el mundo es un campo de batalla entre las fuerzas del bien y las del mal. Se cree que las fuerzas del mal se apoderan de los fieles y provocan todos los problemas y desgracias, lo que requiere por parte de los líderes religiosos actos de exorcismo y cultos de liberación, es decir, la expulsión de demonios. Además, esta teología defiende que son los demonios los que impiden la prosperidad de los fieles. Por esta razón, la «liberación de los demonios» se convierte en una condición indispensable para el logro de la curación y la prosperidad. En otras palabras, el acceso a las bendiciones depende de la superación de las fuerzas demoníacas. Tal como ocurrió con las iglesias evangélicas históricas, durante la primera mitad del siglo xx la primera de las olas pentecostales no logró un verdadero avance en su inserción en la sociedad brasileña. Sin embargo, con la entrada de los pentecostalismos de la segunda y luego la tercera ola –en un nuevo momento económico-social, con un país que ingresaba en un proceso de industrialización y urbanización–, la expansión pentecostal pasó a ser constante e ininterrumpida, a diferencia de otras religiones que crecieron poco (espiritismo, corrientes afrorreligiosas) o que incluso vieron una reducción en su cantidad de fieles, como es el caso del catolicismo. El siguiente cuadro presenta un panorama sintético de las principales expresiones religiosas existentes en la sociedad brasileña añadiendo el porcentual comparativo de fieles entre los años 1980 y 2010.

El cuadro ofrece algunos datos interesantes. En primer lugar, permite ver una relación entre la reducción en el número de brasileños que se identifican como católicos y el incremento de aquellos que se reconocen evangélicos. Esto revela que el catolicismo es el principal proveedor de fieles a las iglesias evangélicas. En segundo lugar, durante las últimas décadas ha venido observándose una ampliación del pluralismo religioso en la que los evangélicos, sobre todo los pentecostales y neopentecostales, han generado una ruptura entre catolicismo y cristianismo. Esto significa que, si durante siglos los términos «católico» y «cristiano» fueron sinónimos en Brasil, esa equivalencia ha dejado de existir, en tanto se ha vuelto numeroso el sector de la sociedad que se considera cristiano sin ser católico.

Un tercer aspecto se vincula a la categoría «evangélicos» utilizada en el cuadro, que requiere subdivisiones según las distintas corrientes. Si los evangélicos representan en 2010, como muestra el cuadro 2, 22,2% del total de la población, hay que agregar que más de la mitad son pentecostales (13,3%)2. Esto significa que es en el avance de las tres olas pentecostales donde radica la fuerza actual del segmento evangélico en Brasil, tanto en términos demográficos como de presencia en el espacio público (como se verá más adelante). Los evangélicos históricos (luteranos, presbiterianos, bautistas, etc.) representan apenas 4% del total y parecen haberse estancado en términos demográficos, mientras que un restante 4,8% nuclea a evangelismos no determinados (lo que incluye un nuevo tipo de evangelismo, más independiente y con menor fidelidad denominativa).

Tradicionalmente, la Asamblea de Dios ha logrado mantenerse como la principal y más sólida iglesia evangélica brasileña y cuenta actualmente con el significativo número de 12,3 millones de fieles.

El evangelismo en la esfera pública nacional

Consideramos que el espacio público, entendido en sentido amplio, constituye un locus privilegiado para observar las reconfiguraciones existentes en el campo religioso, en particular, y las relaciones entre religión y sociedad, en general. En este sentido, en las últimas décadas se ha producido una serie de resignificaciones en Brasil en términos de presencia de lo religioso tanto en el paisaje urbano como en los medios de comunicación y la vida política. Obviamente, como señala Paola Montero3, se trata de una transformación que se liga a la disputa por la legitimidad pública de lo religioso en el país.

En efecto, si históricamente el derecho a tener iglesias sobre la vía pública fue prioritariamente católico, en los últimos años los evangélicos han venido disputando ese privilegio y saliendo al espacio público con sus templos. En este aspecto se destacan las iglesias neopentecostales, en particular la Universal, con sus enormes edificaciones, vistosas y opulentas, erguidas en la gran mayoría de las metrópolis brasileñas e incluso en el exterior, y conocidas como «catedrales de la fe». En otra oportunidad4 sugerimos que la importante inversión de la Iglesia Universal en sus megaconstrucciones puede desdoblarse en dos aspectos: la reconfiguración del escenario religioso en el espacio público y la producción de un efecto mimético en otras formaciones religiosas, mayoritariamente neopentecostales, que disputan presencia y visibilidad con la anterior.

Entre las grandes catedrales edificadas por la Iglesia Universal en Brasil se destaca el llamado Templo de Salomón, inaugurado en San Pablo en 2014. Se trata de un megatemplo que ofrece una clara idea de la pujanza de la Iglesia Universal, al ocupar un área equivalente a 16 campos de fútbol y ofrecer una sala con capacidad para más de 10.000 personas sentadas.

A través de este tipo de obras, las iglesias neopentecostales, sobre todo la Universal, están produciendo un cambio significativo en la percepción espacial de la arquitectura religiosa en las ciudades brasileñas. Hasta hace no mucho tiempo, el modelo de templo religioso era el católico, edificado comúnmente en la plaza central de las ciudades, muchas veces rodeado de edificios representativos de los poderes político y judicial. Al llegar las iglesias evangélicas históricas, estas se hicieron presentes en la escena urbana ocupando espacios discretos. Llegado el turno de las denominaciones pentecostales, estas comenzaron estableciéndose en las periferias de las ciudades, por medio de edificaciones aún más modestas que las de las demás iglesias evangélicas. Hoy, sin embargo, la espacialidad religiosa urbana está modificándose, debido sobre todo a la monumentalidad de las construcciones evangélicas, capitaneadas por la Iglesia Universal y sus opulentas catedrales de la fe, que se alzan principalmente en las avenidas y grandes vías de circulación pública, estratégicamente cerca de las concentraciones de transporte por donde circula su público «cautivo».

Presencia evangélica en los medios de comunicación

En Brasil, la presencia religiosa en los medios, sobre todo radiales, ha sido históricamente una prerrogativa católica. Esta afirmación no implica ninguna novedad teniendo en cuenta, como ya se señaló, el lugar de privilegio conquistado por esta institución religiosa en la sociedad brasileña a lo largo de los siglos. A esto también se debe que, según el sitio Melhores Rádios, existan hoy en todo Brasil unas 264 emisoras de radio católicas (am y fm), vinculadas a arquidiócesis, diócesis, órdenes y congregaciones religiosas y a grupos parroquiales, que obtuvieron concesiones de los distintos gobiernos para explotar tal actividad de comunicación5. Algo similar ocurre con los canales de televisión católicos. Algunos son de señal abierta y abarcan todo el territorio nacional, como son los casos de tv Canção Nova, Rede Vida y tv Aparecida. Otros son de señal cerrada y, por ende, el acceso a ellos es por suscripción. El alcance de estos últimos suele ser regional, no nacional. Tales son los casos de tv Evangelizar, con sede en el estado de Paraná; Rede Século xxi (estado de San Pablo), tv Nazaré (Pará) y tv Horizonte (Minas Gerais).

Son pocas las emisoras de radio-televisión que difunden exclusivamente contenidos religiosos. La mayoría ofrece una programación diversificada y reserva los contenidos religiosos para determinados horarios, sobre todo matutinos y nocturnos. El avance del pentecostalismo en Brasil implicó también su inserción en el rubro de los medios de comunicación, donde pasó a representar una competencia para la Iglesia católica. Desde la década de 1960, las iglesias evangélicas, sobre todo las del segmento pentecostal, recurrieron a la radio para divulgar sus mensajes religiosos. Décadas después, esto se extendió a la televisión. Según el sitio web citado, existen hoy en Brasil unas 963 emisoras de radio evangélicas, distribuidas en todo el territorio nacional. O sea, por cada emisora católica existen casi cuatro emisoras evangélicas. Esto demuestra el peso del evangelismo en los medios radiofónicos de Brasil, cuya programación religiosa varía entre las emisoras que dedican algunos segmentos del día a la difusión de contenidos religiosos y las que llevan esa difusión a casi todo el espectro horario.

La televisión evangélica también ocupa el espacio nacional. Así como ocurre con las emisoras católicas, hay canales de televisión evangélicos de alcance nacional y de señal abierta, y otros regionales y de acceso pago por suscripción. A escala nacional se destacan: Rede Mundial, de la Iglesia Mundial del Poder de Dios; Rede Genesis, de Sara Nossa Terra; Rede Gospel, de Renacer en Cristo; y tv Universal y tv Record, ambas de la Iglesia Universal del Reino de Dios6. Y así como en su momento hablábamos del protagonismo de la Iglesia Universal en la reconfiguración del paisaje religioso urbano, lo mismo cabe decir respecto de los medios. La Universal, en efecto, se destaca como la iglesia evangélica más importante en cuanto a presencia mediática en Brasil y detenta un verdadero imperio.

La Iglesia Universal posee la Rede Aleluia, conformada por 64 emisoras esparcidas por todo el territorio nacional. Y está el complejo tv Record, que llega a todo Brasil y posee 108 emisoras retransmisoras7. Este incluye a su vez la Record News, la Rede Família y la Record Internacional (que posee 17 emisoras y 9 canales vía satélite, y llega a 150 países en los distintos continentes). Pero la presencia mediática de la Iglesia Universal no se restringe a radio y televisión. También está presente, lo mismo que otras iglesias evangélicas, en medios impresos y digitales. Solo a título de ejemplo, su periódico Folha Universal ostenta una tirada de 2,3 millones de ejemplares. Todo este conjunto de actuaciones evangélicas en los medios de comunicación brasileños acompaña la expansión de este segmento religioso en el país, al tiempo que lo fortalece aún más, en una profunda rivalidad con los medios católicos.

Presencia evangélica en el campo político

A diferencia de lo que veíamos hasta aquí, donde la más reciente interpelación evangélica reproducía en cierto modo la misma lógica histórica del catolicismo –observable en los modos de implantar edificios en el espacio urbano o la manera de presentarse en los medios de comunicación–, la inserción y la presencia evangélica en el campo político adoptaron características distintas de las del catolicismo. Esto se debe a que la Iglesia católica rechaza la participación de miembros del clero en el desempeño de cargos políticos a los que se llega por la vía del sufragio. Eso no significa en absoluto una distancia de la Iglesia católica respecto de la vida política. En este sentido, su costumbre es actuar políticamente por medio del lobby y la presión sobre las autoridades y los poderes políticos, para de ese modo regular y legislar sobre políticas públicas afines a los principios católicos8.

La presencia evangélica en la política nacional es relativamente reciente. O sea, también en este aspecto se trata de una presencia que es el resultado de la fuerza electoral conquistada por el segmento evangélico en razón del incremento en el número de sus fieles, sobre todo en los pentecostalismos. Y respecto a este último segmento, hay que decir que se mantuvo distante de la política hasta finales de la década de 1970. Los líderes pentecostales consideraban que la política era algo mundano y pecaminoso y promovían la no participación en ella. Fue a comienzos de la década de 1980, durante la etapa de apertura democrática, cuando una parte significativa de los dirigentes pentecostales abandonó su aversión a la política y comenzó a movilizarse para tratar de influir en la agenda pública. En ocasión de las elecciones legislativas para el Congreso Constituyente, en 1986, muchos de esos líderes adoptaron el lema «Hermano vota a hermano». O sea, la idea era elegir a sus propios representantes en el Poder Legislativo para que estos defendieran los principios y valores de su iglesia.

La campaña resultó exitosa. Las iglesias pentecostales obtuvieron 19 diputados, 13 de ellos de la Asamblea de Dios. Por su parte, las iglesias evangélicas históricas lograron 14 diputados. Entre todos pasaron a formar la «bancada evangélica», de 33 legisladores. La mayoría de estos parlamentarios eran pastores, apóstoles, misioneros u obispos. De allí en adelante, en las siguientes elecciones legislativas –que en Brasil se celebran cada cuatro años–, los pentecostales dominaron la representación evangélica en el Parlamento. Y el motivo principal para movilizar al electorado compuesto por fieles y simpatizantes de esas iglesias fue siempre el mismo: diseminar la moral cristiana en el espacio político y transformar a Brasil en «una nación cristiana guiada por Dios».

Por supuesto que, en paralelo a ese discurso moralizante, existen también varias razones no explícitas que llevan a las iglesias a ingresar en la política: obtener favores y concesiones –como frecuencias de radio y televisión– y recibir apoyos concretos para proyectos asistencialistas. En las elecciones de 2010 fueron elegidos 43 diputados salidos de las filas evangélicas, en su mayoría pastores. El número saltó a 68 en las elecciones de 2014 y a 75 en los comicios de 2018. En 2003, los evangélicos crearon en el Congreso Nacional, en Brasilia, un Frente Parlamentario Evangélico, de carácter suprapartidario y supradenominación. No se trata de un bloque parlamentario homogéneo, aunque sus integrantes tienden a votar de forma común en los asuntos que involucran la defensa de sus intereses institucionales, la libertad religiosa y la moral cristiana tradicional. En este último plano, suelen contar con el apoyo de diputados de filiación católica o conservadora. Y nuevamente hay que destacar el caso de la Iglesia Universal, puesto que es una iglesia que desde su fundación mantuvo una fuerte presencia en el campo político, como resultado de una estrategia simbólica y pragmática muy calculada, y que se propone convertir a sus fieles en electores predispuestos a votar a los candidatos que la cúpula directiva de la Iglesia Universal designa. En términos políticos, se destaca dentro de esta iglesia la figura del obispo Marcelo Crivella, sobrino de Edir Macedo, el jefe máximo. Tras haber sido elegido dos veces senador federal por Río de Janeiro y haber ocupado el cargo de ministro de Pesca en el gobierno de Dilma Rousseff, Crivella es el actual alcalde de Río de Janeiro.

En las últimas elecciones brasileñas, en 2018, el protagonismo de los evangélicos no se limitó a la exitosa renovación de sus representantes dentro del Congreso Nacional, sino que también fue decisivo en la elección del actual presidente de la República, Jair Messias Bolsonaro. Siendo aún candidato a presidente, Bolsonaro obtuvo el apoyo explícito de grandes líderes de iglesias pentecostales y neopentecostales. Los distintos sondeos mostraron que, de cara a la segunda vuelta electoral llevada a cabo el 28 de octubre de 2018, la inclinación en favor de Bolsonaro entre los electores evangélicos llegaba a 70%9.

Las afinidades electivas entre el candidato vencedor y los evangélicos se apoyan en la construcción de una imagen de candidato moral, dispuesto a defender los valores cristianos y la familia tradicional, y posicionado contra la corrupción y la ideología de género, sobre todo en las escuelas. Por lo demás, el uso de referencias y citas bíblicas en los discursos y en el programa de gobierno de Bolsonaro y el empleo de la palabra «Dios» en su eslogan de campaña («Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos») fueron factores importantes para cautivar a los votantes evangélicos.

Otro aspecto que contribuyó para atraer el voto evangélico fue la enorme repercusión en los medios digitales que logró el bautismo del entonces diputado federal en el río Jordán, en Israel, en 2016, acontecimiento presidido por el pastor Everaldo Pereira, presidente del Partido Social Cristiano (psc) y ex-candidato a la Presidencia de la República. Después de ese bautismo, Bolsonaro no dejó de decir que él es católico, pero aun así fue un gesto muy bien recibido en el ambiente evangélico, sobre todo teniendo en cuenta que su esposa y sus hijos sí son explícitamente evangélicos.

Evangelismo y brasileñidad

Se impone retomar dos observaciones iniciales. En primer lugar, es imposible hablar de campo evangélico brasileño sin referirse al catolicismo, religión histórica que se amalgamó culturalmente con la brasileñidad. De esta forma, la expansión del campo evangélico en Brasil representa al mismo tiempo un fortalecimiento del pluralismo religioso y una disputa por la representación religiosa, especialmente en el espacio público. En segundo lugar, una mirada minuciosa al segmento evangélico brasileño en las últimas décadas, teniendo en cuenta la proliferación de iglesias pentecostales y neopentecostales, pone en evidencia el protagonismo desempeñado por la Iglesia Universal del Reino de Dios. Debido a sus estrategias de evangelización, sus prácticas rituales y su agresiva inserción en la esfera pública, esta iglesia se consolidó como un referente en el campo evangélico nacional; no solo por su protagonismo, como decíamos, sino también por el modelo que implantó para otras iglesias del segmento pentecostal que tienden a imitarla, pensando que así pueden lograr un éxito similar al suyo en Brasil y en el mundo.

En lo relativo a las cuestiones teóricas que surgen de la expansión del evangelismo en general y de los pentecostalismos en particular dentro de Brasil, las ciencias sociales han puesto el foco en factores explicativos de orden interno o externo al campo religioso, aunque esta oposición también puede ser relativizada10. En el primer caso, el abordaje de sesgo funcionalista presta atención a un proceso de modernización que beneficia a un sector privilegiado de la sociedad y que genera consecuencias socioculturales y económicas nocivas entre los estratos más bajos de la población. Por un lado, hay más desempleados entre los individuos urbanos sin formación calificada, mientras que, en el ámbito rural, otros se ven obligados a abandonar el campo en busca de una mejor calidad de vida en las ciudades. Y es especialmente a esos sectores más desfavorecidos a quienes las iglesias pentecostales y neopentecostales les dan la bienvenida. Desde esta perspectiva, el pentecostalismo aparece como una respuesta a los problemas resultantes de las transiciones entre tradición y modernidad, entre mundo rural y mundo urbano. Por eso mismo, el campo evangélico brasileño, sobre todo el pentecostal, se caracterizaría por ser una opción especialmente diseñada para los sectores sociales más pobres, aun cuando existan también denominaciones volcadas a las capas medias e incluso altas, como es el caso de la iglesia Sara Nossa Terra. En el segundo caso, la teoría de la elección racional sostiene que las condiciones favorables ligadas a la desregulación estatal de la religión y la libertad de culto favorecieron el surgimiento del pluralismo religioso y, con ello, la multiplicación de la oferta religiosa. En ese nuevo mercado religioso, los consumidores poseen la libertad de elegir entre los productos que les ofrecen las distintas instituciones religiosas. En este sentido, esas instituciones compiten entre sí e implementan las estrategias que consideran más útiles para atraer a nuevos consumidores religiosos. Desde tal perspectiva, las iglesias pentecostales logran producir un discurso que a esos consumidores les resulta coherente y valioso, y lo mismo cabe decir de la creatividad ritual que caracteriza a esas iglesias, en tanto es del agrado de esos consumidores que las eligen11.

En suma, estas son algunas interpretaciones sociológicas de un fenómeno, el avance del campo evangélico en Brasil, que por supuesto requeriría un análisis más complejo. Aquí presentamos tan solo algunas pistas sobre un tema que trasciende el ámbito brasileño y que sigue mereciendo la atención de los especialistas.

  • 1.

    P. Freston: «Breve histórico do pentecostalismo brasileiro» en Alberto Antoniazzi et al.: Nem anjos nem demônios. Interpretações sociológicas do pentecostalismo, Vozes, Petrópolis, 1994.

  • 2.

    Censo 2010, ibge.

  • 3.

    P. Montero: «Secularização e espaço público: a reinvenção do pluralismo religioso no Brasil» en Etnográfica vol. 113 No 1, 2009.

  • 4.

    A.P. Oro y Marcelo Tadvald: «A Igreja Universal do Reino de Deus e a reconfiguração do espaço público religioso brasileiro» en Ciencias Sociales y Religión / Ciências Sociais e Religião vol. 17 No 23, 2015.

  • 5.

    Fuente: melhoresradios.com.br/ListaRadios.

  • 6.

    Las principales emisoras televisivas regionales son: Canal da Juventude Cristã (estado de Río de Janeiro), de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios; Rede Super (Minas Gerais), de la Iglesia Bautista de Lagoinha; tv Plenitude (Minas Gerais), de la Iglesia Apostólica Plenitud del Trono de Dios; Rede Boas Novas (en varios estados del norte del país), de la Asamblea de Dios; y Rede Novo Tempo (estado de San Pablo), de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

  • 7.

    El complejo tv Record se consolidó como el segundo medio televisivo de mayor audiencia en el país.

  • 8.

    Luiz Fernando Dias Duarte et al. (eds.): Valores religiosos e legislação no Brasil, Garamond, Río de Janeiro, 2009.

  • 9.

    Folha de S. Paulo, 27/10/2018.

  • 10.

    Ricardo Mariano: «Análise sociológica do crescimento pentecostal no Brasil», tesis de doctorado en Sociología, fflch-usp, San Pablo, 2001.

  • 11.

    Andre Corten: Os pobres e o Espírito Santo, Vozes, Petrópolis, 1996.


En este artículo
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 280, Marzo - Abril 2019, ISSN: 0251-3552


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