La fobia china a Gorbachov
septiembre 2022
Para la mayoría de los líderes del Partido Comunista de China, Mijaíl Gorbachov cometió el crimen imperdonable de causar el colapso de la Unión Soviética. A pesar de más de tres décadas de éxito en evitar un destino similar, los gobernantes de China siguen asustados por su legado.
Hubo un tiempo en el que los occidentales bienintencionados, si no ilusos, pensaban que decirle «el Gorbachov de China» a un líder chino con aspecto de reformista era el mayor cumplido que podían hacerle. Pero cuando el sincero alcalde de Shanghai Zhu Rongji visitó Estados Unidos en julio de 1990 y algunos estadounidenses lo llamaron así, al futuro primer ministro no le hizo ninguna gracia. «No soy el Gorbachov de China», dijo Zhu. «Soy el Zhu Rongji de China».
Nunca sabremos lo que Zhu, muy admirado por haber llevado a cabo reformas clave en la década de 1990 y por haber encabezado los exitosos esfuerzos de China para ingresar en la Organización Mundial del Comercio (OMC), pensaba realmente sobre Mijaíl Gorbachov, el último líder soviético, fallecido el 30 de agosto. Lo que sí sabemos con certeza es que, a los ojos de la mayoría de los dirigentes del Partido Comunista de China (PCC), Gorbachov cometió el imperdonable crimen de provocar el colapso de la Unión Soviética.
En un plano más práctico, el desprecio del Partido Comunista de China a Gorbachov tiene poco sentido. Las relaciones sino-soviéticas mejoraron notablemente durante su reinado de seis años. El colapso de la Unión Soviética fue también una bendición geopolítica para China. La amenaza letal del norte casi desapareció de la noche a la mañana, mientras que Asia Central, que antes formaba parte del espacio soviético, se abrió de repente, permitiendo a China proyectar su poder sobre ese territorio. Y lo que es más importante, el fin de la Guerra Fría, un hecho por el que Gorbachov merece mucho crédito, dio paso a tres décadas de globalización que hicieron posible el ascenso económico chino.
La única explicación plausible de la antipatía del PCC hacia el antiguo líder soviético es su temor a que lo que la glasnost y la perestroika de Gorbachov lograron en la antigua Unión Soviética -la disolución de un régimen de partido único antaño poderoso- pueda ocurrir también en China. Los gobernantes chinos no comparten la opinión del presidente Vladímir Putin de que el colapso de la Unión Soviética fue una «gran catástrofe geopolítica» del siglo XX. Para ellos, la caída de la URSS fue una gran catástrofe ideológica que ensombreció su propio futuro.
La evidencia del duradero trauma indirecto del PCC es fácilmente visible incluso al día de hoy, más de tres décadas después de que Gorbachov sellara el destino del imperio soviético. A finales de febrero, los propagandistas del partido empezaron a proyectar El nihilismo histórico y la disolución de la Unión Soviética, un documental de 101 minutos de duración en el que se culpaba al Partido Comunista de la Unión Soviética de no haber aplicado una censura estricta, especialmente en lo que respecta a la historia y las ideas liberales occidentales.
Sin embargo, la obsesión del PCC con el colapso soviético parece extraña, dadas las tres décadas de innegable éxito del partido para evitar un destino similar. El logro más obvio del Partido Comunista de China fue ganar legitimidad ofreciendo niveles de vida cada vez más altos. No fue una coincidencia que, menos de dos meses después del colapso de la Unión Soviética, Deng Xiaoping, de 87 años de edad, reuniera a un partido desmoralizado para reiniciar las reformas estancadas y priorizar el desarrollo económico sobre todo lo demás.
Otro éxito menos conocido, pero no por ello menos importante, fue el esfuerzo del PCC por evitar que un reformista similar a Gorbachov llegara a la cima y desmantelara su gobierno desde dentro. Tras la disolución de la Unión Soviética, el partido tuvo mucho cuidado en la selección de sus futuros líderes. Solo los funcionarios cuya lealtad política fuera inapelable recibirían el poder.
El Partido también se agenció un inesperado golpe propagandístico cuando gran parte de la antigua Unión Soviética se sumió en el caos y la crisis económica en la década de 1990. Al hacer hincapié en el sufrimiento de los rusos de a pie, el PCC elaboró un mensaje persuasivo para el pueblo chino: anteponer la economía a la democracia es el camino correcto.
Sin embargo, a pesar de los impresionantes logros del PCC en las décadas transcurridas desde la caída de la Unión Soviética, el legado de Gorbachov todavía lo persigue. Algunos pueden argumentar que, como en todas las dictaduras, la inseguridad y la paranoia del partido no tienen cura. Pero los gobernantes de China se han empeñado en demostrar lo contrario.
En la década de 1990, la cúpula del PCC encargó una serie de estudios académicos para explorar las causas del colapso soviético. Los participantes en este esfuerzo intelectual incluían tanto a académicos muy respetados como a miembros del partido. Aunque estaban de acuerdo en muchos factores menos controvertidos, como la mala gestión económica, una carrera armamentística imposible de ganarle a Estados Unidos, la extralimitación imperial y el etnonacionalismo en las repúblicas no rusas, discutían ferozmente sobre el papel de Gorbachov.
Los miembros del PCC insistieron en que Gorbachov era el principal responsable del colapso soviético, porque sus reformas mal concebidas debilitaron el control del Partido Comunista sobre el poder. Sin embargo, los expertos en la Unión Soviética sostienen que la culpa es de los predecesores de Gorbachov, especialmente de Leonid Brézhnev, que gobernó el imperio de 1964 a 1982. El estancamiento político y el malestar económico de la era Brezhnev dejaron atrás un régimen demasiado podrido para ser reformado.
Hoy, a juzgar por la narrativa oficial de China sobre el colapso soviético y la duradera hostilidad hacia Gorbachov, es obvio que los miembros del PCC ganaron el debate. Pero es dudoso que los líderes chinos hayan aprendido la lección correcta de la historia.
Fuente: Project Syndicate