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El «momento Modi» y la extrema derecha hindú


Nueva Sociedad 310 / Marzo - Abril 2024

La consolidación del hinduismo radical en la India amenaza con borrar el país multicultural y multiconfesional en favor de la materialización del proyecto de la hindutva. Pero el «sistema Modi» incluye también un capitalismo de amigos, la represión de la disidencia y realineamientos geopolíticos.

El «momento Modi» y la extrema derecha hindú

La decisión de la India de abstenerse en la votación de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (onu) del 26 de octubre de 2023, que pedía un alto el fuego en Gaza (respaldando en los hechos a Israel, Estados Unidos y sus aliados en el bloque occidental contra los 121 países que apoyaron la moción) muestra una instantánea de las contradictorias reivindicaciones del gobierno de Narendra Modi mientras maniobra para ubicarse en un lugar destacado dentro de un orden global cambiante. En otros ámbitos, Modi se ha apresurado a rechazar toda crítica a su historial de derechos humanos o a los retrocesos democráticos bajo su régimen, tildándola de propia del «Occidente» imperialista y colonial, al tiempo que afirma la pretensión de la India de ser un líder del Sur global. Esta es una parte importante del atractivo de Modi para sus seguidores. Una encuesta realizada hace poco en el país mostró que, si bien la gente no es optimista acerca de su propio futuro en cuanto a economía, bienestar o seguridad de las mujeres, cree que a la India le está yendo bien en el escenario mundial. 

El reacomodamiento en dirección al eje estadounidense no es nuevo y se viene dando desde que la India abrió su economía en 1991, alejándose del modelo estatista y acercándose al bloque occidental en lo económico, pero también en lo político, presentándose como la «mayor democracia del mundo» y participando en la «guerra contra el terrorismo». Este es un posicionamiento que Washington ha adoptado en su nueva Guerra Fría con China, recurriendo a la India como una «democracia asiática» que debe ser incluida en formaciones como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad) junto con Japón y Australia. En una visita oficial a eeuu en junio de 2023, Modi fue recibido con una salva de 21 disparos y una cena en la Casa Blanca, e invitado a pronunciar un discurso ante ambas cámaras del Congreso. Mientras tanto, por cuarto año consecutivo, la Comisión de eeuu para la Libertad Religiosa Internacional (uscirf, por sus siglas en inglés) recomendó que el Departamento de Estado clasifique a la India como «país de especial preocupación» por sus «sistemáticas, continuas y flagrantes violaciones a la libertad religiosa»; el fundador de Genocide Watch ha advertido sobre un genocidio latente contra musulmanes en la India; el Washington Post y el New York Times documentan constantemente pruebas del creciente autoritarismo de Modi; al tiempo que la India continúa empeorando en casi todos los índices globales: democracia, libertad de prensa, pobreza, etc.

Si bien la geopolítica puede ser la base de la relación entre eeuu y la India, hay también otros factores que influyen en la creciente cercanía del país con Israel en la era Modi, y específicamente con el gobierno de Benjamin Netanyahu. Azad Essa lo documenta en Hostile Homelands: The New Alliance Between India and Israel [Patrias hostiles. La nueva alianza entre la India e Israel]: la India comenzó a comprarle silenciosamente tecnología de defensa y entrenamiento a Israel en la década de 1960, mientras mantenía su posición oficial en favor de la autodeterminación palestina. Pero durante la era Modi se fortalece y se celebra la asociación en materia de defensa, mientras que se hace más condicional el apoyo a Palestina. Modi y Netanyahu se reconocen y respetan mutuamente como líderes autoritarios; el nacionalismo hindú y el sionismo tienen fuertes afinidades como movimientos de dominación mayoritarios; los dos países se ven a sí mismos hermanados en la lucha contra el «terrorismo islámico», y los empresarios favoritos de Modi tienen hoy importantes inversiones en Israel. Estas características surgen de tres aspectos centrales e interrelacionados de la «Nueva India» de Modi: el éxito del proyecto hindutva (nacionalismo hindú), que aspira a transformar la India en una nación hindú; la capacidad de Modi para asegurarse el apoyo del capital permitiendo una forma depredadora de acumulación acelerada para sus empresarios amigos y, en términos generales, para los capitalistas como clase; y su capacidad para cohesionar al público a través de una astuta combinación de atractivo personal, medidas populistas de bienestar, cooptación de instituciones y represión lisa y llana.

Nacionalismo hindú

Lo que distingue a Modi de otros políticos populistas autoritarios como Jair Bolsonaro, Recep Tayip Erdoğan, Rodrigo Duterte o incluso Donald Trump, es la larga y profunda base ideológica y organizativa del movimiento al que él y su Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party, bjp) pertenecen. La Asociación de Voluntarios Nacionales (Rashtriya Swayamsevak Sangh, rss), la organización que encabeza el movimiento hindutva de nacionalismo supremacista hindú, fue fundada en 1925 como una de las corrientes de resistencia nacionalista al colonialismo británico y toma su visión supremacista étnico-racial de nación del fascismo europeo. 

Desde el principio, el movimiento ha tenido dos puntales. Primero, la construcción de una identidad hindú a partir de las diversas sectas y prácticas del subcontinente indio bajo una definición patriarcal, brahmánica (casta privilegiada) y basada en los textos sagrados del hinduismo. Esto implica resistir los desafíos de los dalits (castas oprimidas) a su orden de castas profundamente jerárquico y, simultáneamente, cooptarlos a ellos y a los adivasis (comunidades indígenas) al redil hindú para construir una mayoría. El segundo puntal es la apuesta a esta identidad definiendo a otras personas (musulmanes y cristianos, por ejemplo) como ajenas a la nación. La rss tiene un gran aparato organizativo para construir un amplio consenso cultural de sus doctrinas, con miles de frentes en todo el país que se enfocan en diferentes grupos sociales: niños, jóvenes, mujeres, estudiantes universitarios, trabajadores (incluida la central sindical más grande del país), soldados, adivasis y diferentes grupos de castas. Administra escuelas y lleva a cabo obras de caridad y servicios, incluida la labor de socorro en catástrofes naturales. El bjp, formado en 1984 sobre la base de partidos anteriores afiliados al movimiento, se hizo famoso mediante masivas campañas que tenían por meta resistir la expansión de los programas de acción afirmativa a una gama más amplia de castas y borrar símbolos de la historia musulmana de la India en favor de su «auténtico pasado hindú». 

El ánimo genocida de los esfuerzos de Modi por borrar la vida musulmana ha quedado claro desde que fue elegido por primera vez en el nivel federal en 2014. Si bien es inconcebible que se pueda eliminar a 196 millones de musulmanes, aproximadamente 14% de la población de la India, sí se los puede someter a violencia y humillación, silenciarlos y privarlos de su derecho a votar y de sus derechos humanos básicos. Mediante la reescritura de los libros de texto de historia o el cambio de nombres de lugares, sus más de 1.000 años de presencia en la historia de la India están siendo borrados sistemáticamente. Sus formas de «comer, rezar y amar» son criminalizadas, comenzando en 2014 con una cantidad creciente de linchamientos de varones musulmanes por parte de grupos parapoliciales por comer carne vacuna o comerciar con ella, o por «atraer» a mujeres hindúes para que contraigan matrimonio con el fin de convertirlas al islam («yihad del amor»). Los varones musulmanes pobres han sido blancos particulares y han sufrido ataques y golpizas de grupos de vigilancia parapolicial que les hacen recitar «Jai Shri Ram» (larga vida al Señor Ram)1. Ni siquiera las estrellas de cine o los jugadores de críquet más populares han quedado exentos del acoso de trolls y de crueles amenazas. Los llamamientos a un boicot económico a comercios musulmanes han profundizado la marginación económica y social que ya era generalizada en la vida de los musulmanes de muchas partes del país, en cuyas ciudades se les hace imposible encontrar viviendas en alquiler. A las mujeres que usaban hiyab se les impidió asistir a la universidad en un estado gobernado por el bjp: se adujo que la Constitución prohíbe lucir símbolos religiosos en instituciones públicas. Las oraciones y prácticas hinduistas siguen siendo parte de la rutina en esas instituciones. Se ha vuelto cada vez más común durante los festivales hinduistas ver nutridas turbas de varones hindúes con pañuelos de color azafrán, armados con garrotes y espadas, marchando agresivamente por barrios musulmanes entonando canciones y consignas antimusulmanas, golpeando a los musulmanes y destruyendo sus propiedades. Sin duda creen estar obedeciendo a los líderes espirituales del extremismo hindú que han declarado que es un deber religioso hostigar y asesinar a musulmanes.

Modi y los miembros de su partido han permanecido en silencio ante esta violencia; a veces han tomado distancia y la han adjudicado al accionar de individuos aislados, pero más a menudo han hecho referencias subliminales para provocar e intensificar la polarización con fines electorales. Tras los linchamientos y demás ataques casi no hubo detenidos. Por el contrario, los implicados en la violación en manada de una mujer musulmana y el asesinato de varios musulmanes en el pogromo antimusulmán de 2002 en Guyarat, cuando Modi gobernaba ese estado, así como los implicados en el linchamiento de un comerciante musulmán de ganado, fueron liberados y saludados como héroes por los legisladores del bjp. La policía suele adoptar una actitud pasiva y de mera observadora de la violencia, mientras que los gobiernos municipales de los estados gobernados por el bjp han demolido tiendas y propiedades de los musulmanes que se defienden alegando que son «construcciones ilegales». 

En el segundo mandato de Modi, iniciado en 2019, los gobiernos locales del bjp aprobaron una serie de leyes destinadas a privar a los musulmanes del derecho a votar. Varios estados gobernados por el bjp han aprobado leyes de protección de los vacunos y otras que prohíben los matrimonios interreligiosos (que se suponen celebrados solo con fines de conversión), añadiendo la fuerza de la policía y los tribunales para legitimar la violencia de los justicieros por mano propia. En 2019, tres importantes cambios legislativos y legales, incluida una Ley de Enmienda de la Ciudadanía (caa, por sus siglas en inglés), transformaron de modo irreversible la naturaleza de la ciudadanía y convirtieron a los musulmanes, en los hechos, en ciudadanos de segunda de una nación hindú.

Una de esas leyes, la Ley de Reorganización de Cachemira, institucionalizó la ocupación de esa región por parte de la India. La norma eliminó la autonomía limitada que la Constitución india otorgaba a Cachemira y eliminó la ley que impedía la venta de tierras a quienes no son cachemires, lo que allana el camino para una ocupación a gran escala y una transformación demográfica. Cachemira sigue siendo una de las regiones más militarizadas del mundo, con frecuentes cortes de internet, detenciones arbitrarias, especialmente de periodistas y activistas de derechos humanos, en virtud de draconianas leyes «antiterroristas», y desapariciones y «asesinatos en enfrentamientos» perpetrados por policías y militares que gozan de impunidad gracias a la Ley de Poderes Especiales de las Fuerzas Armadas, vigente en Cachemira desde hace más de tres décadas. 

La movilización total del Estado y la sociedad para hacer la guerra a lo que los nacionalistas hindúes consideran la «vieja India» –una nación multiétnica y multiconfesional, tanto en términos de tejido social como de garantías constitucionales de secularismo, igualdad y no discriminación– tiene a otros grupos también en la mira. Los cristianos (al igual que los musulmanes, considerados seguidores de una fe que se originó fuera de la masa continental india) han sido objeto de violentos ataques por supuestamente llevar a cabo actividades de conversión entre adivasis y dalits (lo que reduciría potencialmente la «mayoría» hindú). Los cálculos electorales sobre los beneficios de crear una base de apoyo hindú extremista influyeron, análogamente, en la reciente campaña de violaciones y asesinatos de miembros de comunidades cristianas en el estado nororiental de Manipur. Se buscó deslegitimar un extendido movimiento de protesta contra las leyes agrícolas neoliberales, alegando que los agricultores sij que lo lideraban eran «separatistas» y «terroristas». Otros también han sido calificados de «antinacionales» y sufrido violencia estatal y de justicieros por mano propia. Intelectuales y activistas de izquierda y liberales, periodistas, docentes y estudiantes universitarios, artistas, feministas y miembros de organizaciones de la sociedad civil han sido acusados de formar parte de una elite impuesta e influenciada por Inglaterra y «pseudosecularista», contra la cual el bjp se autoproclama representante de la nación auténtica.

Capitalismo depredador

La tasa de crecimiento relativamente alta de la economía india (7,2% en 2022-2023) enmascara las crisis de desigualdad, desempleo y pauperización en aumento, reflejadas con mayor precisión en los datos sobre desnutrición, mortalidad infantil y salud de las mujeres. El gobierno de Modi ha fracasado estrepitosamente a la hora de abordar los mayores desafíos económicos de la India: aumentar la inversión en la industria manufacturera, atraer inversión extranjera, crear empleo y aumentar las exportaciones. Las tasas de crecimiento reflejan, en parte, el poder de compra de una clase media que, si bien es grande en términos absolutos, representa una pequeña fracción de los 1.400 millones de personas que habitan la India. Sin embargo, esas tasas se explican en buena medida por la naturaleza del crecimiento, generado por la compra de activos de alto riesgo por parte de especuladores internacionales, la adquisición de tierras y recursos a costos extraordinariamente bajos y el acceso privilegiado al capital y a los mercados existentes para capitalistas favorecidos. 

El gobierno aprobó una serie de leyes neoliberales para aumentar la «facilidad de hacer negocios», entre ellas reformas laborales que degradan la regulación y los estándares de las relaciones laborales, así como cambios en la legislación sobre impacto ambiental y protección forestal que facilitan el acceso de las empresas a los recursos naturales. Los planes para privatizar aún más los activos públicos incluyen permitir la extracción comercial de carbón, aumentar el límite de inversión extranjera en la fabricación de material militar, subastar aeropuertos a asociaciones público-privadas y entregar activos del sector público a actores privados en «arrendamiento a largo plazo». Si los agricultores no se hubiesen defendido, tres nuevas leyes agrícolas aprobadas en el Parlamento a gran velocidad y casi sin debate en 2020 habrían revertido políticas que garantizan que los agricultores puedan vender una cierta cantidad de su producción a un precio fijo y permiten a la agricultura entrar a mercados dominados por las corporaciones. 

En sus 14 años como gobernante del estado de Guyarat, donde perfeccionó su modelo de gobierno, Modi construyó una estrecha relación con los principales actores corporativos guyaratíes, quienes financiaron su campaña electoral nacional en 2014. Estos empresarios amigos –en especial los más cercanos a él, Gautam Adani y Mukesh Ambani– han sido generosamente recompensados, se los ayudó a adquirir tierras a bajo precio y se les concedieron permisos para construir de todo, desde puertos hasta universidades. En marzo de 2022, la Lista Global Hurun de Riqueza informó que Gautam Adani, que se había convertido en la segunda persona más rica de la India y Asia en 2020, sumó 49.000 millones de dólares a su patrimonio en 2021, más que el crecimiento de los patrimonios de los tres principales multimillonarios del mundo juntos, Elon Musk, Jeff Bezos y Bernard Arnault, lo que representa un incremento de 153% de su patrimonio en un año en el que la India fue devastada por la pandemia. Ese mismo año, el patrimonio de Mukesh Ambani, que sigue siendo la persona más rica de la India, se incrementó en 24%. En la década transcurrida desde la asunción de Modi como primer ministro, el patrimonio de Ambani creció 400% y el de Adani, 1.830%. El patrimonio de este último, no obstante, fue muy sobrevaluado mediante la manipulación de acciones y el fraude contable, según reveló Hindenburg Research en un informe de enero de 2023. En términos más generales, durante la última década ha crecido la cantidad de multimillonarios indios, así como su patrimonio: el jefe de la Lista Global Hurun de Riqueza señaló que, en los últimos diez años, los multimillonarios indios incrementaron su patrimonio en unos 700.000 millones de dólares, el equivalente al pib de Suiza y el doble del de los Emiratos Árabes Unidos. 

Los ricos también se han vuelto más ricos gracias a políticas como los cambios en favor de los impuestos indirectos (como el impuesto sobre bienes y servicios), el recorte de las tasas del impuesto sobre sociedades y la derogación del impuesto a la riqueza para los superricos, lo que contribuye al crecimiento del déficit fiscal de la nación. Si bien el capitalismo depredador habilitado por Modi ha generado una gran cantidad de desplazados, desposeídos y pauperizados, el gasto en asistencia social de la India sigue estando entre los más bajos del mundo. El gasto en salud se mantiene entre 1,2% y 1,6% del pib y, de hecho, disminuyó en 2021, mientras que el gasto en educación promedió el 3% del pib en las últimas dos décadas. En 2022, Oxfam informó que se calcula que, durante la pandemia, 46 millones de indios cayeron en la pobreza extrema.

Una autocracia electoral

En su informe de 2021 sobre el estado de la democracia, el Instituto V-Dem de Suecia degradó a la India al nivel de «autocracia electoral». Esta calificación ilustra el papel cada vez más performativo en la India de los rituales democráticos para demostrar legitimidad incluso cuando gran parte del proceso de gobierno ha sido eximido de la rendición de cuentas. Como la mayoría de las demás instituciones públicas, la Comisión Electoral, históricamente respetada por su neutralidad, ahora está copada políticamente. El bjp recibe una enorme cantidad de fondos, más que todos los demás partidos juntos, recaudados, entre otras vías, mediante turbios instrumentos financieros llamados bonos electorales, que atraen cuantiosas donaciones corporativas realizadas de forma anónima desde la India y el extranjero. El partido está constantemente en modo electoral, y los fondos son necesarios tanto para mantener su formidable maquinaria electoral como para inducir a los legisladores en ejercicio a cambiar de bando. 

La puesta en escena de la democracia también es algo que parece deleitar al populista Modi. Como algunos dioses hindúes, Modi es un hombre de muchos avatares. Es a la vez monarca (promulga políticas en forma de decretos y crea proyectos monumentales para marcar su reinado) y hombre de pueblo, hace referencia constantemente a sus orígenes humildes, a diferencia de los Gandhi del opositor Partido del Congreso, que se benefician de los privilegios dinásticos y de casta. Modi luce ropa nueva cada día y accesorios de diseño, pero sus seguidores (o adoradores, como los llaman sus críticos) lo describen como un asceta. Sus decisiones aparentemente mal ideadas y erráticas –como la caótica devaluación de 87% de la moneda india o la imposición del confinamiento nacional por covid-19 de la noche a la mañana– fueron aclamadas como «golpes maestros» y evidencia de la capacidad de tomar decisiones difíciles, lo que se espera de un líder fuerte. Sus proyectos tecnocráticos –ciudades inteligentes, trenes bala, una India digital–, incluso si están mal ejecutados e incompletos, crean una imagen de acción y modernización, mientras que sus discursos relacionan hábilmente imágenes y tropos nacionalistas hindúes. 

El asistencialismo de Modi comparte estos rasgos populistas. En lugar de inversiones a largo plazo en nutrición, salud y educación, la asistencia que ofrece adquiere la forma de pequeñas transferencias de efectivo a determinados grupos y planes limitados de distribución de retretes, garrafas de gas para cocinar, viviendas y conexiones de electricidad y agua, con las mujeres como especiales beneficiarias. Con una distribución centralizada en lugar de respuestas locales a las necesidades, la asistencia es personalizada, con la foto de Modi en las garrafas de gas, cajas de alimentos y carteles publicitarios que promocionan los planes. 

El liderazgo populista de Modi es potenciado por la efectiva captura de la esfera pública. Ya en 2014, los medios de comunicación corporativos lo habían favorecido incluso antes de que fuera elegido. Desde entonces, se mantuvo a raya a estos medios con amenazas de retirarles la pauta de publicidad oficial, que constituye una gran proporción de sus ingresos, o de realizar redadas por violaciones al impuesto sobre la renta. Mientras tanto, se han creado nuevos medios de comunicación favorables al gobierno y sus capitalistas amigos han comprado los pocos medios independientes que quedaban. Las redes sociales desempeñan otro papel importante, con un ejército de miles de trolls rentados que difunden propaganda del bjp y un número aún mayor de simpatizantes que divulgan noticias falsas y memes llenos de odio, mientras trollean a sus oponentes con las amenazas más viles. En paralelo al control y la construcción de lo que se considera noticia está la manipulación, supresión o no recopilación de datos, junto con el debilitamiento sistemático de las universidades y los institutos de investigación. 

El Estado está en guerra con la sociedad civil. Las organizaciones sin fines de lucro han sido amenazadas con acciones policiales o con la cancelación de sus licencias para recibir fondos del extranjero. La India está entre los países que utilizan el software de vigilancia Pegasus, de la empresa israelí nso: el grupo al que apunta la India está entre los más grandes e incluye a líderes de la oposición, periodistas y una variedad de actores de la sociedad civil. Disidentes y quienes se atreven a develar la realidad (manifestantes, líderes de partidos de oposición, agricultores, periodistas, líderes estudiantiles) han sido arrestados por cargos inventados y recluidos sin derecho a fianza en virtud de una draconiana legislación antiterrorista. Incluso entre los adoradores de Modi existe temor al estado de vigilancia y a la anulación de las garantías legales e institucionales.

Resistencia

Todas las medidas tomadas por Modi han encontrado oposición, con impugnaciones judiciales de las leyes de Reorganización de Cachemira y la Enmienda de la Ciudadanía, los bonos electorales, Pegasus, etc. El periodismo ha cubierto crímenes, revelado estafas, y se siguen publicando artículos críticos en algunos de los periódicos en inglés. Los partidos de oposición al bjp, que gobiernan aproximadamente la mitad de los estados, han protestado enérgicamente por las tendencias cada vez más centralizadoras del gobierno federal en torno de cuestiones fiscales y de la homogeneización cultural y lingüística. Algunos jueces de la Corte Suprema y de tribunales inferiores han demostrado independencia al desafiar detenciones arbitrarias y otras medidas inconstitucionales. También hubo movilizaciones, en especial durante el primer mandato de Modi, contra el aumento de los casos de violencia contra las minorías. Dos masivos movimientos, de una escala sin precedentes desde el movimiento nacionalista de la década de 1940, constituyen señales particularmente esperanzadoras.

El primero comenzó en noviembre de 2019, contra la caa, que convierte a los musulmanes de la India, de hecho, en ciudadanos de segunda. Iniciado por estudiantes de la Universidad Jamia Millia Islamia de Delhi, el movimiento se expandió por todo el país, con protestas y manifestaciones incluso en ciudades pequeñas. Se le sumaron muchísimos musulmanes que antes eran apolíticos, así como una cantidad significativa de no musulmanes. Una sentada histórica iniciada por las mujeres de Shaheen Bagh, un barrio mayoritariamente musulmán en el noreste de Delhi, duró un par de meses hasta que fue disuelta por el confinamiento dictado en medio de la pandemia, en marzo de 2020, al tiempo que muchos de los activistas anti-caa fueron arrestados bajo la acusación de incitación a la violencia. Si bien el movimiento se disolvió, el gobierno ha tardado en elaborar normas basadas en la caa, una señal de la magnitud de la oposición. 

El segundo movimiento fue en respuesta a las tres leyes agrícolas destinadas a corporativizar la agricultura. A partir de noviembre de 2020, unos 250.000 agricultores de tres estados del norte acamparon durante un año en tres emplazamientos en las fronteras de Delhi, con la única exigencia de que se derogaran las leyes agrícolas. La acción fue coordinada democráticamente por un comité nacional y las organizaciones de agricultores de todo el país enviaron contingentes. Durante el año que duró el acampe de los agricultores, la resistencia a la corporativización de la agricultura creció hasta conectar cuestiones como el malestar laboral y agrícola, el patriarcado y el trabajo de las mujeres, las castas y la falta de tierras, así como la hindutva y el Estado represivo. Tras el fracaso de todos sus intentos de represión y cooptación, Modi finalmente aceptó retirar las leyes unas semanas antes de las elecciones en Punjab y Uttar Pradesh.

En este marco, quienes protestan y quienes se sienten objetivos de las políticas de la hindutva (musulmanes y cristianos, dalits, adivasis, mujeres, ambientalistas, liberales, periodistas, estudiantes y docentes universitarios, artistas) han creado alianzas que van mucho más allá de la izquierda. En la India, «la izquierda» –fundamentalmente el Partido Comunista de la India (cpi, por sus siglas en inglés) y el Partido Comunista de la India-Marxista (cpi-m)– ya enfrentaba críticas por no incluir cuestiones de castas e identidad y por su apego histórico al desarrollo industrial. De 2014 en adelante se han forjado nuevas alianzas en los campus universitarios: azules (movimientos dalit/oprimidos por cuestión de casta), rojas (comunistas) y, a veces, verdes. También ha habido alianzas con sindicatos nacionales, los movimientos sociales inspirados en Gandhi contra el desplazamiento inducido por el desarrollismo, que defienden los derechos de las comunidades dependientes de los recursos naturales, y organizaciones de derechos civiles y democráticos, que han sido una parte vital del panorama democrático desde el estado de emergencia de 1975-1977. Sus esfuerzos son documentados y amplificados por un pequeño pero influyente sector de los medios digitales, la mayoría de ellos con menos de una década de existencia, que continúa denunciando al poder, a pesar de procesos judiciales y de la vigilancia y el arresto de sus periodistas.

Gran parte de esta resistencia enfrenta una severa represión gubernamental. Una pregunta crucial es cómo se traducirá la resistencia en términos electorales en las elecciones federales, que probablemente se celebrarán en mayo de 2024. Un movimiento prometedor es la recientemente formada Alianza Nacional para el Desarrollo Inclusivo de la India (india, por sus siglas en inglés), una alianza que incluye a todos los principales partidos de oposición, incluido el Congreso Nacional Indio, el principal contrincante del bjp a escala federal. Pero se trata de una «gran carpa», en sus propias palabras, y abundan las preguntas sobre si se mantendrá unida y si no es ya demasiado tarde para un desafío efectivo, dado que el bjp nunca deja de estar en modo electoral. Las elecciones recientemente concluidas en cinco estados, de las que el bjp triunfó en tres, confirman aún más las dudas sobre la fuerza de la oposición.

Consecuencias globales

Al pensar en las consecuencias globales del «momento Modi», en primer lugar se debe prestar atención a la diáspora de la India en Occidente. El Consejo Mundial Hindú, miembro de la familia rss, ha estado trabajando desde la década de 1960 para construir la comunidad hindú en todo el mundo. El modo en que Modi mezcla con éxito sensibilidad promercado y «cultura hindú» (yoga, atuendos tradicionales y cosas por el estilo) representa un momento de consagración cultural para esta diáspora. Los aproximadamente cuatro millones de indios conforman ya el segundo grupo más numeroso de inmigrantes en eeuu. Una buena parte de los más exitosos de ellos proviene de castas privilegiadas hindúes y son un electorado importante para la hindutva, que hace contribuciones al bjp y a organizaciones caritativas que canalizan fondos al rss, y adopta cada vez más los símbolos y prácticas violentos de las turbas hinduistas de la India2

Pero otros miembros de la diáspora india están combatiéndolos activamente. Las campañas lideradas por organizaciones dalit han logrado el reconocimiento de esta casta como grupo protegido en universidades como California State, uc Davis, Harvard, Brandeis y Brown, y otros lugares como la ciudad estadounidense de Seattle, las ciudades canadienses de Brampton y Burnaby, y la Junta Escolar del Distrito de Toronto. Las organizaciones progresistas de la diáspora, incluidas aquellas que representan a las minorías religiosas de la India, están trabajando para desafiar el flujo de fondos hacia el bjp/rss en la India y para tratar de influir en los gobiernos y la opinión pública estadounidense y canadiense para que reconozcan a la India por lo que es. Estos esfuerzos, a su vez, han provocado una campaña por parte de organizaciones de la hindutva, que siguen el manual proisraelí de utilizar el «antisemitismo» para desviar todas las críticas a Israel: de este modo, intentan etiquetar las críticas a la hindutva como hindufobia. Y así, la lucha continúa.

Los recientes acontecimientos han hecho entender a buena parte de la izquierda norteamericana lo que implican algunas de estas batallas. En septiembre de 2023, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se levantó en el Parlamento para hacer el alarmante anuncio de que la India estaba detrás del asesinato de un activista separatista sij ocurrido en Canadá en junio de ese año. Y en noviembre, la inteligencia estadounidense informó que habían advertido a un activista separatista sij radicado en eeuu de una amenaza similar contra su vida, lo que aumentó la preocupación de que el Estado indio esté dispuesto a extender su represión más allá de sus fronteras. 

La derecha india es un actor importante en el crecimiento de una extrema derecha global, no necesariamente en un sentido organizativo o conspirativo, sino en el de cambiar el discurso público en esa dirección, socavando los valores democráticos liberales, deslegitimando toda movilización por la igualdad, normalizando noticias falsas y perspectivas anticientíficas, y alineándose con supremacistas blancos y defensores de Israel. Las noticias e imágenes falsas generadas por el universo hindutva han sido una parte importante de la desinformación de las redes sociales en torno del genocidio en Gaza. También ha habido informes de que Israel ha solicitado a la India que envíe hasta 100.000 trabajadores para reemplazar a trabajadores palestinos. 

La izquierda en la India y su diáspora están contraatacando. Una petición dirigida a funcionarios estadounidenses, y ya firmada por unos 3.000 estadounidenses de origen indio, llama a un alto el fuego en Gaza. También hace hincapié en las fuentes de desinformación de la derecha hindú que ayudan a justificar el ataque a Gaza. Y los principales sindicatos indios, excepto el Sindicato de Trabajadores Indios (Bharatiya Mazdoor Sangh, bms), afiliado al bjp, publicaron una declaración donde anuncian que resistirán cualquier acuerdo laboral entre la India e Israel si se implementa3. Pero para hacer retroceder el fascismo que es la India de Modi se necesitará una respuesta internacional mucho más fuerte y coordinada que la que las fuerzas progresistas globales han demostrado hasta ahora.

Nota: la versión original de este artículo en inglés se publicó en New Politics vol. XIX No 4, invierno de 2024, con el título: «The Modi Moment». Traducción: Carlos Díaz Rocca.

  • 1.

    Proclama utilizada como símbolo de adhesión a la fe hindú [N. del E.].

  • 2.

    Max Daly, Sahar Habib Ghazi y Pallavi Pundir: «How Far-Right Hindu Supremacy Went Global» en Vice, 26/10/2022.

  • 3.

    «Indian Trade Unions Stand with Palestine, Reject ‘Export Deal’ to Replace Palestinian Workers in Israel» en People’s Dispatch, 16/11/2023.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
ISSN: 0251-3552
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