Comunicación: ¿dominación o democracia? (71 / Marzo - Abril 1984)
Nº 71 — Marzo - Abril 1984

Comunicación: ¿dominación o democracia?

En las cuatro últimas décadas, más que en toda su historia, los medios de comunicación social, desde el punto de vista científico-técnico, se han desarrollado vigorosamente. Por eso es preocupante el uso y contenido que se den a estos medios, sobre todo cuando se advierte que la aparición de ellos es coincidente con el proceso de expansión imperialista de las grandes potencias. En efecto, ello ha ido conformando un sistema transnacional de información que obliga a consumir un tipo de mensajes que está al servicio de estrategias de dominación de las fuerzas que luchan por la hegemonía mundial.

Análisis de coyuntura

Libros y autores

Política-Economía-Cultura

Tema central

Comunicación y cultura en el reino de Big Brother

Este trabajo pretende señalar la trágica contradicción entre por una parte las culturas populares, con especial referencia a América Latina, y por otra la cultura de masas implantada por los aparatos de difusión masiva y de industria cultural. Partiendo del enfrentamiento en el nivel teórico entre el paradigma difusionista norteamericano, y el paradigma comunicativo latinoamericano se pasa revista a los modos de intercambio culturales y la constitución de campos culturales (el campo de las élites o de la cultura erudita, el de las culturas populares y el de la cultura de masas) y de allí se fundamenta la situación subalterna que las culturas populares sufren en las formaciones sociales modernas, en especial en la periferia capitalista. La doble función de los aparatos de difusión y de los sistemas de información aparece sindicada de una vampirización de las culturas populares, sujetas a una fragmentación y reducción progresiva. Se señala el doble papel, económico e ideológico, de la industria cultural en la reproducción del modo productivista-consumístico de vida, denunciando no solamente la proliferación de signos-mercancías y de mercancías-signos que caracterizan a la génesis ideológica de necesidades, sino también la producción de un consumidor-cosa, simple correlato de la producción incesante de nuevos mercados, cada vez más signico-simbólicos. Se propone la hipótesis de una resistencia posible de las culturas populares, a condición de recibir el aporte de una vivificación y revalorizacion proveniente de una actividad consciente de tipo comunicacional, de carácter alternativo y capaz de traducirse en una cultura-acción popular de nuevo tipo.

Economía política del orden internacional de la información

La economía de la información ha adquirido, a partir de las investigaciones pioneras de Machlup (1962) y Stigler (1967), una creciente importancia en la nueva vertiente de la teoría económica que estudia la estructura y la operatividad de la moderna industria del conocimiento en el ámbito del capitalismo tecnocéntrico. La racionalidad de este sistema privilegia la información cual elemento estrechamente relacionado con el reto productivista de la sociedad informatizada, como también con la estrategia de transnacionalización capitalista que redefine su mensaje en congruencia con los requerimientos de su redespliegue industrial. Es por esto que la inteligencia de los países centrales orienta la emisión y difusión de su discurso conforme a los mecanismos que tonifican y preservan las fuentes externas de su acumulación de capital. Por lo mismo, se observa que la información, como mercancía que entraña poder, fluye internacionalmente en un proceso de continua valorización de los capitales policéntricos. No es otro el asunto que incumbe a la economía política del vigente orden internacional de la información. En este escenario, donde la tecnología intelectual subordina el comportamiento de las industrias materiales y culturales a la reproducción ampliada del capitalismo tardío, se advierte la sintaxis de la economía y la información como fenómeno sujeto a los patrones que rigen el desigual flujo informativo entre el centro y la periferia. Entre ésta y aquél, tal como aquí se plantea, la brecha crece y se profundiza en correspondencia con la dominación económica y el colonialismo ideológico que mantienen los poderes imperiales en la formación social de los países recipientes. Es ésta la razón fundamental que asiste a los países del Tercer Mundo en la propuesta de un ordenamiento alternativo de la información.